1. Manuscritos.
1. El manuscrito 3662 de la
B.N.
Ya se ha hablado en parte de este
manuscrito al tratar del tema de la autoría. Adolfo Bonilla y
San Martín lo describió en 1904: “Entre los manuscritos de la
Biblioteca Nacional de Madrid se conserva uno signado Mss-3.662
(antes M-170), que contiene interesantes documentos. Es un
tomo en folio, de hermosa letra del siglo XVIII, y se titula Copia
de varios versos para la Real Bibliotheca. Mide 312 x 212
milímetros, y consta de 50 hojas. Los originales deben parar en
Toledo”1.
El f. 2 recoge una advertencia
preliminar a la Callioperria, que ocupa los ff. 3-15v. El
poema macarrónico Bald. se presenta en los ff. 18-20, con un
número de 93 versos. El ms. contiene además una serie de
composiciones latinas de Juan de Verzosa, Juan Páez de Castro y
Álvar Gómez de Castro.
El texto de Bald. presenta el
conocido uso de ‘v’ al principio de palabra, tanto en posición
vocálica como consonántica, y en el uso de ‘u’, en interior de
palabra, tanto en posición vocálica como consonántica,
características del siglo XVI.
La subscripción “Pr.
Cerro” colocada al pie del folio primero hace deducir a José López
de Toro que el autor de esta “bella copia” fue Justo del Cerro, a
quien Cotarelo describe como “calígrafo escribiente de
ejecutorías, títulos de grandeza, hidalguía y certificaciones, de
quien dice Palomares en su Arte nueva (1776), pág. 109, que
‘siendo ya hombre que toca en la edad quincuagenaria, se ha
aplicado tan de veras al estudio de todo género de caracteres, con
tan continuas vigilias, que puede esperar el público alguna obra que
ilustre el nobilísimo arte de escribir’”2.
Los buenos oficios del copista quedan en evidencia si se compara la
copia de la Callioperria del ms. 3662 con la previa del ms.
18668-53, que permite identificar a aquélla como de la misma familia
que ésta.
Sobre el título de la copia de
Bald. figura, como ya se ha comentado, la siguiente anotación:
“Poema Latino Macarronico sacado de copia del originl.
de Juan de Vergara”. Pero una serie de lecturas corruptas
desautoriza a prestar crédito a la posibilidad de que estemos ante
el apógrafo de una copia directa y fiel del original. Piénsese, por
ejemplo, en Coraius por Cocaius (v.3), que es, como
sabemos, parte del pseudónimo (Merlinus Cocaius) con que
Folengo publica las redd. P y T de sus macarroneas. No resulta
verosímil pensar en un error de Vergara, así como tampoco resulta
lógico que se equivocara en la transcripción de macarronismos
folenguianos que manejaba sin duda de primera mano (cf. v.15.:
specauit por spiccauit; v.30: papellas por
padellas; v.55: eborante por sborante; v.89:
scanbientos por scambiettos, sgarrafet por
agraffaset). Otras lecturas son simplemente absurdas si se las
concibe salidas de la pluma del autor (cf. v. 28: set testam
por sed tetam; v. 32: cabellis por labellis;
v.33: in incontris por in nostris; v.61: hecho stili
por hec hostili; v.73: junctum por junctam;
v.87: fallit por sallit).
Ejemplos como los anteriores, así
como las variantes de las otras dos fuentes localizadas, nos llevan a
suponer que el antígrafo de que parte el copista Justo del Cerro no
es ciertamente el arquetipo del que derivaría toda la tradición
textual, sino un ramal de uno de los tres hipotéticos subarquetipos
que configuran el stemma codicum del texto.
1. 2. La fuente manuscrita de
la edición de Paz y Meliá (1902).
A pesar del criterio precientífico
de Paz y Melia de no hacer ninguna descripción de su fuente
manuscrita, puede afirmarse que se basa en un apógrafo procedente de
un subarquetipo distinto al de M2, a pesar del alto grado
de coincidencia que presenta con éste frente al manuscrito 8625.
Esta hipótesis se sustenta en los siguientes hechos:
-
El editor presenta el poema macarrónico como anónimo, lo que no sería posible si hubiera conocido la clara atribución de autoría de M2.
-
Paz presenta algunas lecturas propias (cf.aparato crítico: e, fbis, 3, 10, 13, 15, 20, 22, 30, 31, 33, 37, 38, 40, 42, 65, 72, 73, 75, 78, 80, 90). De ellas parecen preferibles a las del resto de fuentes sólo cuatro (cf. f.: CIRCVNSPECTO; v. 3: ipse; v.37: fortasse, v.73: junctam), que tienen un claro carácter de emendatio (piénsese que la primera y segunda coinciden con una corrección de López de Toro sobre M2 desconociendo la edición de Paz, y que la última de ellas coincide con una corrección de Juan Gil, desconocedor, igualmente, de la edición de Paz y Melia). Del resto algunas pueden explicarse como corrección ope ingenii de un amanuense o del editor moderno –aunque éste no diga nada al respecto, al igual que López de Toro en ocasiones- (cf. e, 10, 15, 22, 31, 33, 40, 42, 65, 72, 75, 78, 80, 90), y el resto como posible corrupción de la transmisión manuscrita o como errata de imprenta. Se deduce, en todo caso, que el editor moderno maneja un único manuscrito, pues cuando conoce otros recoge sus variantes como en el caso de su edición de la Pepinada de Francisco Sánchez Barbero.
-
Paz presenta algunas lecturas coincidentes con las del manuscrito 8625 en contra de M2 (cf. ap.cr.: 27, 28, 32, 50, 54, 82). La hipótesis de que ambas fuentes hayan coincidido independientemente en una labor de emendatio podría ser razonable en todos los casos, menos para el de michi (v. 54) frente al mihi de M2.
-
Paz presenta una glosa marginal a la voz latinum del v. 93 que no existe ni en M2 ni en el ms. 8625, y que es de una mano distinta a la del autor del poema.
1.
3. El manuscrito 8625 de la Biblioteca Nacional.
El poema
macarrónico Bald. aparece también recogido en la Miscelánea
de Álvar Gómez B.N. 8625 ff. 35-37, del siglo XVI. La portada del
ms., que denominaremos a partir de ahora M1, presenta la
siguiente anotación: “Gomecij Miscelanea tomo 4 tiene 141 folios”.
M1 ha sido descrito por I. Pepe y Antonio Alvar. El poema
macarrónico presenta un título distinto y reducido respecto a M2
y Paz: “Incerti authoris Macarronea. Ad dň
Baldũ Zingar
suus Capellanus”, y un número mayor de versos, 121. M1
omite los vv. 29, 44, 72, y 83 de M2 y Paz, e interpola 32
vv. tras el explicit de M2 y Paz.
El texto presenta una adhesión
total al uso ramista en el caso de ‘u’ vocálica e inicial de
palabra, y sólo parcial en caso de ‘i’. La grafía ‘j’ es
escrupulosamente respetada en los macarronismos.
Es conocida la historia de M1
gracias a diversos estudios. El humanista Álvar Gómez de Castro,
contemporáneo y amigo de Juan de Vergara, aunque más joven, dice en
su testamento lo siguiente sobre sus misceláneas: “otros libros de
mano diversos y mocedades mías, por quanto son cosas sin emendar y
de poca importancia, si yo no lo hubiere hecho, quiero que se rompan
o se quemen [...] y asimismo otros tres o quatro de cartas
mensageras”. En 1928 San Román afirma que parte o casi todos estos
manuscritos son, indudablemente, los cuatro de la Biblioteca
Nacional: Obras misceláneas, cartas, oraciones, poesías...,
signs. 7.896-7 y 8.624-5, y los seis de la del Escorial Adnotationes
varii argumenti, o adversaria, signs. K.III.26-31. G. De
Andrés ha establecida con claridad el camino recorrido por las
misceláneas de la B.N., que pasaron sucesivamente por las manos de
Diego de Castilla, y Juan de Castilla, de quien las adquirió el
Conde-duque de Olivares, por cuyo pariente el marqués de Heliche
llegaron a El Escorial, y de ahí a la B.N. La profesora italiana I.
Pepe describe con detalle y ratifica el carácter de autógrafos de
estos cuatro manuscritos, ya señalado por Simón Díaz en 1972. Con
esto concuerda Alvar Esquerra, y ofrece una amplia relación del
contenidos de todas ellas3.
El texto de M1 presenta
un importante número de lecturas propias frente a M2 y
Paz ( cf. ap.cr.: título, 1bis, 2, 3ter, 4bis,
5, 6, 12, 13, 15, 18, 19, 21bis, 22, 23, 25, 27, 28, 30, 32,
34, 35, 36ter, 37bis, 3, 40bis, 41ter,
42, 43, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 55, 57, 58, 61bis, 62, 63bis,
65, 66, 67, 68bis, 69, 71, 73, 74, 76, 78, 79, 80bis,
81bis, 82bis, 84bis, 89bis, 90, 91, 92,
93). Sólo en tres casos resulta preferible la lectura de M1
al del resto de fuentes (cf. v.21: agenis; v.40: quoniam;
v.61: hec hostili), y en los dos últimos casos coincide con
correcciones de Juan Gil –que no conocía M1- propuestas
al texto de M2 editado por López de Toro. Este hecho
presenta claramente estas lecturas propias correctas de M1
como emendationes, probable característica asimismo del resto
de lecturas propias, que delatan, en la inmensa mayoría de casos, su
carácter arbitrario.
Es posible que M1 haya
sufrido un proceso de contaminatio. Hace pensar esto la
anotación marginal al despedaçauit del v.15, donde se lee:
alias spadagauit. Tal hecho demuestra la existencia de otros
manuscritos, y la posibilidad de que algún copista haya tenido más
de una copia a la vista, posiblemente de la misma familia, en algún
momento de la cadena de transmisión textual, lo que podría dar
razón en algún modo de las peculiaridades de M1.
2. Ediciones de Bald.
5. 2. 1. La edición de Paz y
Meliá (1902).
Paz y Meliá publica Bald. en
la segunda serie de sus Sales Españolas ó Agudezas del Ingenio
Nacional, Madrid 1902, pp. 391-394. Esta segunda serie estaba
constituida por dieciséis composiciones escritas entre los siglos
XVI a XVIII. Al final del tomo incluía tres poemas macarrónicos,
Bald., un poema dedicado a una visita del Almirante de
Castilla a Cádiz (s. XVIII [cf. cap. VIII]), y la Pepinada de
Sánchez Barbero (s.XIX [cf. cap. X]). De todos indica en su
“Advertencia” p. XVI la fuente en que basa su edición menos en
el caso de Bald. La única escueta noticia que da de su fuente
se encuentra en la portada de su edición al poema, al que titula
“Poesía Macarrónica dirigida à Baldo”. Bajo tal título puede
leerse: “(Siglo XVI. –Bibl. Nac. –Mss.)”. Ignoramos si Paz
fijó la época del ms. de la B.N. que maneja por datos deducidos del
mismo, o del contenido del poema. En todo caso, se muestra muy seguro
cuando ofrece la datación de los otros poemas macarrónicos que
publica. Si realmente el manuscrito en que basa su edición es del
siglo XVI no se trata de M2 ni, mucho menos, de M1.
No deja de ser lamentable, aparte de llamativo, el hecho de que
ninguna de las fuentes que utiliza para la edición de los poemas
macarrónicos estén localizables en la actualidad en la B.N.
La edición de Paz no presenta
numeración de versos ni aparatos de fuentes ni crítico, aunque
puede sospecharse de la intervención del editor. Existe una única
anotación al texto ya mencionada (cf. v.93 latinum: “Al margen:
Así está en el original; parece dijo antes latino, y después
enmendó el autor latinum.”). Coincide con particularidades
gráficas de M2, aunque regulariza la ‘v’ en posición
consonántica, y la suprime en posición vocálica, de acuerdo con el
uso ramista. Aparecen resueltas todas las abreviaturas y ‘e’
caudadas que existen en M2. Se registran algunos cortes en
el continuum de versos que no se dan ni en M2 ni en
M1.
La obra de Paz conoce una segunda
edición de Ramón Paz en la BAE, t. 176, Madrid 1964. Bald.
viene reproducido en la p. 351. Es una edición descripta de
la de Paz, que sólo difiere de ésta en añadir una errata (cf.
ap.cr. v. 78).
2. 2. La edición de López de
Toro (1961).
Sobre M2 realiza su
edición López de Toro (pp. 407-410), quien por otra parte no da
muestras de conocer ni M1 ni la edición de Paz y Meliá
de 1902. López de Toro afirma realizar una “transcripción íntegra
con las aclaraciones que hemos estimado necesarias en las notas
correspondientes”, aunque en ocasiones realiza correcciones sobre
el texto de M2 sin advertir de ello (cf. ap.cr. v. 3, 6,
28, 33, 37, 40, 66), y desliza algunos errores propios (cf. apr.cr.
v. 16, 17, 26, 47, 51). La mayoría de sus correcciones son de
sentido común, pero otras no resultan aceptables (cf. apr. cr. v. 6,
33, 40, 89)4.
López de Toro conserva los usos
gráficos de M2, aunque resuelve casi sistemáticamente
sus abreviaturas y ‘e’ caudadas.
Partiendo de esta edición realiza
Juan Gil algunas correcciones en “Interpretaciones latinas”,
Habis, 15, 1984, pp. 194-197 (cf. apr. cr. v. 30, 32, 34, 40,
50, 61, 72, 73, 87). Juan Gil resuelve con brillantez algunos de los
puntos oscuros de la transmisión textual, coincidiendo
independientemente, como se ha señalado, con algunas lecturas de M1.
También en 1984, Antonio
Torres-Alcalá publica el poema en su monografía sobre la macarronea
ibérica, pp.169-172. El editor advierte en nota que transcribe “el
texto de Paz y Meliá, editado en Sales españolas (Madrid,
1870), 351 (sic), contrastado con el de López de Toro. Sólo
apunto las diferencias más importantes entre ambos textos”.
Torres-Alcalá reproduce la reedición de la BAE, adoptando,
sin criterio aparente, algunas lecturas de la ed. de López (cf. v.
15: specauit; v. 28: tetam; v. 30: qui vix) y
rechazando otras. Ciertamente, el editor no “apunta” nada sobre
su particular contaminatio, ni sobre las restantes lecturas
divergentes de López respecto a Paz. Torres-Alcalá se limita a
comentar algunas diferencias respecto a los criterios de puntuación
adoptados por López y Paz.
3. Conclusiones de la collatio
de las fuentes manuscritas e impresas.
Contamos con tres fuentes
manuscritas: M1 (siglo XVI), el ms. en que Paz basa su
edición (¿siglo XVI?), y M2 (s.XVIII). Existe gran
semejanza entre la tradición de M2 y Paz, frente a M1,
fuertemente alterado e interpolado, y sospechoso de contaminatio
con al menos otro ms., probablemente de su misma familia. La mayor
parte de las variantes propias de M1 frente a M2
y Paz son rechazables, pero, por otra parte, cuando M1
coincide con M2 contra Paz siempre es preferible a éste
(cf. apr. cr. vv. 10, 13, 20, 22, 30, 31, 33, 38, 42, 75, 90). Por
otro lado, las coincidencias de M1 con Paz, ya señaladas
arriba en 5. 1. 2. c resultan muy sospechosas de corrección ope
ingenii, aceptable en general (cf. apr. cr. vv. 27, 32, 50, 82),
en la que las dos fuentes pueden haber confluido independientemente.
Caso éste que es patente en el v. 32: labellis, lectura que
restituye Juan Gil contra el cabellis de M2, sin
conocer ni M1 ni Paz.
Estos
cuatro hechos nos hacen contar con un ms. antiguo, M1,
aunque muy alterado respecto al arquetipo, con otro de relativa
antigüedad y más fiel al arquetipo, el manejado por Paz, aunque
sospechoso de haber sido variamente corregido por sus copistas y/o su
editor moderno, y un tercer ms. más reciente, M2, pero
que parece menos alterado por la transmisión textual que sus
congéneres –no se olvide además que es el único que nos
transmite la autoría del poema-. A pesar de sus corruptelas
evidentes (cf. 1. 1), la tradición que encarna M2 resultar
más fiel al arquetipo en todos los aspectos, positivos y negativos,
pues estas mismas lecturas corruptas resultan más fáciles de
identificar aquí para el editor en su labor de emendatio que
en los otros mss. Ciertamente, la comunidad de errores en las tres
fuentes (cf. apr. cr.: vv. 33, 87) debe remitir al arquetipo.
Ha sido necesario recurrir a la
emendatio en una serie de ocasiones en Bald. (cf. vv.
6, 33, 34, 56, 72, 89) y en Spur. (cf. vv. 22, 29), emendatio
que ha debido basarse en la collatio con la red. T de las
macarroneas folenguianas a la hora de restituir la forma correcta de
los macarronismos folenguianos empleados en Bald (cf. vv. 15,
30, 55, 89) y en Spur. (cf. vv. 4, 18).
Tras la
preceptiva eliminatio codicum descriptorum podemos reconstruir
el siguiente stemma de Bald.:
ω
α β γ
¿--------------M1 Paz (s. XVI)
M2 (s. XVIII).
1
Cf. A. BONILLA, "Un manuscrito de la Biblioteca Nacional
Matritense con versos de Juan de Vergara", Anales de la
literatura española (1900-1904), Madrid 1904, p. 172. Citaremos
el ms. como M2.
2
Cf. COTARELO, "Diccionario biográfico y bibliográfico de
calígrafos españoles", Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos, Madrid 1913, v. I, p. 216 nº. 228.
3
Cf. Mª. C. VAQUERO SERRANO, El maestro Álvar Gómez: biografía
y prosa inédita, Toledo 1993, pp. 47-48.
4
En su obra Los poetas de Lepanto, Madrid 1950 reproducía
algunos fragmentos de Bald. (pp. 194-195), introduciendo
algunas caprichosas variantes (cf. a: Caxconvivacium; v. 7:
latinam por latinus; v. 12: Barrigo por
barrizo; v. 28: annis por anquis (es el único
caso en que señala anquis como lectura del ms.).
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