En las
actas del congreso folenguiano de 1991 se publica un estudio de Luca
Curti, Sul macaronico,1
donde se pasa revista al estado de varias ‘cuestiones’
macarrónicas, entre ellas la lingüística. Considera Curti que la
propuesta de definición de Paccagnella basada en el concepto de
“interferencia lingüística” de Weinreich no define la sustancia
del fenómeno, a pesar de que lo describa con exactitud2.
Prueba de ello sería para Curti el hecho de que Lazzerini, a pesar
de sostener la tesis opuesta, pueda sin dificultar aceptar, y hasta
englobar en su discurso la opinión de Paccagnella y Segre.
Lazzerini, aceptando el hecho de que el macarroneo se sitúa “sobre
un plano diferente respecto al hibridismo de los sermones, pasando de
la mezcolanza salvaje a una siempre más rigurosa codificación de la
interferencia lingüística”, rechaza una diferencia radical entre
los dos fenómenos tanto en sus conclusiones de 1982, ya
reproducidas, como en las de 1988: “pero insistir sobre las
diferencias parece francamente excesivo, cuando las analogías se
revelan, por decir poco, clamorosas; y sería quizás oportuno evitar
los distinguo demasiado sutiles, también por conjurar el
riesgo, siempre presente, de volverse más realistas que el rey; en
este caso, más macarrónico-puristas que Folengo, visto que los
macaronica verba atribuidos al nodarus no son
ciertamente fragmentos de la Zanitonella y ni siquiera de la
Tosontea, sino modestos especímenes de latín pedestre”3.
En
opinión de Curti la conclusión de Lazzerini resulta impecable, pues
no resulta lícito asignar, en una descripción realizada en términos
de “interferencia lingüística” un puesto diferente a Tifi o a
fray Valeriano da Soncino, al latín del nodarus o al de
Tognazzo (personaje de la Zanitonella folenguiana), o incluso
al de Pomponazzi: “se podrá, a lo más, distinguir entre
diferentes grados de complejidad, o entre el relieve (mayor o menor)
de los componentes [de] la mezcla lingüística; pero no hay razón
para excluir una u otra expresión mixtilingüe del canon de la
“interferencia””4.
La diferencia va a buscarla Curti en argumentos extralingüísticos.
Curti
empieza por tomar el recurrente ejemplo del nodarus, cuyas
palabras son interpretadas por Lazzerini como macarrónicas5.
Para Curti la clave del problema radica, precisamente, en el autor de
la definición, único hecho que explica que la lengua del notario,
“instrumento de honradísimo oficio”, sea definida de tal modo,
pues este definidor, que observa desde fuera este lenguaje manejado
con seriedad, lo ‘bautiza’ y se ríe de él. Este tal es el poeta
macarrónico, cuyo blanco es el nodarus. Y no cree Curti que
sea útil distinguir entre macarrónico consciente (el de Folengo) e
inconsciente (el del nodarus): en su opinión sólo existe el
macarrónico consciente6.
Curti
entiende, pues, el macarrónico en un sentido mucho más restringido
que Lazzerini, es decir, limitado a los textos de los poetas que se
definen y se presentan como ‘macarrónicos’. Para establecer
claramente la diferencia, le es preciso definir el “carácter
distintivo” del macarroneo. Lazzerini, por su parte, lo había
situado “en las cosas ‘da rider’ [...]; en la disonancia
lingüística variamente perseguida, y, sobre todo, en la materia
obscena, escatológica o rústica vertida en los crudos idiotismos
que sobresalen dentro de la austera estructura del verso clásico”7,
y este carácter cómico puede sin duda encontrarse en fragmentos de
los sermones híbridos e incluso en textos más antiguos.
Curti
afirma que es ciertamente indiscutible que se produce comicidad
sirviéndose de un lenguaje híbrido, pero que “lo que aparece como
exclusivo del macarrónico es [...] la producción de comicidad a
través de la mera presencia de la mezcolanza (así como, entiéndase,
de la interferencia)”8.
Ilustra su idea con dos textos; el primero, tomado de un sermón de
Bernardino da Feltre:
Costume
et consuetudo est de grandi dicitori et oratori, nel suo parlar far
gran mostra in principio, et ostendere ciò che sanno. Ita quod
graeci, latini, antiqui et moderni sono accordati a non sermonizare
sine magnis exordiis et prohemiis.
Y el segundo, es un verso de la
Macaronea de Tifi:
Ad finem misse oculis
guardate la terra.
Señala
Curti que en ambos textos existe ‘contraste’ (en el caso en
cuestión, simple yuxtaposición ) entre latín y vulgar; que en
ambos casos no hay vocabulazzi, es decir, macarronismos, que
para Curti son “expediente principal y fácil de todo tipo de
creación de comicidad, y que podrían, pues, ayudar a cancelar
distinciones importantes”9,
y que no obstante resulta claro que el primer texto es serio y el
segundo por contra cómico, a pesar de usar los mismos materiales
lingüísticos.
Curti no
pretende decir que el texto de Bernardino no haga reír mientras que
el de Tifi sí, sino que en el primero el paso de un idioma a otro es
concebido como mero instrumento de comunicación, mientras que en el
segundo el mismo procedimiento es visto como cómico10.
Tal
restricción significativa en el macarroneo debe basarse, según
Curti, en una clave extralingüística basada en una relación
unívoca entre autor y lector. El autor se duplica en una ‘primera
persona’, el propio autor de la macarronea, cuyo retrato
corresponde en líneas generales al de un humanista típico, y en una
‘segunda persona’, el autor “macarrónico”, escritor ficticio
que parece pensar que la lengua del nodarus y de los
predicadores sirve para escribir hexámetros de cuño clásico. La
solidez de este juego literario queda asegurada por los rasgos de
maestría métrica y erudita propios de la primera persona, mientras
que la segunda queda en evidencia (y expuesta así a la risa)
mediante el intencionado empleo del latinus grossus, los
disparates sintácticos, las intrusiones del dialecto y la cultura
que encarna11.
El lector, por su parte, si posee un bagaje cultural similar al de la
primera persona macarrónica, podrá apreciar el juego literario sin
confundir las personas, sancionando así el acto comunicativo
macarrónico, que constituye la razón sine qua non de la
macarronea.
2
Cf. ib., p. 155
3
Cf. L. LAZZERINI, Il testo..., pp. 114-115 cit. por L.
CURTI, o.c., p. 156
4
Cf. L. CURTI, o.c., p. 156
5
Cf. en este blog las entradas bajo la etiqueta "Lucia Lazzerini" donde se dan la cita, concretamente en las nn. 11 y 4 de las dos últimas entradas respectivamente.
6
Cf. L. CURTI, o.c., p. 157
7
Cf. L. LAZZERINI, o.c., pp. 116-117 cit. por L. CURTI,
o.c., p. 159-160
8
Cf. L. CURTI, o.c., p. 161
9
Cf. L. CURTI, o.c., p. 160
10
Cf. ib., p. 161
11
Cf. ib., pp. 161-165
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