CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

viernes, 15 de septiembre de 2017

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DE "BALDO": Zambello llega a la gran ciudad (VI, 67-157)








Viniera, entretanto, Tognazzo por orden del soberano
en el lugar de Cipada como una zorra pelada,
que, después de hacerles la pascua a las pobres gallinas,
la triste se va cuanto puede escondida entre las sombras,                70
y, agazapada, friega con su barriga la tierra.
Coge a Zambello, y a la ciudad lo lleva consigo,
dándole ánimos para que esté ya contento sobre ése,
al que desea que abra en canal, y le coma los hígados.
Luego lo instruye en la ruta, cual preceptor elegante,                       75
de qué reverencias debe hacer, de decir qué palabras,
cuando se exprese delante de las señorías sapientes:
tenga limpias las sus narices, y en modo ninguno
tenga de su cabeza rascarse piojos la idea.
Zambello nunca viera las estrepitosas ciudades,                               80
aunque Mantua ciudad lejana no está de Cipada.
Por eso, parécele estar contemplando el mundo completo,
cuando ve de lejos tantos montones de casas.
Hasta la puerta vienen juntos que es de san Jorge1,
cinco puentes es preciso pasar levadizos.                                         85
Zambello pasa adelante no sin mucha fatiga,
pues viendo a lo lejos tantas chimeneas humo echando,
y oyendo al unísono desde los campanarios enhiestos
sonar las campanas todas, mientras las nubes atruenan
(pues atronaban, por el siroco que el cielo macula),                          90
tira para atrás, dudando si el mundo abajo
entonces se viene, por el estruendo en redor resonante.
Pero Tognazzo lo arrastra igual que si fuera un ternero,
cuando no le apetece entrar en la carnicería.
Ya llega a la plaza, y con un pedazo tropieza de leño,                        95
pegase un resbalón, y da con el culo en el suelo.
El populacho se para a mirarlo como a majara.
"¿Por qué -pregunta Tognazzo-, por qué demoras el paso?
Como parece, bailar me toca con la más fea2."
Nada habla Zambello, de su mollera los pensamientos                       100
teniendo tan embrollados cual líneas de náuticas cartas.
Alzándose a la postre, andaba con pasos inciertos,
y por la ciudad caminaba cual si estuviese atronado.
Le asombra que haya tantas casas juntas reunidas,
tantas calles, tantas puertas, tantas ventanas,                                  105
tantos perros, hombres, mulas, y tantos caballos;
y mientras mira arriba, ya choca, ya se tropieza,
choca con la gente que pasa, tropieza en las piedras,
y con frecuencia se para a mirar un caballo que corre,
y los perros corriendo tras él por morderle la cola.                            110
Habla Tognazzo: "¿por qué, Zambello, así te sorprendes?
¿nunca has visto hasta ahora tales y tantas cosicas?"
Éste, tal que si estuviera en mitad del campo en su propia
brega de azada, respóndele con acento gallardo:
"¡Mi puta madre3!,¡qué extraordinaria resulta esta obra!                    115
¡Venga, Tognazzo!, te ruego, déjame ver un poquito.
Tan bellas chozas, tan bellas barracas lo que es yo mismo
nunca vi, desde que me cagó de mi madre la panza.
¡Oh, cuánto heno, y cuántos rastrojos en estos heniles
puede guardarse para cebar las vacas de engorde!                            120
¿Por qué, Tognazzo, no hasme traído aquí mucho antes?"
Mientras chilla tal cosa, hete que hermosas señoras,
bellas no por su propio esplendor, sino por maquillaje,
divisa cuando están mirando por sus ventanas.
Éstas presto, oyendo la voz del vociferante Zambello,                        125
dejáronse ver, como es costumbre de las mujeres,
de sus cabezas sacar afuera como tortugas,
y de asomarse a las ventanas al mínimo ruido.
Zambello se para a mirarlas, y de continuo un dedo
tiende hacia arriba, al tiempo también rompe a gritos: "¡oh, oh, oh!   130
¡por mis cojones! ¿ves, Tognazzo, a las hembras aquellas?"
A quien Tognazzo en aparte: "¿qué carajo te pasa?,
¿qué estás gritando, merluzo?", así diciendo muy presto
una puñada le da en costillas y bajo el costado.
Pero aquél grita más, y levanta más el dedo: "¡ay, oh, oh!",               135
-responde-, ¿ves, Tognazzo, estas reinas hermosas?
¿cómo es que brillan tanto? Me cago en diez que te digo.
Si miro a nuestras mujeres, sólo veo adefesios".
Desesperado entonces, el viejo presto lo lleva
a otra calle, y así le habla por lo bajini:                                            140
"Cierra esa bocaza, o te daré garrotazos.
¿Acaso te crees que estás, bobitonto, en medio del bosque?"
Esto diciendo, condúcelo al airoso palacio.
Finalmente, ante el Podestà se presenta Zambello;
nada más verlo de lejos, empieza a reír el gentío,                             145
pues estaba atronado, y en su mente abombado,
quemado del sol, y negro, harapiento y todo pringoso,
mostraba haber mil años dormido encima del heno;
su pelambrera de tiesos cabellos igual que un hisopo
se eriza de aristas de heno y de briznas de los pajares.                     150
Peine nunca la toca, sino almohaza de bueyes:
siempre con tiña, y largas entre sus pelos las uñas,
porque a aquél lo atormentaban piojos eslavos4.
Una zamarra lleva de grueso sayal desgastado,
que dudas si del revés está, o bien del derecho,                                155
y lleva de cañamazo una corta y estrecha camisa,
que sin jabón dos veces sólo al año remoja.















1Ad portam Sancti veniunt insemma Giorgi. Véase II 82.
2Ut video, ad Modenam ursum menare bisognat. Este llevar un oso a Módena es un proverbio que alude a una obligada empresa difícil, y sin recompensa. Señala Chiesa su origen en la obligación feudal existente en algunas zonas de Garfagnana de presentar cada año a los duques de Este un oso vivo.
3Potta meae matris, quam granda est ista facenda! El primer hemistiquio es señalado en glosa de la red. T como Blasphemia solita, sed tamen non vocanda blasphemia, siendo un exabrupto típicamente campesino. He preferido no optar por una traducción literal (coño de mi madre), para usar idiotismos hispánicos parangonables, como para el angonaia "inflamación de las ingles" y el cancar "cáncer" usados como exclamaciones rurales en los vv. 131 y 132.

4Namque molestatur schiavonibus ille pedocchis. Recuerda Chiesa en su edición la glosa de la red. Paganini (lib. IV, 312) a este verso: Pedogius sgiavonus est maior aliis, y señala que los inmigrantes eslavos en Venecia desarrollaban las labores más penosas.