CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 30 de julio de 2022

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DE "BALDO" DE MERLÍN COCAYO: De cómo al desembarcar en una isla ignota, tras derrotar a los piratas, algunos compañeros de Baldo se pierden, y de lo que le acontece a Falchetto con la maga Pandraga (Baldus V, 17, 105-212)


 

Ilustración, como es habitual, de la redacción Toscolanense (1521) donde son diferentes los nombres de los antagonistas de Falchetto en este episodio.




Mientras tanto Cíngar busca a Falchetto y lo llama

insistentemente: silba, blasfema, jura, entra en cólera.

Baldo, pues, viendo que ninguno de ellos regresa,

penetra en el bosque, de una enorme tarja cubierto,

y ordena a Moschino guardar la galera de salteadores; 110

con quien se quedan Giuberto y el bufón de Boccalo;

estos tres a roncar comienzan, del sueño vencidos.

Siete, pues, compañeros, cuando juntos estarse

menester sería, y no alejarse del grupo,

hete que se dispersan, víctimas del destino.                  115

El Sol descendía poco a poco a otros parajes,

y a los antípodas con su fulgor el día llevaba.

La Luna mostrábanos sus cuernos fuera del agua,

y las gafas traía que había tomado a su hermano.

Falchetto siente que tiene en el vientre las tripas vacías, 120

y con su piel entero se comería un ternero.

Ha poco los compañeros de carne caprina se hincharan;

no tiene él de cantar la gana, rugiendo sus tripas:

se arrepintió de cantar el lobo, con hambre quedando1.

Por eso arrastrando las patas, de perro mastín a la guisa, 125

cuando de la carestía castiga la plaga a los rústicos,

ve a lo lejos una pequeña luz en la noche;

ordena a sus patas que lleven allí a su vientre famélico,

aunque éstas flaquéanle por debilidad ostensible.

Finalmente encuentra de dónde viene la lumbre; 130

era, pues, de ladrillos crudos una casucha;

en ésta sin llamar a la puerta y sin anunciarse

entra, y entrando empuña la espada y su rodela.

Encuentra a un hombre allí bromeando con una bagasa,

que desdeñosa desprecia del feo viejo los tientos. 135

Feo era el viejo, más que ninguno canalla,

con giba de delfín y azafrán el color de su rostro.

No quédale un diente que en las encías mantenga su puesto,

y su narizota gotea cual agua de un alambique.

A veces, empero, aquella tunanta al viejo celoso 140

da cuerda, y sus besos tolera babosos la embaucadora,

y con melifluas palabras enreda al cornudo la zorra,

y del hocico lo lleva como si búfalo fuera.

Ésta es la Pandraga malísima, a quien no supera

de las putas ninguna en ponerte los cuernos.      145

Por tanto, cuando a Falchetto sus miradas dirige,

rauda y veloz lo acoge con los brazos abiertos,

como suele en amor la esposa al marido añorado.

Ante tamaña amabilidad quedose pasmado,

el papanatas ignora qué trampas emplea la guarra. 150

"¡Favor, damisela -dice-, dad de comer al hambriento!

Ya son tres los días que tengo la panza vacía.

Os ruego, si compasión a bellas damas adorna,

dadme un mendrugo de pan, y de vos seré un esclavo."

Dale respuesta el viejo: "Tienes razones a miles; 155

trae, Pandraga, comida, socorre al infelice."

Ésta, graciosamente vestida de blanca basquiña,

se mueve, y con gesto, risa, y garbo propio de puta,

preparando el banquete, se afana por dondequiera.

No bien terminara de la mesa cargar de viandas, 160

que, sobre sus patas erguido2, Falchetto de un pan hace presa,

que como una píldora traga, sin tocarlo de dientes.

Después de éste, otros dos, luego tres, y nunca de cierto

tregua hubo hasta que siete hogazas cayeron.

De beber gana, empero, entonces aquél no tenía, 165

no obstante da asalto con rápido diente a una jofaina,

donde, cual pepitas de plata, miles de huesos

del valle de Josafat3 encuentra, al hambriento encomiables,

como pescuezos, patas, ventrículos de las gallinas.

Esto todo cómeselo Falchetto en silencio.             170

Al fin, saciado el vientre con no pocos bocados,

agarra con ambas manos, sin limpiarse el hocico,

una enorme botella, por más que de cuarto la vea.

Y el desdichado, sorbiendo un mejunje de vino opiado,

presto rueda por tierra en sueño profundo sumido, 175

y yace cuan largo era, como si muerto se hallara,

y varias nocturnas quimeras vuelan en su cabeza.

Ese viejo patán, de nombre Beltrazzo, se ríe y,

riendo, abre bien grande su boca privada de dientes,

pues se divierte, de Susana4 ese viejo malvado, 180

en atrapar forasteros gracias a su putona.

Éste en verdad estaba más loco que treinta caballos,

del envidiar retoño, y más que gallo celoso,

tan encoñado, tan del amor de su puta transido,

que parecía comérsela con la sola mirada.          185

si acaso en las mejillas o frente de la muchacha

una mosca posaba, y aquélla no la espantaba,

presto iba a quitarle la mosca adulterio temiendo;

y mientras lejos la manda, decía: "¡vete, diablo!

¿Macho la mosca es o hembra?¡maldita bellaca! 190

tú de cuernos -temo- me pones una cimera".

Tal cosas diciendo, a correr se ponía,

y coger con la mano la mosca o la pulga intentaba,

y entre sus patas buscaba del macho los atributos.

Él mismo, pues, de Falchetto los miembros cargó de cadenas, 195

no aceptando que tal faena la haga su dama,

por evitar que un amante dormido a la adúltera tome.

Ésta, de las necedades del bobo marido sabiendo,

ríe, y riendo hace entender al viejo tronado

que está en el pozo la luna y la estrella Diana5 se ahoga. 200

Cuando bromea la chica, Beltrazzo bromea con ella:

quien ama sin tino, cuando ríe la amada, se ríe,

y cuando llora, tontamente llora con ella.

Levantan, pues, una piedra, que oculta una negra caverna,

donde hacen bajar con larga cuerda a Falchetto; 205

luego, recolocada la piedra, cierran de cárcel

la boca, y nadie jamás encerrado en aquélla,

puede en liberarse pensar, y en ver luz del día.

Mientras con tales sucesos el mundo al revés se nos pone,

esto es, que entierren vivo a Falchetto, y Leonardo, 210

muerto por mujeriles manejos, no sea enterrado,

a éste volvamos y demos la oveja de pasto a los osos.


__________________________________

1cf. ESOPO, 75, "Fábula del lobo flautista y el cabrito".

2Recuérdese la naturaleza semicanina del caballero.

3Como recuerda Chiesa en el libro del profeta Ezequiel (cap. 37) se da la visión de un valle cubierto de huesos mondos.

4Referencia al episodio bíblico del libro de Daniel 13, donde dos viejos acosan a la joven Susana.

5Véspero, cf. I 553.


sábado, 23 de julio de 2022

MACARRONEAS DEL SIGLO XVIII: EL POEMA MACARRONICVM DE MERLINVS SOBRE LA ENTRADA DEL ALMIRANTE DE CASTILLA EN LA CIUDAD DE CÁDIZ, EL POEMA MACARRÓNICO INCLUIDO EN UNA MÁSCARA JOCO-SERIA SEVILLANA DE 1742, Y EL EPIGRAMA CANARIO DE QUIJADA.


 

1. La poesía macarrónica en el siglo XVIII.


1. 1. Características formales frente a las macarroneas precedentes.


Incluimos en este capítulo el estudio y edición de las macarroneas que hemos podido recopilar de esta centuria, con excepción de la metrificatio invectivalis de Tomás de Iriarte, a la que dedicamos el capítulo siguiente en gracia a sus particularidades.


Frente a la relativamente irregular producción del siglo anterior (cf. otios., Marq, Ignat., carm., PM1 y PM2), destaca en las producciones dieciochescas, coincidiendo con su carácter de poesía de circunstancias, la premeditada corrección formal, y, sobre todo, la alta conciencia que manifiestan los autores de las posibilidades expresivas y estéticas del lenguaje que manejan, que se hace principalmente patente en la composición de Merlinus y en la de Tomás de Iriarte. En estos dos poemas hay, asimismo, referencias intencionales y evidentes a la tradición folenguiana, ya convertida en clásico de obligada referencia. Estas dos tendencias de perfeccionamiento del instrumento lingüístico macarrónico y de afán anticuarista van de la mano en la muerte del género, que tendrá un esplendoroso cierre en la Pepinada de Sánchez Barbero (1812), el más folenguiano, sin duda, de los poemas macarrónicos españoles.


1. 2. Mojiganga y macarronea.


Es un hecho absolutamente novedoso el que las dos primeras macarroneas reseñadas en el título se presenten como mojiganga o como integrante de una de ellas (cf. v. 4 y 8 respectivamente). Esto representa un inesperado -y tardío- giro en la producción macarrónica hispana conocida, que entra así en relación con manifestaciones teatrales o parateatrales de origen plenamente barroco.


A la variada polisemia de la voz 'mojiganga' recogida por Corominas ('personaje típico de las mojigangas'; 'compañía teatral formada por nueve o diez actores'; 'mascarada grotesca y cabalgata de Carnaval'; 'farsa' (cf. Aut.s.u. 'mogiganga': "Fiesta pública que se hace con varios disfraces ridículos, enmascarados los hombres, especialmente en figuras de animales [...] Por alusión se llama qualquier cosa ridícula con que parece que alguno se burla de otro") hay que añadir el sentido de 'pieza teatral breve' como señala Javier Huerta Calvo. Añade este estudioso que "ya en el siglo XVII quedarán fijadas las dos acepciones más usuales de la palabra: como festejo carnavalesco y como pieza teatral breve"1.


No obstante, los límites entre mojiganga dramática y no dramática no estarán siempre claros, ya que el mismo Huerta Calvo cita un ejemplo de máscara hablada, "con lo cual se daban los dos tipos conocidos de mojiganga"2. A este tipo mixto pertenece sin duda la máscara joco-seria celebrada en Sevilla en 1742, en la que se incluye un poema macarrónico recitado por uno de los participantes, disfrazado del dios Príapo. Es esta presencia de personajes mitológicos adoptados en clave burlesca una de las características de las mojigangas3, que, junto al tono teatral implícito, lleva al autor de la composición sobre la entrada del Almirante en Cádiz a tildarla de mojiganga. Efectivamente, el poema contiene una escena mitológico-burlesca que consiste en un diálogo de corte lucianesco entre Hércules y Venus, divinidades íntimamente relacionadas con la capital gaditana. Cabe incluso la posibilidad de pensar que esta escena fuera la adaptación de otra real representada en una mojiganga callejera en la jornada de la visita del Almirante a Cádiz (cf. v. 86: "Vndique farsa pluit, repetitaque musica rodat"). Da que pensar, ciertamente, el hecho de que el autor de la composición gaditana presenta a su Musa macarrónica como "zumbática" (v. 4), y que el Príapo sevillano diga que viene zumbando a alborotar a Sevilla (v. 6), es decir, atribuyéndoseles a ambos el manejo de la zumba o cencerro grande característico de la pandorga o música muy ruidosa propia de las mojigangas.


_____________________________

1 Cf. JAVIER HUERTA CALVO, Teatro breve de los siglos XVI y XVII, Taurus, Madrid 1985, pp. 59-60. La mojiganga teatral "tendrá la obligación de rememorar al espectador los aspectos plástico-visuales que acostumbraba a ver por las calles" (p. 64); PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA, Una fiesta sacramental barroca. Loa para el auto "Entremés de los instrumentos". Auto sacramental "La segunda esposa y triunfar muriendo". Mojiganga "De las visiones de la muerte", Edición de José María Díez Borque, Taurus, Madrid 1983, pp. 250-251.

2 Cf. JAVIER HUERTA CALVO, o.c., pp. 62-63.

3 Cf. ib. p. 62. En nuestro estudio sobre la macarronea de la máscara joco-seria de 1742 revisaremos más aspectos de la mojiganga callejera. (cf. infra 3. 2).