Otra bastarda resulta,
amores causa bastardos,
y derechos no otorga
más que a plebeya canalla; 215
de ésta un niño
obsceno, aquel bastardito Cupido
es hijo, asqueroso por
su greña, de cara sucísimo,
y acechar acostumbra no
más que humeantes tabancos,
y las mulatillas que
están sentadas sobre el altabaque.
A ésta, pues, se
dirige Luzbel, a quien férrea puerta 220
encierra (lo llaman
burdel). Una casa lar de casillas
junto a los muros está,
de callejas revueltas repleta;
aquí a estafar a
ribaldos el cairo a bribonas guimaras
se fuerza, y a dar a la
diosa Venus su sueldo honorable.
La propia Venus se
asienta gallofa en negra botica, 225
solicitando gajes, y
distribuyendo tareas.
Así se afanaba, cuando
a través del techo el Diablo
entra; y ella viéndolo,
con tiernas palabras pregunta:
“¿Qué se te ofrece,
Luzbel? ¿a estas horas qué vienes buscando?
Dime, hermano amado,
una causa sin duda importante 230
te hace venir, como
veo, si en algo ayudarte por caso
puedo yo misma, dilo;
con gusto estaré a tus órdenes”.
214
Madre de las putas.
220
Así se llama cierta puerta del burdel hispalense.
222
Topografía del burdel; ¡cuánto me desagrada que la conozca tan
exactamente nuestro poeta!
224
Mejor mobile
“movible”, pues se gana con la movilidad de riñones y grupas.
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