CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 24 de diciembre de 2011

PRIMERAS PROPUESTAS LINGÜÍSTICAS SOBRE EL MACARRONEO


Acabamos de definir el macarroneo como un lenguaje intencionadamente híbrido, basado en la fusión, que no la mera yuxtaposición, de elementos lingüísticos diversos. La naturaleza de tal hibridismo y su diferencia respecto a otras lenguas híbridas comenzó a ser estudiado por la crítica decimonónica. Charles Nodier, que fue el primero en fijarse en la singularidad del macarroneo y en su compleja potencialidad artística, incidía en 1834 en su eficacia y “naturalidad” como instrumento de comunicación, a pesar, paradójicamente, de ser lengua artificial e híbrida:

En la macarrónea, la sal de la expresión reside principalmente en la novedad singular y audaz de una lengua por así decirlo individual que no ha hablado ningún pueblo, que ningún gramático ha escrito, que nadie ha leído, pero que se comprende sin esfuerzo, porque le dan forma el mismo arte y los mismos materiales que la lengua materna. El principal encanto del estilo macarrónico radica en el docto placer de esta traducción íntima que asombra al espíritu mientras lo divierte, y esta impresión no la puede producir nunca una traducción en lengua vulgar.1

Octave Delepierre publica en 1852 su erudita Macaronéana ou mélanges de littérature macaronique des différents peuples de l´Europe, en cuyo primer capítulo se esfuerza en diferenciar lo que se llamaba en su época style macaronique de otros géneros de lenguaje híbrido2. Frente a ciertas opiniones que hacen, por ejemplo, de Lucilio un autor macarrónico por haber mezclado palabras latinas y griegas, Delepierre rebate como errónea la idea de que cualquer mezcla (mélange) de lenguas constituya una macarronea. Tras situar su origen en la degradación histórica del latín, afirma que la lengua macarrónica o macarronea posee unas reglas que no son superadas en estabilidad por las de ninguna otra lengua regular, lo que explica la dificultad de su manejo literario y el escaso número de autores que han brillado en el género. De cierto, el rasgo definitorio de la lengua macarrónica para Delepierre, frente a otros lenguajes amalgamados, es el hecho de que el escritor macarrónico tome los lexemas de la lengua materna y les añada una terminación y flexión latinas, quedando así sometida la palabra vulgar a la fraseología y la sintaxis del latín3.

Frente a la definición del macarroneo de Francesco De Sanctis, el “redescubridor” de Folengo en su famosa Storia della letteratura italiana de 18704, como una simple parodia, de escasa seriedad artística, del latín y del italiano que se hacen burla recíprocamente, la crítica italiana de la primera mitad de nuestro siglo se esforzó en caracterizarlo como una verdadera lengua, apta para ser vehículo de la más alta creación poética (un linguaggio d'arte al pari d'ogni altro, como dijo valientemente Carlo Cordié) de manos de Folengo5, quien, al adoptar el lenguaje poético macarrónico, le infunde nueva vida, conectándolo por primera vez a un contexto rústico. Fue también el primero, y el único, en aventurarse con este lenguaje en el poema épico (Baldus), y luego también en la égloga y en la lírica (Zanitonella), en el poema heroico-cómico, o mejor zooépico (Moschea), como dice Massimo Zaggia6, y en el epigrama: en suma, con él el arte macarrónica adquiere la madurez necesaria para aplicarse a cualquier género literario y a cualquier posibilidad expresiva.

La majestuosa superioridad de dicho autor sobre sus predecesores, conocidos como “prefolenguianos”, limitados a la caricatura episódica y a la sátira política, y sus deleznables y preteribles émulos, los “postfolenguianos”, estimula la concepción del macarroneo como un acto individual, que, a pesar de tener un punto de partida anterior y subsistir como medio extrínseco, se convierte en expresión personalísima de Folengo, quien crea al mismo tiempo una lengua y un arte, hechos inseparables según Benedetto Croce7.






1 Cf. CH. NODIER, “Du langage factice appelé macaronique”, Bulletin du bibliophole, Paris, Techener, 1834, nº10, pp. 3-11 cit. por A. MOMIGLIANO, “La critica e la fama del Folengo sino al De Sanctis”, GSLI, vol. LXXVII (1921), p. 217 n. 1. Este mismo texto aparece traducido en parte por L. Mª. Carbonero y Sol en sus Esfuerzos del ingenio literario, Madrid 1890, p. 404. Agradecemos al Dr. D. Luis Charlo Brea el habernos dado noticias de este libro.
2 Cf. O. DELEPIERRE, o.c., G. Gancia, Paris 1852, pp. 1-4. Citamos del mismo ejemplar de la B.N. 1/ 17692 manejado por José López de Toro (cf. “El primer poema macarrónico en España”, Studia Philologica.Homenaje ofrecido a Dámaso Alonso por sus amigos y discípulos con ocasión de su 60º aniversario, II, Gredos, Madrid, 1961, p. 401 n.1).Esta obra conoció una segunda edición londinense en 1862. Un juicio sobre ella en A. MOMIGLIANO, o.c., pp. 218-219.
3 Cf. O. DELEPIERRE, o.c., p. 14.
4 El mérito principal del gran crítico italiano fue su revaloración histórica de Folengo, relegado durante casi tres siglos, al dedicarle un capítulo completo entre los sendos consagrados a otras figuras del quinientos como Ariosto y Maquiavelo. Los aciertos y errores de su interpretación del autor macarrónico fueron determinantes en el desarrollo de la crítica folenguista posterior (cf. A. MOMIGLIANO, o.c. pp. 219-223; R. SCRIVANO, “La proposta folenghiana di De Sanctis”, Atti Convegno 1977, pp. 401-410). Existe una reedición moderna de esta obra publicada por Einaudi, Torino 1958.
5 Cf. entre otros, A. MOMIGLIANO, “Le quattro redazioni della Zanitonella”, GSLI, vol. LXXIII, 1919, pp. 1-43, 159-202; C. CORDIÉ, “Il linguaggio maccheronico e l’arte del “Baldus””, Archivum Romanicum, XXI (1937), pp.1-70; B. CROCE, “Le Maccheronee del Folengo e la critica moderna”, Poeti e scrittori del pieno e del tardo Rinascimento, Laterza, Bari 1945 [1941], pp. 154-176 (Croce había ya en 1911 acogido a Folengo en el panteón de los “Escritores de Italia” [cf. G. BERNARDI PERINI, “Identikit di Acquario Lodola (a proposito di onomastica folenghiana)”, Studi in onore di Pier Vincenzo Mengaldo per i suoi settant'anni, Volume I, Firenze, 2007, pp. 467-478]).
6 Cf. T. FOLENGO, Macaronee minori..., ed. de M. ZAGGIA, p. 7. Ettore Bonora había señalado ya convenientemente cuáles eran las intenciones que guiaban a Folengo: “la ambición del joven poeta macarrónico, autor de églogas y de un poema heroico, fue emular al gran Virgilio, del que, de hecho, no por puro gusto de parodiar, retomaba ya entonces no pocos rasgos. En el correr de casi treinta años, corrigiendo, enriqueciendo, perfeccionando el libreto juvenil, el escritor no hizo otra cosa que profundizar y hacer más coherente su primera intuición, y el volumen de las Macarroneas en su última edición, sea por la más auténtica sustancia poética, sea por las mismas cuestiones culturales e ideológicas que afronta y que no siempre resuelve en poesía, viene a ser una de las obras maestras más estrechamente ligadas a la cultura de la madurez del Renacimiento” (cf. E. BONORA, Ritratti letterari del Cinquecento, La Goliardica, Milano 1964, pp. 106-107).
7 Cf. B.CROCE, o.c., p.164. Es sabido que Benedetto Croce, dentro de las coordenadas de su crítica idealista, reconoce en el lenguaje únicamente el aspecto subjetivo, o sea lo que en términos saussureanos se llamaría parole, identificando el lenguaje con la expresión, y, por consiguiente, con la poesía, y, con perfecta coherencia desde su punto de vista, la lingüística con la estética. Eugenio Coseriu ha señalado las limitaciones de su planteamiento: “[...] Croce, oponiéndose, justamente, a la consideración “materialista” de la lengua como realidad autónoma, como organismo independiente de los individuos hablantes, ha caído en la exageración contraria, que es la de considerar el lenguaje como fenómeno exclusivamente subjetivo y de negar toda objetividad a la lengua como sistema. Pero objetivismo –como ya otros han observado- de ninguna manera quiere decir “materialismo” (la “lengua” es un “objeto” inmaterial, abstracto), y el idealismo filosófico puede perfectamente conciliarse, sin ningún compromiso teórico, con el objetivismo y hasta con el estructuralismo lingüístico” (cf. E. COSERIU, “Sistema, norma y habla”, Teoría del lenguaje y lingüística general. Cinco estudios, 3ª ed., Gredos, Madrid 1978, p.33). La influencia croceana ha sido decisiva, como veremos, en la concepción del macarroneo de críticos como Ettore Bonora y Ettore Paratorefrente al ‘gramaticalizador’ Paoli.


Imagen: Francesco De Sanctis

sábado, 17 de diciembre de 2011

EL ORIGEN DEL TÉRMINO "MACARRONEA" (II)


Por otra parte, en el poema de Tifi se habla de una macaronea secta (v. 562ss), formada por un grupo de regalados paduanos reunidos en alegre compaña (v. 595: “Quis non hanc poterit sectam clamare felicem”), probable caricatura antifrástica de una serie de burgueses locales auténticos, entre los que se encuentra un primo del autor1. Dicho grupo no se reúne para componer poemas a base de macaroni –entre ellos hay un solo poeta-, sino para devorarlos2, y desfogar su lujuria con prostitutas de cuatro cuartos. Entre ellos destaca por su glotonería el doctor Paolo, llamado macaronaeus doctor por su afición a los macaroni y su habilidad en cocinarlos (vv. 451-465)3:

...quocumque vadit, cunctis sibilatur in urbe:
-Ad vos nunc veniet, veneti: pareciate farinam!-
Sed tercentenae prestae celeresque masarae
omnes aregatam facerent, si nocte diuque
vix macaronos, quantum magnaverit ipse
solus soletus, poterunt gratacasa tirare.
Sic macaronaeus doctor vocatur ubique
collegii doctor, doctus gratare salatum,
et macaronos doctus gratacasa tirare,
quando sunt cocti multum cognoscere doctus,
praecipue nigri fundum tocando lavezi;
doctus et ad nasum frescum cognoscere smalzum;
doctus et ad nasum benecoctum cognoscere rostum,
et bene conzatas doctus cognoscere tripas,
et macaronos super omnia facere doctus.

Parece, pues, que el título de Macaronea no pretendía hacer referencia a la elección lingüística o al género literario, sino que tenía su origen en los personajes caricaturizados, los macaronei.4 No obstante, debió muy pronto pasar a designar genéricamente las composiciones que se caracterizan por el empleo de este tipo de lenguaje híbrido de latín y dialecto. Así, en 1491 Bassano Mantovano escribe, si como parece el título es suyo, su Macharonea contra Savoynos, y ya probablemente en 1494 Fossa sentía el deber de precisar in limine a su Virgiliana: “Tu quicumque leges non dicas Macaroneam: / de macaroneis nil tractant carmina nostra”. La nueva acepción queda definitivamente sancionada por Folengo en 1521 con la definición canónica dada en el fragmento reproducido de la Apologetica de la T (v. supra). Una línea excéntrica, en opinión de Mario Chiesa5, es la seguida por el astiense Giovan Giorgio Alione, que publica en 1521 su Macarronea contra Macarroneam Bassani. Alione emplea en un sentido tautológico el término macarronea en su prólogo: “an latinaz prumerament / mettrema una macarronea”, por donde parece que para este autor no había relación obligada entre este vocablo y la lengua empleada, sino que más bien designaba una composición caracterizada por un contenido polémico y satirico, como hace pensar su uso del verbo macarronare. Probablemente le era desconocido el origen del título del poemita de Tifi, y, sirviéndose de una etimología popular, relacionaba el término macarronea con macaron, insulto corriente también en el Piamonte.

Ciertamente, en zonas del Véneto los términos macaron o gnocco, a partir de su sentido propio de plato bastante simple y en sustancia rústico, aunque gustoso y apreciado, han pasado a designar popularmente a personas de escaso y rudo ingenio6. En Folengo macaron o macaronus, tiene también el sentido de persona estúpida, aunque como señala Paoli “no verdaderamente en todos los modos en que se puede ser estúpido, que son tantos, sino en el de una obtusería torpe y ramplona, con un toquecito de ingenuidad”7. Así, se aplica el apelativo de macaron a Zambello, el lerdo hermanastro del paladín Baldo, héroe epónimo del poema Baldus:

O macaron, macaron, quae te matezza piavit!8

También aparece atestiguada la forma macaronus en este sentido:

quem, streppone, dabis, vel quem dare credis aiuttum?
non es bastevolus mihi descalzare stivallos,
et, macarone, putas me consolare parolis?9

Superando ambas acepciones, emplea una vez Folengo macaronus en el sentido de “escritor en lengua macarrónica”:

Nil mihi diversae stimmatur opinio turbae:
    sum macaronus ego, sic macaronus ero10.




1 Cf. G. PADOAN, o. c., pp. 293-294.
2 El aventurero Casanova da noticias en sus Mémoires de la existencia en Chioggia, cerca de Venecia, en 1743 de una “Académie macaronique”, formada por “fervents amateurs de macaroni” en su sentido gastronómico (cf. L. MESSEDAGLIA, o. c., pp. 510-513).
3 Cf. I. PACCAGNELLA, “Cucina e ideologia alimentare nella Venezia del Rinascimento. Appunti da fonti letterarie”, A. PERTUSI – G. ORTALLI – I. PACCAGNELLA (edd.), Civiltà della tavola dal Medio Evo al Rinascimento, Pozza, Vicenza 19831, 19842, pp. 55-58.
4 Cf. G. PADOAN, o. c. , p. 295.
5 Cf. G.G. ALIONE, Macarronea..., pp. 21-22. Una opinión totalmente distinta es la expresada por G. Padoan (o. c., p. 295), para quien macarronea tiene en Alione el mismo sentido que en la tradición paduana y en Folengo. Afirma también, en solitario que sepamos, que el término macaroneus acabó por designar al tragón y al holgazán (l´ingordo e il poltrone), sin hacer mención de la segunda acepción reconocida que veremos a continuación.
6 Cf. L. MESSEDAGLIA, o. c., pp. 177-178.
7 Cf. U. E. PAOLI, o. c., p. 3
8 Cf. Baldus V IV 285: “¡Oh, tontorrón, tontorrón, qué locura te ha dominado!”, calco virgiliano evidente (ecl. 2, 69: “A, Corydon, Corydon, quae te dementia cepit!”).
9 Cf. Zan. V 991-993: “¿Qué ayuda me darás, mal nacido, o cuál crees darme? / No resultas digno de descalzarme las botas / y ¿piensas, tontaina, que me consuelas con tus palabras?”. Sobre la referencia neotestamentaria cf. M. CHIESA, “La tradizione...”, o.c., p. 15. No citamos aquí la ed. de Luzio (que lee nonne por non es) como hace Messedaglia (o. c., p. 177), sino la modélica ed. de M. Zaggia (v. supra p. II n.5) de la Zanitonella (Zan.), Moscheide (Mosch.) y epigrammi (epigr.) en sus varias redacciones (P, T, C y V),cuando procede, es decir, todas las macarroneas de Folengo con excepción del Baldus. A partir de ahora cualquier cita de estas obras se hará por esta ed., aunque no haya sido así en la fuente, salvo que se indique expresamente.
10 Cf. Epigr. C VI 1-2: “Nada me importan de unos y otros las opiniones / soy macarrónico yo, tal macarrón quedaré”. Folengo emplea además los adjetivos macaronicus (con declinación heteróclita) y macronicus como “relativo a la poesía macarrónica” (en el Baldus aparecen además los adj. macaronaeam y macaronescam, cf. E. PARATORE, “Il maccheroneo folenghiano”, Atti Convegno 1977, p.44). Encontramos también el adv. macaronice: “según las reglas de la poesía macarrónica”, y el sustantivo macaronaea / maccaronaea como “macarronea” (v. glosario de la ed. Zaggia p. 756), junto a la variante macaronices en el Baldus T. No encontraremos tal variedad de términos en la poesía macarrónica española. A. Torres-Alcalá propone el vocablo macarronia en vez de macarronea: “Entiendo perfectamente, ut sic, que el diccionario de la Real Academia haya abrigado, junto con el adjetivo macarrónico, quoddam sustantivo que llaman macarronea, ad libitum et quia sí ad secas. Veruntamen en español existe el término macarrón [...] que todos conocemos, sobre todo los económicamente débiles, quid dat unum terminum adjetivale “macarrónico” y, en su acepción metafórico-burlesca, tendría que dar una macarroníada o una macarronia, pero no una macarronea, avis rara et extranea ad nostrum fabulare. Ergo, mientras acato y respeto macarronea para Francia e Italia, porque ellos la acuñaron, prefiero macarronia para España (o. c., p. VII)”, aunque ni él mismo lo usa en el desarrollo de su libro.


Ilustración: incipit de la Macarronea de Tifi Odassi (Venecia, ca. 1500). Edición digitalizada de la Biblioteca de Munich.

sábado, 10 de diciembre de 2011

EL ORIGEN DEL TÉRMINO "MACARRONEA" (I)

El sustantivo que identifica esta poesía procede históricamente, sin duda, del título de la obra de Tifi, Macaronea, que es, a su vez, reminiscencia de los grandes poemas épicos clásicos (Iliada, Odisea, Eneida), y que ha servido como sinécdoque para designar este tipo de composición. Pero bajo este sonoro sustantivo derivado se esconde otro de connotaciones más humildes, con un sentido propio y otro traslaticio.

Preferentemente en plural, los macaroni de Tifi o macarones de Folengo designaban, no los maccheroni o macarrones napolitanos de hoy en día, pasta hueca o rellena de varias formas y tamaños, sino los gnocchi, de los que el propio Folengo da una receta al mismo tiempo que un programa poético en la Apologetica in sui excusationem de la red. T:

Ars ista poëtica nuncupatur ars macaronica a macaronibus derivata, qui macarones sunt quoddam pulmentum farina, caseo, botiro compaginatum, grossum, rude et rusticanum; ideo macaronices nil nisi grassedinem, ruditatem et vocabulazzos debet in se continere1.

Los macarones de Folengo son, pues, una masa (pulmentum), en frío o en caliente de harina de grano o de pan rallado, queso, manteca, sin huevos, de la que se forman esos bocaditos de forma oval o redondeada que tienen por norma el nombre de gnocchi, pero que se llaman también macaroni en la Italia septentrional2.

En Folengo esta identificación de macaroni con gnocchi tiene una base tanto textual como gráfica. En la invocación tópica a las musas dispuesta en el libro primero del Baldus (V I 1-64), poema épico de corte caballeresco en veinticinco libros y unos quince mil versos en la red. Vigaso Cocaio, Merlín sustituye las musas tradicionales por otras, las `pancíficas musas´ (V I 13: “Pancificae Musae”), gruesas, bastas y llenas de pringe (V I 17: “Hae sunt divae illae grassae, nymphaeque colantes”), habitantes del mítico país de Cucaña (V I 18-19)3 y expertas cocineras, entre otros, de los susodichos gnocchi:

            Stant ipsae Musae super altum montis acumen,
formaium gratulis durum retridando foratis.
 Altera sollicitat digitis componere gnoccos,
qui, per formaium rigolantes forte tridatum,
deventant grossi tanquam grossissima butta.
Oh quantum largas bisognat habere ganassas,
si quis vult tanto ventronem pascere gnocco!4

(“Se hallan las musas sobre la cumbre de una alta montaña,
el duro queso rallando con ralladores calados.
Otra se ocupa de amasar con sus dedos los gnocchi,
Que ruedan abajo quizás por el peso del queso rallado,
Y se ponen tan gordos como gordísimas cubas.
¡Oh, cúan anchos es necesario tener los carrillos,
si alguien quiere llenarse la panza de tan grande gnocco!”)

Como prueba definitiva de la indiferenciación de macaroni y gnocchi en Folengo, reproduce Luigi Messedaglia5 una xilografia que aparece por primera vez en la red. T, y donde Merlín aparece sentado sobre una cubeta, con una botella de vino en la zurda, y la diestra sobre el borde de una fuente llena de gruesos gnocchi: Zana, una de sus musas inspiradoras, le emboca un voluminoso gnocco, ensartado en un palito; Togna, otra musa macarrónica, toca la gaita6. Esta resulta, sin duda, la más eloquente ilustración de Baldus V I 15: “imboccare suum veniant macarone poetam” (“vengan a su poeta a llenarle la boca de gnocchi”).



1 Cf. L. MESSEDAGLIA, Vita e costume della Rinascenza in Merlin Cocai, Antenore, Padova 1974, recopilación póstuma de estudios folenguianos del autor en dos volúmenes con numeración continua (Medioevo e Umanesimo, 13-14) pp. 175-182, 187-188, 427-438, 513-515; U. E. PAOLI, o.c., pp. 3-5; T. FOLENGO, Baldus, ed. de E. FACCIOLI, Einaudi, Torino 1989 (“I millenni”, s.n.) p. 2 n. v. 15. Márquez Villanueva (o.c. p. 263 n. 6) señala la semejanza de este plato con “nuestras castizas y olvidadas almojábanas”.
2 Cf. L. MESSEDAGLIA, o.c., pp. 175, 178 y 431. Alude también este último el testimonio de viejos autores de libros gastronómicos donde es patente tal identificación (o.c., pp. 181-182). Sobre la etimología de macaroni y gnocchi cf. IDEM, o.c., pp. 428-429.
3 Citamos aquí por la ed. de E. Faccioli., que sigue el texto de la V fijado por Giampaolo Dossena (Feltrinelli, Milano 1958), introduciendo y discutiendo las correcciones propuestas por Paoli, Goffis, Cordié, Chiesa y Tonna. Sobre el país de Cucaña “versión popular del mito humanista de la Edad de Oro (en España, La tierra de Jauja, según el paso de Lope de Rueda)” (cf. F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, o.c., p. 291) y su identidad con el país de Bengodi descrito por Boccaccio, Decameron, VIII, 3: “et eravi una montagna tutta di formaggio parmigiano grattugiato, sopra la quale stavan genti che niuna altra cosa facevan che far maccheroni e raviuoli, e cuocergli in brodo di capponi, e poi gli gittavan quindi giú, e chi piú ne pigliava piú n'aveva” cf. L. MESSEDAGLIA, o.c., pp. 187 y 427-428 y G. COCCHIARA, “Il paese di Cuccagna: l'evasione dalla realtà nella fantasia popolare”, Il paese di cuccagna e altri studi di folklore, Boringhieri, Torino 1956.
4 Cf. L. MESSEDAGLIA, o.c., p. 176, que cita aquí el texto de la red. T según la ed. de A. Portioli (Mantova 1882-1889, 3 volúmenes), I, 65 (volumen y página). Un juicio sobre esta ed. en T. FOLENGO, Macaronee minori... p. 563. No existe ninguna edición completa moderna y crítica de la T, hecho doblemente lamentable teniendo en cuenta que fue la más leída y publicada en su tiempo (la última ed. data de 1692, mientras que la V conoció su última ed. en 1562. Sobre las razones del éxito editorial de la T cf. Introd. Gen. III. 2. 2. n. 96, y que resulta fundamental, como veremos, para entender la macarronea española y la influencia de Folengo en nuestra literatura.
5 Cf. L. MESSEDAGLIA, o. c., p. 431. Es la imagen que sirve de cabecera a este blog.
6 Sobre las musas macarrónicas y sus nombres cf. L. MESSEDAGLIA, o.c., pp.48, 191 y P. PETRIOLI, “Le Muse inquiete”, Semicerchio. Rivista di poesia comparata, X/2, 1993, pp. 16-22.

sábado, 3 de diciembre de 2011

LA POESÍA MACARRÓNICA COMO PROCESO COMUNICATIVO

     
      La poesía macarrónica, como cualquier otro tipo de poesía, es un proceso comunicativo, y desde este punto de vista es necesario acercarse a ella para entender su verdadera naturaleza, exponiendo los factores de comunicación que la caracterizan:

1) El emisor, que, de acuerdo con Luca Curti1, aparece como “un escritor ficticio que escribe como no debiera; que, en particular, 'no tiene un buen latín', confunde (también toscamente) los registros, piensa que la lengua del notario –nodarus- (y tal vez hasta la de los predicadores) va muy bien también para escribir versos de cuño virgiliano. Y de estos, y otros errores similares suyos, nos reímos"2. Ahora bien, “este escritor ficticio es clara y cuidadosamente distinto del autor efectivo de la composición macarrónica. Tifi (y Fosa y hasta Alione) no son los autores “macarrónicos”, son sólo los autores de las macarroneas [...] simplemente “ponen en escena” un poeta ficticio”3, de modo que puede decirse que “el autor de la macarronea es primera persona y el autor macarrónico segunda persona”4, en una suerte de duplicación psicológica de proficuo efecto literario.

2) El receptor, respecto al que se corre el riesgo de que confunda las dos personas, y piense que se halla sólo ante un mal poeta. Para evitar esto, “el latinus grossus, los disparates sintácticos y las intrusiones dialectales ( y la rusticidad puesta en acto causa ridendi) señalan la presencia de una segunda persona: un nodarus, por ejemplo”5, mientras que “la garantía fundamental de la primera persona es la solidez de un cuadro formal “alto”, que se manifiesta, en primer lugar y sobre todo, en el respeto sustancial de la métrica (y de la prosodia)”6, así como en la presencia de calcos literarios clásicos. “La segunda persona desfigura las citas más obvias y la primera pesca en la memoria clásica preciosos pasajes y alusiones no banales; y que, también por este expediente, señala la presencia de una regla superior, de acuerdo con la que medir y estimar las desviaciones del texto”7. De estas desviaciones, como señala el propio Folengo en la Apologetica in sui excusationem de la edicion Toscolanense (1521) debe reirse el lector, mientras que “con el texto (y con su 'verdadero autor') se puede, por el contrario, felizmente reír”8. Este carácter de poesía erudita, aparte de sus méritos intrínsecos, aseguró el éxito internacional de Folengo durante más de un siglo, y suscitó la libido imitandi en los círculos humanistas europeos.

2) el código, que hemos dado en llamar convencionalmente macarroneo o macarrónico, que destaca básicamente por su carácter de lenguaje literario intencionalmente híbrido, donde elementos lingüísticos diversos, que encarnan a su vez tradiciones literarias diversas9, no se yuxtaponen sino que se funden, en una línea que en Folengo va del latín al vulgar (progresivo refinamiento métrico y acomodación a las exigencias del discurso poético latino) y del vulgar al latín (clara tendencia al incremento del elemento vulgar en los niveles léxico y sintáctico)10.

3) el canal, que no puede que ser otro que la escritura para un mensaje que nace ya como un género literario.

4) la situación o contexto, en este caso histórico-lingüístico, que influye en el código elegido y en su significado. El norte de Italia, y más concretamente la Padania, vivía una situación de conflicto lingüístico entre un toscano importado y aún mal asimilado que le disputa por un lado al latín la primacía como lengua culta, y que, por otro lado, choca con la cultura local que encuentra su medio de expresión en el dialecto. Esto lleva a los poetas prefolenguianos y a Folengo a orientarse, en busca de un efecto extrañador y cómico, hacia los extremos de la gama lingüística y cultural: latín y dialecto11.



1 Cf. L. CURTI, “Sul macaronico”, G. BERNARDI PERINI – C. MARANGONI (edd.), Teofilo Folengo nel quinto centenario della nascita (1491-1991). Atti del Convegno. Mantova-Brescia-Padova, 26-29 settembre 1991, Olschki, Firenze 1993, pp. 141-182 (a partir de ahora Atti Convegno 1991 de acuerdo con M. ZAGGIA, Schedario..., p.11)
2 Cf. L. CURTI, o. c. p.161
3 Cf. L. CURTI, o.c. p. 161
4 Cf. L. CURTI, o.c. p.162. Piénsese que esta dicotomía tiene un fundamento anagráfico: Tifi es un pseudónimo de cuño clásico (Cf. G. PADOAN, “Alcune considerazioni sulla 'scuola' maccheronica padovana”, Atti Convegno 1977, p. 293) de Michele Odassi, y Folengo, cultivado humanista autor de obras latinas y vulgares, debe distanciarse de Merlín Cocayo, autor de las macarróneas: finge chimere, sogni o fantasie, / quali non pose mai Merlin Cocaio, / lo qual di Cingar sotto le bugie/ scrisse, che piú mai fece alcun notaio, / d´alcuni menchionazzi le pazzie (Orlandino, III 65 cit. por G. PETROCCHI, “Aretino e Folengo”, Atti Convegno 1977, p.135).
5 Cf. L. CURTI, o.c., p.162. En esto parecer incidir un verso de Folengo (Baldus V, II 11): Scribere vadit adhuc macaronica verba nodarus (“Vase el notario aún a escribir macarrónicos términos”), prueba, no obstante, para otros de que la etiqueta 'macarrónico' englobaba también las producciones del latinus grossus (los sermones híbridos del Cuatrocientos, por ejemplo) (Cf. U.E. PAOLI, o.c. p. 2, con su idea del maccheroneo d´arte opuesto al macarróneo vulgar, y L. LAZZERINI, o.c. pp. 18-19 y EADEM , Il testo trasgressivo. Testi marginali, provocatorî, irregolari dal Medioevo al Cinquecento, Angeli, Milano1988, pp. 114-115).
6 Cf. L. CURTI, o.c., p.162
7 Cf. L. CURTI, o.c. p. 163. I. Paccagnella (cf. o. c., p. 75) sostiene que estos calcos son transparentes, mientras que para L. Lazzerini (cf. "Aux origines...", p. 21 e Il testo..., p. 117) estos calcos distan con mucha frecuencia de ser transparentes, y señala un calco de Juvenal en Tifi que le permite hacer una corrección al texto editado por el propio Paccagnella. Tales calcos llevan a M. Chiesa a hablar de un “diálogo subterráneo con los clásicos” en la poesía macarrónica (cf. G. G. ALIONE, Macarronea contra macarroneam Bassani, ed. de M. CHIESA, Centro Studi Piemontesi, Torino 1982 (“Collana di testi e studi piemontesi”, n. s., 2), p. 25).
8 “Ride, sed non irride, quia si dementer irridendo rides, alter Marguttus rideas irrisus” cit. por L. CURTI, (o.c. p. 162) de la Apologia in sui excusationem recogida en la ed. Luzio II p. 284.
9 Cf. E. BONORA, “L'incontro di tradizioni linguistiche nel maccheronico folenghiano”, Retorica e invenzione, Rizzoli, Torino 1979 [1958] pp. 81-89 y M. CHIESA, “La tradizione linguistica e letteraria cristiano-medievale nelle “Macaronee”, Teofilo Folengo tra la cella e la piazza, ed. dell´Orso, Alessandria 1988, pp. 7-35.
10 Cf. S. ISELLA BRUSAMOLINO, “Lettura folenghiana: esempi di rapporti sinonimici”, P. GIBELLINI (ed.), Folengo e dintorni. Atte delle “Manifestazioni folenghiane” promosse dall´Assessorato alla cultura del Comune di Brescia in collaborazione con l´Università Cattolica di Brescia e l´Assessorato alla cultura del Comune di Mantova. Brescia, novembre 1979-gennaio 1980, Grafo, Brescia 1981, p. 54 (a partir de ahora Atti Convegno 1980 de acuerdo con M. ZAGGIA, Schedario..., p. 10) y EADEM, “Superficie grafica e strati linguistici nel Baldus del Folengo: un esempio”, Atti Convegno 1991, p. 196.
11 Cf. C. SEGRE, “La tradizione macaronica da Folengo a Gadda (e oltre)”, Atti Convegno 1991, pp. 62-74.

sábado, 26 de noviembre de 2011

DEFINICIÓN HISTÓRICO-LINGÜÍSTICA DE LA POESÍA MACARRÓNICA


Ofrezco en ésta, y en entradas sucesivas, una definición más completa del fenómeno literario macarrónico, desde diversos puntos de vista.
La poesía macarrónica o macarronea es un tipo de composición que emplea la métrica cuantitativa latina –fundamentalmente el hexámetro- y que está escrita en un lenguaje intencionadamente híbrido fruto de la fusión del latín con otras lenguas, romances o no, en un código lingüístico –el macarroneo o macarrónico- pretendidamente homogéneo que integra palabras latinas junto a otras de una lengua vulgar con terminación latina.

Como fenómeno literario, aparece a finales del siglo XV en el norte de Italia, “dentro de una tradición de consumado experimentalismo lingüístico con epicentro en Padua”1, obra de humanistas empeñados en una parodia2 del latín incorrecto y corrompido por la lengua vulgar conocido como latinus grossus, Küchenlatein (“latín de cocina”) o Kirchenlatein (“latín de iglesia”)3, que constituía un sermo communis medieval de uso cotidiano en la escuela, los tribunales, y actos públicos, lengua de notarios y clérigos, revulsivo del latín humanista, y que sólo tras larga resistencia vino a sucumbir ante la lengua vulgar4. La primera muestra de poesía macarrónica canónica corresponde a la Macaronea del paduano de adopción Tifi Odasi, poema en setecientos hexámetros de carácter caricaturesco publicado en torno a 1490. Pero la historia de tal género queda indisolublemente unida a la figura del monje benedictino Teófilo Folengo (1491-1544) que, bajo la personalidad ficticia de Merlinus Cocaius, publicó en 1517 sus Maccheronee, magna obra que el autor vendría a amplificar y pulir durante el resto de su vida5.

U. E. Paoli6 ha señalado las analogías existentes entre el latinus grossus y el macarroneo sometiendo a examen un verso de la Macaronea de Tifi Odasi:

Amazat gentes, facit tremare pilastros (v. 666).

El análisis del hexámetro lleva a la constatación de una serie de errores gramaticales respecto a la norma del latín clásico y a la evidencia de que estos errores consisten en analogías inadmisibles con la lengua vulgar. Así, podemos hablar de analogías de calco, en las que una construcción sintáctica vulgar es traducida literalmente al latín, como es el caso de facit tremare, trasunto evidente de far tremare (“hacer temblar”), allí donde la norma clásica exigiría la presencia de verbo efficio más oración de ut en subjuntivo; de analogías de morfología, como cuando el verbo vulgar tremare suplanta al latino tremere, del que deriva morfológicamente; y finalmente, de analogías de léxico, donde el desconocimiento del léxico latino pertinente (antae, pila) fuerza al empleo de la palabra vulgar semánticamente equivalente y superficialmente latinizada mediante una desinencia, que aumenta su efecto cómico si resulta no ser la correcta, como es el caso, ya que nos encontramos un acusativo plural masculino donde esperaríamos uno neutro si la palabra pilastro hubiera sido latinizada con el sufijo –trum o –strum, como sería de esperar.

El largo camino que va de la forma clásica efficit ut ipsae antae tremant propuesta por Paoli al chirriante facit tremare pilastros es el que recorre el latinus grossus con la naturalidad propia de la ignorancia, la cual resulta del todo ajena al juego literario humanista que entendemos como poesía macarrónica, que, ciertamente, también “hace temblar las columnas”, pero que no sería lo que es si no fuera un terremoto voluntario7.



Imagen: busto de mármol de Teófilo Folengo




1 Cf. I. PACCAGNELLA, Le macaronee padovane. Tradizione e lingua, Antenore, Padova 1979 (“Medioevo e Umanesimo”, 36) p. 12.
2 Un eminente sector de la crítica, encabezado por E. Bonora e I. Paccagnella sostiene que se trata de una parodia del latín de laboratorio humanista. Los escritores macarrónicos serían defensores del dialecto (E. G. Parodi y G. Contini) y el macarrónico expresión de la resistencia a la toscanización literaria (M. Pozzi) preconizada por Pietro Bembo. Para L. Lazzerini el macarroneo es una rebelión tanto a la norma latina como a la vulgar, mientras que para C. S. Goffis supone la elevación a dignidad literaria de una lengua hablada en cierto modo. Tendremos ocasión de desgranar todas estas teorías en el punto II “El lenguaje macarrónico” de la presente Introducción General.
3 En España recibía el nombre de latín genovisco o genovés (cf. R. MENÉNDEZ PIDAL, La lengua de Cristobal Colón, Austral, Buenos Aires, 1947, p. 14 citado por F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, “Teófilo Folengo y Cervantes”, Fuentes literarias cervantinas, Gredos, Madrid, 1973, p. 262). Señala Michel Jeanneret que la fórmula ‘latín de cocina’ surge en el fragor del debate que se dio en el Renacimiento entre los defensores del latín evolucionado e incluso degradado y los puristas ciceronianos. Lorenzo Valla, gran defensor de la corrección clásica, descalificó al menos purista Le Pogge comparando su latín con el de su propio cocinero. De ahí en adelante, la comparación humillante creada por Valla sirvió de arma ofensiva para tachar el mal latín que pululaba. Desde Plauto, el cocinero ocupaba el rango más bajo en la escala doméstica, y éste se convirtió en emblema contra la barbarolexis de los ignorantes. “La cocina, a los ojos de los maestros de estilo, es un lugar donde la lengua se extravía, donde el espíritu, sometido a los caprichos del vientre, olvida los principios de la filología. Entre las marmitas, como en la mesa, el discurso se desvía, escapa a las limitaciones impuestas por la escuela y se deja contaminar por las jergas populares” (cf. M. JEANNERET, “Latin de cuisine et poésie macaronique”, Des mets et des mots. Banquets et propos de table à la Renaissance, Corti, Paris 1987, pp. 192-193).
4 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines du macaronique”, Revue des langues romanes, LXXXVI (1982), p.11.
5 La obra de Folengo conoció cuatro redacciones (cf. T. FOLENGO, Macaronee minori. Zanitonella –Moscheide –Epigrammi, ed. de M. ZAGGIA, Einaudi, Torino 1987, p. XIV): la primera redacción, llamada Paganini (en abreviatura red. P) data de 1517, la segunda, la redacción Toscolanense (T) fechada en 1521, supone una gran ampliación de la red. P; la red. Cipadense (red. C) (1535 circa) supone una profunda reelaboración estructural y lingüística de la T; la última, la Vigaso Cocaio (ed. V) tiene carácter póstumo (1552) y supone una revisión parcial de la C. La crítica italiana de este siglo ha centrado su atención sobre la red. V, en detrimento crítico y editorial de las demás (cf. G. BERNARDI PERINI, “Folengo edito e inedito. Situazione e prospettive”, E. BONORA – M. CHIESA (edd.), Cultura letteraria e tradizione popolare in Teofilo Folengo. Atti del Convegno di studi promosso dall´Accademia Virgiliana e dal Comitato Mantova – Padania ´77. Mantova 15-16-17 ottobre 1977, Feltrinelli, Milano 1979, p. 77 (a partir de ahora Atti Convegno 1977 de acuerdo con M. ZAGGIA, Schedario Folenghiano dal 1977 al 1993, Olschki, Firenze, 1994, p.10). Las citas de la obra folengiana en la bibliografía italiana deben entenderse hechas, salvo que se indique lo contrario, sobre la ed. de A. Luzio (T. FOLENGO, Le maccheronee, Bari, 1927-19282, dos volúmenes), única edición completa existente de la ed. V (cf. T. FOLENGO, Macaronee minori..., pp. XXII y 595).
6 Cf. U. E. PAOLI, Il latino maccheronico, Firenze 1959 (Bibliotechina del Saggiatore, 13) pp. 6ss y A. TORRES-ALCALÁ, “Verbi gratia”: los escritores macarrónicos de España, Porrúa Turanzas, Madrid 1984, p. 18.
7 Este carácter de “error” voluntario queda definitivamente subrayado por el propio Odasi cuando en unos versos (39-40) expresa su actitud ante la influyente gramática de Prisciano y el carácter de su gramatica nova (Aspicies, lector, Prisciani vulnera mille/ gramaticamque novam quam nos docuere putane: “Vas a ver, lector, de Prisciano mil las heridas / y una gramática nueva que nos enseñaron las putas”).

sábado, 19 de noviembre de 2011

COMPARATIVA DE LAS GLOSAS MACARRÓNICAS DE F. PACHECO


He hojeado de nuevo el volumen facsímil de la redacción Toscolanense editado en 1994 por A. Nuovo, G. Bernardi y R. Signorini, verificando los tipos de glosas enumerados por E. Bonora, y he comprobado que existen otras de carácter enciclopédico-irónico similares a las empleadas por Pacheco, aunque en menor medida que las puramente lingüísticas, y las explicativas de la peculiar prosodia macarrónica. La elaborada fantasía editorial de Acquario Lodola, que habla en tercera persona ("poeta noster") del autor macarrónico, Merlinus Cocaius, en sus glosas está, evidentemente, ausente en la macarronea de Pacheco, aunque ese editor y glosador ficticio no deja de existir en la obra del clérigo jerezano, que se separa también del "poeta noster", como califica también al autor de la macarronea hispana; por más que algunas de las glosas pueda atribuirse a los sendos copistas de los mss. H y Z (quizás las que mencionan lecturas de otros mss, y otras de las que ya hablaré). Este hecho puede explicar la variada fortuna editorial de las glosas en los tres manuscritos conservados, que va desde la ausencia absoluta de éstas del manuscrito de la Bancroft Library (B), hasta la ausencia o presencia exclusiva de algunas en los otros mss., el H y el Z.

sábado, 12 de noviembre de 2011

NATURALEZA Y TIPOLOGÍA DE LAS GLOSAS MACARRÓNICAS FOLENGUIANAS


En la llamada redacción Toscolanense (1521) de las macarroneas de Merlinus Cocaius, pseudónimo recurrente de Teófilo Folengo pueden encontrarse argumentos a cada libro en forma de dísticos elegíacos macarrónicos, y un profuso cuerpo de glosas al texto, rasgo inconfundible de esta redacción, y que ha llamado notablemente la atención de la crítica folenguiana. Estas glosas, ya presentes in nuce en la red. Paganini (1517), aparecen en esta segunda, como indica Isella Brusamolino, estructuradas con autonomía de microtextos1.
La razón de tal estructuración nos la da Giuseppe Billanovich en su fundamental biografía sobre fray Teófilo2. Afirma Billanovich que el fuerte meollo clasicista que había dado la escuela al joven monje Folengo le llevó a disponer la edición de sus macarroneas punto por punto sobre los ejemplares canónicos de las ediciones de los clásicos:

Era ritual, al menos desde las ediciones realizadas por los gramáticos romanos del tardoimperio (los cuales, por otra parte, repetían los modelos de sus predecesores helenísticos), que toda edición de un clásico se iniciara con un proemio con el De vita et moribus del autor, que aportara delante de la obra el resumen general, y luego, en la medida correspondiente, un argumento de cada libro o canto, y que estuviera guarnecida en cada página de un archipiélago de escolios. La escuela medieval heredó ese modelo, y los literatos que inauguraron la historia de la literatura italiana lo consagraron y lo impusieron […] La escuela humanística mantuvo también estos usos de la escuela medieval de retórica […] Y Teófilo Folengo fue educado por los modelos que la escuela le mostró como venerables y por los textos clásicos que los libreros y las bibliotecas le dieron a respetar como disposiciones canónicas. Por eso, Merlín ordenó las Macarroneas de la edición Paganini según esos modelos, y en las tornas en que perfeccionó dicho texto para la edición Toscolana, empeñó toda su seriedad de retórico, aunque acompañándola constantemente con el contrapunto en falseto de sus efusiones burlescas, para completar y perfeccionar aquellas disposiciones3.

Ettore Bonora dedicaba un apartado de su clásica monografía sobre las macarroneas folenguianas al estudio de tales glosas explicativas. El crítico relaciona su desarrollo con la conciencia de las múltiples posibilidades del lenguaje macarrónico: "enriqueciendo mucho las notas marginales, Folengo no sólo ofrecía al lector el más precioso instrumento para la lectura no fácil de sus textos, sino que, haciéndose comentador de sí mismo, ponía más al descubierto las tendencias diversas, y, no obstante, convergentes de su vena de escritor: del juego intelectual e ingenioso a la intuición de un fondo expresivo más virginal y potente"4. A continuación establece Bonora una tipología: las glosas son, a veces, defensas –a la vez que explicación- del estilo, y, sobre todo, de sus licencias prosódicas5, o constituyen explicaciones de formaciones lingüísticas. Las glosas, sobre todo en este último tipo, se presentan como una prolongación de la comicidad del texto. Este rasgo se observa palmariamente en las que:
A) reconstruyen etimologías ficticias, como la de castigalatro "cáñamo" (cf. Baldus T IV 240: "canevazzus latine; castigalatro macaronice: ex ipso enim fiunt soghetti quibus ladri castigantur")6.
B) en las que presentan falsos reclamos a autoridades inventadas o clásicas, cristianas, árabes y humanistas (cf. Baldus T IV 229: "Nota, ut ait Servius, quod gens differt a brigata, nam gens intelligitur de maribus et foeminis simul, brigata vero tantum de masculis, quasi gens bragata, quae portat bragas. A in i vertitur, testatur etiam Diodorus"7)
C) y en las que acumulan sinónimos cómicamente transfigurados (cf. Baldus T IV 265: "reverentia latine; inchinus graece; cortesia caldee; bonavita hebraice; bombracton diabolice")8.
Tal aparato de glosas permitirá a Bonora descubrir en Folengo una vocación de filólogo9. Toda esta estructura heredada de la retórica medieval desaparecerá en las redacciones posteriores suprimida por el propio Folengo.
1 cf. S. Isella, ‘Superficie grafica e strati linguistici nel ‘Baldus’ del Folengo: un esempio’, en G. Bernardi – C. Marangoni (edd.), Teofilo Folengo nel quinto centenario della nascita (1491-1991). Atti del Convegno. Mantova-Brescia-Padova, 26-29 settembre 1991, (Firenze: Olschki, 1993) 195-203 (p. 196).
2 G. Billanovich, Tra don Teofilo Folengo e Merlin Cocaio (Napoli, 1948).
3 G. Billanovich, Tra don Teofilo, pp. 177-179. Folengo llega a inventar un ficticio descubridor y editor de las macarroneas de Merlín Cocayo, el herbolario Acquario Lodola, que realiza todas las funciones editoriales enumeradas por Billanovich (incluso un explícito De vita et moribus Merlini Cocaii en la red. T) (cf. J. M. Domínguez Leal, ‘La primera redacción de las Macarroneas de Teófilo Folengo’ en José María Maestre Maestre – Joaquín Pascual Barea – Luis Charlo Brea (eds.), Humanismo y pervivencia del mundo clásico. Homenaje al profesor Antonio Fontán, (Alcañiz – Madrid: Instituto de Estudios Humanísticos – Ed. Laberinto – CSIC, 2002), III.3, pp. 1023-1036. Sobre Lodola, su función, evolución y onomástica cf. el excelente y reciente artículo de G. Bernardi Perini, ‘Identikit di Acquario Lodola (a proposito di onomastica folenghiana)’, Studi in onore di Pier Vincenzo Mengaldo per i suoi settant’anni. A cura degli allievi padovani. Volume I (Firenze: Sismel – Edizioni del Galluzzo, 2007) 467-478.
4 Cf. E. Bonora, Le maccheronee di Teofilo Folengo (Venezia 1956), p. 48.
5 Ofrezco algunos ejemplos de la edición facsímil de la red. T citada en la nota 17. Nótese cómo la ficción editorial de Folengo le lleva a hablar en las glosas del poeta en tercera persona: mira descriptio insaniae amoris (f. 16r); mire amoris insaniam poeta noster in hoc libello demonstrat, nam etiam rudis homo Tonellus qui nuper tam sbotazzate loquebatur, nunc eleganter asistens amice profatur quia nouas amor instruit artes (f. 19r); carmen truncatum semper fac accentum in vltima sillaba (f. 24v); tenerime loquitur (f. 25v); pulchra biasmatio amoris (f. 25v); nodo habet primam ad placidum (f. 35r); supra macaronice habet vltimam ad placidum. Sic erga, intra, iuxta. (f. 37r) valde, aduerbia in e macaronice longa et breuia sunt (f. 38v); Manbriani trisillabum est hac figura sepe vtitur poeta (f. 44r).
6 En otras Folengo advierte sobre la entidad lingüística de algunos macarronismos: na, verbum (f. 29v); Dedentrum aduerbium est, sicut de foras, dacantum, dabanda, dapressum (f. 35v), o explica su significado: biganbes duas ganbas habentes (f. 30r)
7 Un tipo particular parece constituirlo aquel en que Folengo/Lodola recurre de manera vaga a los antiqui para justificar cómicamente sus macarronismos: fo fas fat, antiqui vtebantur, vt etiam tro tras trat (f. 17v); antiqui dicebant significagare, et alia plurima per significare (f. 28r)
8 cf..E. Bonora, Le maccheronee, pp. 48-53.
9 cf. E. Bonora, Retorica e invenzione (Milano: Rizzoli, 1970) p. 76. Lucia Lazzerini sitúa las glosas en una tradición escolar (cf. "Aux origines du macaronique", Revue des langues romanes, LXXXVI, 1982, p. 26), y señala que el uso de notarios y abogados de glosar con frases del vulgar las fórmulas de los documentos legales, que genera un uso burlesco, constituye el antecedente más remoto de las (pseudo)glosas de sermones y macarroneas (cf. Eadem, Il testo trasgressivo. Testi marginali, provocatorî, irregolari dal Medioevo al Cinquecento (Milano: Angeli, 1988) p. 121). Silvia Isella incide en sus implicaciones lingüísticas: "sea esa reflexión [de las glosas] auténtica o, la mayor parte de las veces, paródica, revela, en todo caso, una conciencia muy sensible a las contraposiciones más "fuertes" de códigos lingüísticos diversos, e incluso a oposiciones más difuminadas, pero no menos significativas en el orden de la fonética y el léxico. [...] Se dan casos de oposiciones lexicales (tomadas de campos lingüísticos contiguos, dialectales principalmente, pero disimulados bajo nombres de lenguas 'otras') del tipo: 1) brenta chaldaice, zerla hebraice, mastellus arabice, soium latine; 2) truffare: decipere. Soiare, calefare, trepare, berteggiare, bertonare, tosare; 3) tortelli graece, casoncelli latine, rafiol hebraice -donde el juego sinonímico es una suerte de catálogo de 'possibilia' dentro de los que Folengo realiza su elección, a menudo exclusiva, y otras veces variable de zona a zona del texto. Y se dan, en cuanto a las oposiciones fonéticas, casos del tipo: lasenam mantuanice, sieam bressanice (variantes diatópicas del lat. AXILLA dentro del código dialecto) o la que opone el toscano al lat. y / o dialecto: chetus florentine quietus, giuro scribitur toscaniter, zuro macaroniter, iuro latiniter; megium toscaniter, medium latine; primaias Florentini dicunt primas sicut et denaium, notaium, rasoium; fonzus macaronice, fungus latine; giusum, zosum, deorsum sintéticamente alineados en su triple oposición" (cf. ‘Superficie grafica’, p. 196).



Imagen: ilustración de la redacción Toscolanense.