CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 26 de mayo de 2012

LUCIA LAZZERINI Y LA VUELTA A LOS ORÍGINES DEL MACARRONEO



Lazzerini, por su parte, reafirmó sus posiciones en sendos escritos de 1982 y 19881. Rechaza la clara distinción rupturista trazada por Paccagnella entre el hibridismo de los sermones y la literatura macarrónica2, aunque “hay que reconocer que la poesía macarrónica se sitúa sobre otro plano; se pasa de la mezcla salvaje a una mezcla organizada según reglas precisas (es por lo que yo había hablado, a propósito del salto de calidad entre los textos de los predicadores y los de los poetas humanistas, de “variación funcional”, retomando una fórmula utilizada por los formalistas rusos para definir el fenómeno de la evolución de un “género” de una fase preliteraria a la de “forma canónica”). Pero insistir en las diferencias parece excesivo cuando las analogías son tan sorprendentes”3. Así, como apertura irónica a su argumentación recuerda que las macaronica verba del nodarus del conocido verso folenguiano “no son ciertamente fragmentos de la Tosontea o de la Zanitonella sino modestos ejemplos de latinus grossus4.

Frente a la opinión de Paccagnella de que el hibridismo de los sermones se manifiesta sólo en el nivel del lexema aislado, y nunca como en la poesía macarrónica al mismo tiempo en los niveles léxico, morfológico, sintáctico y métrico, Lazzerini cita un fragmento de Valeriano da Soncino donde sólo falta el nivel métrico5:

Tu sborasti tuam [condicionem], permitte et me sborare meam.” Et accepi calamum fulonum trium brachiorum et feci sibi unum par manicarum de brochato doro negro.

Para la estudiosa italiana la situación no resulta tan simple: “Resulta inoportuno también ergotizar sobre la distinción entre un “macarrónico perfecto” hipotético (¿amalgama irreprochable de las dos lenguas?) y el hibridismo trivial”6; y trae a colación ejemplos de gradación macarrónica con inserciones yuxtapositivas de vulgar tomados de algunos prefolenguianos como Fossa (v. 463: “cui color est rubeus de quella cativa canaia”; v. 532-533: “respondent demones multum cridando todesche / atque in schiavono, quod se intendeva niente”).

Respecto a la intención paródica fundamental que Paccagnella sitúa en la base de las macarroneas, Lazzerini afirma que se ha abusado de este socorrido argumento7, y no se ha visto que “el pivote, el nudo del macarrónico reside sobre todo en los vocabulazzi, en los temas obscenos o escatológicos, que se inserta excéntricamente en el hexámetro (o el dístico elegíaco)”8. Como confirmación de esto se aducen unas palabras de Folengo en la Apologetica de la red. T, en las que se dice que la razón del macarroneo está en provocar la risa9:

Ut quidam enim macaron inventum est? Dicimus “se cagat adossum”; melius (fateor) dici potuerat “timet”. Sed cur, inquam, fuit repertum macaronicon? Causa utique ridendi: ergo “se cagat adossum” positum est causa ridendi et non orandi, nam vulgariter dicimus: “el si caga adosso di paura”, quando quidem vulgare eloquium est macaronici poetae latinizare”

La parodia, además, no es siempre en sí misma hilarante, sino que se presenta más bien como “un sal, condimento que se añade para los paladares más exigentes (como los calcos de autores clásicos y las pullas frecuentes también en los sermones)”10, que no siempre son evidentes como señala Paccagnella11.

Lazzerini, pues, se reafirma en su idea de buscar el origen del macarrónico en la tradición ininterrumpida del sermo humilis cristiano, y admite en parte la extensión de la investigación que hace Goffis al latín de los documentos conventuales, en los que no nos encontramos con “una hibridación abstracta para uso de eruditos, sino un movimiento que desarrolla un proceso lingüístico ampliamente extendido y que eleva a la dignidad artística una lengua que se hablaba en cierto modo”12. Pero Lazzerini introduce una distinción fundamental: “los calcos y el latinus grossus de las cartas son a menudo involuntarios, desprovistos de una connotación cómica consciente, mientras que una función cómica deliberada entra en la mezcolanza de los sermones”13, sobre todo en el paso del siglo XV al XVI, coincidiendo así con la agudización de la crisis lingüística que se desarrolla en el norte de Italia.






1 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines du macaronique”, Revue des langues romanes, LXXXVI, 1982, pp. 11-13 e EAD., “Da quell’arzillo pulpito. “Sermo humilis” e sermoni macaronici nel Quaresimale autografo di Valeriano da Soncino O.F.P.”, Il testo trasgressivo. Testi marginali, provocatorî, irregolari dal Medioevo al Cinquecento, Angeli, Milano 1988, pp. 70-208.
2 Otros críticos habían insistido en la falta de una intención artística en la producción sermonista, que es distintiva del macarroneo. Cf. C.F. GOFFIS, “La contestazione religiosa e linguistica nei testi folenghiani”, Atti Convegno 1977, pp. 118: “[...] Non andiamo con ciò [l’ibridismo inorganico] oltre un ibridismo lessematico non congiunto a quelli “lessicale, morfologico, sintattico e metrico come avviene nei macaronici”. Ma pretendere questo sarebbe pretendere che il sermonista fosse un creatore di strumenti poetici. È chiaro che l’ultima fase spetterà ad un artista, sarà anzi esclusiva della grande arte di Merlin Cocai”, y E. BONORA, o.c., pp. 27-28: “[...] le lingue mescidate (la Lazzerini studiava specialmente le prediche, in cui il latino si mescolava al volgare per rendere accesibile ad ascoltatori impreparati il discorso del predicatore) sono adottate in funzione puramente strumentale; non sono lingua d’arte, bensì il prodotto di un compromesso nato da una particolare situazione culturale. Ben diversamente il maccheronico, a qualunque livello, presuppone un’intenzione artistica”.
3 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 18, y también EAD. Il testo..., pp. 114-115
4 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 19, y también EAD. Il testo..., p. 115. Para Lazzerini, Folengo, hijo de un notario, reconoce en el latín corrupto propio de esta profesión sus propias raíces: “·[...] il latino corrotto sopravvive tenacemente nell’uso quotidiano delle scuole, dei tribunali, degli atti pubblici (lo stesso Merlin Cocai, figlio di notaio, riconoscerà almeno in parte le proprie radici in questo sermo communis, gratificandolo della stessa etichetta apposta al suo raffinatissimo prodotto: “scribere vadit adhuc macaronica verba nodarus [Baldus V II 11]”)” (cf. Il testo..., p.. 91).
5 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 19-20 y n. 21: “[...] Doro est là, naturellement, pour d’oro; mais, vu le contexte, on pourrait presque y apercevoir un “précurseur” du dorus que Folengo utilise fréquemment comme adjectif (doro vestita brocato; lettris doris; florinos ...doros; cf. Paoli [Il latino maccheronico], p. 164-165)”.
6 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 20 y también EAD. Il testo..., p. 116
7 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 20 y también EAD. Il testo... p. 117
8 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 21 y tb. EAD, Il testo..., p. 116
9 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 21
10 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 21 y tb. EAD. Il testo..., p. 117
11 Lazzerini señala en los vv. 462-463 de Tifi (“doctus et ad nasum frescum cognoscere smalzum / doctus et ad nasum bene coctum cognoscere rostum”) un calco de Juvenal (Sat. I 57: “doctus et ad calicem vigilanti sternere naso”) inadvertido para la crítica (cf. “Aux origines...”, p. 21 y nn. 24-25 y EAD. Il testo..., p. 117).
12 Cf. C.F. GOFFIS, “La contestazione religiosa e linguistica nei testi folenghiani”, Atti Convegno 1977, p. 118 cit. por L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 25.
13 Cf. L. LAZZERINI, “Aux origines...”, p. 25.

sábado, 19 de mayo de 2012

IVANO PACCAGNELLA Y LA TRADICIÓN MACARRÓNICA DE PADUA



Paccagnella publica, a su vez, en 1979 Le Macaronee padovane. Tradizione e lingua, edición de los macarrónicos paduanos en cuya introducción desarrolla con mayor amplitud su concepción de la interferencia macarrónica1. Abundando en las ideas expuestas en anteriores trabajos2 y asumiendo las contribuciones de Segre3, señala al macarrónico como “una parole que pertenece a diferentes langues4. En cuanto al grado de interferencia, afirma que es determinado por la semejanza tipológica de los sistemas lingüísticos, por lo que el papel de lengua primaria5 que utiliza rasgos morfológicos, lexicales o sintácticos de una lengua secundaria puede ser representado alternativamente por el dialecto o el latín en subordinación a una funcionalización cultural y paródica predeterminada (incluso si en la conformación lexical prevalece el dialecto)6.

En un sentido puramente lingüístico –afirma Paccagnella- el macarrónico es parodia del latín clásico. La parodia macarrónica es un procedimiento formal de intervención sobre una lengua de base hacia neoformaciones artificiales cuya autonomía expresiva supone un abajamiento irónico del modelo latino, antes que nada sobre el plano lingüístico-estilístico. Sólo en un segundo momento la discordancia entre forma sublime y contenido trivial cómico se precisa en la connotación sarcástica, vulgar y obscena de las características de contenido7.

Sobre el plano morfo-sintáctico las categorías más caracterizantes del sistema latino poseen un grado de normatividad mayor, por lo que la frase macarrónica tiene un aspecto morfológico latino mientras la estructura sintáctica real se materializa en la conservación del orden vulgar de la secuencia lexemática, con un efecto de heterogeneidad respecto al sistema gramatical primario. Es lo que Paoli definía como latinización superficial8 que actuaba sobre una palabra vulgar o dando desinencia italiana a una forma latina, con la individuación precisa de las dos direcciones en que puede resultar el contacto de los sistemas lingüísticos9.

La realización más elemental de la interferencia gramatical es la inserción inmediata de morfemas latinos en contextos lexicales vulgares. En formas del tipo castronus, futire, rendit, tetaze dice Paccagnella que la interferencia es de tipo paradigmático (la posibilidad más o menos limitada de elección en el campo lexical vulgar), el elemento macarrónicamente marcado es el lexema y no el morfema funcional10. Un grado de elaboración mayor presenta el comparativo de un lexema vulgar complementado por un morfema particularmente distintivo del latín (-ior), y por eso mismo de imposible integración en el sistema dialectal11. Los autores macarrónicos omiten a menudo la terminación causal en el caso objeto (M 412: “omnia cunfundit: vinum, panem, menestra, salatam”) y en el nominativo pro accusativo (M 405: “tanquam molinus dentes spesegare videbis”)12. En otros casos es necesario hablar de latinus sine flexione,13 como en las preposiciones, categoría en la que resalta mayormente la diferencia entre la función sintagmática real y la primitiva ya completamente caduca. De aquí el empleo repetido de las preposiciones latinas en unión con vocablos vulgares y la consecuente frecuencia de calcos de expresiones dialectales. Baste el ejemplo de los nexos con cena (M 152: “temporibus certis facit de cena fasollos”; M 382: “semper da cena, semper disnare domandat”; M 469: “cognoscit subito quid facit a cena cusinus”), o mejor aún la expresión de las proposiciones causales y finales con propter + infinitivo (V 12: “propter basare, propter futire ve portat”), en alternancia con la correspondiente constucción dialectal siempre en cláusula (M 366: “pendet a sinistris per non morire de fame”)14.

El fenómeno inverso al de la adopción de las normas morfológicas latinas estaría representado por la aplicación de las reglas gramaticales del dialecto a los morfemas del latín, originada principalmente por la identidad de funciones; anormal respecto a todos los sistemas lingüísticos en contacto es, por ejemplo, la conservación del artículo. La mayoría de las veces, de la identificación de categoría gramatical vulgar (en general el complemento directo) y morfema latino se llega a la sustitución del monema latino por el sintagma vulgar. La integración de un elemento tan extraño resulta evidentemente dificultosa, y el macarrónico en su desarrollo tiende a suprimirlo15.

Pero señala Paccagnella que el sector en el que el macarrónico desata todas las potencialidades implícitas en el método de la interferencia plurilingüe es el léxico, donde llega a su plena maduración expresiva englobando todos los procedimientos gramaticales hasta ahora analizados: los casos más frecuentes de macarronismo lexical son, de hecho, las adopciones morfológicamente adaptadas de cada palabra por parte del latín, y la extensión funcional de los lexemas dialectales sobre el modelo de los latinos16. La comicidad, una vez más, radica en el contraste entre lo noble y lo plebeyo, es decir, en el plano lingüístico, en la copresencia al interior de la misma palabra de sufijo latino y lexema dialectal y/o lexema clásico y sufijo vulgar o macarronizado. En esta perspectiva se pueden definir como rasgos pertinentes del macarrónico propiamente aquellas palabras en las que tal contraste es más inmediato y evidente, donde el elemento marcado es el morfema latino. Es la sufijación latina, para descender al detalle, la que ofrece la connotación docta: el contexto evidencia esta característica de contraste entre tono elevado del discurso y reducción estilística a nivel de cada palabra. Sobre este juego de homogeneización y disgregación llevado continuamente al punto de ruptura (el sufijo latino clásico se opone al lexema vulgar pero al mismo tiempo lo ennoblece dándole una pátina aúlica) se rige la comicidad macarrónica. Son muchos los ejemplos de sufijos que cumplen este propósito (-abilis, -alia, -alis, -eus, -tor). Entre las más estrechamente pertinentes al macarrónico (en el sentido de la parodia lingüística) está la serie AMEN / UMEN de evidente origen clásica. Señala Paccagnella que una palabra como curame (M 336) no se aparta mucho del correspondiente dialectal, y su adscripción a la categoría de neutros latinos no debe haber sido problemática. Por el contrario, formas como culamina17(M 632) y pastumine (M 490)18, ciertamente por la carencia de un paralelo vulgar, se presentan entre las más connotativas del macarrónico19.

Por otra parte, la modificación nominal representa, antes de cualquier conflicto morfolexemático, el triunfo del elemento vulgar; el sufijo no tiene valor intrínseco y prueba de ello los casos de doble modificación, sufijal y adjetival, conjunta (M 414: “et dolet et queritur parvam habere bucchetam”). La selección es, por contra, de tipo estilístico, basada sobre los valores fonoexpresivos de los sufijos; lo que cuenta es la hiperbolización (o, mejor dicho, la hipobolización enfática), y no por casualidad los aumentativos hacen referencia en su mayoría a los campos sexo-escatológico y gastronómico20.

Para Paccagnella, la valoración del contexto permite apreciar la capacidad expresiva de cada procedimiento, de cada neologismo. Un término como fututor, neoformación humanística, más cercana al latín que otros vocablos de la misma clase, tipo frapator o magnator, no está caracterizado por contrastes bilingües particularmente estridentes; su carácter cómico deriva ciertamente de su integración y del reforzamiento paródico contextual (M 166-167: “hic est iostrator, frapator magnusque fututor / et putannarum gubernator maximus [...]”)21

Para Paccagnella, “creaciones de tal tipo son los aspectos más vivos de este lenguaje artificial, instrumento original y preñado de producciones más maduras. En este sentido la línea de tendencia está ya fijada con precisión y validez para todo el género en su desarrollo: una parodia de la lengua con medios lingüísticos. Su aplicación y su inventiva extemporánea en los poetas paduanos son aún limitadas. No se trata más que de un primer paso, en un ámbito estilístico y semántico limitado y sin una más decidida separación de las creaciones humanísticas, en la línea de las creaciones folenguianas: Folengo, incluso en un análisis que se limite a considerar los predecesores del género en toda su autonomía sincrónica, queda siempre, necesariamente, como el término de comparación más o menos implícito. Estas características embrionalmente delineadas en los paduanos (y en Bassano, Fossa, Alione) se convierten en sistema lingüístico métricamente disciplinado y regular sólo con Teófilo Folengo”22.







1 Cf. I. PACCAGNELLA, Le macaronee padovane. Tradizione e lingua, Antenore, Padova 1979 (“Medioevo e Umanesimo”, 36) esp. Parte prima cap. IV “L’interferenza macaronica”, pp. 84-106. Trabajos posteriores a esta fecha son “Origini padovane del macaronico: Corado e Tifi”, G. ARNARDI-M. PASTORE STOCCHI, Storia della cultura veneta, 6 voll. En 10 tomos, Pozza, Vicenza 1976-1986, vol. III / 1, Dal primo Quattrocento al Concilio di Trento. I, 1980, pp. 413-429; “Plurilinguismo letterario: lingue, dialetti, linguaggi”, A. ASOR ROSA (ed.), Letteratura italiana, Einaudi, Torino 1982 ss., vol. II, Produzione e consumo, 1983, pp. 103-167; “Cucina e ideologia alimentare nella Venezia del Rinascimento. Appunti da fonti letterarie”, A. PERTUSI – G. ORTALLI –I. PACCAGNELLA, Civiltà della tavola dal Medio Evo al Rinascimento, Pozza, Vicenza 19831, 19842, pp. 37-67, esp. 53-60; “Plurilinguismo, codificazione e riflessione lingüística nel primo Cinquecento”, Il fasto delle lingue. Plurilinguismo letterario nel Cinquecento, Bulzoni, Roma 1984, pp. 29-151 esp. 69-93; “Letteratura nel Veneto fra Quattro e Cinquecento: monolinguismo, dialetto, sperimentalismo”, M. MURARO (ed.), La letteratura, la rappresentazione, la musica al tempo e nei luoghi di Giorgione, Jouvence, Roma 1987, pp. 77-79. Las dos últimas referencias contienen un resumen de sus planteamientos lingüísticos.
2 Cf. I. PACCAGNELLA, “Mescidanza e macaronismo: dall’ibridismo delle prediche”, GSLI, 1973, vol. 150, pp. 377-379 y “Le macaronee a Padova prima di Folengo: problemi editoriali e di lingua”, Atti Convegno 1977, pp. 282-287.
3 Cf. I. PACCAGNELLA, Le macaronee..., pp. 62, 68 n. 13, 83, 85 n. 3.
4 Cf. ib., p. 85
5 Cf. U. WEINREICH, o.c., p. 14: “The problem of phonic interference concerns the manner in which a speaker perceives and reproduces the sounds of one language, which might be designated secondary, in terms of another, to be called primary. Interference arises when a bilingual identifies a phoneme of the secondary system with one in the primary system and, in reproducing it, subjects it to the phonetic rules of the primary language”.
6 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., p. 85
7 Cf. ib., p. 86
8 Cf. A. PISCINI, o.c., pp. 371-372: “[...] Paoli aveva definito il macaronismo, in modo assai drastico, “un errore volontario” risultante dalla consapevole giustapposizione e dalla mancata fusione, dall’ibridismo cioè, delle sue componente linguistiche. Paccagnella, avvertendo la “difficoltà di stabilire con precisione cosa vada considerato errore in testi che hanno como criterio costitutivo l’interferenza linguistica e la parodia” (p. 171), evita di fissare una rigida norma grammaticale-sintattica (sia essa mutuata dal latino classico e umanistico, sia ricalcata sui procedimenti folenghiani) alla quale rapportare le deviazioni testuali. La deformazione verbale nei prefolenghiani è sempre consapevole ed intenzionale, così come di fatto evanescenti sono ormai, nella coscienza lingüística tardo-quattrocentesca, le categorie morfologiche latine”. El error del que habla Paoli sólo tiene sentido como resultado de la previa constatación de una interferencia lingüística, es decir, de la desviación de las normas de las lenguas en contacto. En este sentido resulta irrelevante hablar de “error”, “desviación” o “fenómenos de interferencia”, si se está de acuerdo en la existencia de unas normas lingüísticas (se las entienda o no en el sentido de Coseriu, es decir, como una abstración interpuesta entre la del sistema y la aplicación práctica e individual del habla) que son objeto de interferencia. Paoli describe los mecanismos de esta interferencia en el macarroneo, no nos dice cómo debe escribirse en él. Estos mecanismos no son ciertamente infinitos (Paccagnella no analiza ninguno nuevo), como no son infinitas las posibilidades que nos ofrecen los sistemas lingüísticos, y menos la restricción a éstas que supone la norma. La afirmación de Paccagnella y el intento conciliador de Piscini que acepta el carácter voluntario del macarroneo, pero niega su carácter de “error”, suponiendo gratuitamente la insuficiencia latina de los humanistas macarrónicos, van, pues, contra la propia definición de interferencia.
9 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., p. 86
10 Cf. ib., pp. 86-87
11 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., p. 89 e ID. Plurilinguismo..., p. 86
12 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., pp. 91-92. M es la abreviatura que emplea Paccagnella para designar la Macaronea de Tifi Odasi.
13 Paccagnella toma este término de PAOLI, o.c., p. 241: “uso come di parola indeclinabile di una parola con declinazione regolare in latino”.
14 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., pp. 92-96 e ID. Plurilinguismo..., pp. 87-88. V es la abreviatura que identifica al Nobile Vigonce opus.
15 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., pp. 96-98 e ID. Plurilinguismo..., p. 88. Señala Paccagnella cómo en la Tosontea se registra la fase más simple, la inserción vulgar (T 38: “et non permittit crescere fadiga lo cazo”), mientras que en Tifi y en Nobile Vigonze opus el uso se afina en la aplicación a sintagmas que ya tienen una definición morfemática causal: es necesario señalar que se trata de un cliché recurrente siempre en cláusula métrica, donde el artículo completa el dáctilo en quinta sede y es seguido de un bisílabo (M 375: “et quid non faceret propter saciare la gulam”).
16 Dice PACCAGNELLA, o.c., p. 101 n. 27 que esto es cuanto Paoli llama macarronismo semántico o de locución.
17 Cf. B. MIGLIORINI, o.c., p. 89 cit. por I. PACCAGNELLA, Plurilinguismo..., p. 89: “[...] appartiene al gusto popolare anche la frequenza, sconcertante per il costume civile moderno, delle espressioni scatologiche: se si facesse una lista di frequenza dei vocaboli del Folengo, la parola di Cambronne e tutte le parole di quel campo semantico, fra cui il tipicamente folenghiano culamen, avrebbero una cifra altissima”.
18 Cf. PAOLI, o.c., p. 139 considera pastumine en Tifi más bien como latinización de ‘pastume’.
19 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., pp. 101-102 e ID. Plurilinguismo..., pp. 88-89
20 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., pp. 102-103 e ID. Plurilinguismo..., p. 90
21 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., pp. 103-104
22 Cf. I. PACCAGNELLA, Plurilinguismo..., p. 91

sábado, 12 de mayo de 2012

CESARE SEGRE Y EL CONCEPTO DE DIGLOSIA



Cesare Segre enriquece las ideas de Paccagnella con la utilización del concepto sociolingüista de “diglosia”. Establece en un famoso artículo1 una tipología del macarrónico entendido en un sentido muy lato. Fija, así, en seis puntos un repertorio de tipos y autores: hasta el siglo XV, expresionismo basado en el dialecto más el toscano; dialecto como género o como registro, ambos típicos del Véneto; insertos dialectales en el toscano con fines miméticos; entre los siglos XV y XVI, cuando “el juego se realiza entre tres elementos: latín, toscano y dialectos”, toscano literario que se empina hacia el latín; latin que se “abaja” hacia el vulgar (el macarrónico propiamente dicho) y lengua literaria que se “abaja” a niveles inferiores2.

De acuerdo con la posición de Paccagnella de distinguir los textos híbridos de los macarrónicos recurriendo al concepto de interferencia3, Segre afirma que son posibles ulteriores precisiones debidas a la definición de “diglosia” dada por los sociolingüistas: “Se habla de diglosia cuando una comunidad recurre además de al lenguaje o lenguajes estándar, a una lengua fuertemente codificada, empleándola sólo para usos escritos o formales, nunca para la conversación ordinaria”4. Dice Segre que para la Italia del trescientos al cuatrocientos, con el latín más codificado (gramatica,5 de hecho) y más prestigioso, con el toscano literario ya vuelto paradigma y el dialecto local, se podría así hablar de triglosia. Esto resulta en una situación bastante anómala, si se advierte que frente a la lengua de uso, el dialecto, se hallan dos lenguas especiales de la literatura y la conversación culta: el latín y el toscano, aquélla más prestigiosa, hasta la inversión de las posiciones en ventaja de ésta6.

Señala Segre que en la diglosia (o en la triglosia) sucede que los niveles y registros altos son cubiertos por la lengua “superior” y los niveles y registros “medios” y “bajos” por la inferior, como si el espectro de la tonalidad estuviese distribuido sobre dos columnas, carentes una de la parte inferior, y la otra de la superior. Es en esta situación en la que se desarrollan los casos de mezcolanza. Se insertan en un contexto de lengua superior elementos de la inferior, cuando la primera necesita referirse a objetos y situaciones propias de la cotidianeidad. Esto se verifica cada vez que los portadores de la lengua “superior” deben tener particulares relaciones comunicativas con los portadores de la lengua “inferior” sin recurrir a esta última lengua: registros de declaraciones, actas notariales, sermones, etc.7

Las cosas, matiza Segre, se desarrollan de un modo muy diferente en literatura. En principio, toda lengua literaria debería ya contener los códigos internos que producen una mayor o menor solemnidad de estilo: el del estilo sublime, del estilo medio, y el del estilo humilde. Así, la lengua literaria, puesta al nivel más alto de la variedad estilística de una lengua, refleja en sí, con medios propios, toda la gama estilística de la lengua misma, con sus referencias a los contenidos, y, por tanto, a los contextos. Cuando hay una circulación social y cultural perfecta, -señala Segre- la lengua literaria continúa asimilando y codificando en sus niveles internos las formaciones lingüísticas de los diversos niveles y registros del uso social, así como éstos son alimentados por las elaboraciones de la lengua literaria8.

A tales condiciones se avecinaba bastante la Toscana, pero no la Padania, como se ha indicado ya. Para Segre, la labor de los macarrónicos paduanos fue la de engastar la columna de los niveles superiores del latín con la de los niveles inferiores, los del dialecto, fundiendo dos extremos lingüísticos, históricos, estilísticos y funcionales9. Se trata, de hecho, de dos estructuras lingüísticas separadas del todo (a diferencia de las del toscano y del dialecto); perteneciente una a quince siglos antes (dado que el fondo es virgiliano), la otra a la contemporaneidad; la primera de estilo sublime, la otra de estilo bajo; la primera exclusivamente escrita, la segunda exclusivamente hablada e informal, al menos en las variantes usadas10.

Considera Segre evidente que los macarrónicos han invertido la operación realizada por el medievo latino y vulgar: “En vez de promover el estilo humilde para representar contenidos sublimes, ellos han plegado el estilo sublime a representar contenidos humildes. En vez de conferir al sermo rusticus (en nuestro caso, el dialecto) la dignidad de las altas expresiones literarias, lo han recogido tal cual, imponiéndole travestismos gramaticales de inevitable efecto cómico. La violencia del destrozo estilístico se manifiesta como revolución del lenguaje: el choque de tonos como colisión de estructuras lingüísticas. Los impulsos hacia arriba y hacia abajo coexisten también en cada palabra, realizando las interferencias que son las células constitutivas del macarrónico”11.

Esta mezcla –afirma Segre- debe ser comprensible, disfrutable y eficaz. A esto sirven las normas impuestas por los macarrónicos en el empleo de su material bilingüe. Estas normas, ya estudiadas por Paoli, Migliorini, Bonora y Chiesa, dan en conjunto al latín la función de continente y al dialecto la de contenido. La adición a términos vulgares de partículas o desinencias latinas, su inserción en los armoniosos módulos del hexámetro o del pentámetro continúa renovando la comicidad del contraste entre lenguas, estilo y argumentos12.

Esta tentativa de redefinir las características del macarrónico, lleva a Segre a enfatizar un elemento que cree consustancial al macarroneo, y que es un impulso concurrente hacia los extremos de la gama estilística: “Los macarrónicos tienden a elegir en el vulgar y en los dialectos las palabras más expresivas. Pero con frecuencia es suficiente la naturaleza netamente vulgar de un término para que ése “funcione” en el contexto. En suma, el dialecto está tan claramente connotado en su totalidad, que no resultan igualmente connotados todos sus términos. Por eso mismo, la búsqueda de connotaciones es mayor propiamente en el latín, y en dirección diametralmente opuesta, la de lo sublime, como se ve en las alusiones folenguianas a Virgilio. Los extremos estilísticos son, pues, también extremos cronológicos, si es verdad que el latín más vulgarizante del medievo ha sido rechazado por poco reactivo a un empeño expresionista”13.

Lo que caracteriza a los macarrónicos –concluye Segre- no es ya el aproximar dos o más estratos lingüísticos (lengua, dialecto, etc.), sino utilizar los contrastes históricos y tonales internos a los estratos; mantener los estratos en una perspectiva diacrónica, proyectando en su interior el contraste externo entre ellos; establecer un equilibrio perpetuamente inestable, aunque con reglas para su inestabilidad; crear con frecuencia neologismos, instituyendo líneas ficticias de desarrollo temporal y lingüístico. La revolución de las jerarquías tonales viene por tanto realizada concomitantemente sobre la polaridad lengua-dialecto, y sobre la polaridad lengua antigua-lengua moderna, así como sobre otra polaridad menos macroscópica: dialecto-dialecto (de regiones diferentes), lengua literaria-lenguas especiales (científica, filosófica, etc.), etc14.





Imagen: el profesor Cesare Segre


1 Cf. C. SEGRE, “La tradizione macaronica da Folengo a Gadda (e oltre)”, Atti Convegno 1977, pp. 62-74
2 Cf. ib., pp. 62-63
3 Cf. ib., p. 65
4 Cf. ib., pp. 65-66
5 Recuerda Curtius cómo a partir de los siglos XII y XIII, que marcan el apogeo de la poesía y la ciencia latinas, el latín recibe también el nombre de grammatica, “lengua artística inventada por sabios, una lengua inmutable” (cf. E. R. CURTIUS, La littérature européenne et le Moyen Âge latin, Presses universitaires de France, 1991 [1956], p. 66).
6 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 66
7 Cf. ib., p. 66.
8 Cf. ib., p. 66
9 Cf. C. SEGRE, o.c., pp. 66-67. C. F. Goffis expresó su oposición a la identificación en esta diglosia de los niveles “superiores” con el latín, y de los “medios” e “inferiores” con los del dialecto, en la idea de que en poesía cada lenguaje posee su propio “sublime” adecuado a cada contexto: “È facile accorgersi che in poesia non esistono registri precostituiti: il latino sarà lingua nobile nella storia della civiltà, non nell’atto poetico, dove migliore è il lessema o il sintagma che consente il risultato estetico. Soltanto con l’esame del Baldus si determina che cosa si debba intendere di volta in volta per livelli e registri “superiori”, “medi” e “bassi”, in rapporto alla poesia, non corrispondenti esattamente ad una scala di valori curiali, ecclesiastici, sociali. Il macaronico è lingua d’arte, personale ed esclusiva, non utilizzable per rapporti di società: al livello massimo della sua espressività ci può stare il sentimento cavalleresco, oppure il grido dell’anima plebea sofferente, oppure l’atto di coscienza e l’ardore religioso. Chi ha detto che in tutti questi casi la componente lingüística con cui si tocca la vetta dell’espressione poetica, la più adeguata alle varie forme di sublime (che può addiritura essere orrido) sia la componente latina? Ogni linguaggio, insomma, senza riferimento al prestigio di cui gode presso un certo publico, ha un proprio “sublime”, quando perfettamente risponde al gusto che anima il testo per cui viene eletto” (cf. o.c., pp. 139-140)
10 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 67. La polaridad extrema histórica y cultural en que se sitúan latín y dialecto en el macarroneo es una muestra de la aplicación que hace Segre del principio de “abajamiento” bakhtiniano. Identificando la cultura “oficial”, abstracta y sublimadora con lo elevado y la cultura cómica popular con lo bajo, crea Bakhtin una metáfora espacial que le permite hablar de “movimientos” de arriba abajo, de efectos materialistas derivados de su identificación de esa parte baja opuesta a la elevada con “los bajos materiales y corporales”, es decir, con el bajo vientre corporal, lugar donde se realizan todas las operaciones (digestión, fecundación, etc.) relacionadas con la renovación material de la vida. Esta imaginería, brillante pero simplificadora, le permite a Bakhtin, sin mucho empacho, presentarnos a Rabelais como un materialista histórico ante litteram (cf. o.c., p. 363: “Pour la majorité de ces philosophes de la Renaissance [Pic de la Mirandole, Pomponazzi, Porta, Patricius, Bruno, Campanella, Paracelse, etc.], l’astrologie et la “magie naturelle” jouent un rôle plus ou moins grand. Or, Rabelais ne prenait ni l’une ni l’autre au sérieux. Il confrontait et reliait les phénomènes dissociés et terriblement éloignés les uns des autres par la hiérarchie médiévale, il les détrônait et les rénovait sur le plan matériel et corporel, sans avoir recours à la “sympathie” ni à la “concordance” astrologique. Rabelais est un matérialiste conséquent. Mais il ne prend la matière que sous sa forme corporelle. Pour lui, le corps est la forme la plus parfaite de l’organisation de la matière, partant, la clè donnant accès à toute la matière. Celle dont est fait l’univers dévoile dans le corps humain sa véritable nature et toutes ses possibilités supérieures: dans le corps humain, la matière devient créatrice, productrice, appelée à vaincre tout le cosmos, à organiser toute la matière cosmique; dans l’homme, la matière prend un caractère historique”). Pero los problemas surgen en la aplicación del principio del abajamiento al análisis lingüístico y estilístico del macarroneo. Así, frente al equilibrado concepto de “fusión orgánica” de elementos heterogéneos, el modelo del crítico soviético impone una bipolarización jerárquica casi insalvable de los elementos en cuestión (latín = cultura “oficial” sublimadora versus dialecto = cultura popular materializadora), que resulta claramente insuficiente cuando se confronta con la complejidad del fenómeno macarrónico en su desarrollo diacrónico. De tal modo, puede decirse que el latín macarrónico, incluso el prefolenguiano, no se nutre exclusivamente del acervo virgiliano, y que las variantes dialectales empleadas distan de ser exclusivamente habladas e informales sino también procedentes de la literatura dialectal como ha demostrado M. Chiesa (cf. “Del “rozzo parlar”” y “Sulla letteratura “alla bulesca””, o.c., pp. 146-156, 157-167). Tal teoría no da cuenta satisfactoria de la presencia en el macarroneo de otros elementos lingüísticos como el toscano literario y los préstamos de lenguas extranjeras. La razón de su éxito debe buscarse en la nueva pujanza que ha proporcionado a la vieja interpretación del macarroneo como parodia anticlasicista y antihumanista (cf. el aplauso a I. Paccagnella de E. BONORA, “Stato attuale degli studi folenghiani”, Atti Convegno 1980, pp. 30-31).
11 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 67. Sobre la naturaleza de tales “impulsos hacia arriba y hacia abajo” cf. nota anterior.
12 Cf. C. SEGRE, o.c., pp. 67-68
13 Cf. ib., p. 68. La idea del macarroneo como resultado de un intento polemista de contraste y colisión entre dos estructuras lingüísticas totalmente opuestas desde el punto de vista cronológico y estilístico, choca con la intepretación de Bonora y Chiesa, que consideran que el poeta macarrónico emplea cualquier elemento lingüístico (el latín en toda su amplia gama histórico-cultural, el toscano, los dialectos, jergas, extranjerismos, neologismos) que le permita alcanza una mayor expresividad en el sentido de lo cómico. Por otra parte, Chiesa señalará en Folengo el limitado empleo de las jergas, lo que de acuerdo con la interpretación de Segre podría haber contribuído a reforzar ese combativo contraste entre estructuras (cf. M. CHIESA, “Cingar sciebat zaratanare”, o.c., pp. 113-124). Folengo, por el contrario, evitará estos extremismos y en las redacciones sucesivas de su obra empleará términos de una koiné dialectal suficientemente conocida. De difícil explicación en la teoría de Segre son también los “macarronismos morfológicos” de Paoli si éstos pueden identificarse con el “latín más vulgarizante del medievo” del que habla Segre, así como el predominio de uno u otro elemento lingüístico según lo exija el tono del discurso y la temática.
14 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 69

sábado, 5 de mayo de 2012

LA RÉPLICA DE IVANO PACCAGNELLA: INTERFERENCIA Y ABAJAMIENTO EN EL MACARRONEO



La tesis de Lazzerini de situar los sermones híbridos como precedente directo del macarroneo literario es contestada un par de años más tarde por Ivano Paccagnella, en un renombrable artículo1 donde se muestra la influencia combinada de la obra de Uriel Weinreich2 y Mikhail Bakhtin3, fundamentalmente de la mano de sus respectivos conceptos de linguistic interference4 y rabaissement5 abbassamento en italiano-.

Como señala Angela Piscini6, U. Weinreich elabora el concepto de interferencia examinando casos particulares de comunicación lingüística en zonas de bilingüísmo (regiones fronterizas, grupos de inmigración, etc.); Paccagnella transfiere este concepto al análisis del lenguaje literario7 con fin de separar la “simple mezcolanza superficial” (representada por los carmina burana, los sermones híbridos estudiados por Lucia Lazzerini y el latín italianizado de las lecciones universitarias) del auténtico lenguaje macarrónico de Tifi y sus coterráneos, resultado de una interferencia bilingüe (latín y dialecto, un vulgar paduano con diversos niveles de variedad de uso), con todas las consecuencias de desviación de las normas, simultáneamente, de las lenguas que entran en contacto8. Señala Paccagnella el carácter limitado e irreflexivo del hibridismo de los sermones, y las diferencias reales de lengua, estilo y de conciencia de lengua y de estilo respecto al macarrónico prefolenguiano y folenguiano9. La diferencia fundamental radica en el uso de un enmacarronamiento inconsciente y, por lo demás, limitado a casos esporádicos, manifestados solamente en el nivel lexical, nunca al mismo tiempo en el lexical, morfológico, sintáctico y métrico como sucede en la poesía macarrónica10. Por el contrario, “el macarrónico no es un caso de simple mezcolanza superficial. Es posible definir este latín como el resultado de un contacto y de una interferencia bilingüe: de latín conserva sólo las apariencias morfológicas superficiales, mientras que las estructuras lexicales y sintácticas son tomadas del dialecto. Es la parodia (en sentido etimológico) del latín clásico, un lenguaje híbrido, calcado sobre formas vulgares, con aplicación de las normas morfológicas y métricas del latín aúreo al fondo lexical dialectal. La interferencia, la desviación de la norma de las lenguas entre las que sucede el contacto, tiene como consecuencia el reordenamiento de los modelos lingüísticos ofrecidos por el latín de seguido a la introducción de elementos extraños a él, en el campo de la morfología, pero sobre todo en el de la sintaxis y el léxico. El grado del contraste está determinado también por la semejanza tipológica entre los sistemas lingüísticos en acto, por lo que el contacto es a menudo capaz de mostrar la interferencia como una fórmula automática de conversión11”.

Frente al macarroneo que nace como un juego intelectual consciente de fusión orgánica y choque de la tradición dialectal y la del latín humanista, en vistas a producir un abajamiento estilístico o hipóbole, por el que el latín queda relegado a elemento de parodia secundario12, en los sermones híbridos no hay macarroneo sino amalgama latino-vulgar, sin fusión orgánica: falta el enmascaramiento latino de las palabras vulgares. Nos hallamos ante insertos yuxtapositivos a las palabras latinas, conservando cada lengua su propia individualidad; y falta, sobre todo la intención paródica que se encuentra en la base de las macarróneas13, y que Paccagnella define con palabras de Bonora como “caricatura artificial del latín y reivindicación violenta de la materia dialectal”14. Se debe, por tanto, hablar de tendencia al macarronismo más que de estructura macarrónica verdadera y cierta, “aunque esta línea de tendencia está ya bien definida”15.


Imagen: El profesor Ivano Paccagnella


1 Cf. I. PACCAGNELLA, “Mescidanza e macaronismo: dall’ibridismo delle prediche all’interferenza delle macaronee”, GSLI, vol. 150, 1973, pp. 363-381. Paccagnella centra siempre su estudio en los poetas macarrónicos prefolenguianos de Padua.
2 Cf. U. WEINREICH, Languages in contact. Findings and Problems, Mouton, The Hague 1963 (reimp.). Utilizamos la edición empleada por Paccagnella. Cf. también n. 66 del presente capítulo.
3 Cf. M. BAKHTINE, L’œuvre de François Rabelais et la culture populaire au Moyen Âge et sous la Renaissance, Gallimard, Paris 1970. Utilizamos la citada traducción francesa del original ruso de 1965 empleada por Paccagnella. La transcripción del nombre del influyente estudioso ruso puede variar según aparezca en la bibliografía anglosajona (Mikhail Bakhtin) y en la española por derivación (cf. F. Márquez Villanueva, A. Torres-Alcalá), en la francesa (Mikhaïl Bakhtine) o en la italiana (Michail Bachtin) (Con posterioridad a la redacción de estas líneas apareció una traducción española de la obra con una nueva transcripción cf. Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. En el contexto de François Rabelais, traducción de Julio Forcat y César Condoy, ed. Alianza, Madrid 2003). Según éste, la obra de Rabelais, el más difícil de los autores clásicos, está unida a las fuentes populares, que han determinado el conjunto de su sistema de imágenes así como su concepción artística. Las claves de interpretación de este sistema de imágenes se han perdido tras cuatro siglos de pensamiento ideológico de la Europa burguesa. Así pues, una comprensión total de su obra exige una incursión profunda en la milenaria cultura cómica popular, cultura enfrentada en la Edad Media y en el Renacimiento a la cultura oficial, al tono serio, religioso y feudal, y de la que Rabelais ha sido el destacado portavoz en la literatura.
4 Cf. U. WEINREICH, o.c., p. 1: “[...] Those instances of deviation from the norms of either language which occurs in the speech of bilinguals as a result of their familiarity with more than one language i.e. as a result of language contact, will be referred to as INTERFERENCE phenomena”. Las implicaciones de la aplicación de este concepto al estudio del macarroneo serán ilustradas en la exposición de las teorías de Paccagnella y Segre.
5 Este concepto está indisolublemente unido en Bakhtin al de “realismo grotesco” (réalisme grotesque), concebido como el sistema de imágenes de la cultura cómica popular (cf supra n. 124). En éste, presenta un carácter profundamente positivo el llamado “principio material y corporal” (principe matériel et corporel), que resulta ser el principio de la fiesta y de la alegría, principio entendido como universal y propio del conjunto del pueblo: “el portavoz del principio material y corporal no es aquí ni el ser biológico aislado, ni el individuo burgués egoísta, sino el pueblo, un pueblo que en su evolución crece y se renueva eternamente. Esta es la razón de que todo el elemento corporal sea tan magnífico, exagerado, infinito. Esta exageración reviste un carácter positivo, afirmativo. El centro capital de todas estas imágenes de la vida corporal es material, es la fertilidad, el crecimiento, la sobreabundancia. Todas las manifestaciones de la vida material y corporal y todos los bienes materiales no se atribuyen, repitámoslo, a un ser biológico aislado o a un individuo “económico” privado y egoísta, sino a una especie de cuerpo popular, colectivo, genérico [...] La abundancia y la universalidad determinan a su vez el específico carácter juguetón, de fiesta (y no de la vida cotidiana) de todas las imágenes que tienen relación con la vida material y corporal” (p. 28). El rabaissement (que traduciremos con un cervantino “abajamiento”, dadas las connotaciones negativas que sugiere el normativo “degradación”, y teniendo en cuenta la metáfora espacial y jerárquica que evoca el término original), es presentado como el rasgo característico del realismo grotesco, y consiste en “la transferencia de todo lo que es elevado, espiritual, ideal y abstracto al plano material y corporal, el de la tierra y el cuerpo en su indisoluble unidad”. Tal operación queda confiada a la “risa popular”, asociada de siempre a “los bajos materiales y corporales” (le bas matériel et corporel), pues la risa “abaja y materializa” (p. 29). El concepto de “abajamiento” será determinante en la caracterización del macarroneo en Paccagnella y en parte de la obra de Cesare Segre.
6 Cf. A. PISCINI, ““Per allegri segni”: in margine ad alcune recenti edizioni di testi macaronici prefolenghiani”, Filologia e critica, IV, 1979, p. 372
7 En la obra de Weinreich sólo encontramos referencias tangenciales al fenómeno macarrónico (p. 60: “The desire for comic effects may also motivates lexical mixture” y n. 109, p. 68).
8 Cf. U. WEINREICH, o.c., p. 1 y p. 67: “It may be noted that, from the structural point of view, interference is to be expected in BOTH languages that are in contact”.
9 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., p. 377
10 Cf. ib., p. 369
11 Cf. ib., p. 377 y U. WEINREICH, o.c., p. 2: “From the point of view of the bilingual, the origin of a similarity between two languages –whether it is the result of a common heritage or a convergent development- is irrelevant. A particular type of relationship, however, which occurs frequently among genetically related systems is that which can be stated as an automatic conversion formula”.
12 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., p. 379-380. Este concepto de “hipóbole” es un trasunto a nivel estilístico del concepto de “abajamiento” aplicado a la lengua, en el sentido de una inversión consciente de las relaciones jerárquicas de orden cultural entre lenguas que Paccagnella atribuye a los prefolenguianos paduanos.
13 Cf. ib., p. 381
14 Cf. E. BONORA, o.c., p. 38 cit. por I. PACCAGNELLA, o.c., p. 363
15 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., p. 381