CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

viernes, 4 de noviembre de 2011

MACARRONEA Y MACARRONES

La primera muestra de poesía macarrónica canónica corresponde a la citada en anteriores entradas Macaronea del paduano de adopción Tifi Odasi, poema en setecientos hexámetros de carácter caricaturesco publicado en torno a 1490. En el poema de Tifi se habla de una macaronea secta, formada por un grupo de regalados paduanos reunidos en alegre compaña, probable caricatura antifrástica de una serie de burgueses locales auténticos, entre los que se encuentra un primo del autor. Dicho grupo no se reúne para componer poemas a base de macaroni –entre ellos no hay un solo poeta-, sino para devorarlos, y desfogar su lujuria con prostitutas de cuatro cuartos. Entre ellos destaca por su glotonería el doctor Paolo, llamado macaronaeus doctor por su afición a los macaroni y su habilidad en cocinarlos. Parece, pues, que el título de Macaronea no pretendía hacer referencia a la elección lingüística o al género literario, sino que tenía su origen en los personajes caricaturizados, los macaronei. No obstante, pasó muy pronto a designar genéricamente las composiciones que se caracterizan por el empleo de este tipo de lenguaje híbrido de latín y dialecto. La nueva acepción queda definitivamente sancionada por Teófilo Folengo, el máximo representante del género, en 1521 cuando ofrece una definición del nuevo arte poético, llamado macarrónico por derivar de los macarrones, así como su receta:


Ars ista poëtica nuncupatur ars macaronica a macaronibus derivata, qui macarones sunt quoddam pulmentum farina, caseo, botiro compaginatum, grossum, rude et rusticanum; ideo macaronices nil nisi grassedinem, ruditatem et vocabulazzos debet in se continere


Los macarrones de Folengo son, pues, una masa (pulmentum), en frío o en caliente de harina de grano o de pan rallado, queso, manteca, sin huevos, de la que se forman esos bocaditos de forma oval o redondeada que tienen por norma el nombre de gnocchi, (y que el poeta aparece engullendo de mano de sus orondas musas macarrónicas en un grabado de sus obras),
pero que se llaman también macaroni en la Italia septentrional, y diferentes, por tanto, de los maccheroni o macarrones napolitanos de hoy en día, pasta hueca o rellena de varias formas y tamaños. Dicha masa es “gruesa, ruda y rústica”, dice Folengo, por lo que “la macarronea no debe contener en sí nada a no ser grosura, rudeza y ‘palabrones’”.




Imagen: Ilustración de la llamada redacción Toscolanense (1521) que representa al poeta Merlín Cocayo acompañado de dos de sus Musas macarrónicas.

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