Quien
deseara y tuviera posibilidades económicas, hacia el primer tercio
del siglo XVI, para graduarse en medicina debía pasar una serie de
pruebas y requisitos académicos. Era preciso, en primer lugar,
superar una enseñanza secundaria que se llevaba a cabo en el
"colegio" o "escuela de gramática", radicada en
casi todos los municipios de más de 500 habitantes o en las
facultades de gramática ligadas a las universidades. En tales
escuelas la asignatura clave era la gramática latina, impartiéndose
casi siempre por el texto escrito por Antonio de Nebrija a finales
del siglo anterior. Tal formación latina no comenzaba normalmente
antes de los ocho o nueve años, o al menos no antes de que el niño
dominara los rudimentos básicos de la lectura y la escritura en la
lengua materna, y su duración era de cuatro a seis años. La
formación clerical, militar o vocacional llevaba, en numerosas
ocasiones, a que el estudio del latín se iniciara en la adolescencia
e incluso en la edad adulta. Esta larga, difícil y rigurosa
educación, como señala Kagan, era obligatoria para los estudiantes
que deseaban entrar en la Iglesia y proseguir estudios universitarios
en una de las disciplinas superiores de abogacía, medicina,
filosofía o teología1.
Una vez
cumplidos estos estudios de Gramática y Latinidad, el aspirante a
iniciar estudios universitarios debía realizar un examen previo
acreditativo de haber superado los estudios elementales. Si lo
superaba, podía acceder a las Facultades de Cánones, Leyes y Artes,
pues para poder cursar Medicina o Teología, se exigía ser antes
bachiller en la Facultad de Artes2.
Para obtener tal grado eran necesarios tres cursos en Súmulas,
Lógica Magna y Filosofía en dicha Facultad3.
En Salamanca se exigía tener probados los cursos de Artes para poder
cursar medicina, y tener el grado de bachiller en Artes para poder
obtener el grado de bachiller en Medicina, estando terminantemente
prohibido simultanear los estudios de Artes y Medicina4.
La
constitución XVI de Martín V (1422) señalaba que para obtener el
grado de bachiller en Medicina en Salamanca era preciso, como ya se
ha dicho, ser bachiller en Artes, haber oído Medicina durante cuatro
años o la mayor parte de ellos, y haber leído públicamente diez
lecciones. El escolar, con dos testigos idóneos, tenía que
acreditar ante el Rector sus cursos y lecciones. Hecha la probanza,
el grado de bachiller lo confería un doctor o maestro, elegido por
el escolar. La recepción del grado de bachiller tenía lugar en el
General de la Facultad, después de responder públicamente sobre una
determinada cuestión5.
Este grado era el exigido para curar por el Tribunal del
Protomedicato6
y bastaba para acceder a las cátedras.
La misma
Constitución establecía que entre el grado de bachiller y la
licenciatura en el Estudio salmantino tenían que mediar cuatro
cursos de lectura y en cualquiera de dichos años realizar prácticas
de Medicina durante cuatro meses. El bachiller aspirante a licenciado
tenía que sustentar además públicamente varios actos, llamados
repeticiones, presididos por el padrino. El grado de licenciado
significaba tener licencia para hacerse doctor "quando quisiere
e por bien tubiere". El grado de doctor era, pues, de pura
ceremonia, y suponía gastos muy cuantiosos para el doctorando, que
tenía que sufragar un costoso ceremonial, al alcance de muy pocos
bolsillos, en el que figuraban banquetes, regalos y corridas de
toros7.
Dentro del
tono autobiográfico de epist.,
Diego Sánchez hace alusiones a su curriculum
académico. Afirma, en primer lugar, haber salido "filósofo",
"sofista" y "matemático" por la Universidad de
Salamanca, lo que no es más que un modo perifrástico de referirse
al grado de bachiller en Artes8
(vv. 8-9). Casi inmediatamente dice haber obtenido las insignias del
doctorado en Lérida (v. 13). Hasta ahí nada anormal: podría
sobreentenderse por obvia la obtención del grado de bachiller y
licenciado en Medicina; el hecho de que marchara a Lérida para
doctorarse puede explicarse por los cuantiosos gastos que suponía
tal graduación en Salamanca. Tales traslados no resultaban, por otra
parte, extraños en la época9.
La sorpresa surge al consultar los datos existentes sobre Diego
Sánchez en el Archivo Universitario de Salamanca. Entre los cinco
escolares médicos con este nombre que recoge Teresa Santander en su
recopilación10
(nn. 2896-2900), el único que puede necesariamente encajar con los
datos del Archivo Municipal de Marchena es el número 2896 "SÁNCHEZ,
Diego. Probó [20-IV-1532] todos sus cursos y lecciones en Medicina
(Lib. 543 f. 8)"11.
Resulta, con todo, inverosímil que se encontrara un año después en
la villa sevillana ejerciendo la medicina con el título de doctor.
Ciertamente, los cursos de lectura del licenciamiento eran fácilmente
dispensados mediante un breve pontificio, pero aun así debía mediar
el plazo de cuatro años exigido por las Constituciones12.
Al hecho evidente de que no se mencione ningún grado de
licenciamiento
a nombre de Diego Sánchez en los libros de registros salmantinos
debe anteponerse otro más revelador, y es que no figura en dichos
libros que nuestro Diego Sánchez nº. 2896 obtuviera el grado de
bachiller en Medicina en Salamanca. En tales casos, tras la
preceptiva probanza de curso aparecía la fecha de consecución del
grado y el nombre del doctor que lo otorgaba. Ejemplo de esto pueden
ser los nn. 2901 "SÁNCHEZ, Francisco. Probó: 24-VII-[1535]
todos sus cursos en Medicina y diez lecciones (Lib. 548 f. 130).
Grado de Bachiller en Medicina: 28-VII-1535 con el Dr. Antonio de la
Parra (Lib. 548 f. 130)" o el 2902 "SÁNCHEZ PUERTO
CARRERO, Francisco: Natural de Alcántara. Probó: 21-VIII-[1538]
todos sus cursos en Medicina y lecciones con un testimonio de Alcalá;
grado de Bachiller en Medicina en Salamanca: 21-VIII-1538 con el Dr.
Juan de Aguilera (Lib. 553 f. 100v)".
Pensamos
que la situación de Sánchez es la misma a la que se aludió en el
claustro pleno de la Universidad de Salamanca de 15 de febrero de
1560 en el que se propuso llevar a la Corte, entre otros asuntos, el
de los que oían Cánones y Leyes al mismo tiempo "y en la
Facultad de Medicina, adonde hay mas peligro, hacen lo mismo, oyen
artes y medezina en un tiempo y hacen cursos de pratica y prueban en
esta Universidad los cursos de artes y hazense bachilleres, y en el
mismo tiempo prueban los cursos de medezina y pratica antel Provisor
o Corregidor y vanse a otra Universidad a hazerse bachilleres en
medezina, contra las Constituciones desta Universidad, porque no se
le cuentan los cursos de medezina hasta que no son graduados en
artes, y con esto se van a curar, no siendo dotos, ni pudiendo ser
graduados [...]"13.
Parece, así, evidente que Sánchez no pudo obtener el grado de
bachiller en Salamanca por haber simultaneado los estudios de Artes
con los de Medicina, y ésta es la razón de su marcha de la
universidad salmantina. Otra cuestión es cómo consiguió el título
de doctor.
Ya se ha
señalado que los elevados costes de los títulos de las
universidades de Alcalá, Salamanca y Valladolid llevaba a muchos a
graduarse en una universidad "provincial" más barata14,
a veces carente de cátedras de medicina: "Así, todos los años
un cierto número de estudiantes superiores de Salamanca y Valladolid
se trasladaba a Santiago de Compostela, universidad mucho más
aislada. Y lo mismo sucedía en gran medida en Oñate. Esta
universidad, además, convirtió en norma matricular a bachilleres de
otras universidades un día y concederles títulos al siguiente. Y
como parte sustancial de los ingresos de los profesores de Oñate
provenía de las costas de graduación, siempre resultaba interesante
tolerar estas prácticas. Hacia el siglo XVIII, se sabía que un
cierto número de universidades entre ellas Oñate, Osuna, Irache y
Almagro, vendía sus títulos"15.
En la sinceridad implícita con que Diego Sánchez se dirige a su
probable ex condiscípulo salta de su bachilleramiento en Artes a la
búsqueda de las insignias del doctorado, motivo por el que se
desplazó a Lérida. Parece indiscutible que, llegado allí, Sánchez
presentó la probanza de sus cursos de medicina para graduarse en el
Estudio leridano. Ignoramos cómo, pero sólo una práctica
fraudulenta y fruto de la venalidad por parte de dicha universidad
puede explicar la obtención del doctorado por parte de Sánchez en
un plazo tan breve. Lérida era una de las universidades de la Corona
de Aragón, junto con la de Huesca y Barcelona, fundada antes de
147416.
Su Estudio de medicina le hacía la competencia al de Barcelona, y en
ella se formaron médicos tan destacados como Pedro de Oleza y
Rovira17.
La razón de que allí recabara Sánchez, pudo, acaso, haberse
dilucidado durante su época de estudiante salmantino: Hombre
despierto, sin duda, y dotado de don de gentes, debió conseguir
información satisfactoria al respecto entre los no pocos estudiantes
catalano-aragoneses que se desplazaban a Salamanca para obtener el
título de bachiller, y se incorporaban luego a las universidades de
su tierra para obtener los grados superiores18.
La falta de escrúpulos y el deseo de medrar presiden, pues, el
cursus
académico del joven Sánchez. La justificación de tal proceder se
significa en la descripción que hace en epist.
de su vida estudiantil en Salamanca.
Ilustración: placa sobre el dintel de la antigua facultad de medicina de la universidad de Salamanca
1
RICHARD L. KAGAN, Universidad y sociedad en la España moderna,
Tecnos, 1981, pp. 74-75.
2
Cf. A. Mª. CARABIAS, o.c., p. 282. Utilizando estadísticas
confeccionadas con datos de los registros de matrícula de la
Universidad de Alcalá de 1550-51 en adelante, Kagan estudia la edad
de los estudiantes quinientistas: "Los jóvenes menores de
veinte años eran poco numerosos y los más comunes eran los de
edades comprendidas entre los veinte y los treinta años, pero la
edad mediana a la que los estudiantes se matriculaban por primera
vez era de dieciocho años. [...] Las facultades profesionales
superiores enseñaban a muchachos que eran algo mayores que los
inscritos en artes, pero aquí también la edad mediana estaba en
descenso. La edad mediana de los estudiantes de derecho canónico en
Alcalá -desde los estudiantes de primer año hasta los de quinto-
era de veinticuatro años en 1550, pero sólo de 18 en 1700, un
salto de seis años en siglo y medio" (cf. o.c., p.
218).
3
Carabias Torres desgrana el plan de estudios de la facultad de artes
salmantina, donde "se enseñaban solamente las ciencias
filosóficas, de forma que el resto de las disciplinas que
tradicionalmente componían el conjunto de las artes liberales se
explicaban en cátedras independientes. Se leía a Pedro Hispano y
sus "Summulae Logicales" en la cátedra de súmulas, texto
tradicional que fue suplantado a lo largo del siglo XVI por los de
Soto y Báñez, así como por los de Aristóteles, los propios para
la enseñanza de la lógica. El catedrático de filosofía natural
explicaba por los textos aristotélicos "De Coelo", "De
Generatione", y "De anima" y por los de metafísica;
el de filosofía moral la ética del estagirita, su política y su
tratado de economía; en la cátedra de físicos, por la física
aristotélica. Había también dos cátedras de prima de gramática,
en las que se seguía a Laurencio Valla ("Elegantiae linguae
latinae") y a un poeta latino que solía ser Séneca o
Virgilio. Tres cátedras de griego, respectivamente para menores,
medianos y mayores; y la controvertida cátedra de tres lenguas,
dedicada al hebreo, caldeo y árabe, cuya enseñanza en Salamanca
fue muy irregular. En la cátedra de astrología se explicaba la
esfera armilar (instrumento astronómico habitual, que se describe
como formado por varios arcos o anillos circulares de metal o madera
que representan los de la esfera celeste y en cuyo centro se coloca
una esfera más pequeña representando la tierra), la teoría de los
planetas, el uso de las tablas astronómicas, el astrolabio, el
almagesto de Ptolomeo y los epítomes de Copérnico [...] Por fin
estaba la cátedra de música, en la que, según el plan de
Covarrubias [1561], tenía que explicarse diariamente música
práctica y especulativa" (cf. o.c., pp. 288-289).
4
Cf. TERESA SANTANDER RODRÍGUEZ, Escolares médicos en Salamanca
(siglo XVI), Salamanca 1984, pp. 23-24.
5
Cf. ib., pp. 18-19, 23.
6
Esta institución creada por los Reyes Católicos en 1477 otorgaba
la autorización necesaria para ejercer a los bachilleres médicos,
por medio de la concesión de "cartas de examen, y aprobación
y licencia", así como se ocupaba de la represión de quienes
ejercían sin licencia. Sobre este tribunal y su evolución legal
cf. L. S. GRANJEL, o.c., pp. 74-78.
7
Sobre los grados de licenciado y doctor y su ceremonial y gastos en
Salamanca cf. T. SANTANDER, o.c., pp. 42-56. Mª Jesús Pérez
Ibáñez (cf. El humanismo médico del siglo XVI en la
Universidad de Salamanca, Universidad, Valladolid 1997, p. 39 n.
75) indica que de 6926 matriculados en Medicina en Salamanca a lo
largo del siglo XVI sólo 1047 alcanzan el grado de Bachiller, el de
Licenciado 116 y 40 el de Doctor.
8
Cf. supra n. 18.
9
Kagan (cf. o.c., p. 255) recoge el testimonio de Suárez de
Figueroa, autor de principios del siglo XVII, que escribía: "El
gasto de Salamanca en los grados es excesivo, y por eso los pobres
huimos de él, nos vamos a lo barato". Ciertamente, "sólo
unos cuantos conseguían los grados avanzados de licenciatura y
doctorado. Su elevado coste era una de las razones para ello. En las
universidades más pequeñas, una licenciatura o un doctorado en una
de las facultades superiores costaba hasta 500 o 600 reales, debido
a los gastos de matrícula y a los regalos, banquetes y desfiles que
el graduado estaba obligado a ofrecer. Estos títulos costaban mucho
más en Alcalá, Salamanca y Valladolid" (cf. ib., p.
245).
10
La obra citada de Santander "comprende una relación nominal de
quienes durante el siglo XVI se matricularon, probaron sus cursos y
se graduaron de Bachilleres, Licenciados y Doctores en la Facultad
de Medicina de la Universidad de Salamanca" (p. 11). La autora
maneja, entre otra documentación, los libros de matrícula del
Archivo Universitario salmantino, que remontan al curso 1546-47, y
los libros de cursos y bachilleramientos, cuyo ejemplar más antiguo
(lib. 541) conservado es del curso 1525-1527.
11
Cf. ib., p. 340. Los otros escolares con este nombre figuran
como matriculados en medicina con posterioridad a 1552.
12
Cf. ib., p. 42.
13
Cit. por T. SANTANDER, o.c., p. 24.
14
Cf. supra n. 24.
15
Cf. R. L. KAGAN, o.c., p. 255.
16
Cf. ib., p. 107.
17
Cf. L. S. GRANJEL, o.c., pp. 20, 42.
18
V. DE LA FUENTE, Historia de las Universidades, II 145 (nota)
cit. por T. SANTANDER, o.c., p. 58 n. 65 señalaba que los
aragoneses de la cuenca del Ebro y las Comunidades propendían a ir
a Alcalá, mientras que los del alto Aragón más bien a Salamanca.