CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 10 de diciembre de 2011

EL ORIGEN DEL TÉRMINO "MACARRONEA" (I)

El sustantivo que identifica esta poesía procede históricamente, sin duda, del título de la obra de Tifi, Macaronea, que es, a su vez, reminiscencia de los grandes poemas épicos clásicos (Iliada, Odisea, Eneida), y que ha servido como sinécdoque para designar este tipo de composición. Pero bajo este sonoro sustantivo derivado se esconde otro de connotaciones más humildes, con un sentido propio y otro traslaticio.

Preferentemente en plural, los macaroni de Tifi o macarones de Folengo designaban, no los maccheroni o macarrones napolitanos de hoy en día, pasta hueca o rellena de varias formas y tamaños, sino los gnocchi, de los que el propio Folengo da una receta al mismo tiempo que un programa poético en la Apologetica in sui excusationem de la red. T:

Ars ista poëtica nuncupatur ars macaronica a macaronibus derivata, qui macarones sunt quoddam pulmentum farina, caseo, botiro compaginatum, grossum, rude et rusticanum; ideo macaronices nil nisi grassedinem, ruditatem et vocabulazzos debet in se continere1.

Los macarones de Folengo son, pues, una masa (pulmentum), en frío o en caliente de harina de grano o de pan rallado, queso, manteca, sin huevos, de la que se forman esos bocaditos de forma oval o redondeada que tienen por norma el nombre de gnocchi, pero que se llaman también macaroni en la Italia septentrional2.

En Folengo esta identificación de macaroni con gnocchi tiene una base tanto textual como gráfica. En la invocación tópica a las musas dispuesta en el libro primero del Baldus (V I 1-64), poema épico de corte caballeresco en veinticinco libros y unos quince mil versos en la red. Vigaso Cocaio, Merlín sustituye las musas tradicionales por otras, las `pancíficas musas´ (V I 13: “Pancificae Musae”), gruesas, bastas y llenas de pringe (V I 17: “Hae sunt divae illae grassae, nymphaeque colantes”), habitantes del mítico país de Cucaña (V I 18-19)3 y expertas cocineras, entre otros, de los susodichos gnocchi:

            Stant ipsae Musae super altum montis acumen,
formaium gratulis durum retridando foratis.
 Altera sollicitat digitis componere gnoccos,
qui, per formaium rigolantes forte tridatum,
deventant grossi tanquam grossissima butta.
Oh quantum largas bisognat habere ganassas,
si quis vult tanto ventronem pascere gnocco!4

(“Se hallan las musas sobre la cumbre de una alta montaña,
el duro queso rallando con ralladores calados.
Otra se ocupa de amasar con sus dedos los gnocchi,
Que ruedan abajo quizás por el peso del queso rallado,
Y se ponen tan gordos como gordísimas cubas.
¡Oh, cúan anchos es necesario tener los carrillos,
si alguien quiere llenarse la panza de tan grande gnocco!”)

Como prueba definitiva de la indiferenciación de macaroni y gnocchi en Folengo, reproduce Luigi Messedaglia5 una xilografia que aparece por primera vez en la red. T, y donde Merlín aparece sentado sobre una cubeta, con una botella de vino en la zurda, y la diestra sobre el borde de una fuente llena de gruesos gnocchi: Zana, una de sus musas inspiradoras, le emboca un voluminoso gnocco, ensartado en un palito; Togna, otra musa macarrónica, toca la gaita6. Esta resulta, sin duda, la más eloquente ilustración de Baldus V I 15: “imboccare suum veniant macarone poetam” (“vengan a su poeta a llenarle la boca de gnocchi”).



1 Cf. L. MESSEDAGLIA, Vita e costume della Rinascenza in Merlin Cocai, Antenore, Padova 1974, recopilación póstuma de estudios folenguianos del autor en dos volúmenes con numeración continua (Medioevo e Umanesimo, 13-14) pp. 175-182, 187-188, 427-438, 513-515; U. E. PAOLI, o.c., pp. 3-5; T. FOLENGO, Baldus, ed. de E. FACCIOLI, Einaudi, Torino 1989 (“I millenni”, s.n.) p. 2 n. v. 15. Márquez Villanueva (o.c. p. 263 n. 6) señala la semejanza de este plato con “nuestras castizas y olvidadas almojábanas”.
2 Cf. L. MESSEDAGLIA, o.c., pp. 175, 178 y 431. Alude también este último el testimonio de viejos autores de libros gastronómicos donde es patente tal identificación (o.c., pp. 181-182). Sobre la etimología de macaroni y gnocchi cf. IDEM, o.c., pp. 428-429.
3 Citamos aquí por la ed. de E. Faccioli., que sigue el texto de la V fijado por Giampaolo Dossena (Feltrinelli, Milano 1958), introduciendo y discutiendo las correcciones propuestas por Paoli, Goffis, Cordié, Chiesa y Tonna. Sobre el país de Cucaña “versión popular del mito humanista de la Edad de Oro (en España, La tierra de Jauja, según el paso de Lope de Rueda)” (cf. F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, o.c., p. 291) y su identidad con el país de Bengodi descrito por Boccaccio, Decameron, VIII, 3: “et eravi una montagna tutta di formaggio parmigiano grattugiato, sopra la quale stavan genti che niuna altra cosa facevan che far maccheroni e raviuoli, e cuocergli in brodo di capponi, e poi gli gittavan quindi giú, e chi piú ne pigliava piú n'aveva” cf. L. MESSEDAGLIA, o.c., pp. 187 y 427-428 y G. COCCHIARA, “Il paese di Cuccagna: l'evasione dalla realtà nella fantasia popolare”, Il paese di cuccagna e altri studi di folklore, Boringhieri, Torino 1956.
4 Cf. L. MESSEDAGLIA, o.c., p. 176, que cita aquí el texto de la red. T según la ed. de A. Portioli (Mantova 1882-1889, 3 volúmenes), I, 65 (volumen y página). Un juicio sobre esta ed. en T. FOLENGO, Macaronee minori... p. 563. No existe ninguna edición completa moderna y crítica de la T, hecho doblemente lamentable teniendo en cuenta que fue la más leída y publicada en su tiempo (la última ed. data de 1692, mientras que la V conoció su última ed. en 1562. Sobre las razones del éxito editorial de la T cf. Introd. Gen. III. 2. 2. n. 96, y que resulta fundamental, como veremos, para entender la macarronea española y la influencia de Folengo en nuestra literatura.
5 Cf. L. MESSEDAGLIA, o. c., p. 431. Es la imagen que sirve de cabecera a este blog.
6 Sobre las musas macarrónicas y sus nombres cf. L. MESSEDAGLIA, o.c., pp.48, 191 y P. PETRIOLI, “Le Muse inquiete”, Semicerchio. Rivista di poesia comparata, X/2, 1993, pp. 16-22.

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