Ya Zambello
se marcha, llevando delante a Chiarina,
que de la
sartén acaba a la postre cayendo al fuego.
Apenas libre
se vio de las garras de los judíos, 350
que devorada
fue por frailes encapuchados.
Di, Comina,
te ruego, el malhado de la Chiarina.
Hay un
lugar a mil cavezzi
cabe Cipada,
que, según
las historias cuentan, se llama Mottella;
pequeño
pueblo de casas, y enorme de campos extensos. 355
Allí una
vieja iglesia de muros semiderruidos
era regida
por una cierta especie de frailes,
como suelen
regir la taberna los alemanes.
Bajo qué
regla vivían yo lo ignoro de cierto,
mas (como
podía verse por el lustre de fuera) 360
fray
Stopino, prez de la iglesia, con sumo esmero
reformó el
convento, poblado de santas capuchas,
cuyas
porcinas costumbres si escribir deseara,
temo en
verdad que de pan y de vino los buenos carezcan,
y de su
pitanza, pues laico ninguno nada daría, 365
Aquél
enseñó a sus monjes las reglas de la cocina,
y de
chuparse los dedos doctores los hizo en el arte.
Dos frailes,
pues, de los que moraban en los sagrados
recintos de
Stopino, siempre apestando a tocino,
iban juntos
no sé adónde a paso ligero: 370
desvergonzados,
trotando sin mínimo comedimiento,
mirándolo
todo en redor con una faz descarada,
dando pésimo
ejemplo a la gente del pueblo más llano;
desahogados,
flojos, bocazas y sinvergüenzas,
sin
inteligencia, pensando siempre o bien en el arte 375
del rufián,
o bien del fullero, o bien del mendigo.
Mientras se
afanan al tiempo por visitar a sus chicas,
hete que ven
salirles al paso a Zambello, que entonces
a la
desdichada Chiarina arrea llevando de vuelta.
De éstos
quien era primero no por jerarquía, mas era 380
quien
destacaba por la doctrina y pasión culinaria,
piensa al
punto en preparar una burla notable.
Dice así al
compadre: "Fray Baldracco, un poco
para los
pies, quiero hacerme de aquella becerra,
que aquel
campesino en el momento oportuno nos trae." 385
Baldracco
responde: "amén, fray Rocco, estoy preparado.
Tendremos un
carnaval harto pingüe y harto dichoso,
si esta vaca
caber pudiera en nuestra piñata."
Fray Rocco
al punto se libra de sus ropajes frailunos,
y vuélvese
entonces un joven con su jubón elegante, 390
y si lo
hubieras visto entonces, del hábito libre,
a la
alabarda, y de Bolonia
al chuzo más apto
tendraslo,
que a llevar la cruz, y decir una misa.
Prescinde de
la tonsura, y verás a un gallardo soldado.
Entonces
Baldracco se embosca en una mata cercana, 395
como
acuerdan los dos, y el plan que han establecido.
Fray Rocco,
como si fuese laico, veloz iba al encuentro
de nuestro
Zambello. "¿A dónde vas, bribón de aldeano?,
¿a dónde
llevas esa cabra?", dice, y Zambello:
"¿cabra?,
¡qué carajo!, es vaca, no cabra; ¿qué dices?". 400
Rocco dice:
"cabra es; demasiado, cateto, has bebido."
Responde
Zambello: "tienes tú de la vista la fuerza
jodida más
bien, si parecéte cabra la vaca Chiarina."
Fray Rocco
le increpa: "Véngate un tumor en los ojos,
es cabra, te
digo." Zambello dice: "unos quevedos 405
ponte, te
ruego, en la napia, y podrás tu error corregirlo.
¿No sé yo
distinguir una cabra de una vaca?
¿tiene ésta
barbas de cabra, y pelotillas caga?,
la cabra
carece de cola, y una muy larga ésta tiene,
y no dice
"be"cuando grita, sino que "mu" se le escucha." 410
Fray Rocco
dice: "Es una cabra, pues cuernos ostenta;
hasle
cortado la barba, y una cola detrás le has pegado.
"No soy
yo -Zambello responde- barbero, y a esta
vaca no
sabría afeitarla, sólo ordeñarla".
"No
digas -fray Rocco dice-: 'sé ordeñar esta vaca'"; 415
di mejor:
'una cabra sé ordeñar'". "No diría
una mentira
-dice Zambello-; vaca es Chiarina."
Finge fray
Rocco cólera, lanza blasfemias, y dice:
"¿Quieres
jugarte ésta a quien das el nombre de vaca
por ocho
escudos a que es una cabra?, ¿no quieres jugártela?" 420
Zambello
responde: "Claro que sí, desembolsa el dinero".
Si
demostrarse puede que no es vaca mi vaca,
ni Zambello
seré, ni vaca será ya Chiarina,
y ganarás
una cabra, si cabra resulta Chiarina."
"Bien
me parece -dice fray Rocco-, ¿mas quién, pues, a ésta... 425
Hete que
viene un romero; podrá resolver esta causa."
Surgiera
del bosque Baldracco, al modo de una taimada
zorra, que
sale fuera para robarse gallinas,
y va hacia
la ciudad con gran gravedad, y parece
un
sanctificetur, a su flanco llevando ligada una alforja. 430
Cuando
estuvo junto al compadre, éste lo llama:
"¡Eh,
padre!, aquí a nosotros no rechacéis vuestros pasos
enderezar,
si llenos de caridad los romeros;
dad aquí
vuestro juicio gallardo (disputa no hay poca).
Éste se
obstina, como es costumbre de los campesinos, 435
que no es
cabra ésta que lleva, sino ternera
o vaca
perjura; ¿qué dice a esto vuestra Reverencia?"
Responde
Baldracco: "No cabe ninguna duda posible:
es una
cabra; incluso un ciego te lo diría.
¿Tú,
infeliz, a llamar te atreves vaca a una cabra? 440
Vete, porque
estás majareta; ¿algo apostaste?".
"Jugamos
-dice- ocho escudos de oro contra la vaca".
Baldraco a
su vez: "La cabra está, a mi juicio, perdida".
Quedóse
entonces Zambello sin su querida Chiarina,
que llevan
consigo los frailes de la Mottella al convento. 445
Mientras
Cíngar tornaba de la ciudad solitario,
encuentra a
Zambello llorando como si fuera chiquillo.
"¿Qué
haces, Zambello?, ¿por qué lloras?, ¿dónde la vaca Chiarina?"
A él
Zambello responde con una gran gritería:
"¡Ay,
que muerto estoy, que muerto estoy sin remedio! 450
Ahora mi
esposa Lena a mí, desdichado, me mata."
Cíngar rió
diciendo: "¿La vaca dónde has dejado?"
"¿No
hay mal -Zambello dice-, que ahora a ti te devore
la napia del
rostro? Ya no es una vaca Chiarina.
Tú me
hiciste restituir una cabra por vaca." 455
Responde
Cíngar: "¿Quién ha dicho que cabra es Chiarina?"
Zambello
habla: "Así de decirlo un fraile acaba.
Una cogulla
lleva, y una talega a la espalda,
así como
padrenuestros
hechos de tosca madera;
tiene barba
de chivo, y ciñe correa al costado; 460
lleva un
breviario en la diestra, y una espuerta en la zurda.
Ése mi vaca
que vaca no era me ha demostrado,
y cabra
llamola, porque una cabra me ha dado a cambio ése,
ese ciego,
digo, y con la vaca quedose.
La cabra
Chiarina me dan, pero vaca Chiarina me quitan. 465
Primero
hemos perdido la vaca, y luego la cabra,
y de mi
ruina completa tú eres la única causa.
"¿Así
que -dice Cíngar- crees, tontaina, en un fraile?,
¿diste fe a
un monje, que, si malo resulta,
delito no
hay en el mundo que no cometa? Vayamos, 470
¡pártame
un rayo!, ¡haré que te devuelvan la vaca!"
Listo como
era, piensa quiénes fueran los frailes
aquellos que
reniegan de la tonsura mil veces.
"¿De
dónde Diablos -dice- vinieron tantas cogullas?
Por
dondequiera llevar no veo más que cogullas. 475
Todos corren
a hacerse frailes, y quieren cogulla.
Después de
jugarse los cuartos, y de vaciar los bolsillos,
después que
vaciose la cesta de pan, y de vino la jarra,
corren donde
los monjes, y danles al punto cogulla.
Doquiera se
encuentran estos frailes y estas cogullas: 480
Quiénes son
no se sabe; ninguno podrá aclararse
entre tantos
tipos de prendas y tantos colores.
Son en parte
turquíes, o negros, o parte violáceos,
parte
blancos, rojos, grises y parte parduzcos.
Tan grande
es dondequiera la variedad de los frailes, 485
que a penas
distingo quién de Cristo, y quién de Mahoma.
Cuántas
estrellas hay en el cielo, y hojas en bosque,
tantas son
de los frailes las reglas y las cogullas.
Si por los
senderos del mundo camino, veo cogullas;
si por las
estelas del mar, no dejo de ver las cogullas. 490
Me pongo a
mirar de batalla los campos, y veo cogullas.
Si voy a la
plaza, a una taberna, o subo en barca,
al punto
ante mis ojos surge alguna cogulla.
Nada veo
correr por las calles más que cogullas.
¿No basta
acaso la regla del sapientísimo Cristo? 495
De estos
frailes la acumulación ha de ser tan inmensa,
que sin
soldados se quedará la tierra cristiana;
no habrá
quien a remo bogue por entre las ondas marinas,
ni quien
martillee el hierro, ni quien recubra los techos,
ni quien "el
deshollinador" por el barrio vaya gritando, 500
ni quien con
diente estire el cuero de los zapatos,
ni quien
"arre" diga al asno que vaya aguijando,
ni quien al
río lleve los intestinos henchidos,
ni quien
abatane la lana, ni haga birretes,
ni quien
remoje las barbas, ni quien afile navajas, 505
ni quien
muela el trigo, y harina ajena se guarde,
ni quien
castre marranos, ni quien componga marmitas,
ni quien sea
pinche, ventero, o mozo de cuerda.
Este es un
tipo de hombres que cuando se encierra en el claustro,
y se les
quita de trabajar cualquiera fatiga, 510
cuando tiran
harapos, y nueva capa los cubre,
cuando a una
mesa puesta pueden lanzarse,
y de tierno
pan llenarse el saco del vientre,
¡oh,
patria!, ¡oh, costumbres!, no hay nada más vil en el mundo,
que éstos
de los que proviene la hez de todos los males; 515
por eso las
buenas gentes, por eso personas gentiles,
de noble
sangre nacidas, y de ciencia colmadas,
tantos
oprobios, tantos afanes, y ayes soportan,
que
cualquier reverencia han perdido por las cogullas,
que ahora
son los buenos monjes, frailes y buenos romeros
520
objeto de
burla de todos por culpa de unos golfantes."
Mientras
con retorcido colmillo murmura esto Cíngar,
don Jacopino
aparece, excapellán de la Arena,
donde la
docta Verona sus zorras
tiene en recaudo.
Éste de no
conocer de la vida honesta las normas 525
se
vanagloriaba, y lo demostraba bien a las claras.
Párroco era
de un templo, que tú taberna dirías,
si vieras
sus muros tanto por dentro como por fuera
garabateados
de muchas cifras y extrañas figuras,
como
requiere una blanca pared, que es papel de los necios.
530
Dentro huele
a orina de perro y zullones hembriles
todo, y no
falta en la puerta de buen olor longanizas.
No sé decir
qué borrico de obispo una vez a la postre
lo ordenó,
permitiéndole misa decir a este tipo.
Entre otras
virtudes que poseía este nuestro 535
don
Jacopino, estaba el ser más que un buey instruido.
Éste yendo
a la escuela muchos años pasara
porque nunca
había podido aprender ni una letra,
por lo que
fue necesario al zopenco enseñar de esta suerte,
porque
pudiera ir al final a estudiar a Bolonia. 540
La letra
primera en el alfabeto "A" le decimos.
Ésta a él
como la capitana de letras primero
fuele
enseñada con la imagen veraz de una escuadra,
o compás si
llamarlo quieres por algún otro nombre,
con que el
carpintero, el astrólogo, y también el filósofo
545
tiran
formado círculos, rectas así como oblicuas
líneas
diversas, con las que toda forma se crea.
La vista de
Jacopino aprendió esta forma primera,
la lengua de
Jacopino decirla maguer no podía,
por lo que
tuvo por preceptor un borrico galano, 550
porque el
borrico dice: "¡ah, ah!" al momento que canta.
La letra
"b", ignota a maestros de griego, le sigue,
que se
parece a los cepos que el ladrón en la cárcel
y el asesino
lleva al par que las gentes ribaldas.
Ésta al
punto aprendiola, y sin esfuerzo ninguno, 555
pues poco
antes estuvo en prisión, por violar a una chica.
Que si capaz
no era de pronunciar esta letra,
mandaban que
del cordero capón la voz imitara,
pues la voz
del castrado "be, be" resuena entre ovejas.
La "C"
proviene del asa del cubo, o de la caldera, 560
que don
Jacopino aprendió dando de comer a los cerdos:
de cierto,
como enseña el noble hablar de Cipada,
grita "ci
ci" el hombre que quiere cebar a los cerdos;
la "D"
fue fácil de comprender y de mínimo esfuerzo:
pues el
bribón blasfemar contra Dios tenía en costumbre;
565
pero, con
todo, hubo otro modo de enseñarle,
cuando a las
campanas "din don" repicar se las oye.
La "E"
sienta en quinta sede; lleva un arco un soldado,
lleva un
arco tensado para lanzar una flecha;
de este
ardid Jacopino usó por saberse la letra. 570
Luego
clérigo hecho, aprendió a decirla cantando
kyrie,
porque el coro de clérigos "e, e" repite.
La "F"
temiola siempre, pues de forca
es inicio,
a donde
tantas veces debió subir como cuantas
falsificó
en caverna montuna con Cíngar monedas. 575
La "G"
por ser tartajoso, no aprendió, y por eso
"loria
in excelsis" solía decir, y no "Gloria".
De "H"
pasó, diciendo: "Según prueba el Doctrinale
danle a la
'h' ningún valor los versificadores."
La "I"
se yergue erecta cual campanal de san Marco,
580
en cuya cima
se alza a guisa de una cimera,
un ángel,
que el viento girar hace en todas las direcciones;
gracias a
esta imagen captó Jacopino el sentido,
pero no el
sonido, por lo que con voz de caballo
o de
potrillo "i, i" cantaba nuestro presbítero. 585
La "K"
nada es, dijo, si al momento "ga" no añades,
y que por
atrás se canta mejor que si por delante.
La "G"
lleva al hombro el hierro, con que se siegan los prados,
con el que
se pinta la muerte huesuda sobre los muros.
Pero ayuda
prestó a la lengua el sonar de la gaita, 590
que con su
"lu, lu" a los campesinos llama a la danza.
La "M"
el maestro con refinado ardid le mostrara,
quitándole
el mango al bieldo que rasc es llamado en Mantua,
que tiene
tres dientes, bueno para tratar el estiércol.
"N"
de palo es la horca, compuesta de triple vigueta,
595
La que
concluyó el estudio del docto don Jacopino,
de hecho,
fue aquél entre tres maderos colgado;
la causa del
ahorcamiento fue "O", letra oronda,
que era
pasión permanente del sinvergüenza Copino.
Además, las
misas decía de una sola manera 600
siempre, y
hacer de la cruz el signo no conocía.
Entre el
Confiteor y el Amen poco espacio
siempre
dejaba, pensando sólo en llegar a lo último.
Apenas
entrando, y dicho no había "In nomine Patris",
que en un
periquete llegaba lanzado al "Ite missa est".
605
Si en mitad
de la misa decía acaso el "memento",
siempre en
la oca asada pensaba, embelesado,
ansioso y
temiendo que hubiese encontrado la gata la olla.
Con
frecuencia dos misas decía en un solo día,
para poder
robar la colecta a los campesinos. 610
De plata y
de oro había vendido todos los cálices,
y el
beneficio ganado en riñones gastó de ternera.
Y el
corporal
renovado no había en una centuria,
tampoco
siquiera los cornijales
y sabanillas,
que pasto
eran de los ratones, y siempre tenían 615
un centenar
de manchas y de recamos de vino.
Más blanca
resulta cualquier servilleta de las tabernas,
más blanca
es la mesa donde merienda una turba germana,
y danse a
sus borracheras y do los brindis repiten.
Confesaba,
de hecho, por tres o cuatro bayocos 620
a asesinos,
ladrones y los absolvía de todo.
Nunca quiso
tener a una criada vieja,
diciendo que
emporcan la sopa con la baba que sueltan
las viejas,
que las sordas se hacen, y peos se tiran.
Mas sobre
todo gustaba de joven ama de llaves, 625
de cuyo
molde había sacado ocho zagales,
pues decía
que precisaba de monaguillos,
que cantasen
con él el "kirie" y el "ora pro nobis".
Viéndolo
Cíngar, lo llama: "¡Hola, don Jacopino!,
¿adónde va
con tanta prisa Vuestra Prudencia?" 630
Responde:
"voy a Motella, puesto que me llamaron
sus santos
padres para cenar esta noche con ellos."
Cíngar
dice: "¿Qué tienen de cena?", y el cura responde:
"Se ha
decidido comer con su piel y todo una vaca."
De pronto
Zambello grita: "¡Coño!, ¿podría tratarse,
635
Cíngar,
acaso de la Chiarina?" Y Cíngar: "Ahora
iremos y
conoceremos si cabra se ha vuelto la vaca;
pues si vaca
fuera Chiarina como era antes,
sin duda
serás Zambello, pero si acaso Chiarina
es cabra,
otro serás, y no existirá otra vaca." 640
Y a éste
Zambello: "¿Qué seré, si cabra es Chiarina?"
Y Cíngar:
"¿Qué serás?, un buey, o bien un borrico."
Fue esto
decir, y llegar al portal de la santa abadía,
y no era
preciso aporrear la puerta cerrada,
pues
libertad de entrar posee completa cualquiera. 645
Van y vienen
montones de hombres y de mujeres,
sin que a
juerguistas se cierre, pues a todos acoge.
Pasan la
puerta Cíngar, Zambello y el cura Copino,
y nadie hubo
allí que dijera: "¡Eh!, ¿dónde se meten?"
Aquí de
inmundicias, aquí de harapos todo cubierto
650
aparecía el
convento, doquiera a mierda oliendo,
mientras
tienden sus sábanas por doquier las arañas.
Allí
sobriedad ninguna, allí silencio ninguno,
ni regla
existe, sino una vida digna de cerdos.
Por eso es
mejor hablar de la vaca de nuestro Zambello, 655
que los
Mottelícolas toda con la piel devoraban.
Cíngar a éstos descubre en cierto rincón escondidos,
y en torno a la vaca asada formaban en fila cerrada.
Cómense a Chiarina veinte o treinta cogullas:
Uno el espaldarón,
hiere otro con dientes su lomo, 660
otro la carne, y otro roer el pecho desea;
uno sacó de la testa los ojos, otro del hueso
ya mordisquea la carne, y luego el tuétano suerbe.
Nunca visteis a cerdos en torno a su bazofia
cuán ávidos son de tragarse su asqueroso mejunje?
665
Tal los encuentra Cíngar que comen a la Chiarina,
quienes al punto a cenar lo invitaron con ellos;
acepta la invitación y empieza a dar de bocados.
Dale a Zambello una canilla, magra de carne,
que agarra, y jura no haber probado nada más bueno.
670
Nadie habla allí, se oye el quebrar solamente
de huesos, junto con el soplar en la sopa de migas:
allí bulle de hecho un enorme caldero lleno de tripas.
Chasquean los labios de los que el caldo gordo gotea.
Comen rápidamente, pues tal la Escritura
prescribe. 675
Ya la desdichada Chiarina carece de patas y hombros,
sus vísceras salen al aire, y su gran carcasa aparece.
Cuanto más comen, tanto más aquélla a la nada
reducen, y al par el hambre y la vaca desaparecen.
Don Jacopino apesta a grasa y tocino abundante, 680
no quiere huesos, devora sólo la pulpa jugosa;
sorbiendo el caldo de las escudillas, da lengüetadas
cual perro, y deja salir de su pecho eructos profundos.
El cinturón se afloja, y la barriga se hincha,
y ya puede sonar cual tambor que tenso hayan puesto.
685
Nada toca su diente; abre la boca y las carnes
engulle, dando enormes bocados sin darse una pausa.
Siéntase ahí fray Rocco, fray Baldracco
y fray Antoch,
fray Gelmino, fray Marmota con fray Ardilla,
fray Mollete, fray Scapocchia con fray Tafello, 690
fray Agatone, fray Scappino con fray Arolfo,
fray Bisbacco, Enoch, Rigó, Bracarotta, Cappone.
Son éstos las autoridades que mandan en la cocina,
éstos quienes han hecho a muchos maestros en gula.
Su Dios es el vientre, el caldo su ley, su Escritura la jarra.
695
Ya caían los huesos muy mondos bajo la mesa,
carece Chiarina del todo ya de la forma de vaca:
yacen sus huesos, que intactos dejan perros y gatos.
Y ya comenzaran a lamer los tajos
pringosos,
no de otro modo solían lavar su vajilla los frailes; 700
unos escarban con uñas la grasa cuajada del frío,
otros friegan y limpian con mangas las escudillas.
Tras comer se levantan para jugar a las cartas,
tras las cartas, hacen esgrima, y luego meriendan.
Así esta gente devota lleva una vida bendita. 705
Se mofan de quienes subidos en alto púlpito gritan,
dan sepultura a los muertos, ayunan, y se flagelan,
van descalzos, son estudiosos, y mil fruslerías
escriben en libros en favor y en contra de Scoto.
Ya atardecía y Cíngar desea presto marcharse, 710
quien de comer a la hora habíase puesto las botas.
Zambello lo coge de atrás, y dícele a la oreja,
suplícale que viva le restituyan la vaca,
a él señalándole con el dedo al fraile ratero.
Entonces Cíngar, riendo, hace que un saco le traigan,
715
que llena con los huesos cogidos bajo la mesa,
y dijo a Zambello poniéndole el saco en el hombro: "¡Vayamos!,
pues en este saco llevas, Zambello, a Chiarina.
¡En marcha!, bajo tierra juntos la enterraremos,
y dentro de tres días te haré que viva resurja." 720
Así se expresa, y adiós diciendo a aquellos compadres,
andaba delante; lo sigue bajo el peso del saco
Zambello, hasta que llegan do de Cipada la zanja
llena de ranas resuena, y manda jaleo al cielo.
Depositaron allí los restos de santa Chiarina, 725
que digna fue de ser cantada por el gran Cocaio.
Allí vinieron los sátiros y las Dríades niñas,
y juntos lloraron a la Chiarina mesando cabellos.
Y el padre Serrafo
acudiendo grabó los versos que siguen
en tronco de árbol, en lo más alto de la sepultura: 730
"Que dos veces me vendiera el pícaro Cíngar,
que a frailes desenfrailados mi carne alimentara,
no mucho me importa; sólo una cosa dame disgusto:
que he vivido infeliz sometida a un gobierno de tontos.
Así vosotros, mortales, bajo autoridad abombada,
735
llorad más por esto que por perder la vida tan dulce."
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