“¿Dónde se sufre, mi señor Vulcano, que gatos
Tomen oficio a tí dedicado en toda la tierra,
Y a tí en justicia otorgado al alborear de los tiempos?
Tal como fue atribuida a Ceres la tierra anchurosa, 100
Y la mar a Neptuno, el viento al henchido Eolo,
El propio amor a Narciso, la maga Circe al veneno
Y las riquezas a Creso, a la historia Clío es dedicada
Y Dédalo sabiamente al arte de arquitectura
Y en brillo a la noche Diana, ‘noctiluciente’ llamada, 105
A Milón la fuerza, a Faetón temeraria osadia,
Y se atribuyeron a Licurgo las leyes humanas,
Y la avaricia fue dedicada al mísero Midas,
La reprehensión a Momo, de igual condición que Zoilo,
Al premio y castigo Némesis, diosa de la justicia, 110
El infierno a Plutón, a la diosa Pandora los dones,
A Orfeo la música, hermosa sabiduría a Minerva,
Y el hado a las Parcas, los dones de la castidad a Penélope,
Y a la caza el esclarecido en saetas Acasto,
La guerra a Marte, a Demóstenes el orador el donaire, 115
Y Flora a las flores, y están a Feronia sujetos los bosques,
Fingen a Pan, dios de los pastores, señor de la naturaleza,
De tal guisa, rey Vulcano, se te atribuye
Lo que pertenece en el orbe a toda obra de herrería.
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