Ilustración, como es habitual, de la redacción Toscolanense (1521) donde son diferentes los nombres de los antagonistas de Falchetto en este episodio.
Mientras tanto Cíngar busca a Falchetto y lo llama
insistentemente: silba, blasfema, jura, entra en cólera.
Baldo, pues, viendo que ninguno de ellos regresa,
penetra en el bosque, de una enorme tarja cubierto,
y ordena a Moschino guardar la galera de salteadores; 110
con quien se quedan Giuberto y el bufón de Boccalo;
estos tres a roncar comienzan, del sueño vencidos.
Siete, pues, compañeros, cuando juntos estarse
menester sería, y no alejarse del grupo,
hete que se dispersan, víctimas del destino. 115
El Sol descendía poco a poco a otros parajes,
y a los antípodas con su fulgor el día llevaba.
La Luna mostrábanos sus cuernos fuera del agua,
y las gafas traía que había tomado a su hermano.
Falchetto siente que tiene en el vientre las tripas vacías, 120
y con su piel entero se comería un ternero.
Ha poco los compañeros de carne caprina se hincharan;
no tiene él de cantar la gana, rugiendo sus tripas:
se arrepintió de cantar el lobo, con hambre quedando1.
Por eso arrastrando las patas, de perro mastín a la guisa, 125
cuando de la carestía castiga la plaga a los rústicos,
ve a lo lejos una pequeña luz en la noche;
ordena a sus patas que lleven allí a su vientre famélico,
aunque éstas flaquéanle por debilidad ostensible.
Finalmente encuentra de dónde viene la lumbre; 130
era, pues, de ladrillos crudos una casucha;
en ésta sin llamar a la puerta y sin anunciarse
entra, y entrando empuña la espada y su rodela.
Encuentra a un hombre allí bromeando con una bagasa,
que desdeñosa desprecia del feo viejo los tientos. 135
Feo era el viejo, más que ninguno canalla,
con giba de delfín y azafrán el color de su rostro.
No quédale un diente que en las encías mantenga su puesto,
y su narizota gotea cual agua de un alambique.
A veces, empero, aquella tunanta al viejo celoso 140
da cuerda, y sus besos tolera babosos la embaucadora,
y con melifluas palabras enreda al cornudo la zorra,
y del hocico lo lleva como si búfalo fuera.
Ésta es la Pandraga malísima, a quien no supera
de las putas ninguna en ponerte los cuernos. 145
Por tanto, cuando a Falchetto sus miradas dirige,
rauda y veloz lo acoge con los brazos abiertos,
como suele en amor la esposa al marido añorado.
Ante tamaña amabilidad quedose pasmado,
el papanatas ignora qué trampas emplea la guarra. 150
"¡Favor, damisela -dice-, dad de comer al hambriento!
Ya son tres los días que tengo la panza vacía.
Os ruego, si compasión a bellas damas adorna,
dadme un mendrugo de pan, y de vos seré un esclavo."
Dale respuesta el viejo: "Tienes razones a miles; 155
trae, Pandraga, comida, socorre al infelice."
Ésta, graciosamente vestida de blanca basquiña,
se mueve, y con gesto, risa, y garbo propio de puta,
preparando el banquete, se afana por dondequiera.
No bien terminara de la mesa cargar de viandas, 160
que, sobre sus patas erguido2, Falchetto de un pan hace presa,
que como una píldora traga, sin tocarlo de dientes.
Después de éste, otros dos, luego tres, y nunca de cierto
tregua hubo hasta que siete hogazas cayeron.
De beber gana, empero, entonces aquél no tenía, 165
no obstante da asalto con rápido diente a una jofaina,
donde, cual pepitas de plata, miles de huesos
del valle de Josafat3 encuentra, al hambriento encomiables,
como pescuezos, patas, ventrículos de las gallinas.
Esto todo cómeselo Falchetto en silencio. 170
Al fin, saciado el vientre con no pocos bocados,
agarra con ambas manos, sin limpiarse el hocico,
una enorme botella, por más que de cuarto la vea.
Y el desdichado, sorbiendo un mejunje de vino opiado,
presto rueda por tierra en sueño profundo sumido, 175
y yace cuan largo era, como si muerto se hallara,
y varias nocturnas quimeras vuelan en su cabeza.
Ese viejo patán, de nombre Beltrazzo, se ríe y,
riendo, abre bien grande su boca privada de dientes,
pues se divierte, de Susana4 ese viejo malvado, 180
en atrapar forasteros gracias a su putona.
Éste en verdad estaba más loco que treinta caballos,
del envidiar retoño, y más que gallo celoso,
tan encoñado, tan del amor de su puta transido,
que parecía comérsela con la sola mirada. 185
si acaso en las mejillas o frente de la muchacha
una mosca posaba, y aquélla no la espantaba,
presto iba a quitarle la mosca adulterio temiendo;
y mientras lejos la manda, decía: "¡vete, diablo!
¿Macho la mosca es o hembra?¡maldita bellaca! 190
tú de cuernos -temo- me pones una cimera".
Tal cosas diciendo, a correr se ponía,
y coger con la mano la mosca o la pulga intentaba,
y entre sus patas buscaba del macho los atributos.
Él mismo, pues, de Falchetto los miembros cargó de cadenas, 195
no aceptando que tal faena la haga su dama,
por evitar que un amante dormido a la adúltera tome.
Ésta, de las necedades del bobo marido sabiendo,
ríe, y riendo hace entender al viejo tronado
que está en el pozo la luna y la estrella Diana5 se ahoga. 200
Cuando bromea la chica, Beltrazzo bromea con ella:
quien ama sin tino, cuando ríe la amada, se ríe,
y cuando llora, tontamente llora con ella.
Levantan, pues, una piedra, que oculta una negra caverna,
donde hacen bajar con larga cuerda a Falchetto; 205
luego, recolocada la piedra, cierran de cárcel
la boca, y nadie jamás encerrado en aquélla,
puede en liberarse pensar, y en ver luz del día.
Mientras con tales sucesos el mundo al revés se nos pone,
esto es, que entierren vivo a Falchetto, y Leonardo, 210
muerto por mujeriles manejos, no sea enterrado,
a éste volvamos y demos la oveja de pasto a los osos.
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1cf. ESOPO, 75, "Fábula del lobo flautista y el cabrito".
2Recuérdese la naturaleza semicanina del caballero.
3Como recuerda Chiesa en el libro del profeta Ezequiel (cap. 37) se da la visión de un valle cubierto de huesos mondos.
4Referencia al episodio bíblico del libro de Daniel 13, donde dos viejos acosan a la joven Susana.
5Véspero, cf. I 553.