CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 29 de noviembre de 2014

LA REDACCIÓN VIGASO COCAIO DE LAS MACARRONEAS FOLENGUIANAS




Ocho años después de la muerte de Folengo aparece en Venecia de mano de los herederos de Pietro Ravani (así en el colofón: Apud haeredes Petri Ravani et socios) la cuarta redacción de sus macarroneas. El frontispicio de la príncipe ofrece un nuevo título:

MERLINI || COCALII || POETA MANTVA || NI MACARONI || CORVM POE || MATA || [motivo ornamental] || M. D. LII. || Cum Priuilegio Illustriss[imi] Senatus | Venetorum1.

Abre la edición un prefacio en prosa vulgar (Vigaso Cocaio alli lettori), firmada por un pseudónimo2 que ha dado nombre a la redacción (abreviadamente red. V). Curti divide este texto en tres partes: la primera consiste en un de vita et moribus de Folengo y una reseña de sus obras vulgares, macarrónicas, y latina; la segunda toca los poemas caballerescos, y especialmente el Orlando innamorato, y la tercera es, en sustancia, la carta de Nicolò Costanti que cerraba la red. C3.

La revisión del autor fue interrumpida por la muerte tras el libro octavo del Baldus, lo que permite que la Zanitonella (que en esta red. vuelve a preceder al Baldus y recupera aproximadamente la extensión de la red. T [1158 vv.]) y los ocho primeros libros del Baldus se presenten minuciosamente modificados desde el punto de vista formal respecto a la red. precedente. El resto de libros hasta el veinticinco no presenta muchas variantes, que consisten sobre todo en supresiones; la Moschaea pasa a llamarse Moscheis, pero, aparte del título, sufre muy pocos retoques; finalmente, se eliminan todos los epigramas latinos, que pasaron al Varium poema4.

La operación de revisión formal de la red. V va encaminada a la eliminación drástica de muchos fragmentos de latín humanista, y a un parcial incremento de los elementos dialectales y rústicos, recuperándolos no raramente de la red. T; pero no se trata -como indica Zaggia-, de un retorno a esta redacción, cuyos extremismos quedan definitivamente lejos, sino de una labor de síntesis entre la fase experimental y extremista de la Toscolanense y la fase selectiva y clasicista de la Cipadense5.

A la edición príncipe, aparecida en Venecia en 1552 (V1), siguieron otras dos también venecianas de 1554 (V2) y 1561 (V3) respectivamente. V2 sólo es parcialmente descripta de V1, mientras que V3 sí lo es de V26. No volvió a ser editada hasta este siglo por Alessandro Luzio (T. FOLENGO, Le maccheronee, Bari 19111, 1927-19282, 2 volúmenes), quien utilizó las tres ediciones quiñentistas y C1. La edición, que carece de notas ilustrativas, ofrece al final un glosario, y un apéndice que recoge, de modo no completo, las variantes de la red. C y una selección de variantes de la red. T. Esta edición, que dista mucho de ser crítica según afirman Bernardi Perini y Zaggia7, es la única edición completa de esta última redacción. Diversas secciones de la red. V han conocido posteriores ediciones: la Zanitonella V sola (T. FOLENGO, Zanitonella, a cura di G. BERNARDI PERINI, Torino 19611-2), junto con los Epigr. V en una antología de la Vigaso Cocaio (T. FOLENGO, Opere, a cura di C. CORDIÉ, Milano-Napoli, 1977), y junto con la Mosch. V y los Epigr. V (T. FOLENGO, Macaronee minori. Zanitonella - Moscheide - Epigrammi, a cura di M. ZAGGIA, Torino 1987); el Baldus V en dos ocasiones (MERLIN COCAI, Il Baldo, traduzione di G. TONNA, testo originale a fronte a cura di G. DOSSENA, Milano 1958; T. FOLENGO, Baldus, a cura di E. FACCIOLI, Torino 1989); y la Mosch. V (T. FOLENGO, Moscheide, a cura di E. FACCIOLI, Mantova 1983). Un hito fundamental en la hermenéutica folenguiana supuso la aparición en 1997 de T. FOLENGO, Baldus, a cura di M. Chiesa, Torino, edición en dos volúmenes del Baldus V, que supone una revalorización de la labor crítica de U. E. Paoli.

La crítica ha convenido en señalar una fractura fundamental en la concepción del macarroneo de las redd. C y V frente a la de las dos primeras. Mario Chiesa afirma que el Folengo de la red. T distingue entre la gran literatura, la de la grauitas -representada por Virgilio-, y una literatura de la leuitas como la macarrónica, para la que el poeta reivindica una colocación equipolente. Hay un segundo Folengo, el de las redd. C y V, pero ya del Orlandino y del Chaos, que relega toda la literatura al ámbito de la leuitas, cuando envía a la zucca del libro final del Baldus a Homero y Virgilio junto con Merlín. Esta banalización de la literatura, en una época en que el triunfo del clasicismo vulgar bembiano hace imposible reivindicar un espacio a la leuitas junto a la grauitas como hacía Folengo en 1521, permite a éste permanecer fiel a sí mismo a medida que crece la fractura entre la literatura 'áulica' (da camera) y la 'popular' (da piazza), en detrimento irreversible de la segunda: "Sostener que toda obra literaria es vanitas permite a Folengo trabajar en el macarrónico al tiempo que en sus poemas sacros: no hay contradicción entre conversión religiosa y fidelidad al macarrónico si la literatura, toda la literatura, se justifica "ut salubriter ociemur", como le dirá su hermano Giambattista en sus Pomiliones"8. Folengo, pues, une en su macarroneo aquello que en los últimos veinte años de su vida se tiende a separar definitivamente. Sus epígonos acusan la relegación de la materia da piazza, ofreciendo una lectura de Merlín Cocayo reducido a escarnecedor del latín9.

La supresión de la reseña de autores modernos menoscabados en las laudes Vergilij del Baldus T XXV es señal para Luca Curti de que Folengo, en la época de la red. C, ha tomado conciencia de que la literatura vulgar ha tocado una altura casi tan difícil de alcanzar como la latina, y de que carece de compañeros de viaje. Solitario ("su tradición es él mismo", dice Curti) y consciente de que la lengua macarrónica es la única en la que no tiene rival, Folengo reduce la distancia entre las dos personas macarrónicas, cuya comunión se reconoce en la voz que resuena, irónica, al final del Baldus V10:

Ergo sorellarum, o Grugna, suprema mearum,
Si nescis, opus est hic me remanere poëtam:
Non mihi conveniens minus est habitatio zucchae,
Quam qui greghettum quendam praeponit Achillem
Forzibus hectoreis; quam qui alti pectora Turni
Spezzat per dominum Aeneam, quem carmine laudat
Moeonia mentum mitra, crinemque madentem.
Zucca mihi patria est: opus est hic perdere dentes
Tot, quot in immenso posui mendacia libro.
Balde, vale, studio alterius te denique lasso,
Cui mea forte dabit tantum Padrala favorem,
Vt te, Luciferi ruinantem regna tyranni,
Dicat, et ad mundum san salvum denique tornet.
Tange peroptatum, navis stracchissima, portum,
Tange, quod amisi longinqua per aequora remos:
He heu, quid volui, misero mihi, perditus Austrum
Floribus et liquidis immisi fontibus apros.
(Baldus V XXV 642-658)

"Conque, ¡oh Grugna! la soberana de mis hermanas,
si no lo sabes, debo quedarme aquí por poeta:
no me conviene menos vivir en tal calabaza
que el que da pujanza a Aquiles, un grieguecillo,
sobre Héctor estrenuo, que el que el pecho de Turno cimero
rompe a manos de don Eneas, que alaba en un verso
' con la mitra meonia en su barba y cabellos mojados'.
La calabaza es mi patria: aquí me es preciso perder de mis dientes
tantos, cuantas mentiras puse en mi libro copioso.
Baldo, adiós, te dejo, en fin, al cuidado de otro,
al que dará quizás mi Pedrala favor tan crecido
que a ti, destructor del reino del príncipe luciferino,
te cante, y sano y salvo al mundo al fin te devuelva.
Toca el puerto añorado, barca mía harto ajada,
toca, porque perdí los remos en mares lejanos:
Ay, ¿qué quise, el triste de mí?: el solano entre flores,
loco, metí, y en fuentes de puro cristal jabalíes"11

Reflexionando sobre este final, Giorgio Bàrberi Squarotti12 observa que "todo el poema folenguiano está recorrido por la irónica, antifrástica proclamación del valor de la poesía macarrónica, que en la conclusión de la obra encuentra el sello de la polémica implicación de los más altos y consagrados ejemplos de poesía épica en la condición semejante de inventores de fábulas, de mentiras, de libros locos y vanos" (p. 154). Tras equiparar, en cuanto ficciones, al Baldus con la Ilíada y la Eneida, Folengo renuncia a contar el triunfo de Baldo sobre el infierno y Lucifer, para huir de una mentira aún mayor, que haría de Baldo una reencarnación de Cristo, y de Merlín un "poeta sacro", obligado a contar la imposible "verdad" de la liberación de la Iglesia y del mundo de corrupción, errores, ambiciones y rivalidad. En consecuencia, "la locura y la extravagancia son los últimos guías del extraordinario grupo de enemigos del infierno y del demonio: la seriedad fundamental de la empresa viene así a naufragar en la contemplación entre risas de los gestos del bufón y de las danzas con Baldo, con el héroe más serio y tradicional, y en el seguirlo al interior de la calabaza de la que no es posible salir, porque Baldo y sus compañeros aparecen allí en este caso tal como son, es decir, como frutos de la invención poética, fábulas vanas ellos también, no menos (y no más) que Eneas y Turno, y Aquiles y Héctor, y destinados a desaparecer en el momento en que aparece en primera persona el poeta y él mismo asume, en la calabaza, la posición que le compete, y que engloba asimismo a Baldo y sus compañeros, de los que, de hecho, no se habla más" (p. 158).

No sabemos que ningún folenguista haya relacionado la zucca del Baldus con la que, como nos informa Menegazzo13, era la empresa de la Academia de los Intronati de Siena, en la que ingresó Folengo con el nombre de l'Estremo14. Dicha academia fue fundada en 1525 por Antonio Vignali (Arsiccio Intronato), según él mismo afirma (Menegazzo rechaza como falso, por anacrónico, el elenco de Intronati anteriores a 1525 existente en la biblioteca pública de Siena). Puede plantearse la hipótesis de que los académicos fundadores, llamados en ocasiones zucchini, tomaran como modelo para su empresa la zucca de la red. T -aunque ésta es también un motivo folclórico como se verá inmediatamente-, y que esto animara posteriormente a Folengo a pedir el ingreso en la Academia presentando como obra que acompañaba a su demanda de admisión, según supone Menegazzo, la red. C. Sea como fuere, tal empresa suscitó severas críticas entre algunos tratadistas. Así, Ercole Tasso, Della realtà e perfezione delle impresse (1612): "Aquellos primeros fundadores de una tan ilustre y famosa Academia eran representados, si podía dar crédito a mis ojos, por una de esas calabazas que, una vez secas y vacías, sirven para guardar la sal. Y para que fuera reconocida como tal colocaron sobre ella dos manos de mortero de las que se suelen utilizar para picar el bloque de sal. Y nos inclinamos a pensar que ellos fueron los autores de esta invención, desde el momento en que habían ya encontrado y elegido el nombre de Intronati (i.e. pasmados), para así emplear una imagen de acuerdo con su nombre; porque estas calabazas cuando son golpeadas, no importa cuán levemente, por dentro o por fuera, hacen un grande y pasmoso ruido". Y sobre su lema, meliora latent, objetaba Tasso: "El Meliora presupone que la calabaza es buena, lo cual está lejos de la verdad. De hecho la calabaza ha dado lugar a refranes para significar que un hombre o una mujer es un zopenco: zucca mi da sale; donna zucca al vento; y come colei che poco sale aveva in zucca"15 . Pero tras la incompresión del tratadista puede ocultarse un juego de ironías de ida y vuelta entre los Intronati y Folengo, quien, de una somera descripción de la zucca en la red. T (cf. Baldus T XXV 486-487: "Post curtum spatium retrouarunt denique zuccam, / grandilitate parem montagnae Valcamoneghae"), pasa a una más completa en las dos últimas redd., señalándola como seca y hueca, ligera y semejante a un sonajero por las semillas secas dispersas en su interior, lo que lo hace la casa adecuada a los astrólogos, cantores y poetas (cf. Baldus V XXV 602-605, 621-624: "Et quid erat moles tanta haec? erat una coccochia, / sive vocas zuccam, seccam busamque dedentrum, / quae, quando tenerina fuit, mangiabilis atque, / certe omni mundo potuisset fare menestram. / [...] / Zucca levis, sbusata intus, similisque sonaio, / in qua sicca sonant huc illuc semina dentrum, / astrologis merito, cantoribus atque poëtis, / est domus..."). Acertado o no, esto no desdice, en fin, de la leuitas folenguiana que, salvándose a sí misma en el momento en que se pone al nivel de la de Virgilio y Homero, afirma zucca mihi patria est, como calco del ovidiano Sulmo mihi patria est16.






Ilustración: La empresa de la Academia de los Intronati.





1 Cf. ed. Zaggia, p. 593.
2 La antigua identificación de Vigaso Cocayo con el propio Folengo (Billanovich, Goffis) fue puesta en duda por Folena y Zaggia, primero, y luego resueltamente negada por Curti ("Vigaso Cocaio") en una muy documentada argumentación. La abreviatura V fue propuesta por Bernardi Perini frente a la confusión que podría originar la tradicional V. C. con la de la redacción Cipadense (cf. ID., "Adversaria...", p. 534).
3 Curti ofrece una edición de dicho prefacio cf. o.c., pp. 120-124.
4 Cf. ed. Zaggia, p. 215, y supra n. 18. Zaggia, centrándose en las macarroneas menores, afirma que se puede hablar de Cipadensis altera, es decir, de una ejemplar anotado de la red. C como antígrafo para la Mosch. y los Epigr., pero no para la Zan. V, que fue reescrita por el autor ex novo (ib. p. 596).
5 cf. ed. Zaggia p. 216.
6 Cf. ed. Zaggia, pp. 595-601.
7 Cf. G. BERNARDI PERINI, "Folengo...", p. 77 y ed. Zaggia p. 595.
8 Cf. M. CHIESA, "Il Parnaso e la Zucca: la letteratura secondo il Folengo", Atti Convegno 1991, p. 50. Sobre el fundamental cambio de ambiente cultural fraguado en Italia entre 1525 y 1530 cf. también M. POZZI, "Le quattro redazioni..", pp. 40-47.
9 Cf. M. CHIESA, o.c., p. 58.
10 Cf. L. CURTI, "Sul macaronico", pp. 179-182.
11 Los dos versos finales los toma Folengo de Virgilio, Ecl., 2, 58-59, cuya traducción procede de la ya citada de A. García Calvo.
12 cf. ID. "L'inferno del Baldus", Atti Convegno 1977, pp. 153-185
13 cf. ID. "Teofilo...", p. 368 n. 7
14 Rodolfo Signorini (cf. ID., "Poeti e bugie", QF 5, 2004-2005, pp. 105-107, ha vuelto a tratar de la zucca como enseña de los Intronati, aunque sin poner en relación dicha calabaza con la folenguiana.
15 cit. por M. PRAZ, Imágenes del Barroco (estudios de emblemática), ed. Siruela, Madrid 1989, pp. 95-96 n. 9

16 calco ya señalado por Paoli, Il latino..., p. 134.

sábado, 22 de noviembre de 2014

ENTRE LOS AMIGOS DE MERLÍN COCAYO




Pasando una semana en el norte de Italia de viaje de novios con mi esposa, el presidente de la asociación Amici di Merlin Cocai (dedicada a la promoción de la obra y de la figura del Virgilio macarrónico, y de la que formo parte hace años), Otello Fabris, supo de mi paso por Verona, y me invitó a asistir a la asamblea general de la asociación que se celebraba en el monasterio de Campese, donde se halla la tumba de Teófilo Folengo, y la biblioteca de la asociación, recientemente engrandecida con la donación de la biblioteca del gran estudioso Carlo Cordié. Nos desplazamos desde Verona hasta allí gracias a la amabilidad de otro asociado, Silvano Bassi y su gentil esposa, Anna, quienes nos llevaron en su coche. Silvano es un apasionado de los libros antiguos, y pudimos hablar un poco sobre el antiquarista Torello Saraina, que ocupó mi memoria de licenciatura.
Llegamos a Campese, y pudimos admirar el emplazamiento, y la biblioteca folenguiana con que cuenta la asociación.







  

Acto seguido, asistimos a la asamblea, en la que pude expresar ante los socios mi gratitud, y mi emoción por comprobar que la asociación está muy viva, e integrada por personas con profundas inquietudes culturales, y dotadas de un amor hacia el autor mantuano y su obra, que a mí, desde la lejana España, donde soy el único en estudiar su obra, me reafirma en mis propósitos científicos, y en aliviar mi consiguiente soledad.
Posteriormente, nos trasladamos a la iglesia del monasterio, donde ejecuté un rito establecido desde 1994, y que consiste en la coronación del busto de Folengo que se halla junto a su lápida por parte del invitado de honor de la ocasión; en primer lugar, Otello nos presentó el lugar, cuyas vicisitudes y restauraciones yo conocía por la bibliografía, y recordó cómo el mayor biógrafo de Folengo, el difunto Giuseppe Billanovich, quien estableció la fecha exacta de la muerte del artista, podría haberse ahorrado todas sus investigaciones en este punto, si hubiese visitado Campese, que no se hallaba muy lejos de su lugar de trabajo. Cosas de los investigadores. Per ardua ad sidera. Me emocionó comprobar también in situ que sobrevive la inscripción dejada por un visitante español del siglo XVI o XVII, y de la que habla A. Momigliano en un viejo artículo.











Con posterioridad, nos dirigimos a Bassano del Grappa, sede de la asociación, donde se cumplió con un almuerzo de convivencia (que responde muy bien a la vertiente gastronómica de la asociación, que promociona también el conocimiento la cocina renacentista tan presente en la obra folenguiana), en el que Otello Fabris me impuso la insignia de oro de Socio Senior. En unas breves palabras, que ya me faltaban, abrumado por la emoción, expresé de nuevo mi gratitud, y mi admiración por ellos, que saben canalizar la vida cultural de su país a través de asociaciones privadas, con recursos ocasionales a patrocinadores, al contrario de lo que ocurre en España, donde estas iniciativas colectivas son más bien raras, por la mentalidad estatista que espera que sea el Estado, a través de subvenciones y su iniciativa el que anime la cultura del país.






sábado, 1 de noviembre de 2014

LA REDACCIÓN CIPADENSE DE LAS MACARRONEAS DE TEÓFILO FOLENGO




La tercera redacción de las macarroneas folenguianas apareció sin indicación de fecha, y el colofón reflejaba un lugar de impresión y un impresor obviamente ficticios: Cipadae apud magistrum Aquarium Lodolam1. El frontispicio de la príncipe, extremadamente sobrio respecto al de la red. precedente, ofrece un nuevo título, el contenido de la obra, que retoma en otro orden el de la red. T, y dos dísticos latinos en los que el autor entona una palinodia por su obra anterior y el presunto daño causado a terceros:

MACARONICORVM || POEMA. || [motivo ornamental en forma de trébol] || Baldus. | Zanitonella. | Moschaea. | Epigrammata. || Tam sibi dissimilis, tamq(ue) alter habetur ab illo | Merlino, vt primum nesciat autor opus: | causa recantandi fama est aliena, malorum | Iudicio, haud vatis simplice morsa ioco.

Desaparecen de esta redacción, junto con el copioso aparato de glosas, todas las chispeantes prosas macarrónicas introductorias de las redd. P y T2, que son sustituidas por un breve prefacio en prosa vulgar (Francesco Folengo alli lettori), firmado por el único laico de los hermanos Folengo, funcionario de los Gonzaga. En este prefacio se afirma que esta nueva versión sólo pretende responder a las críticas literarias y morales suscitadas por las anteriores redd., pues los intereses actuales del autor, que retoma de mala gana su obra, van por vías muy diferentes. Finalmente, Francesco Folengo advierte de que ha recibido el texto para imprenta en octubre de 15303.

Ya en la parte propiamente macarrónica las nuevas versiones aparecen en orden trastocado, precediendo ahora el Baldus a la Zanitonella. Tras los epigrammata figura, bajo aparente pseudónimo4, un postfacio en lengua vulgar (Nicolò Costanti altramenti lo Scorrucciato agli lettori), en la que se proclama la belleza, plurimorfismo y singularidad de la lengua macarrónica. Bajo esta carta de Costanti y antes del errata-corrige final, aparece en la princeps el severo busto clasicista de un poeta laureado, con la inscripción MERL. COC. F.5





El Baldus C es fruto de una metódica reelaboración formal y narrativa. De sus novedades estructurales y temáticas ha llamado especialmente la atención de la crítica el desarrollo del episodio de Berto Panada en el libro II, la biografía mítica de Merlín insertada al comienzo del libro XXII, y los cambios en el final del libro XXV, pasajes ambos reveladores de un cambio en la concepción del macarroneo en las dos últimas redacciones de las macarroneas folenguianas6. Tras el Baldus aparece la Zanitonella, reducida casi a la mitad (672 vv. frente a los 1283 de la T), y objeto de numerosos retoques formales, generalmente atentos a atenuar los efectos más abiertamente paródicos y a incrementar el decoro literario macarrónico7. En su nueva versión la Moschaea es objeto de una revisión bastante minuciosa, aunque sin alterar sustancialmente su fisonomía general, lo que la hace la obra macarrónica menos alterada en el paso de la red. T a la C8. Bajo el sobrio título de Epigrammata aparece desarrollado (32 epigramas -sin epístolas- en parte macarrónicos y en parte latinos, ya no ligados al Baldus) el Libellus de la red. T9. Las macarroneas de esta versión ostentan, en suma, una minuciosa labor de reelaboración formal, que hace de la red. C la fase más clasicista del macarroneo folenguiano, denominación que adquiere sentido si se la parangona con el gusto exuberante y excéntrico de la red. T10.

La red. C sólo conoce una edición sucesiva a la príncipe, impresa en Venecia por Pietro Boselli en 155511. Su fortuna editorial es más desgraciada, si cabe, que la de las redd. precedentes: ahogada en los siglos anteriores por el éxito de la red. T, lo ha sido a la vez en éste por la red. V. A ello han contribuido razones formales, como su íntima unidad con la redacción siguiente (piénsese que los impresores póstumos de la red. V tuvieron como antígrafo parcial un ejemplar de la red. C con correcciones autógrafas al margen, y esas interrumpidas por la muerte del autor, lo que llevó a Paoli a denominar a la V como Cipadensis altera12), y razones coyunturales, como la preferencia exclusivista por la red. V de la crítica del siglo XX. Dentro de su volumen de Macaronee minori Zaggia editó la Zanitonella, la Moschaea y los Epigrammata de esta redacción13. En 1993 apareció una reproducción facsímil (Macaronicorum Poema) del ejemplar conservado en la Biblioteca Comunale de Mantua (177. F. 41.) a cargo de la Associazione Amici di Merlin Cocai, con epílogo de Giorgio Bernardi Perini, y nota de Rodolfo Signorini.







1 Alessandro Luzio (1889) sostuvo que se publicó entre 1539 y 1540, ya que en la red. C se celebra como aún vivo a Federigo Gonzaga († junio de 1540), mientras que falta el elogio entusiasta de Isabella d'Este († febrero de 1539) presente en la red. T. Zaggia considera esto como argumento e silentio y fija la fecha de impresión en torno a 1535 basándose a las referencias internas a sucesos contemporáneos, y la de composición entre 1530 y 1535. Mario Chiesa, por el contrario, piensa que puede defenderse la datación de Luzio precisándola antes del 21 de agosto de 1539, fecha de la muerte de Francesco Folengo, autor del prefacio de la edición (cf. M. CHIESA, "Dubbi intorno alla Cipadense", Atti Convegno 1991, p. 461 n. 5). Por otra parte, la edición había sido atribuida desde el siglo XVII a Alessandro Paganino, pero Zaggia lo considera insostenible por razones bibliológicas y de cronología relativa, y la asigna, mediante el análisis de ciertos caracteres tipográficos y rasgos ornamentales, a Aurelio Pincio, que ya había sido impresor de L'Umanità del Figliuolo di Dio (cf. M. ZAGGIA, "Breve percorso...", pp. 94-95).
2 A. MOMIGLIANO, "Le quattro redazioni de la Zanitonella", GSLI, v. LXXIII (1919), p. 24, señala que la supresión de las glosas en las dos últimas redd. daba mayor unidad y seriedad a la obra, de modo que el lector no se distraía con apéndices, que, aunque breves y agudos, constituían otros tantos paréntesis nocivos a la impresión fudamental. Mario Pozzi aduce razones culturales: el triunfo entre 1525 y 1530 del riguroso clasicismo vulgar preconizado por Bembo, condenaba, con su nuevo concepto del decoro literario, el experimentalismo y el pluricentrismo de experiencias literarias anteriores como la macarronea. Así, la supresión de glosas y aparatos de autoexaltación respondía al designio de no presentarse más como un clásico, en reconocimento de la propia marginalidad respecto a la nueva literatura (cf. M. POZZI, "Le quattro redazioni...", pp. 40-47). Tal vez la supresión del cuerpo de glosas, frecuentemente burlescas, deba ponerse en relación con la revalorización de la segunda persona macarrónica plasmada en la fábula etiológica de Merlín Cocayo del libro XXII (cf. infra n. 6) y en el nuevo final del Baldus , donde se produce una identificación entre autor real y autor ficticio.
3 El prefacio y su contenido responde a claro propósito del autor, expuesto magistralmente por Zaggia: "La redacción Cipadense se presenta [...] como una obra perteneciente al pasado licenciada por un autor vuelto a intereses muy diferentes. Es evidente que se trata de una simulación, dado que el macarrónico fue para Folengo la pasión de toda una vida, pero es también relativamente fácil intuir las motivaciones personales de tal simulación: para un benedictino apenas reingresado en la Congregación debía ser embarazoso admitir su predilección por una actividad literaria cuanto menos jocosa, o sin más transgresiva, como la macarrónica; era mejor hacer creer que se trataba de una ocupación del pasado, es decir, del periodo transcurrido fuera de la Orden benedictina (1525-1530). La responsabilidad de la publicación, seguidamente, podía ser atribuida a un tercero, y para esto se prestaba el único laico entre los hermanos Folengo, además protegido por Federico Gonzaga, es decir, Francesco Folengo. Se entiende, ahora, porqué en la edición príncipe no aparece la fecha de publicación: era preferible dejar creer en una impresión inmediatamente posterior a 1530". Mario Chiesa, por el contrario, concede verosimilitud a las noticias que sitúan en 1530 el final de la composición de la red., pero la abundancia interna de referencias a hechos históricos posteriores a 1530, difícilmente entendibles como stop-press corrections, le hacen dudar de sus propios planteamientos en un post scriptum (cf. ID. "Dubbi...", pp. 459-469).
4 Zaggia no duda en considerarlo como un pseudónimo folenguiano (cf. ID. "Breve percorso...", p. 97. La carta es reproducida en la p. 98. Nosotros lo hacemos, parcialmente aquí). Chiesa, en cambio, apunta la posibilidad de que se trate de un personaje real, a pesar de no figurar en las listas de los Intronati de Siena, en concordancia con Curti (come mi pare abbia scritto Curti, cf. M. CHIESA, "Dubbi...", pp. 468-469), quien se limita a plantear la cuestión (cf. L. CURTI, "Vigaso Cocaio", p. 172: "Ma, ripeto, la lettera dello Scorrucciato pone, ad un editore critico del testo folenghiano, un problema sicuramente accesorio, che dovrà essere risolto 'in solido' con quello della valutazione della lettera (per alcuni, di mano dello stesso Folengo) nel corpo della redazione Cipadense").
5 Zaggia compara esta imagen con la de la xilografía de la red. T que representaba a Merlín con el botazzus en la mano y alimentado por sus musas, y concluye que "la Cipadense es un monumento clasicista que el poeta macarrónico se edifica a sí mismo" (cf. ID. "Breve percorso...", p. 99).
6 Sobre el episodio de Berto Panada (Baldus C II 179-554 y luego Baldus V II 131-500) y su origen en el Orlandino véase aquí. La novedosa fábula etiológica de Merlín, -en tercera persona- que se prolonga hasta el v. 154 del mismo libro, se inicia con una descripción del río Mincio, que tras circundar la ciudad de Mantua, fluye separando con su curso dos tierras tradicionalmente enfrentadas, la de Pietole y la de Cipada. Pietole se jactaba de haber engendrado a Virgilio, lo que escarnecía a Cipada, carente de poetas. Para remediar tal tacha el senado de ésta designa un embajador doctorado, que embarca para Eubea, donde es acogido solennemente. Prontamente es recibido en el Parnaso por Apolo, que escucha su embajada: ésta consistía en pedir para Cipada un poeta que con la fuerza de su canto supere no sólo a Virgilio sino también a Homero, de modo que no sean dignos de limpiarle el culo (qui nec sint digni sibi nettezare culamen). Apolo responde que Virgilio y Homero han acaparado todo su oro, sin dejar nada a sus seguidores, que, como Pontano, Sannazaro, Fracastoro, Vida y Marullo no han producido más que mera alquimia, y le propone al embajador que vaya al paradisíaco reino de las lasagnas, donde, al igual que él mismo toca la lira y danzan en torno las Camenas, el orondo Tifi toca la gaita acompañando la danza de sus hermanas, pues nadie destaca aún en ese nuevo arte, de modo que puede corresponder la macarrónica palma a Cipada. Tras un largo vagar el embajador llega a los montes donde se atan las viñas con salchichas y todos los árboles producen tortas y buñuelos. Allí es acogido con agrado por Tifi y sus hermanas, que le proporcionan la receta para conseguir un poeta tripífero (trippiferum... poetam), que sojuzge a Virgilio y Homero. El senado y el pueblo de Cipada eligen a un retoño de la clara estirpe de los Folengo, al que alimentar a sus espensas para que cante con la gaita las gestas de Cipada. Pero, milagrosamente, y de modo parejo a como se dice que un enjambre de de abejas alimentaba con miel a Platón, así una mirla (merla) negra cruzaba todos los días el Po llevando en su pico el alimento para el bebé, que recibió de este hecho el nombre de Merlín. Luego fue confiado a un docto preceptor, y tras curtirse en la prosa y en el verso, marcha con muchos compañeros a estudiar a Bolonia, y a escuchar las chanzas del filósofo Pietro Pomponazzi, pero Merlín prefiere entregarse al arte macarrónica en la que había sido introducido desde sus más tiernas uñas por su preceptor Cocayo. Desde el v. 133 al 154 se cuenta que sus primeras composiciones fueron la Moschaea y la Zanitonella, y que luego empezó a componer el Baldus, cuyo protagonista, y otros personajes del poema, le fueron inspirados por compañeros de estudio. Tales obras -se advierte- fueron compuestas cuando Merlín era estudiante, y "no, como brama la chusma, cuando frecuentaba los claustros de la gente de la capucha" (...non ut zentaia baiaffat / quando cucullatae pratigabat claustra brigatae). Aún no había acabado el Baldus cuando un gran tumulto le obligó a huir, y, acto seguido, cambió su modo de vida bajo una regla -religiosa- (sub arcta lege), dejando su obra inacabada, y dedicó sus horas a una mejor ocupación (Estos últimos versos faltan en la última redacción, donde pasaron, transformados, a la biografía folenguiana colocada en el prefacio de la edición, firmada por Vigaso Cocaio, que se presenta como el preceptor del joven Merlín. Tales datos alimentaron la llamada "leyenda autobiográfica" folenguiana. Cf. supra. III. 1. n.2. La etopeya pasó sin muchos más retoques a dicha redacción. Curti reproduce en dos columnas yuxtapuestas Baldus C XXII 105-156 y el equivalente Baldus V XXII 105-134 [cf. ID. "Vigaso Cocaio"..., pp. 134-136]).
7 Cf. ed. Zaggia, pp. 176-177.
8 Cf. ib., pp. 385-386.
9 Cf. ib., pp. 489-492.
10 Esta operación de reelaboración formal miraba, en opinión de Zaggia, "a atenuar muchas asperezas dialectales y extravagancias métricas, y a injertar consistentes dosis de integérrimo latín humanista; fragmentos enteros del Baldus y una buena mitad de los epigramas de la Cipadense discurren en un latín ebúrneo, humanísticamente correcto. Además, por la parte vulgar, en las elecciones gráficas, fonéticas y lexicales se reconocen con mucha evidencia también formas inopinadamente tomadas del lenguaje literario de base toscana (el mismo lenguaje que Folengo había adoptado, o intentado adoptar, en las obras italianas anteriormente publicadas)" (cf. ID. "Breve percorso...", p. 97). Laura Goggi Carotti observaba, en el paso de la T a la C-V, la existencia de variantes que buscan dan un ritmo más ágil al hexámetro, el predominio de un colorido de léxico vulgar dialectal (aunque también se dan pasos de léxico vulgar a otro más latino), y la capacidad de organizar la sintaxis y la narración en modo más complejo y compacto, de graduar la acción para obtener efectos de suspensión y de tensión narrativa, de renunciar a notas y detalles particulares que distraían la atención del lector (cf. EAD. "La rielaborazione degli episodi della Domus Phantasiae e della Zucca (Baldus, XXV)", Atti convegno 1977, pp. 186-208).
11 Una descripción de estas ediciones (C1 y C2) en ed. Zaggia pp. 588-890.
12 Cf. U. E. PAOLI, Il latino..., p. 229. Tal denominación fue recordada posteriormente (Bonora, Zaggia).

13 Zaggia empleó en su edición cuatro ejemplares de C1 -de los doce existentes-, de cuya colación no emergieron variantes. Curti presentaba a Mario Chiesa como futuro editor de las redd. C y V (cf. "Vigaso Cocaio", p. 130 n. 12).