-“Mahoma, que en llanto has tenido el amargo
penar de los turcos1,
Vino el día postrero y de los lamentos el tiempo,
La fama e imperio nuestro perece del todo; la altiva 50
Y harto sañuda gente española nuestras galeras
Perdió2,
y enrojece el mar con nuestra sangre a lo ancho”
Dijo, y Mahoma, de rabioso furor rechinante,
“Impía raza -dice-, raza pésima, ¿conque
No es suficiente que nuestros montes de cumbre nevada 55
Desampararan del Zangarrón los moriscos
cultores3?
¡Por el sagrado templo y los propios altares de Meca
Que no quedarán impunes! yo invocaré al magno Tártaro,
A las espantables Furias, y aliados diré a los diablos.
¡Oh, si volver a pisar de la tierra los reinos pudiera, 60
Qué matanzas, con cuánta sangre los ahogaría!4
Mas ¿con qué tretas os dejó tal aspecto esa gente?
¿Qué tamaño lance pudo hundir las galeras?”
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1
Parodia del v. 1 de la Psychomaquia de Prudencio, que es a su
vez calco virgiliano (cf. ap. de fuentes).
2
Cf. glosario s.u. ‘perdere’.
3
Cf. glosario s.u. ‘zangarronicola’. Los “montes de cumbre
nevada” son, con toda verosimilitud, los Pirineos, como metonimia
de España. De Bunes Ibarra señala la importancia del tema del
zancarrón en los antialcoranes (tratados de polémica religiosa
escritos por los cristianos durante los dos primeros siglos de la
Edad Moderna): “Quizá el episodio de mayor éxito ente los
cristianos fue el del zancarrón. Al igual que sobre la muerte de
Mahoma, existen diferentes versiones sobre esta extremidad. La mayor
parte de los autores cree que es una pierna, aunque hay algunos que
hablan de un brazo o de un retrato [...] La personalidad de Mahoma,
que estaba plagada de vicios y errores, pasa a todos y cada uno de
sus seguidores, convirtiéndose en una representación viviente del
“falso profeta” (cf. MIGUEL ÁNGEL DE BUNES IBARRA, La imagen
de los musulmanes y del norte de África en la España de los siglos
XVI y XVII: los caracteres de una hostilidad, C.S.I.C., Madrid
1989, p. 212-213).
4
Mahoma era el protagonista absoluto de los antialcoranes,
“acusándole de ser el origen de algunos de los males que padece
la cristiandad de estos dos siglos” (cf. M. A. DE BUNES IBARRA,
o.c., p. 203).
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