Mas
entretanto Cíngar, hundido tío Tognazzo,
hete que
busca también conseguir la amistad de Zambello,
porque
Zambello pueda también partirse la crisma. 430
Éste,
después de verse que era el dueño de todo,
no cabe en
sí, excitado por desbordante alegría.
Se apresta
en cuerpo y alma en hacer los preparativos,
y se dispone
a llenar la casa de muchas riquezas.
Llama a su
esposa Lena, y hacia sí se la trae, 435
y dándole
un besazo a ella le dice: "tenemos,
cuerpo de
Baco, para gozarla cuanto podamos.
Baldo no nos
hará vivir más entre fatigas.
¿Quieres
que al comercio nos dediquemos? Todos
los días
iré a Cipada, para vender mercancías. 440
Tú,
entretanto, trabajarás con la rueca y el hilo.
Espero que
en poco tiempo ricos nos volveremos,
y no me
importa gran cosa si cuernos acabo llevando:
debe hacerse
de todo para obtener beneficios."
A lo que
Lena dice: "Haré todo eso con gusto. 445
¿No sabes
que ha querido con grueso bastón golpearme
Berta, y que
olvidar una tal ofensa no puedo?
Querido
marido, te ruego que mi afán satisfagas;
haz que de
esta puta tome cumplida venganza.
¿No
quedarás como un memo si nuestro honor abandonas?" 450
Responde
Zambello: "tienes razón, mi Lena querida;
Berta
siempre ha sido enemiga de nuestras personas,
Caguémonos
en ella de hecho, y a vientre lleno."
Dicho esto,
juntos traman empresa tan magna,
que escarnio
resulte de Berta nunca visto ni oído. 455
Sobre las
cinco de la mañana se levantaban,
y ante la
puerta de Berta a pleno vientre cagaban.
Perdóname,
lector, si ahora apesta mi Musa.
Tras
levantarse del lecho temprano, Berta encontraba
siempre
sobre su umbral de buen olor longanizas1. 460
Cíngar, que
tiene el culo pelado como ninguno2,
piensa al
punto que es de Zambello esa proeza.
¿Qué hace
el astuto? Armándose de un estómago fuerte,
todos los
días aquellas heces en jarro cargadas
guardaba,
hasta que la tinaja de mierda ya rebosaba. 465
Berta no
daba crédito, y le preguntaba la causa;
mas Cíngar
sabiendo que la mujer es un pozo sin fondo,
siempre
decía: "al cabo conocerás el motivo".
Tomando
después aquel recipiente lleno de mierda,
de dulce
miel un bocal vertióle por completarlo, 470
de modo que,
siendo estiércol, miel pareciera por fuera.
Cárgaselo a
la espalda, y vase, chitón, a la urbe,
mas
disfrazado, por ser conocido de toda la gente.
Mientras
andaba, vio a Zambello; al punto a éste
lo llama, y
descubre su identidad, diciendo su nombre. 475
"¡Oh,
Zambello! -dice-, ¡oh, Zambello, buenhombre!,
espera, te
ruego; pareces no haberme reconocido.
Soy aquel
buen amigo tuyo, llámome Cíngar,
que bien te
ha querido, te quiere, y te querrá para siempre.
¿Cómo te
va?, y, ¿cómo está tu amadísima Lena? 480
choca esa
mano; pareces estar de salud rebosante,
y muestras
una cara y aspecto inmejorables."
"Estoy
-afirma Zambello- bastante sano y en forma,
está
también mi Lena bastante sana y en forma.
Pero dime,
¿qué llevas, Cíngar, en esa tinaja? 485
¿Quieres mi
ayuda?, yo llevaré de buen grado la carga."
Entonces,
Cíngar, fingiéndose fatigado, le dice:
"Ayúdame,
te ruego, a quitarme tal peso del hombro."
Zambello se
pone a la obra, y descarga aquel recipiente,
mientras que
le pregunta qué lleva en esa tinaja. 490
Mas Cíngar,
cuya frente ningún sudor humedece,
pero la
enjuga con un pañuelo fingiendo fatiga,
responde,
como revelando secretos a un amigo:
"¿Quieres,
Zambello querido, que la verdad te la diga,
que acaso te
parecerá a ti de creer imposible? 495
¿quieres
que hable?, ningún secreto con el amigo.
Te agradece
Berta con todo agradecimiento,
porque, no
obstante, la haces digna de un don tan precioso.
Pensaba,
hasta ahora, que tú le fueras mortal enemigo,
ahora,
empero, a la prueba ha reconocido un amigo: 500
de hecho, lo
que de noche cagaste sobre su puerta,
hete, ves,
que siempre guardaba en esta vasija,
y ahora
espero sacar de aquello mucho dinero."
Zambello,
estupefacto, afirma: "¡carajo!, ¿qué dices?
¿podrías
tú vender mi mierda en los negocios? 505
Prométote
que me comería mi proprio sombrero,
si yo
creyese que lo que cago podrías venderlo.
Anda, me
estás vendiendo, o mejor intentando venderme
gato por
liebre, cosa que a Cíngar no compro de grado."
Cíngar
dice: "¿Por qué?, ¡ay!, ¡no hables contra tu amigo 510
fiel, y
menos aún en contra de quien es pariente!
¿o acaso no
sabes que Berto Panada era un hermano
de Mignotti
Zanchi, de quien la tía Catina
me hizo, y
al mismo tiempo pariote una hermana,
de donde me
eres sobrino, y primo siendo yo tío? 515
¿Pero a qué
tanto hablar? Ya bastará con la prueba."
Diciendo
tal, la canilla agarra, y saca de dentro,
la cual
estaba en el fondo del barril maloliente.
Hete que
empieza a salir del boquete una sustancia
blanda que
las narices regala con buenos olores. 520
"¿Huele
-dice Cíngar- a agua de rosas y a ámbar
gris, o te
parece que vendo gato por liebre?".
Zambello,
tapándose la nariz a dar gritos empieza:
"¡Oh,
cojones!, ¿qué es esto?, ¡tapa ya el boquete!
¡cierra la
tapa, Cíngar!; es mierda, ¡ay, cómo huele! 525
¿Pero quién
tan mastuerzo, quién de sesera tan poca
que quiera
soltar por tal mercancía ni tan solamente
un real, ni
falso que sea y todo limado?"
Y Cíngar:
"ven conmigo, y tendrás de la cosa certeza,
mas
acuérdate de no revelar tal secreto a ninguno." 530
Alzando
entonces la cuba, la pone a espaldas del otro,
y dándose
prisa, se parte el pecho de risa por dentro.
Llegan ya a
la plaza; el mercado se hace doquiera.
Cíngar a
Zambello, el portador de la mierda,
cambiando
por gestos su cara, lo lleva a un especiero; 535
en cuya
tienda se mete, Zambello quedándose fuera,
y,
circunspecto, le dice no más de cinco palabras:
"¿Queréis,
maestro, comprar aquestas mierdas de abejas?"
Zambello no
oye decir "de abejas", "mierdas" solo oye,
por eso se
queda de piedra al ver de la caca la venta. 540
Aquel
especiero riose al punto del sucio vocablo,
y piensa sin
más que Cíngar es un graciosillo
que dice por
chanza que mierdas de abejas la miel constituye.
Primero en
la miel, entonces, metió de sus dedos la punta,
que cubre
bajo su dulce capa gruesos mojones, 545
pone en su
boca, como es costumbre, el líquido flavo;
gusta su
sola dulzura, y de lo inmundo no toca,
por eso
presta fe al engaño, y cree la trola.
Así al
instante hacen negocio, y aquél tres pesados
y bien
sonantes escudos de un montón de monedas 550
saca; los
coge Cíngar, y cogiéndolos poco
dinero por
tanta miel le parece al truhán quejumbroso.
Ya el
especiero se apresta a vaciar la tinaja de Cíngar,
por
devolvérsela, y la miel guardar en la propia,
de lo que el
engaño podría al punto quedar descubierto. 555
"¡Eh,
tú! -dice Cíngar-, por el momento deja el cacharro.
En un ratito
vuelvo; voy a comprarme cositas
que
encuentre baratas, y luego vendré a coger la tinaja."
Dijo, y
llamando a Zambello ligero en marcha se pone,
Y así aquel
especiero objeto fue de un engaño, 560
y así los
viejos zorros a veces son engañados3.
Esto acaece
en justicia en las cosas de la fortuna,
que los
dineros que honrada o no honradamente,
por algo de
casia4,
jarabes, y pildoritas pocas,
se ganan en
gran cantidad hasta el tope llenando el cofre, 565
porque la
gente cague sus mierdas al par que la vida,
gástense a
la postre en esta misma materia.
Tal como la
caca da escudos, así los escudos dan caca.
Mas,
entretanto, a Zambello una grande manía lo embarga:
Ya solamente
quiere hacer negocios en mierdas. 570
Y dase a
llenar anchurosa tinaja de tal mercancía.
Por
dondequiera que lleve sus pasos, apesta el cateto.
Así, un día
se puso en la chepa una abundosa
de porquería
cubeta; y a la ciudad se encamina;
llega a la
plaza, y, cargado, se planta delante de toda 575
tienda
gritando: "llevo para vender esta mierda,
¿queréis
comprarla? Pido un precio que justo parece.
Género es
de primera, y recién la hemos cagado".
Las risas
que el tonto provoca puedes, lector, figurártelas.
Pero una
mala ventura guiaba al pobre Zambello, 580
pues
andando, a la postre dio con aquel especiero
al que el
pícaro Cíngar había ha poco burlado.
Éste, al
ver a Zambello bajo su carga asquerosa,
tiró de
pimienta el pistadero, y cogió una tranca;
luego
marchando quedito a la espalda de ese buen hombre,
585
y
escupiéndose en las manos, y alto el garrote,
golpea, ¡ay!
la cubeta con grandísimo estruendo.
La cuba
desáhecese al punto; rotos doquiera sus flejes,
se abren las
duelas, y se licúa toda la mierda,
y de
Zambello fluye por su careto; delante 590
y por detrás
cae el caldo del líquido estomagante.
Todo mierda
parece; huye doquiera gritando:
"¡ay
de mí!¡mis hombros, espalda y mis costillas!
Mas el
especiero no lo deja tranquilo un momento,
persíguelo,
y no deja de manejar el garrote; 595
ora en esta,
ora en aquella tienda se mete,
y pide
socorro, pero echado de todas ninguna
ayuda
recibe, porque exhala un olor muy extraño.
Acude un
tropel de muchachos, "¡dale, dale!" gritando,
tíranle
piedras, nabos podridos, y cien porquerías. 600
Acuden los
boneteros, siempre dispuestos a burlas;
las damas
asoman sus cabezas por las ventanas.
Llega
entonces el alguacil con sus esbirros,
y,
amenazando, quiere saber qué es ese barullo.
El especiero
acusa a Zambello ante la gente 605
de que le
había vendido mierda de miel recubierta.
Zambello
llorando lo niega; muestra que es un embuste,
baladra, y
berreando grita: "yo no he sido,
su Señoría;
fue Cíngar, el escapahorca llamado,
a quien el
juez ha querido descuartizar5
muchas veces." 610
Teniendo el
justicia entonces la prueba cabal de la peste,
arresta a
Zambello, mandándole atar a la espalda los brazos,
y hácelo
encerrar en una prisión ordinaria.
___________________________________________________________
1Lombardas
semper sua supra limina quaias. Las lombardas quaias,
literalmente, "codornices de Lombardía" adquieren aquí
un sentido preciso expresado en la glosa a T, 5, 429: Lombardis
quais, ut apertius intelligas, stroncis, como recuerdan Faccioli
y Chiesa. Para traducir esta metáfora por "mojones" he
optado por una española que aporta, al tiempo, cierta homofonía.
2Cingar,
habens caudam vulpazzae more pelatam. Nos hallamos ante un caso
similar de modismo difícilmente trasladable, y me he decidido por
traducir ese tener la cola pelada como una vieja zorra por nuestro
castizo culo pelado.
3At
ita vulpones vecchii quandoque trufantur. Eco paródico del
gnómico Quandoque bonus dormitat Homerus de la Epístola
a los Pisones, 359 de Horacio.
4Se
refiere al laxante extraído de la cassia angustifolia y de
la cassia acutifolia (Chiesa).
5Recuérdese
que el descuartizamiento como escarmiento era el castigo habitual de
los salteadores de caminos.
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