CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 27 de diciembre de 2014

FOLENGO Y LA CRÍTICA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XX




En el siglo XX ha sido escaso el interés en nuestro país por el género macarrónico y la figura de Folengo, a pesar de la creciente evidencia de su presencia en la literatura vernácula. Parece, en este caso, que se han combinado prejuicios estéticos y el desconocimiento o desinterés por las relaciones de la literatura española con el Renacimiento italiano. En 1901 Adolfo Bonilla y San Martín ofrece la primera mención bibliográfica del poema de Vergara, y en 1904 realiza una descripción del manuscrito. Entretanto, Antonio Paz y Melia en la segunda serie de sus Sales españolas (1902) edita Bald., Merl. y Pep. Las posteriores llamadas de atención sobre la presencia de Folengo en España provienen del extranjero. De tal suerte, en 1912 J. P. Wickersham Crawford señala y estudia la Moschaea folenguiana como fuente de la Mosquea de José de Villaviciosa1. En 1938 Eugenio Mele indicaba el error de Antonio Gasparetti y Rodríguez Marín al identificar al "Merlín" mencionado en la Gatomaquia lopesca con el mago Merlín de la tradición artúrica, y revisaba los otros pasajes de Lope en que menciona a Merlín Cocayo2. En 1948 Luigi Messedaglia reconsideraba los argumentos que expuso Bonaventura Zumbini en 1866 para establecer el episodio de las lecturas caballerescas del Baldo niño como idea precursora de la locura de don Quijote3. De acuerdo con Rodríguez Marín y Croce, señalaba que Cervantes había tomado la locura de don Quijote de casos reales ocurridos en su época por la lectura de libros de caballerías, y marcaba, además, una diferencia fundamental entre don Quijote y Baldo: el primero es un auténtico loco después de sus obsesivas lecturas, mientras que el segundo es un héroe de la más genuina tradición caballeresca antes, durante y después de sus lecturas infantiles, que constituyen un episodio anecdótico en su vida, y no una conditio sine qua non como en el caso del hidalgo manchego. Pasaba acto seguido Messedaglia a analizar posibles reminiscencias de Folengo en el Quijote: rechazaba como tradicionales los motivos de crítica a los venteros, el símil del tesoro de Venecia y la invectiva contra las armas de fuego presentes tanto en el Baldus como en la novela de Cervantes; al tratar de las evidentes semejanzas existentes entre el procedimiento de la muerte fingida a cuchillo y con dispositivo lleno de sangre en las bodas de Camacho y la de Berta en el Baldus a manos del falso cuchillo de San Bartolomé4, Messedaglia prefiere afirmar que en la narración cervantina no hay nada de origen folenguiano, y señala como posible fuente de Cervantes un episodio similar contenido en Le piacevoli notti de Straparola, que fue traducida por Juan Francisco Truchado en 1583. Como conclusión, el crítico cisalpino afirma que no hay ecos seguros y probados que puedan situar las macarroneas folenguianas como "fuentes" del Quijote. En 1950 Carlo Cordié lamentaba la no inclusión de artículos sobre los hermanos Folengo (recordaba la misión encomendada por Pablo IV a Giambattista de "visitar" los conventos benedictinos en España) y la poesía macarrónica en el Diccionario de literatura española publicado por la revista de Occidente el año anterior, y animaba a los investigadores españoles a buscar nuevas trazas de la fortuna de Folengo5.

En 1961 José López de Toro inaugura propiamente los estudios sobre el género macarrónico en el siglo con un artículo sobre la composición de Vergara, que contiene una pequeña introducción y estudio previo a la edición del poema según el manuscrito descrito por Bonilla en 19046. En 1963 Vittorio Camera de Asarta arruina las hipótesis de Messedaglia al descubrir un calco textual folenguiano en el Quijote. Para la manera en que Cervantes presenta a Rocinante (Quijote I, 1: "tenía [...] más tachas que el caballo de Gonela, que "tantum pellis et ossa fuit") la crítica anterior había señalado como fuente el verso 565 de la Aulularia u otro de los Captiui de Plauto que dice pellis et ossa totust. Camera de Aserta señala las diferencias existentes entre las dos frases y cómo la presunta fuente plautina deja sin resolver el problema de la mención de Gonela. Recuerda, asimismo, que Cervantes era un apasionado lector de los autores italianos del Renacimiento, cuyo conocimiento pudo adquirir tanto en España como durante su estancia en Italia (1569-1571). Así, entre los Epigrammata de Folengo Camera de Asarta destaca uno titulado Ad Falchettum, que contiene la fuente exacta de la cita cervantina (Stare parangono Gonellae nempe cavalli, / posset, qui tantum pellis et ossa fuit)7.

Los estudios sobre la presencia folenguiana en Cervantes tienen su culminación en 1973 con la publicación del libro Fuentes literarias cervantinas, de Francisco Márquez Villanueva, quien dedica un extenso capítulo a "Teófilo Folengo y Cervantes". Investigador concienzudo, Márquez Villanueva conoce las principales aportaciones de la crítica folenguiana anteriores a los años setenta (De Sanctis, Paoli, Luzio, Cordié, Billanovich, Tonna, Bernardi Perini, Parodi, Bonora, Croce, Goffis, etc.). El crítico español abre su estudio ofreciendo una definición de latín macarrónico acorde con la paoliana, alude brevemente a la creación del género en el norte de Italia, y a Teófilo Folengo, de cuyo Baldus V expone con detalle el argumento. Márquez pasa revista también a la poesía macarrónica española que le era conocida (Bald., mach., Scrib., otios., Merl., metr., Pep.), y a los testimonios literarios de la fortuna de Folengo en nuestro país (la adaptación sevillana de 1542, Arias Montano, Barahona de Soto, Fernández de Velasco, Lope de Vega, fray José de Sigüenza, Villaviciosa, Suárez de Figueroa). Tras este a modo de preámbulo, Márquez viene a tratar específicamente de la presencia folenguiana en el Quijote. El artículo de Camera de Asarta le anima a buscar otros ecos merlinianos en la novela inmortal8. Considera, pues, como tales el suicidio fingido de Basilio en las bodas de Camacho, para cuyos generosos banquetes encuentra Márquez también un "esquema sugeridor" en la prolija descripción del banquete que aparece en el lib. I del Baldus; el falso encantamiento de Dulcinea que Sancho presenta a don Quijote tiene un precedente en el engaño con que los frailes de la Motella le roban a Zambello su vaca Quiarina9. Se analiza el tema de los gigantes en la tradición caballeresca medieval, en la épica renacentista italiana (Pulci, Folengo), en Rabelais y su presencia en Cervantes. Márquez remite ciertas afinidades estructurales de Quijote I con el Gargantúa (comenzar y acabar con poemas burlescos de resonancia enigmática y de espíritu parecido, como los versos preliminares de Urganda la desconocida, y los ridículos papeles de los Académicos de Argamasilla, cuyo hallazgo se relata en la última página) a las prosas introductorias de la red. T, donde se narraba el hallazgo fabuloso de la obra de Merlín Cocayo10. Considera Márquez que la presencia de Folengo en el Quijote se define como parte del problema mucho más amplio de sus relaciones con la épica culta italiana. Analiza, a continuación, la posible influencia de Ariosto en Cervantes, para acentuar, con más fuerza, su radical diferencia de planteamientos artísticos. Comenta Márquez que la idea de considerar el Baldus como una decidida parodia cómica del tema caballeresco llevó a los críticos italianos a apresurarse a reclamar para la literatura italiana una primacía básica en la génesis del Quijote; estudia, de tal suerte, las hipótesis de Zumbini, y las refuta con argumentos similares a los de Messedaglia, aunque independientemente de él11, y niega, por otra parte, con Croce, Salsano y Ramat frente a De Sanctis, Fòffano, Cian, Cordié y Bonora, que haya ningún propósito paródico ni satírico en el Baldus, sino, más bien, un respeto escrupuloso hacia los paradigmas de la literatura caballeresca. Finalmente, tras señalar que Folengo y Cervantes difieren, en lo personal, como lo cóncavo y lo convexo, Márquez estrecha las relaciones entre sus obras:

"Con todo, la deuda material de Cervantes para con Folengo es, probablemente, mayor de lo que hacen suponer los paralelismos aislados que ya se anotaron12. El Baldus es también una obra maestra que causaba honda impresión en los ingenios más despiertos y conocedores, como basta a probar su reconocida huella en la obra de Rabelais [...] Incluso las dos partes del Quijote tienen cierto parecido de conjunto con las dos mitades del Baldo, con una primera sección en que se juega el tema del conflicto material entre caballería y sociedad, y una segunda en que el héroe parece como perdido en un mundo misterioso y abundante en sorpresas, donde halla caballeros andantes y palacios encantados "reales". Muy en primer término, hay en Folengo un amplio tema de base que continúa siendo también crucial en el Quijote. Se trata de la pugna de Baldo con la plebe campesina o burguesa de Cipada y Mantua que narran los once primeros libros del poema. Baldo y sus amigotes mantienen un forcejeo enconado con la vileza y estupidez de los destripaterrones, simbolizada, sobre todo, en Zambello, y la tiranía odiosa de los esbirros y magistrados que encarna el praetor Gaioffo [...] En el Quijote se trata del conflicto, matizado a maravilla, entre el temple heroico del ingenioso hidalgo y la estrechez humana de curas, barberos, bachilleres, amas y sobrinas de su aldea manchega [...] El paladín carolingio y su tropa no pueden subsistir como tales en una comunidad humana dominada por el igualitarismo estatal, con sus leyes, sus jueces, y sus gendarmes. Son en medio de ella un elemento antisocial, anárquico, un cuerpo extraño que es preciso eliminar [...] Folengo tiene que llevárselos a un mundo imaginario, hecho a medida, pero que se define también como un absurdo todavía más negativo y estéril, sin final ni escapatoria posible [...] La nítida formulación de esta idea del anacronismo de la caballería aclara bien cómo y por qué debió de ser Folengo uno de los autores que más interesaran a Cervantes. El gran libro macarrónico se nos acredita como fuente conceptual y temática de importancia superior a cuanto quepa ver en Ariosto, cuyo supuesto influjo se ha tendido a considerar, bastante a la ligera, como clave de las relaciones de Cervantes con la literatura del Renacimiento italiano"13.

Un año antes, en 1972, aparecía un trabajo de Alberto Blecua, que representa, junto con el de Márquez Villanueva, la cumbre de los estudios sobre la fortuna de Folengo en España14. Blecua estudia con detenimiento la traducción sevillana del Baldus de 1542, de la que se conoce un único ejemplar, realizada sobre la red. T. Se trata, como se ha dicho arriba, de una adaptación libérrima de la obra folenguiana, que es presentada como parte de una novela de caballerías. El crítico estudia las moralidades y fábulas intercaladas por el traductor-adaptador, y llama particularmente su atención el desarrollo novelesco de la etopeya de Cíngar de Baldus T II en una autobiografía desenvuelta en forma de narración oral ante un corro formado por Baldo y sus compañeros. Cíngar se presenta como un "pícaro -un astuto en la obra- arrepentido" que cuenta su propia vida desde la niñez. El paralelismo con los relatos autobiográficos de los protagonistas de la novelística picaresca posterior resulta evidente para Blecua, así como sus peculiaridades: el Cingar representa la vida de un ladrón arrepentido, como será Guzmán de Alfarache, no la de un niño que, como Lázaro, hurta para comer, y sólo cuando es niño, cuya existencia está, además, condicionada por su medio ambiente, mientras que Cíngar gozó de libre albedrío para elegir su género de vida como en la picaresca del siglo XVII; por otra parte, tanto en Cingar15 como en el Lazarillo se consigue plenamente que unos episodios tradicionales se incorporen como experiencias en la vida de un protagonista. Blecua estudia los episodios16 y la estructura de Cingar, su evidente designio de realismo y verosimilitud, y los más que notables paralelismos con el Lazarillo (forma autobiográfica, división estructural tripartita con una distribución del tiempo similar, motivo del hambre, deseo de ascensión social, arranque folklórico, prolongado servicio y robo a un ciego), que le llevan a concluir que el autor del Cingar utilizó un manuscrito del Lazarillo o un "Ur-Lazarillo" estilísticamente parejo al que hoy conocemos. Con todo, "el Cingar, por el tema y por su tratamiento ejemplar, se aleja del Lazarillo y se aproxima a la novela picaresca del siglo XVII, de la que es un rudimentario y esquemático antecesor"17. Blecua analiza, finalmente, los libros 2º y 3º del Baldo, que siguen las aventuras de los héroes folenguianos donde acaba el Baldus, y que constituyen unas novelas de caballerías con finalidad didáctica y ejemplar.

En el mismo año 1972 Fernando Lázaro Carreter reseñaba el artículo de Blecua, cuyas reticencias a considerar el Cingar como modelo del Lazarillo le parecían injustificadas: en su opinión, el autor del Lazarillo, leyendo el Cingar, pudo concebir las posibilidades de una autobiografía picaresca, sin que haya, por otra parte, en el Cingar nada que presuponga el Lazarillo18.

El revelador hallazgo de Blecua no parece haber despertado mayor interés por Folengo como fuente literaria o por la poesía macarrónica en general. El silencio de la crítica se mantiene hasta 1984 en que Antonio Torres-Alcalá, quien, paradójicamente, desconoce los trabajos de Márquez Villanueva y Blecua, publica una monografía sobre el fenómeno macarrónico en España. En su primer capítulo, presenta el latín macarrónico como lenguaje intencionalmente híbrido, concebido como parodia del Humanismo, del que es producto, y expone una concisa "Grammatica Macarroniae". En el segundo, distingue el macarrónico de otros hibridismos lingüísticos19. En el tercero, trata brevemente del ambiente, el periodo histórico y los escritores (Renacimiento italiano, Tifi Odasi, Folengo), y del estilo paródico macarrónico y su prosodia. En el cuarto, hace un recorrido por la macarronea en Italia (antes y después de Folengo), Francia, Inglaterra y Alemania, y, finalmente, en España. Torres-Alcalá conoce los textos de la ed. de Paz y Melia reeditados en la BAE (Bald., Merl., Pep.), y los de Marq., y metr. A todos ellos dedica una pequeña introducción, así como a dos composiciones poéticas híbridas20, a "la macarronea en el teatro y la prosa" (Gil Vicente, Lope de Vega, Torres Naharro, Sánchez Barbero, Isla, Ignacio Calvo), y a la macarronea portuguesa. En un último capítulo, señala la necesidad e interés de futuros estudios lingüísticos sobre el lenguaje macarrónico. En apéndice reproduce los textos de Bald., las dos composiciones híbridas citadas, Marq., metr., Merl., Pep., los dos primeros capítulos de la traducción en prosa macarrónica del Quijote por parte de Ignacio Calvo, y cuatro macarroneas portuguesas del siglo XVIII.

En el mismo año 1984 Juan Gil propone algunas brillantes correcciones textuales al texto del Bald. editado por López de Toro en 196121.

Ni la aparición de la obra divulgativa de Torres-Alcalá ni la posibilidad que afirma de nuevos descubrimientos en este campo sirve para animar a nuevos investigadores. En 1990, dentro de un apartado titulado "Paulo minora" pp. 67-70 del Boletín informativo de la delegación de Madrid de la S. E. E. C., Vicente Cristóbal incluía "como pasatiempo y curiosidad" algunos fragmentos del lib. I del Baldus, tomados de un ejemplar sin identificar de la B. N. de Madrid, aunque no hay duda de que se trata de uno de la red. V.

En su excelente obra sobre el poliglotismo en el teatro lopesco publicada en 1991, Elvezio Canonica de Rochemonteix nos recordaba, remontándose al brillante momento investigador de comienzos de los setenta, las frecuentes alusiones a Merlín Cocayo y su obra en la de Lope, y observaba, no obstante, que éste no imitó a Folengo en su teatro, en el que los fragmentos en latín que aparecen remiten a la tradición del 'latín de sacristía' o grossus de Juan del Encina, Torres Naharro y Gil Vicente22. En 1995, Juan F. Alcina, dentro de su famoso Repertorio23, le dedica un artículo a la "Macarronea", en la que ofrece una descripción bibliográfica de los mss. y ediciones de Bald., mach., y Scrib., noticias sobre la actividad macarrónica del Renacimiento (Ambrosio de Morales, Francisco Pacheco, Leyva, Guevara, Lope de Vega), y bibliografía (Mele, Blecua, Márquez Villanueva, Torres-Alcalá); posteriormente, el mismo Alcina señalará al macarrónico como uno de los géneros poéticos más originales del pleno Renacimiento24. Al año siguiente, aparece un artículo de Xaverio Ballester sobre dos poemas macarrónicos polacos del alcañizano Ruiz de Moros25. Acerca de ellos realiza un minucioso estudio léxico, y prosódico-métrico, que constituye un notable ejemplo de endocrítica en su absoluta falta de referencias a la tradición macarrónica. Del mismo 1996, finalmente, hemos de citar el sugerente y ponderado estudio y edición crítica de la macarronea de Iriarte realizada por Francisco Salas Salgado26.













1 Cf. J. P. WICKERSHAM CRAWFORD, "Teofilo Folengo's Moschaea and José de Villaviciosa's La Mosquea", Publications of the Modern Language Association of America, XXVII, 1912, p. 78: "La Mosquea has been looked upon by the historians of Spanish literature as an original work. I propose to show that Villaviciosa simply translated and developed a macaronic Latin poem entitled Moschaea, composed by the Italian Teofilo Folengo, better known by his pseudonym Merlin Coccaio". Wickersham revisa el contenido de cada uno de los nueve cantos de la Mosquea señalando su fuente folenguiana. El crítico parece desconocer Mosch. C y V ("Two youthful works of Folengo, La [sic] Moschaea and La Zanitonella were published with the final version of the Macaronea in 1521 [...] The edition which I have used was published at Venice in 1572, and contains, besides the Moschaea, the Macaronea, Zanitonella, and Libellus Epistolarum" [p. 81]), y utiliza un ejemplar de T4, según la clasificación de Zaggia, p. 562. Acierta, no obstante, en presentar la Mosquea de Villaviciosa como derivada de Mosch. T: en Mosquea, canto VII estrofa 39 se habla de un Fifogel, jefe de los piojos, que se corresponde con Fitfolgel, rey de los piojos (cf. Mosch. T III 103), cuyo nombre se cambia en Furfa en las siguientes redd. (cf. Mosch. C-V. II 50); el canto VIII de la Mosquea, que narra los preparativos que se realizaron en el Infierno para recibir las almas de los combatientes, es un desarrollo de Mosch. III 119-156, episodio que falta en las redd. C-V (cf. cap. IV. 3. 1).
2 cf. EUGENIO MELE, "Lope de Vega, Merlin Cocai e Luciano", GSLI, CXII, 1938, p. 323.
3 Cf. L. MESSEDAGLIA, "Reminiscenze di Merlin Cocai nel Don Quijote?", Atti dell'Istituto veneto di scienze, lettere ed arti, 1947-48, t. CVI, Parte II, Cl. Di Scienze morali e lett. Citamos por la reedición de este artículo en L. MESSEDAGLIA, Vita e costume della Rinascenza in Merlin Cocai, Padova 1974, 2 volumi con numerazione continua (Medioevo e Umanesimo, 13-14), pp. 98-108.
4 Cf. entrada enlazada n. 15.
5 Cf. .CARLO CORDIÉ "I fratelli Folengo e la Spagna", Letterature moderne, I, 1950, p. 67: "Ho potuto almeno specificare che lo studioso spagnolo [ i. e. Rodríguez Marín] aveva indicato per una cattiva lettura, in quanto all'editore del libro maccheronico, "Borgõzole" in luogo di "Gorgõzole" (si tratta di una rarissima ristampa della redazione cosiddetta Toscolana, apprestata da Niccolò Gorgonzola -tutt'altro che nome grottesco fittizio come diceva il Luzio!- nel 1522): egli aveva però aggiunto che un altro esemplare delle Maccheronee doveva avere appartenuto al famoso letterato, e suppose -citando evidentemente a caso- che si trattasse di un'edizione De Gobbis 1581 ovvero di una De Imbertis 1585". Las tres ediciones citadas por Cordié son respectivamente, T2, T6 y T7 en la clasificación de Zaggia, p. 562.
6 Cf. .J. LÓPEZ DE TORO, "El primer poema macarrónico en España", Studia Philologica. Homenaje ofrecido a Dámaso Alonso, II, Madrid 1961, pp. 401-411.
7 Cf. V. CAMERA DE ASARTA, "Consideraciones sobre un punto dudoso del Quijote", Revista de filología española, XLVI, 1963, pp. 179-180.
8 Márquez ofrece valiosas precisiones complementarias al artículo de Camera de Aserta: "La cita no puede proceder de la Paganini, que carece de los epigramas finales, ni de la Toscolana, donde la cabalgadura no pertenece a Gonela, sino a un tal Bertuzzo (Stare parangono Bertuzzi nempe caualli...) [...] Gonela es mencionado en dicho pasaje sólo en las versiones tardías (Cipadense y Vigaso Cocaio). De entre ambas no es fácil que Cervantes conociera la Cipadense, muy poco difundida en dos única ediciones de 1539-40? y 1555; lo más probable, por tanto, es que recordara allí la versión definitiva Vigaso Cocaio, Venecia 1552, 1554 y 1561" (pp. 283-284 n. 36). Entre las dos redacciones del epigrama sólo existe una variante irrelevante que no afecta al dístico citado (cf. ed. Zaggia p. 516).
9 En Baldus T VII 35-89 (correspondiente a Baldus V VIII 368-445) se narra una burla sufrida por el obtuso Zambelo de parte de un fraile desaprensivo que le arrebata su vaca Chiarina apostando que se trata en realidad de una cabra, y recurriendo al testimonio de un segundo fraile compinchado con él. El pícaro Cingar se encuentra entonces con el lloroso Zambelo, y al enterarse del motivo de su pena, se sorprende de que éste haya prestado crédito a un fraile, y pronuncia una diatriba contra el número excesivo de éstos, originado por la cantidad ingente de falsas e interesadas vocaciones que desprestigian a los verdaderos religiosos (cf. Baldus T VII 109-168; ib. V VIII 474-521).Sin embargo, esta forma de engaño consistente en convencer a alguien de una evidente mentira mediante el testimonio de testigos confabulados nos parece que deja una huella más evidente en Quijote I 44-45, donde parte de los huéspedes de la venta se ponen de acuerdo para dar la razón a don Quijote en su disputa con el barbero sobre si la bacía es tal bacía o el yelmo de Mambrino.
11 Márquez tiene incluso noticias (p. 335 n. 99) de la próxima publicación de un libro póstumo de Messedaglia (cf. supra n. 44) "que incluye un estudio acerca de Folengo en España y especialmente en Cervantes", pero ignora que éste se trata de una recopilación de artículos anteriores.
12 Blecua, o.c., p. 178 hacía referencia a estos y otros paralelismos: "Que Cervantes conocía la obra de Folengo es un hecho evidente, puesto que incluso menciona un verso del italiano, como ha señalado Vittorio Camera de Asarta, y es probable que fueran suscitados por el Baldus el uso de los epitafios iniciales del Quijote, la cueva de Merlín y Montesinos o el episodio de Sancho despojando a los frailes (Y el ya mencionado falso milagro del cuchillo, muy parecido al falso suicidio de Basilio. Y como nota curiosa, que no creo que tenga relación con Cervantes, diré que en algunas ediciones del Baldus que llevan grabados se puede ver a Cingar cabalgando en un asno). En el Persiles también Periandro se quiere mostrar "astrólogo excelente" como Cingar, pero el sentido autocrítico cervantino corta la digresión didáctica". Quizás podría aducirse en este punto el conato de descripción de los cielos por Sancho en Quijote II 41.
13 Cf. F. MÁRQUEZ, pp. 349-354.
14 Cf. A. BLECUA, "Libros de caballerías, latín macarrónico y novela picaresca: la adaptación castellana del Baldus (Sevilla, 1542)", Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, XXXIV, 1971-72, pp. 147-239.
15 Blecua denomina Baldo a la adaptación de 1542 para diferenciarla del Baldus folenguiano, y Cingar al episodio autobiográfico referido. Blecua presenta tal nombre como agudo: "En el texto latino el nombre presenta acentuación llana en el nominativo y esdrújula en los restantes casos. He preferido transcribir la palabra como aguda, porque ésta es la tendencia general del castellano y, sin duda, así la pronunciaban los lectores de la época" (cf. o.c., p. 179 n. 1). Lamentablemente, no vemos manera de comprobar tal afirmación de Blecua. Acad. presenta el español cíngaro como derivado del ital. zingaro, y preferimos atenernos a esta línea de evolución, concorde con la intención originaria del nombre, que nos permite además conservar la acentuación del antropónimo en las macarroneas folenguianas.
16 Sobre uno de estas anécdotas picarescas (Guarico Guarnidor -ocasional maestro de delitos de Cíngar- roba al prestamista) Blecua indica escuetamente: "La misma estafa se relata por extenso en el Guzmán de Alfarache (2ª., II, 5-6)" (p. 201). Años más tarde e independientemente de Blecua (así lo afirma el autor en un Korrekturzusatz final, donde dice haber tenido conocimiento del estudio de Blecua cuando su artículo estaba ya compuesto y compaginado), B. KÖNIG, "Der Schelm als Meisterdieb", Romanische Forschungen, XCII, 1980, pp. 88-109 presenta este episodio del Baldo castellano como fuente del Guzmán II, II, 5-6. Un año después, (cf. ID., "Margutte-Cingar-Lázaro-Guzmán...") König describe las características del Baldo castellano -parece ofrecer una signatura más completa que Blecua [257. 9 Hi 2º (2)] del único ejemplar existente, localizado en la Herzog August Bibliothek de Wolfenbüttel, e informa de que en la signatura precedente [257. 9 Hi 2º (1)] aparece el tercer libro de la serie caballeresca: La Trapesonda que es tercero libro de don Renaldos [...]- e intenta demostrar cómo el nacimiento de la figura del "pícaro" español y del género de la "novela picaresca" es deudor de la epopeya cómico-burlesca italiana y sus versiones en prosa españolas. Analiza, así, las figura de Margutte, sus huellas en el Cíngar folenguiano, y su plasmación en el Cingar castellano. König considera como originalidad de este relato el haber superado el modelo narrativo del Asno de Oro, para constituir la fuente de la técnica narrativa autobiográfica del Lazarillo, y señala a Guzmán como el verdadero sucesor de Margute y Cíngar como carácter y tipo.
17 Cf. A. BLECUA, o.c., p. 224.
18 Cf. F. LÁZARO CARRETER, "¿Nueva luz sobre la génesis del "Lazarillo"? Un hallazgo de Alberto Blecua", Ínsula. Revista bibliográfica de ciencias y letras, XXVIII, nr. 312, noviembre 1972, pp. 3, 12-13.
20 Bajo el título de "macarronea grossa" A. TORRES-ALCALÁ, "Verbi gratia": los escritores macarrónicos de España, Porrúa Turanzas, Madrid 1984 reproduce dos composiciones integradas en ediciones de Academias de la segunda mitad del siglo. Pero, a pesar de la presencia de macarronismos, son poemas escritos en un lenguaje híbrido no macarrónico y en esquema métrico vulgar; por otra parte, versos como "Et et lastima necarle", "numquam salieron de valde", del primer poema, o "Tole, tole de delante / tuam figuram, y piensa, / que estoy atemorizatus / tantum de mirarte cerca" del segundo, están muy lejos del Humanismo que se encuentra en la base de la auténtica macarronea, nombre que sí merece el poema citado de López de Úbeda, que Torres-Alcalá (p. 101) incluye, absurdamente, bajo el mismo epígrafe que los dos mencionados: "Si he agrupado este poema [i. e. Marq.] con los dos anteriores es porque falla en la métrica cuantitativa, que sólo imita de oído [!] y que está lejos de ajustarse a los cánones del macarrónico folenguiano".
21 Cf. J. GIL, "Interpretaciones latinas", Habis, 15, 1984, pp. 194-197.
22 Cf. ELVEZIO CANONICA DE ROCHEMONTEIX, El poliglotismo en el teatro de Lope de Vega, ed. Reichenberger, Kassel 1991.
23 Cf. J. F. ALCINA, Repertorio de la poesía latina del Renacimiento en España, Salamanca 1995, pp. 133-134.
24 Cf. J. F. ALCINA, "Entre latín y romance: modelos en la creación poética castellana de los Siglos de Oro", en J. Mª. MAESTRE MAESTRE-J. PASCUAL BAREA (coordd.), Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico I. 1. Actas del I Simposio sobre humanismo y pervivencia del mundo clásico (Alcañiz, 8 al 11 de mayo de 1990), Cádiz 1993, p. 20.
25 Cf. X. BALLESTER, "A propósito de dos poemas macarrónicos de Ruiz de Moros", Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico II. 3. Homenaje al Profesor Luis Gil, Cádiz 1996, pp. 1107-1125.

26 Cf. F. SALAS SALGADO, "La metrificatio invectivalis de Tomás de Iriarte o un episodio de la Querelle des Anciens et des Modernes", Humanistica Lovaniensia, vol. XLVI, 1997, pp. 326-362.

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