CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

viernes, 29 de diciembre de 2017

LA MACARRONEA DE JUAN MÉNDEZ NIETO: Obra.





La única obra que ha llegado hasta nosotros de Méndez Nieto, manuscrita e inédita, es la que nos ocupa, dotada de un largo e ilustrativo título: Discursos mediçinales compuestos por / el Ldo Juan Méndez Nieto que trata de las maravillosas / curas y suçesos que Dios nro. Sor. a querido obrar por sus / manos en çinquenta años que cura ansí en Espa- / ña como enla ysla Española y rreino de tierra fir- / me adonde a residido lo más del tiempo. De / las quales resulta mucha gloria y alabanças / al mismo Dios que las obró, y no poco prouecho / a los próximos, mayormente a los que profesan / y exerçitan el arte médica si con atención y ánimo benéuolo fueren leídos. Escritos / en Cartagena indiana. Año de 1607 / y de la hedad del auctor 76. A gloria / y honrra de Dios nuestro Señor / y por aprouechar a sus próximos. / Van repartidos en tres libros. En el primero se escriue / lo sucedido en España. El segundo trata de los su- / çesos de la isla Española. El tercero del reino / de Tierra Firme. / Dirigido al Liscdo Alonso Maldonado Oydor del Consejo de Yndias del rey nuestro / Señor. El primer y segundo libro constan de 20 capítulos o ‘discursos’, y el tercero de 40 discursos. En todos ellos se mezclan descripciones de praxis médica con peripecias reales o fingidas. La obra concluye con un copioso índice de materias.

El manuscrito perteneció primero al salmantino Colegio Mayor de Cuenca, de donde pasó a la Biblioteca de Palacio de Madrid. En 1954 fue devuelto a la Universidad de Salamanca, en cuya Biblioteca Universitaria se conserva como manuscrito 22081.

Luis S. Granjel resume con admirable precisión el proceso de composición de la obra y su fortuna2:

La redacción de los Discursos medicinales la inició Méndez Nieto en Cartagena de Indias no en 1607, como proclama la portada de la obra, sino en fecha algo anterior, el 23 de noviembre de 1606, siendo, puntualiza, “las tres horas después de media noche con mi propia mano y sin antojos”; tenía entonces setenta y cinco años; otras fechas, que también constan en el manuscrito, permiten seguir el curso de su redacción; el penúltimo ‘discurso’ del Libro primero lo redacta el 13 de febrero de 1607 y el primero del siguiente año inicia la redacción del ‘discurso’ 21 del tercer Libro; el discurso 32 lo escribe en junio de 1608 y en septiembre de dicho año se ocupa de redactar el ‘discurso’ treinta y seis con el que se aproxima a la conclusión del trabajo comenzado dos años antes. La dedicatoria fue firmada el primero de julio de 1611; en 1616, contando ya ochenta y cinco años, toma Méndez Nieto disposiciones para que sus obras se impriman en España; en el proyecto de edición de los Discursos medicinales, que no llegaría a ser realidad, intervino el impresor madrileño Luis Sánchez, entonces residente en Sevilla, y el procurador de la Casa de Contratación sevillana Antonio Ruiz Navarrete; Méndez Nieto, “impedido de la vista corporal”, no pudo ya firmar el poder que otorgó en Cartagena de Indias el 26 de junio de 1616 ante el escribano Francisco López Nieto y a favor del solicitador madrileño Francisco de Torres; el paso del manuscrito al salmantino Colegio Mayor de Cuenca pudo ser, en opinión de Bataillon, por herencia del licenciado Alonso Maldonado de Torres, a quien su autor dedicó los Discursos.

La obra fue parcialmente editada por Jesús Domínguez Bordona en 1935. Existe una reproducción facsímil del manuscrito original de 19883, publicada por la Universidad de Salamanca y la Junta de Castilla y León; y del año siguiente es la edición introducida por Luis S. Granjel.

El poema macarrónico de Méndez Nieto4.

Lugar y fecha de composición.

Entre los folios 9v y 10r del manuscrito original, correspondiente al libro primero, discurso 4 se lee una macarronea en 11 dísticos elegíacos. Se sitúa al comienzo de dicho discurso, donde narra lo acaecido en el tiempo que estudió Leyes, obligado por su padre, ya que la intención inicial del vástago era hacerse clérigo. Estos estudios le resultaron particularmente fastidiosos (y, al cabo, los abandonó por los de Medicina):

[…] tan harto y cansado del laberinto de las Leyes que me tenía ya muy enfadado; porque, como yo estava enseñado a Artes y Teología, que son çiençias recogidas y que en tres o quatro libros a lo más se sabía y aprendía lo neçessario, porque allí todo lo más y mejor se funda y prueva con silogismos y razones concluyentes […] hazíanseme tan de mal aquellas prolixidades y tan largos discursos, sin dar razón de la mayor parte de todo ello, que no lo podía llevar a paçiençia y ansí andava mui disgustoso y mohíno.

A pesar de esto, su condición de bachiller en Artes le hacía mostrarse más hábil que otros a la hora de argumentar, y le daba oportunidad de demostrar su ingenio, como en la ocasión que comenta, y que estuvo en el origen de su macarronea5:

Con todo esto hazía de legista y argumentava a los que sustentavan conclusiones con más eficacia que los demás, que, como era artista, hazíales del çielo çebolla, como dizen. Y era más temido que los demás, y aun en las carnestollendas eché una duda al dotor Ruiz en versos macarrónicos, que no fue poco reída, que para el mismo efeto y por dar gusto al letor los quiero escrevir aquí. Y dezían desta manera:

Sigue a continuación el poema, escrito evidentemente, en Salamanca. Éste debe fecharse, como término ante quem, en 1552, año previo al comienzo de sus estudios de Medicina6. Dicho circa 1552 permite situar a esta macarronea como la tercera de las conocidas en España, tras el poema inaugural de Juan de Vergara (ca. 1522), y la epístola macarrónica del Dr. Diego Sánchez (1533), todas tres transidas del espíritu goliárdico universitario. Por ende, la composición de Méndez Nieto resulta la primera conocida en dísticos elegíacos. No ha de sorprender, por otra parte, que este poemita de circunstancias aparezca en la futura obra del anciano Méndez, pues cuenta él mismo que en su viaje a las Indias le acompañaron “seis caxones de libros”7, entre los que muy bien pudo figurar el pliego suelto que contuviera este poema, a los que era aficionado Méndez, y de los que ofrece otras muestras en su obra.

Estructura y contenido de la macarronea de Méndez Nieto.

Del estudio del poema considero posible apuntar la siguiente estructura:

I. Invocación y saludo al doctor Ruiz (vv. 1-4).
II. ‘Duda’ que el autor pide al doctor Ruiz que aclare (vv. 5-22).
II. 1. Petición de resolución de la duda (vv. 5-6)
II. 2. Descripción del caso (vv. 7-20)
II. 3. Realización de la pregunta concreta que constituye la esencia de la ‘duda’ (vv. 21-22).

Ya se ha comentado arriba, la habilidad que poseía Méndez para argumentar, a pesar del fastidio creciente que le producían los estudios de leyes, y la fama que había conseguido –no sin cierto toque exhibicionista- por ello entre condiscípulos y profesores. Tras la presentación de su poema macarrónico cuenta otra situación similar ocurrida con otro profesor, y que le determinó para dejar estos estudios, aunque nuestro interés en citar aquí esta historia es ilustrar el verdadero carácter de la macarronea de Méndez8:

Leyendo el título “De obligationibus quae ex delictis nascuntur” don Sebastián de Villalpando en la Instituta, llegó a un párrafo o glosa, que no me acuerdo bien, que exemía y eçeptava de las penas de los delictos a los furiosos, a los muchachos y a los que durmiendo cometen algún delito. Y, salido que fue de la leçión y parado a la puerta para satisfazer a los oyentes de lo que dudasen, llegué yo y començéle de argumentar en latín; y buelto en romançe, porque todos lo entiendan, fue éste el argumento:
-Si los furiosos no están obligados a las penas de los delitos, síguese que la mayor parte de los que cometen delito están exentos y libres de la misma obligaçión.
-Niégolo -dixo con todo lo demás en buen romance.
Repliqué yo en tan buen latín como el romançe, y dixe:
-Pruévolo desta manera: la mayor parte de los que cometen delito lo cometen con yra y enojo, y la yra es furor, y siendo como es la yra furor, porque ansí la definen Aristóteles con los demás filósofos, el airado no puede dexar de ser furioso, porque “a conjugatis bene valet consequentia”, y, por el consequente o consiguiente, todos los ayrados serán exentos y libres de las penas de los delitos.
Dicho, pues, el argumento con ínpetu y eficaçia, como se suelen poner, quedó atónito mi maestro y no supo qué responder y díxome:
-Vuesa Merçed artista es.
Dixe:
-Sí señor.
Y luego bolbió desa manera:
-Respóndale el Diablo.
Y éste fue el fin y respuesta del argumento.

El argumento de Méndez era, ciertamente, un juego de palabras con el doble sentido de ‘furioso’ como ‘loco’ y ‘colérico’. Algo similar ofrece Méndez en su macarronea. Tras el saludo al doctor Ruiz, y la petición de resolución de la ‘duda’, plantea el díscolo estudiante el caso concreto: un señor recibe de su tierra un asno cargado de dinero y vituallas. Tras comerse éstas y gastarse el dinero en el juego, decide, para desquitarse, jugarse también el asno, al que pierde por ende. Pregunta, pues, Méndez en el dístico final si el que perdió aquel asno, debe perder su albarda junto con la tafarra (vv. 21-22: Quaeritur an et asinum qui perdidit illum, / albardam perdat cum taffara suam). La comicidad de la composición radica, aparte de la identificación del jugador con un asno, en el equívoco verbal y el doble sentido. En el Diccionario de Autoridades en el vocablo ‘albarda’, a más de su sentido literal (“El aparéjo que ponen à las béstias de carga, para que puedan comodamente llevarla, y sin lastimarse el lomo […]”), aparecen varias frases hechas como ‘bestia de albarda’ (“Phrase freqüente en las sentencias de causas criminales, quando se condenan los reos à algun castigo afrentoso, diciendo sea llevado, ò sacado en béstia de albarda”), ‘merece que le pongan una albarda’ (“Phrase vulgar que se dice de aquellas personas que execútan, ò han executado algunas cosas neciamente sin reflexión ni discurso”), o ‘es lástima no echarle una albarda’ (“Phrase vulgar de que se usa cuando se oye que alguno ha executado una necedad notable, ò ha dicho alguna bobería”). Por otra parte, he localizado la voz ‘tafarra’ en el dialecto leonés9 como “banda de cuero o cáñamo que, sujeta por unos cabos a la albarda, rodea las ancas de la caballería e impide que el aparejo se corra hacia delante”, y en catalán10, además, con el sentido de “vanitat, presumpció”. Méndez compara, así, al jugador con el asno que ha perdido, al preguntarse si aquél debería perder asimismo su albarda y tafarra, ya que por su necedad merece más bien conservar la albarda (como indican las frases hechas de arriba) junto con su tafarra, figura de vanidad y presunción.

Homenaje a la primera macarronea española.

Sorprende constatar que el verso 5 de la macarronea de Méndez Nieto (Altissimam dudam quam nunc mea Musa tocauit) resulta un calco textual con coincidencia de sedes metrica del primer verso de la primera macarronea española conocida, obra del clérigo y humanista español Juan de Vergara (1492-1557) escrita entre 1522 y 1524. Este calco se ajusta curiosamente más a la lección del manuscrito deterior (Altissimas dudas dudum mea musa tocauit), frente al del otro más fiable (Altissimas dubdas dudum tua Musa tocauit) de los dos en que nos ha llegado el poema de Vergara. Éste constituía una epístola escrita en 93 hexámetros en respuesta, como se deduce del título de ésta (Ad dominum Baldum Caxconinacium Macarronicae artis peritissimum in insulis Caliphornis cognominatum, Zingar suus capellanus et picapedrerus in responsione cuiusdam epigrammatis nuper ad se missi a praedicto circunspecto domino), a un presunto epigrama perdido firmado, también presuntamente, bajo la personalidad de Baldo, el célebre héroe folenguiano, y dirigido al propio Vergara, quien escribe, a su vez, bajo el pseudónimo de Cíngar, el inseparable y pícaro compañero del Baldo macarrónico. En su macarronea, Vergara responde a ciertas cuestiones planteadas por su corresponsal sobre la, en su opinión, confusa situación de la Corte tras el episodio revolucionario de las Comunidades de Castilla11.

Este evidente guiño a la primera de las macarroneas españolas confirma la amplia repercusión y difusión manuscrita que tuvo el poema de Vergara. No deja de ser, ciertamente, un afortunado golpe de efecto tal recurso a la autoridad del naciente género macarrónico en España, plasmado en la imitación del primer verso de su poema inaugural. Méndez Nieto se sitúa así en la tradición de los llamados médicos “chocarreros” deseosos de entretener y divertir con sus chanzas y alusiones satíricas y veladas a personas y hechos concretos12. Tradición en la que hay que colocar, dentro de la creación macarrónica española, a su inmediato antecesor, el Dr. Diego Sánchez de Alcaudete con su epístola macarrónica (1533), y a un más lejano sucesor, como es el médico Francisco López de Úbeda con sus “versos heroicos macarrónicos”13 incluidos en su Libro de entretenimiento de la pícara Justina (1605).

Al igual que en la epístola del Dr. Sánchez14, hay en el poema de Méndez una ausencia total de calcos folenguianos, lo que hace patente la plena independencia del modelo italiano, y demuestra que el nuevo código lingüístico, el macarroneo, es manejado con gran seguridad y conciencia de sus posibilidades expresivas. La producción macarrónica española posterior se caracterizará, en líneas generales, por la búsqueda de la perfección formal y métrica.














1 Cf. la descripción bibliográfica de Teresa Santander en Juan Méndez Nieto, Discursos medicinales, Introducción, Luis S. Granjel; Descripción bibliográfica, Teresa Santander; Transcripción, Gregorio del Ser Quijano, Luis E. Rodríguez-San Pedro (Salamanca: Universidad, 1989), pp. XXXIX-XLI.
2 Cf. Méndez, Discursos, p. XXVIII.
3 Cf. Juan Méndez Nieto, Discursos medicinales, (facs.), Universidad de Salamanca, 1988.
4 Debo la noticia de la existencia de esta macarronea a la amabilidad del profesor D. Juan Gil, quien me puso sobre su pista.
5 Cf. Méndez, Discursos, p. 17.
6 Sobre los estudios de medicina véase aquí.
7 Cf. Méndez, Discursos, p. XXXIV.
8 Cf. Méndez, Discursos, pp. 18-19
9 cf. la página web “Palabreru llïones”, recopilado por Amadeo Núñez.
10 cf. Institut d’Estudis Catalans, Diccionari de la llengua catalana, s. u. ‘tafarra’.
11 Cf. José Miguel Domínguez Leal, ‘La influencia folenguiana en la primera macarronea española’, Quaderni Folenghiani, 4 (2002-2003), pp. 49-65.
12 Cf. La pícara Justina, ed. de Antonio Rey Hazas, Ed. Nacional, Madrid, 1977, pp. 12, 29.
13 Estudiados y editados en el capítulo VI de mi tesis doctoral.

14 Sobre ésta, cf. José Miguel Domínguez Leal, ‘La poesía macarrónica en España: definiciones y ejemplos’, Per Abbat, 2 (2007), pp. 109-110, y las entradas correspondientes a la epístola macarrónica del Dr. Diego Sánchez en este blog.




Imagen: Edición de 1989 de los Discursos medicinales de Méndez Nieto.

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