Ha
llamado notablemente la atención de la crítica folenguiana el
profuso cuerpo de glosas al texto, rasgo inconfundible de esta
redacción. Estas glosas, ya presentes in
nuce en la red. P,
aparecen en esta segunda, como indica Isella Brusamolino,
estructuradas con autonomía de microtextos1.
Ettore Bonora dedicaba un apartado de su monografía sobre las
macarroneas folenguianas al estudio de tales glosas. El crítico
relaciona su desarrollo con la conciencia de las múltiples
posibilidades del lenguaje macarrónico: "enriqueciendo mucho
las notas marginales, Folengo no sólo ofrecía al lector el más
precioso instrumento para la lectura no fácil de sus textos, sino
que, haciéndose comentador de sí mismo, ponía más al descubierto
las tendencias diversas, y, no obstante, convergentes de su vena de
escritor: del juego intelectual e ingenioso a la intuición de un
fondo expresivo más virginal y potente"2.
A continuación establece Bonora una tipología: las glosas son, a
veces, defensas del estilo, y, sobre todo, de sus licencias
prosódicas, o constituyen explicaciones de formaciones lingüísticas.
Las glosas, sobre todo en este último tipo, se presentan como una
prolongación de la comicidad del texto. Este rasgo se observa
palmariamente en las que reconstruyen etimologías ficticias, como la
de castigalatro
"cáñamo" (cf. Baldus
T IV 240: "canevazzus
latine; castigalatro
macaronice: ex ipso enim fiunt soghetti quibus ladri castigantur"),
en las que presentan falsos reclamos a autoridades inventadas o
clásicas, cristianas, árabes y humanistas (cf. Baldus
T IV 229: "Nota, ut ait Servius, quod gens
differt a brigata,
nam gens intelligitur de maribus et foeminis simul, brigata vero
tantum de masculis, quasi gens bragata, quae portat bragas. A
in i
vertitur, testatur etiam Diodorus"), y en las que acumulan
sinónimos cómicamente transfigurados (cf. Baldus
T IV 265: "reverentia
latine; inchinus
graece; cortesia
caldee; bonavita
hebraice; bombracton
diabolice")3.
Tal aparato de glosas permitirá a Bonora descubrir en Folengo una
vocación de filólogo4.
Zaggia
caracteriza la red. T como una fase transgresiva y extremista, de
macarrónico 'flameante': "el autor amplifica enormemente
cualquier punta de contenido y de estilo, inserta digresiones de todo
tipo a lo largo del hilo narrativo del poema, introduce más
incisivamente en la objetividad relativamente desapegada de la
narración los humores y resentimientos y las ideas de su propia
personalidad, y, sobre todo, centrifuga y extremiza en todas
direcciones los recursos expresivos del macarrónico (luego muy
atenuados en las sucesivas redacciones)"5.
Silvia Isella consiente en definir la red. T como 'experimental'
desde un punto de vista lingüístico, pues Folengo pone a prueba en
ella todos sus recursos, profundizando en las ricas potencialidades
expresivas del dialecto6.
Esta
segunda redacción fue la más conocida, leída y editada hasta el
siglo XX, a pesar, como resalta Zaggia, de su pequeño formato
editorial y de haber pasado al Índice7.
A la editio princeps
de 1521 siguieron 8 ediciones, aparecidas entre 1522 y 1692, todas
ellas descriptae
de la primera8.
Las llamadas edd. Teranza (1768-1771) y Portioli (1882-1883),
primeras tentativas de una labor editorial sobre las macarroneas
folenguianas, ostentan gravísimos defectos, como su carácter
contaminatorio y la supresión del aparato de glosas9.
A partir de De Sanctis, y sobre todo de los estudios de Alessandro
Luzio (1889), quedó relegada, en la consideración de la crítica,
como fase intermedia en una evolución que hace de la cuarta y última
redacción, la Vigaso Cocaio, la más madura y, consiguientemente, la
preferida por la crítica de nuestro siglo10.
Esta es la razón de su relegamiento editorial, subsanado en parte
con la edición crítica de la Zanitonella,
la Moschaea
y el Libellus
epistolarum et epigrammatum
por parte de Massimo Zaggia, cuya labor como editor constituye uno de
los logros fundamentales de la filología folenguiana11.
1
cf. S. ISELLA, "Superficie grafica...", p. 196.
2
Cf. E. BONORA, o.c., p. 48
3
cf. ib., pp. 48-53.
4
cf. E. BONORA, "Il mondo contadino...", p. 76. Lazzerini
sitúa las glosas en una tradición escolar (cf. "Aux
origines...", p. 26), y señala que el uso de notarios y
abogados de glosar con frases del vulgar las fórmulas de los
documentos legales, que genera un uso burlesco, constituye el
antecedente más remoto de las (pseudo)glosas de sermones y
macarroneas (cf. "Da quell'arzillo pulpito...", p. 121).
Silvia Isella incide en sus implicaciones lingüísticas: "sea
esa reflexión [de las glosas] auténtica o, la mayor parte de las
veces, paródica, revela, en todo caso, una conciencia muy sensible
a las contraposiciones más "fuertes" de códigos
lingüísticos diversos, e incluso a oposiciones más difuminadas,
pero no menos significativas en el orden de la fonética y el
léxico. [...] Se dan casos de oposiciones lexicales (tomadas de
campos lingüísticos contiguos, dialectales principalmente, pero
disimulados bajo nombres de lenguas 'otras') del tipo: 1) brenta
chaldaice, zerla hebraice, mastellus arabice, soium
latine; 2) truffare: decipere. Soiare, calefare, trepare,
berteggiare, bertonare, tosare; 3) tortelli graece,
casoncelli latine, rafiol hebraice -donde el juego
sinonímico es una suerte de catálogo de 'possibilia' dentro de los
que Folengo realiza su elección, a menudo exclusiva, y otras veces
variable de zona a zona del texto. Y se dan, en cuanto a las
oposiciones fonéticas, casos del tipo: lasenam mantuanice,
sieam bressanice (variantes diatópicas del lat. AXILLA
dentro del código dialecto) o la que opone el toscano al lat. y / o
dialecto: chetus florentine quietus, giuro
scribitur toscaniter, zuro macaroniter, iuro
latiniter; megium toscaniter, medium latine; primaias
Florentini dicunt primas sicut et denaium, notaium,
rasoium; fonzus macaronice, fungus latine; giusum,
zosum, deorsum sintéticamente alineados en su triple oposición"
(cf. "Superficie grafica...", p. 196).
5
Cf. M. ZAGGIA, "Breve percorso...", p. 90.
6
Cf. S. ISELLA, "Superficie grafica...", pp. 195-196.
7
Cf. M. ZAGGIA, o.c., p. 90. Prueba de ello es su presencia en
todas las grandes bibliotecas italianas y europeas. Sobre su
inclusión en el índice de 1596 nisi repurgatum fuerit, y en
los sucesivos hasta 1900 cf. A. MOMIGLIANO, "La critica...",
p. 186 n. 2. Para explicar las razones de su éxito la crítica ha
adelantado razones a veces contradictorias. Así, Alessandro Luzio
(cf. Maccheronee, II, p. 370 cit. por F. Márquez, o.c.,
p. 316 n. 71) atribuye la preferencia por esta red. a un carácter
más inocuo, en su opinión, desde el punto de vista religioso. Con
este juicio viene a coincidir Carlo Cordié (cf. "Il
linguaggio...", p. 72 n.1), quien explica su fama por "su
vivacidad y una menor gravedad de apuntes satíricos". Por el
contrario, Ettore Bonora dará cuenta de la predilección de los
lectores por la red. T con "las divagaciones y entretenimientos
que en la edición del '21 se mostraban de manera más descubierta
no sólo en las alusiones a menudo recurrentes a la historia
religiosa y civil del siglo XVI, sino en la lengua misma, que, menos
acoplada, y anotada con chispeantes glosas marginales, descubría
además intenciones parodizantes y caricaturescas" (cf. Le
Maccheronee..., pp. 96-97). Más recientemente, Lucia Lazzerini
(cf. "Merlin Cocai in Provenza (echi folenghiani in Antonio
Arena)", Atti Convegno 1991, pp. 373-377) ha
caracterizado la red. T como "la más agitada por inquietudes
religiosas, por fermentos polémicos y tentaciones heterodoxas,
luego enromadas o suprimidas" (p. 376), lo que explica su
rápido éxito europeo en el círculo cosmopolita de los
intelectuales de inspiración evangélica, a comenzar,
probablemente, por el propio Erasmo, en cuyos colloquia
descubre Lazzerini influencias de tal redacción.
8
Cf. ed. Zaggia, p. 562, donde se las numera de T2 a T9.
9
Cf. ed. Zaggia, p. 563.
10
Cf. L. CURTI, "Vigaso Cocaio"..., p. 119. Bernardi Perini
señaló cómo la revaloración de la Vigaso Cocaio, sustancial
conquista crítica, se convirtió en un factor paradójicamente
negativo en la edición de textos folenguianos, al haber enterrado
editorialmente a las otras redd., en particular la Toscolanense, que
había dominado, prepotentemente pero no sin motivo, de los siglos
XVI a XIX (cf. "Folengo edito e inedito...", p. 78).
Zaggia, (cf. "Breve percorso...", pp. 91-92) tras restar
validez a la perspectiva de estudiar las diversas redd. con el fin
de elegir la más lograda, sin intentar reconocer en ellas las
diversas poéticas operantes cada vez, y sus resultados artísticos,
niega que el artista de la red. T sea inferior al de las sucesivas:
"es simplemente, o mejor, radicalmente diferente, es un
escritor que tiene una idea del macarrónico mucho más exuberante,
transgresiva y extremista de la que la reemplazará más tarde [...]
Personalmente, diré que el Folengo de la Toscolanense me parece el
Folengo más potentemente original e interesante, y creo que un
conocimiento del Folengo sin la Toscolanese es un conocimiento menos
que mediano".
11
Zaggia basa su edición crítica en la colación de 25 ejemplares de
la editio princeps, clasificados de Tia a Tiz. El
errata-corrige del fascículo 2M permite al editor organizar
los ejemplares en cuatro familias (de la a a la d),
organizadas de menor a mayor corrección textual (el estudio de las
tablas de variantes y correspondencias que ofrece Zaggia entre las
familias y los ejemplares que las representan, nos permite deducir
que T3 es descripta del ejemplar clasificado como
Tix (Biblioteca Angelica de Roma [signatura Rari I. I.
I]), perteneciente a la familia a y dotado del
fascículo 2M [cf. A. NUOVO, "L'edizione...", pp. 392,
396], aunque en T3 sólo se reproduce del fasc. 2M la
Tabula Facetiarum). Zaggia distingue, asimismo, dos fases en
la edición del texto y en la intervención del autor en la
imprensión. En una primera fase, Paganino inicia la impresión
basándose en una copia suministrada por el marqués de Mantua -de
lo que da cuenta el propio impresor en su carta del fasc. 2M y que
ha sido sobradamente documentado-. Con este antígrafo no autorizado
se imprimen la Zan. y los trece primeros libros del Baldus.
De su gran incorrección es testimonio el errata-corrige. En
una segunda fase, Folengo remite al impresor el manuscrito
autógrafo, retoca su obra y redacta el errata-corrige no
sólo con las correcciones al texto, sino también con glosas y
variantes de autor. Zaggia divide esta segunda fase en dos partes:
una primera (2a), en que la revisión del autor se produce después
de la impresión (hasta Baldus T XXV 558, la última
corrección del errata-corrige), y otra (2b), en la que la
revisión se produce durante la impresión, y que le permite
a Folengo introducir variantes en los folios en curso de impresión
(cf. ed. Zaggia, pp. 563-588).
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