CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

domingo, 3 de junio de 2018

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DE BALDO: La burla de Cíngar y Berta contra Tognazzo (VII, 202-382)






Mientras, Cíngar ordena a Berta seguir la comedia;
ésta al punto de muselina blanca se viste,
por engalanarse, la cara se empolva con albayalde,
y las trenzas se peina triple moño formando,                              205
y hácese rizos con hierro puesto al fuego al efecto.
Su pelo cubre con cofia llena de trémulas cintas,
y de la frente en el medio una banda muy bella se pone;
tras esto, un chal traslúcido de color amarillo
coloca en los hombros, y sobre sus níveos pechos extiende,        210
y en medio del pecho lo sostiene gracias a un broche.
Ya era la fiesta, en que los campesinos bajo el olmo
bailan, y brincan al armonioso son de la gaita.
Aquí vino Cíngar, que a Berta aposta había seguido,
y al tiempo estaban mirando a los paisanos danzantes,              215
con tanto estrépito que toda la tierra temblaba.
Éste da un salto en el aire frente a su chica querida,
aquél con triunfal giramiento una cabriola ejecuta,
y uno se lanza al aire dando un giro en redondo,
y otro da vueltas en torno de sí mismo tres, cuatro veces.         220
Hay quien da tantos giros por fatigar a la chica,
hay quien de gritar no descansa: "¡toca, gaita, pavanas,
haz spingardò1, una strazza2, y un matarello3,
o bien mazzacrocca4, o una España5, o una gallarda6".
Muchos, de tanto sudar fatigados, se acumulan                        225
en las tabernas vecinas, y vasos trasiegan sin cuento.
Redoblan a fuerza de copas su soplar los gaiteros,
que oyes desmenuzar el sonido con lengua vibrante.
Mientras, como es costumbre, había acabado un baile:
esperan las gaitas que alguien encargue alguna otra danza.      230
La mujeril compañía había vuelto a sentarse,
y se enjugaban los hombres los rostros muy sudorosos.
Cíngar lleva alabarda y puñal de hoja anchurosa,
y de bravucón se las da ondeando un largo penacho,
y lanza miradas atravesadas que espanto levantan.                  235
De improviso, planta en la tierra el pie de la lanza,
al tiempo que de encima se quita la cota de malla;
se saca de la bragueta una bolsa llena de cuartos,
y a los músicos da no sé cuántos falsos dineros,
(nunca en verdad su bolsillo tuvo buena moneda)                    240
Luego se quita la gorra, y se inclina doblando rodilla,
a una mozuela invitando, la más bonita que había,
y entonces la gente agarra al resto de las muchachas.
Libre quedando Cíngar de su pesada coraza,
ágil en su jubón se encuentra, y salta ligero,                           245
y, bailarín, obtiene siempre los premios de bailes.
De las pifánicas danzas ni una iota se olvida,
y manda con voz estentórea que los bailes comiencen.
Como el cabrito, cuando el sol de mañana se yergue,
salta del establo el primero, y dejando a su madre,                 250
brinca por aquí y por allá, se solaza, y salta muy alto,
tal era Cíngar, quien, quitándose el jaco7 de encima,
de un solo salto llegaba a subir tres brazos de altura,
ya sobre sí girando derecho, encogido, o enhiesto;
mirábanlo todos estupefactos por gato teniéndolo;                 255
Y ya aparece Tognazzo, que ambas manos apoya
firmes en la cintura, sin que cheposo parezca,
tiesas lleva las piernas, mientras muy estirado
camina, y apenas deja sus huellas de pies en la arena.
Luego frente a Berta se planta abriendo las piernas,               260
el viejo decrépito mira a la joven con concupiscencia.
Al punto el burlón de Cíngar en esta cosa repara,
por lo que, guiñando el ojo, clava en Berta la vista,
y hácele una señal, como suelen hacer los bribones.
La despabilada Berta, del plan de Cíngar al tanto,                  265
actúa igual que doncella que del altar va en camino.
Mas de tanto en tanto alzaba sus ojos -¡ay!- pícaros,
y de su rostro risueño lanzaba miradas ardientes.
¡oh! imaginar puedes qué llamaradas dentro del pecho,
o qué flechazos sentía entonces tío Tognazzo!                        270
Suspira el viejo, y suspirando ¡puaf! de gargajos
escupe algunos grandes como monedas y cuartos.
Se alza ya sobre el pie derecho, ya sobre el izquierdo.
Se rasca asaz la cabeza, y quieto en ninguna postura
se queda, sin que se mueva miles y miles de veces.               275
"¡Ay, carajo!, -hablaba consigo-, ¡olé, mis cojones!
¿así tú, zorra de Berta, me sacas los higadillos?"
Cíngar había avisado antes a algunos bribones,
por que vigilaran los movimientos del viejo tronado.
Todos sopa de risa haber parecían tomado,                           280
así a tal punto, entretanto, revientan sus pechos de risa,
pero no piensa Tognazzo que éstos de él se choteen,
sino que más guiña a Berta, y ésta a él le responde:
Berta berzotas lo vuelve, en medio de befas y bufas.
Cíngar bailando, pasa delante de tío Tognazzo,                      285
y haciéndose el compadre, así le habla a la oreja:
¿Qué esperas? Ella quiere bailar tres horas contigo".
Tal dice, y pasa como si nada hubiérale dicho.
El viejo no hácese decir la cosa dos veces,
a Berta se apresura, si quiere bailar le pregunta.                   290
Ella al poner de piñón boquita y haciendo caritas,
se inclina, y, presurosa, le tiende la mano izquierda.
Unidas, pues, al punto las palmas, el baile comienzan.
Entonces, de pronto, estalló la gente en gran risotada;
mas Cíngar se afana en cortar las risas por dondequiera,       295
pues así riendo podrían romper la tramoya.
Se encuentran allí boneteros8 cinco, compadres de Cíngar,
llamados Brunello, Gambone, Guercio9, Schiavina, y Lanfranco,
siempre dispuestos a zaherir a la gente con pullas;
se cachondeaban, pues, de Tognazzo bajando la voz,            300
pero no tanto que el viejo no se entere de todo.
Guercio dice: "¡qué ágil se muestra en todo su cuerpo!"
añade Schiavina: "¡mira con qué energía da saltos!"
Responde Gambone: "Es ligero y ágil a tope,
juro por Dios que bailando no rompería ni un huevo!"           305
Habla Brunello: "Sorprende cuánto salta a lo alto,
más alto andar, empero, podría sin la casaca."
A lo que responde Lafranco: "Es verdad lo que dices,
pues así mostraría a su amada su bella figura."
Oye Tognazzo todo aquello que éstos comentan,                  310
por lo que más salta, y con más gallardía sus altos
jarretes eleva, y tocar el cielo parécele verse.
Cree como Evangelio lo dicho por los bribones.
Al punto de la giornea10 se libra, y se desciñe,
y el brazo tendiendo a Berta, manda a ésta que tire,            315
como tirar solemos cuando a otro ayudamos.
Aquélla la manga del gabán y de la camisa
coge de mil amores, tira y todo lo saca,
todo a la vez, sin que Tognazzo advierta la cosa.
Pero al fin se da cuenta de que la camisa le quita,                320
y el pobre hombracho, queriendo arreglar el desaguisado,
en mil jirones ya la cabeza envuelta tenía.
Pero más ella tira, y más aquél la sigue en su tiro,
y fuerte gritaba: "¡deja, carajo, ya la camisa!,
para sacarme el gabán basta con tirar de la manga".            325
Mientras tiran de él, no ve ni un pijo de nada,
pues todo el molondro envuelto lo tiene en toda esa ropa;
casi en pelotas estaba, el culo en parte mostrando.
Viéndolo Cíngar, se acerca, y de calzoncillos el lazo
suelta, y todo desnudo quedose aquél a la postre,                330
y le cayeron hasta las corvas los paños menores.
Tan gran risotada se dio en la gente desprevenida,
que cien Marguttes11 habrías pensado que allí se encontraban.
Queriendo Tognazzo escapar así sin los calzoncillos,
y algún escondite buscar do disimular su bochorno,             335
hete que echando a correr, se dio una tal costalada,
que igual que un tambor su barriga sonara dando en el suelo:
tenía, en verdad, los calzones liados en los tobillos,
tal que los pollos que llevan atadas las patas de estopa.
Acuden los pueblerinos a ver al viejo desnudo.                   340
"¡Ay, ay! -gritaban-, "¡oh, oh, esto es pa' morirse de risa!",
y las mujeres vuelven a otro lado su rostro,
porque sólo de noche prescinden de la vergüenza.
Aquél, de Cipada cónsul y líder de los senadores,
delante tenía las manos sobre la bolsa y dineros,               345
detrás el pandero muestra listo para azotainas.
Con el arder del amor acaba así la vergüenza,
todo lo vence el amor12, mas a amor el oprobio lo vence.
Puesto ya en pie, de allí se escapa rapidamente,
no menos dejando a su paso los trapos que lo cubrían,       350
que al cazador que lo sigue abandona el castor sus pelotas13.
Nunca he visto correr con tanta presteza una gata,
después de haberse caído de las techumbres abajo.
Llegando a la postre a donde podía tenerse a resguardo,
bajó la cabeza angustiado por un oprobio tan grande,        355
no osa alzar la frente, sino que mudo estas cosas
piensa, y se habla a sí mismo como si fuera a un otro:
"¡Oh, viejo Tognazzo, qué desgracia te ha sucedido!,
¿no daste cuenta, tan pobrecito, de tu ludibrio?
Ha poco chismorreaba que toda mujer es bellaca,             360
que deberíamos crédito dar al ladrón de Mahoma,
más que a las lenguas falsilocuentes de las mujeres,
¿y veo que ahora la puta de Berta me ha dado coba?.
¡ay, que pensaba que era yo más feliz que cualquiera,
y, en cambio, ahora la gente, pobre de mí, se chotea!       365
Aconsejar a otros yo sé, pero a mí mismo hacerlo
no sé; de mi necedad la culpa es solamente.
De nada vale el consejo, si de seguirlo se pasa.
Da malamente consejo, quien bien usarlo no sabe.
Vergüenza siento de haberme engañado, y de amor arrastrado, 370
la trampa no vi, hasta que la vergüenza la venda de ojos
quitó, y cayose la máscara que mi cara cubría.
Sobre la leche esparcida llorar no vale de nada."
Mientras así se humilla a sí mismo, Zambello acude,
le entrega a Tognazzo sus trapos, y ambos de allí se retiran. 375
Tres días estuvo aquél por entero escondido de todo
contacto humano; no obstante, en lo hondo del pecho la ira
le reconcome, dispuesto a vengarse; y aquella injuriosa
burla de Cíngar y Berta no sale de su cabeza.
Así perdiose por siempre el respeto a tío Tognazzo,                380
quien fuera tenido en aquella ciudad en el más alto grado,
para que fueran mejor las maquinaciones de Cíngar.







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1"Danza de movimiento vivaz, introducida generalmente en las suites después de la pavana" (Faccioli).
2Danza desconocida en los repertorios, pero existen testimonios literarios indirectos sobre su existencia (Chiesa).
3Era una danza recordada ya en documentos del s. XV, de la que sólo se cuenta con noticias fragmentarias (Chiesa).
4Canción y danza muy apreciada a nivel popular (Faccioli).
5Se trataba de una baja danza derivada de una llamada guanti di Spagna, que tuvo una enorme difusión (Faccioli-Chiesa).
6La gallarda era una danza muy conocida y de gran vivacidad (Chiesa).
7Talis Cingar erat, qui spoians corpore zaccum. El jaco era una cota de malla de manga corta que no pasaba de la cintura.
8Véase nota a 2, 103.
9Sguerzus, es guercio, "bizco".
10Véase 4, 250.
11Sobre Margutte cf. 4, 129. Acerca de éste recuerda M. Chiesa la glosa de la red. T 5, 353: Marguttus interiit, ut supra dixit, propter risum. En el Morgante de Pulci, efectivamente, se narra que el gigante muere de risa al ver cagar a una mona.
12Omnia vincit amor, sed scornus vincit amorem. Folengo retoma el famoso primer hemistiquio virgiliano de Ecl., 10, 69: Omnia vincit amor, et nos cedamus amori.
13Recuerda Chiesa que según Plinio, Naturalis historia, 32, 26 y los bestiarios medievales, el castor perseguido se arrancaría los testículos para salvarse, pues era cazado por esa parte de su anatomía empleada en la farmacopea.

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