¿Que preso esté por
todos los siglos en estas tinieblas?
¿no tengo fuerzas
bastantes para romper mis cadenas? 175
¿Taimado de mí, a
tonta guarda no camelarla?
¿Bástame no todavía
que antaño del cielo caído
mi eterna silla y los
goces que nunca serán recobrados
perdiera? Tú, Miguel
sañudo, con tu montante
lograste que a mí
soberanos reinos no se me dieran, 180
cuando a casi todos los
soldados bajo mi mando
que estaban del cielo
en la corte en mis votos yo convocara.
¡Qué vergüenza! A
todos del alto alcázar echónos
el Omnipotente, y nos
hizo morar en profundas tinieblas,
y en universo bando de
traidores nos tilda. 185
Y no contento con ello,
del alto trono desciende,
(¡Ay dolor!) y nos
busca incluso con nuevas peleas;
esto –cómo no- lo
propaga en coral todo templo,
este coro1
lo canta, ay de mí, castigando mi espíritu.
Mientras en canto
renuevan de nuestra caída el recuerdo, 190
¿tócame oírlo? haré
que tales cosas no canten,
o forjaré renovados
engaños con que la púdica
veneración con que se
mesuran púdrase entera,
ya que de vengar mi
triste dolor no tengo otro modo”.
176
Añade “puedo”.
187
Provoca emoción.
193
putesco, is.
Verbo de acción.
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1
Se trata del coro de
los pupilos del colegio de San Miguel, precursores de los Seises,
como señalan Montero y Solís (o.c.,
p. 651).
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