Baldo, después de haber dado muerte al esbirro Lanzarote, es capturado por los esbirros de la justicia en presencia de su madre, que muere de la impresión; en el camino topan con el caballero Sordello de Goito,trovador en lengua provenzal
del siglo XIII, nacido en Goito, y también conocido por sus hazañas
caballerescas, quien después de oír al niño ordena a los esbirros que lo liberen; éstos se niegan una primera vez, y Sordello dirige a los presentes una atrabiliaria arenga contra aquéllos, que hace que suelten a Baldo, quien pasa bajo la protección del noble mantuano.
Mudo quedóse el noble oyendo al pequeñuelo,
e intuye que en el futuro un hombre será de los grandes. 490
A los esbirros presto les dice1:
"Gente no vese
bajo el manto del cielo que en estupidez os supere.
¿Qué vergüenza es ésta? ¡deprisa! ¿a quién hablo? ¡quitadle
estos nudos al niño, y no deciros la cosa
hagáis dos veces, o vais a ver de Sordello la ira!". 495
Y el alguacil: "debemos obedecer al senado,
ni más ni menos hacemos de lo que nos han ordenado".
Mientras a alta voz se daban estas respuestas,
acude de hombres una gran multitud de doquiera.
Aquí Sordello, teniendo del propio honor deferencia, 500
por no litigar con esbirros delante de tanta gente,
a algunos hombres de bien se dirige que allí se encontraban,
y con desdeñosa sonrisa decía tales palabras:
"Esbirros muertos de hambre, y de piojos comidos,
son de morir dignos en el seno materno, de modo 505
que no devoren pan ni vino trasieguen en vano.
Suelen estos tramposos no atrapar a ninguno,
si no ven que aquél no ciñe espada ninguna;
de hecho, si alguno se planta, a desenvainar preparado,
al punto este hato de sinvergüenzas se da media vuelta, 510
cual hacen los viles milanos cuando al halcón avizoran.
Mas si de noche por la ciudad va un desgraciado,
y lleva, como suele hacerse, una mínima lumbre,
¿qué hacen entonces estos ladrones y sacos de mierda?
Para que apague la luz uno de los esbirros envían, 515
y de la mano del pobre quite a traición la linterna.
Hecho lo cual, la gentuza se lanza, y espadas de plomo
hacen resonar en sus carcomidos escudos.
Rodéanlo, lo desnudan, y las esposas le ponen.
A menos que el infeliz, afirmo, a menos que a aquéllos 520
dispuesto esté a entregar los pocos reales que tiene,
entonces déjanlo ir desdichado y entristecido;
pues cuantas monedas había ganado de día y de noche,
con su trabajo arqueando2,
o bien cardando la lana,
para sustento darse a sí mismo y su pobre familia, 525
es obligado a darlas a un alguacil desalmado,
y a perder su capa, calzones y hasta su camisa.
De la autoridad sola culpa es y de todo el Palacio,
cuya misión consiste en mandar a la horca ladrones,
limpiar las calles de delincuentes, echar la canalla, 530
y descuartizar bandoleros para que todos los vean,
movidos de afán de justicia, no del vientre y del oro.
¡Ay, sólo a pobres, a indigentes, y sin un duro
vemos llevar un collar de cáñamo hacia la horca!
Mas estos nuestros senadores y de la justicia ministros3 535
se desinteresan porque, mientras chupan de bolsas,
mientras vacían bolsillos ajenos, y mientras segundan
el depravado comportamiento de sus servidores,
privan a la justicia de espada, y rompen balanzas,
se cagan en el derecho, y le enseñan el culo a las leyes. 540
Cuánto mejor sufriría la pena de horca esta gente,
que a otros llevando a la pena de horca llámanse esbirros.
Es más, a estos perros permiso les dan de llevar una espada.
A todos vedado está al costado armas ceñirse;
armas el alguacil, y el corchete4
sólo las llevan, 545
a más del mierda de tío al que toca hacer los embargos;
por eso los caballeros, y de noble sangre nacidos
sienten vergüenza de espadas ceñir en el tiempo que estamos,
porque la gente no los tome también por esbirros.
Si a un malhechor cualquiera van a arrestarlo dispuestos, 550
prenderlo no basta, sino que empiezan a desnudarlo.
Éste le quita la capa, aquél la gorra, y el otro
el sayo, como si sólo a ellos robar fuera lícito.
No hay impiedad en el mundo que a ésta en crueldad la supere.
Fueron, de hecho, creados para castigar el delito: 555
éstos, en cambio, voraces, justicia mentando, enfullan
y matan hombres, y roban sus bienes su sangre vertiendo.
Muy al contrario actúa tal destrucción de los panes5,
cuando en las horas nocturnas la juventud ardorosa
va de acá para allá, bien por buscarse camorra, 560
bien por cantar de mañana a sus enamoradas del alma:
cuando de lejos oyen tocar del laúd las cüerdas,
y escuchan el canto acordar al "fric, fric" de la cuerda
segunda6,
y cuando ven a la luz mortecina brillar los lucientes
bien coseletes, o alabardas, o unas celadas, 565
rápido giran, escapan, y evitan a esos diablos,
entre dientes diciendo: "aquí de ganar no hay nada"".
Ilustración: Andrea della Robbia.
1El
episodio de la captura de Baldo, y de la arenga de Sordello a los
esbirros falta en la redacción Toscolanense, donde un caballero
llamado Augusto encuentra a Baldo inmediatamente después de que
este mate al esbirro Lanzarote, e impresionado, lo lleva consigo.
2Sacudir
o ahuecar la lana con un arco de una o dos cuerdas.
3Alguacil
o cualquiera de los oficiales inferiores que perseguía el delito.
4Agente
de justicia que se encargaba de prender a los delincuentes.
5At
per contrarium facit haec destructio panis. El abstracto
macarrónico destructio significa la pluralidad común de los
esbirros. E. Bonora veía en estos abstractos un elemento
determinante de la creatividad lingüística macarrónica, al aunar
el sentido amplificatorio que atribuía a los abstractos el latín,
y la fuerte vena cómica de la fantasía dialectal, que tendía a
captar de las cosas el aspecto material y sensible (cf. E. BONORA,
Retorica e invenzione, p. 87: Dire, per esempio, di un
ghiottone ribaldo che è una destructio panis viene ad essere
definizione più forte, oltre che più pittoresca, dell'ovvio
destructor panis, per la facoltà di accentrare in destructio
l'immagine di un distrurre colto in tutta la sua pienezza, senza
determinazioni di lugo o di tempo).
6Et
frictum sotanellis iungere cantum. La corda sottana era
la segunda cuerda del laúd (sus nombres eran Canto, Sottana,
Mezzana, Tenore, Bordone, Basso);
por otra parte el empleo de la onomatopeya es un rasgo destacado del
macarroneo folenguiano.