Baldo1
del lío de fajas al fin sus brazos había
sacado, y desliado todas las vendas en torno,
llama a su madre 'mamá', y a Berto 'taita' le dice;
ya escapa, y no quiere en modo alguno aprender la manera
de andar con el castillejo2
o con la ayuda materna. 5
Se va por su cuenta, y por un lado y por otro camina.
Pero mientras se esfuerza en correr con sus piernas mal firmes,
mientras cual pájaro quiere volar todavía sin plumas,
se cae a menudo, y cayendo chichones se lleva en la frente,
siendo preciso untar de albayalde3
sus ojos hinchados. 10
Mas no verías de sus mejillas rodar ni un adarme
de lagrimitas, aunque el suelo bañe de sangre.
Más bien se levanta, y en pie nuevamente a correr se dispone.
Encuentra solo, sin que nadie le enseñe, un caballo,
sea caña hueca, o sea ramita de sauce, 15
o sea varita de sorgo, que el pueblo bálago llama.
Corre de acá para allá el diablillo; pararse no sabe.
No le place en el seno materno, ni en sus rodillas
sentarse, sólo le place una estaquilla ceñirse
como un estoque, y una caña blandir como lanza. 20
Y ya, tal como le va saliendo, tajos, reveses,
mandobles con estocadas prueba, y toda la esgrima4.
Moscas persigue, fingiendo que hombres son y enemigos,
lagartos persigue que al sol se encuentran sobre los muros,
y siente una enorme alegría viendo las cercenadas 25
colas de aquéllos moverse aún por un largo rato,
maldiciendo a padre y madre, según dice el vulgo.
Seis años tiene Baldo, dos veces seis tiene, dice
quien considera su fortaleza, quien su osamenta
tan robusta, su corpulencia tan desarrollada. 30
Espaldas buenas para las justas, piernas para los saltos
Marte le dió, y todo el porte del caballero e infante.
Ya espoleando una caña, se inclina y otra enristra,
que rompe en un muro, o clava de un pajar en el vientre;
ya un bastón, que corcel acababa de ser, toma en mano, 35
e imaginándolo pica, atormenta a la gata y al perro.
¿Cómo diré cuál, o cuán resistente la piel de su cuerpo
resulta?¿o duro pellejo contra inclemencias del tiempo?
Ni la lluvia o tormenta, ni la borrasca de viento,
ni las gélidas nieves, ni los soles ardientes 40
pueden tanto cansarlo que quieto esté media hora.
Duerme donde le toca, y duerme más bien poquito
bien del henil bajo el porche, o de noche bajo el mismísimo
manto de las estrellas, y rara vez con su madre.
Por burla a veces la enrrabia cuando roba la rueca, 45
fuego da a la estopa, y no piensa en su propio provecho,
pues su pobre madre le hila camisas al niño.
Cuando yace no más le agrada pluma que tierra;
en piedras fragua costillas, y sus carnes tiernitas
cambia en duros músculos sobre mármol tendido. 50
Berto se desespera; desesperación que a la risa
mezclada le alegra, pues de calzones treinta almacenes
no bastarían ni treinta zapaterías al chicho.
Que sea otoño, invierno, verano o la primavera
no le preocupa más que si fuera piedra o árbol. 55
Cuando hambre tiene, engulle aquello que azar le depara,
esté cocido o no lo esté, o bien carne o cebolla;
bellotas, fresas, nueces, castañas, nísperos, moras,
devora, que de avestruz su estómago acero absorbiera. 60
Aquello que bebe es agua de charca o muerta de un foso,
o, cuando le toca, vino dulce o bien asperillo.
Berto tomado había una esposa, Dina de nombre,
que, pronto preñada, tuvo un hijo llamado Zambello.
Mas después de este parto, aún no acabara el año, 65
que a Baldovina, como si fuese cuñada, una pena
enorme trajo, puesto que enferma vio el fin de sus días.
Berto así viudo quedó, a quien Baldo tenía
por padre, y por hermano a Zambello consideraba.
A veces le manda tras de la vaca, y tras de las cabras 70
Berto ir con su hermano, y juntos frecuentan el pueblo;
mas tales trajines no casan con la progenie de Baldo;
no va tras las cabras, no le agrada la usanza villana,
conque temprano camina de Bianor7
a la urbe,
que tanto le gusta, que siempre busca en ella quedarse. 75
A casa vuelve solo a menudo ya por la tarde,
y de cuando en cuando trae rotas cabeza y canillas.
El propio pilluelo, según la costumbre que tienen los chicos,
sea en batallas de piedras, o bien que sea en combates
de puños participando, al puesto primero aspiraba, 80
y ambicionaba mostrarse el primero a todos los ojos.
Y no pienses que, peleando, el último fuera,
que desafiante en vanguardia con voz infantil gritos daba,
y cien pedradas en una sola finta esquivaba,
y cien cabezas quebraba en el turbión de enemigos. 85
Ilustración: vía Silvano Bassi, insigne bibliófilo y folenguista
1Topamos
aquí con una amplificatio de la pueritia Baldi
descrita en la red. Toscolanense a comienzos del libro II. En esta
última redacción, Folengo incide en la descripción de los
primeros pasos del niño, mezclando ternura y rasgos de
predestinación épica en la descripción del infante Baldo.
2Andandi
aut lapsu carioli aut matris aiuto. Castillejo:
"Carretón en que se pone a los niños para que aprendan a andar".
3Maccatosque
oculos opus est smaltare biacca. El albayalde es el
"Carbonato básico del plomo, de color blanco, empleado en pintura y,antiguamente, en medicina y como cosmético."
(RAE).
4Procuro
hacer una traducción lo más acertada posible de los términos de
la esgrima italiana empleados por Folengo en estos dos versos:
Iamque, utcumque sapit, mandrittos manque roversos, / fendentes,
punctas colposque exercitat omnes.
5Fruto
del espino majuelo.
6Spinbozzos
grataque culos. Términos sinónimos para designar el fruto del
rosal silvestre.
7Citado
aquí como fundado mítico de Mantua.
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