CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

viernes, 24 de agosto de 2018

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DE BALDUS V: La burla maloliente de Cíngar contra Zambello (7, 428-613)






Mas entretanto Cíngar, hundido tío Tognazzo,
hete que busca también conseguir la amistad de Zambello,
porque Zambello pueda también partirse la crisma.                        430
Éste, después de verse que era el dueño de todo,
no cabe en sí, excitado por desbordante alegría.
Se apresta en cuerpo y alma en hacer los preparativos,
y se dispone a llenar la casa de muchas riquezas.
Llama a su esposa Lena, y hacia sí se la trae,                                435
y dándole un besazo a ella le dice: "tenemos,
cuerpo de Baco, para gozarla cuanto podamos.
Baldo no nos hará vivir más entre fatigas.
¿Quieres que al comercio nos dediquemos? Todos
los días iré a Cipada, para vender mercancías.                              440
Tú, entretanto, trabajarás con la rueca y el hilo.
Espero que en poco tiempo ricos nos volveremos,
y no me importa gran cosa si cuernos acabo llevando:
debe hacerse de todo para obtener beneficios."
A lo que Lena dice: "Haré todo eso con gusto.                              445
¿No sabes que ha querido con grueso bastón golpearme
Berta, y que olvidar una tal ofensa no puedo?
Querido marido, te ruego que mi afán satisfagas;
haz que de esta puta tome cumplida venganza.
¿No quedarás como un memo si nuestro honor abandonas?"        450
Responde Zambello: "tienes razón, mi Lena querida;
Berta siempre ha sido enemiga de nuestras personas,
Caguémonos en ella de hecho, y a vientre lleno."
Dicho esto, juntos traman empresa tan magna,
que escarnio resulte de Berta nunca visto ni oído.                       455
Sobre las cinco de la mañana se levantaban,
y ante la puerta de Berta a pleno vientre cagaban.
Perdóname, lector, si ahora apesta mi Musa.
Tras levantarse del lecho temprano, Berta encontraba
siempre sobre su umbral de buen olor longanizas1.                     460
Cíngar, que tiene el culo pelado como ninguno2,
piensa al punto que es de Zambello esa proeza.
¿Qué hace el astuto? Armándose de un estómago fuerte,
todos los días aquellas heces en jarro cargadas
guardaba, hasta que la tinaja de mierda ya rebosaba.                465
Berta no daba crédito, y le preguntaba la causa;
mas Cíngar sabiendo que la mujer es un pozo sin fondo,
siempre decía: "al cabo conocerás el motivo".
Tomando después aquel recipiente lleno de mierda,
de dulce miel un bocal vertióle por completarlo,                        470
de modo que, siendo estiércol, miel pareciera por fuera.
Cárgaselo a la espalda, y vase, chitón, a la urbe,
mas disfrazado, por ser conocido de toda la gente.
Mientras andaba, vio a Zambello; al punto a éste
lo llama, y descubre su identidad, diciendo su nombre.              475
"¡Oh, Zambello! -dice-, ¡oh, Zambello, buenhombre!,
espera, te ruego; pareces no haberme reconocido.
Soy aquel buen amigo tuyo, llámome Cíngar,
que bien te ha querido, te quiere, y te querrá para siempre.
¿Cómo te va?, y, ¿cómo está tu amadísima Lena?                     480
choca esa mano; pareces estar de salud rebosante,
y muestras una cara y aspecto inmejorables."
"Estoy -afirma Zambello- bastante sano y en forma,
está también mi Lena bastante sana y en forma.
Pero dime, ¿qué llevas, Cíngar, en esa tinaja?                          485
¿Quieres mi ayuda?, yo llevaré de buen grado la carga."
Entonces, Cíngar, fingiéndose fatigado, le dice:
"Ayúdame, te ruego, a quitarme tal peso del hombro."
Zambello se pone a la obra, y descarga aquel recipiente,
mientras que le pregunta qué lleva en esa tinaja.                    490
Mas Cíngar, cuya frente ningún sudor humedece,
pero la enjuga con un pañuelo fingiendo fatiga,
responde, como revelando secretos a un amigo:
"¿Quieres, Zambello querido, que la verdad te la diga,
que acaso te parecerá a ti de creer imposible?                        495
¿quieres que hable?, ningún secreto con el amigo.
Te agradece Berta con todo agradecimiento,
porque, no obstante, la haces digna de un don tan precioso.
Pensaba, hasta ahora, que tú le fueras mortal enemigo,
ahora, empero, a la prueba ha reconocido un amigo:              500
de hecho, lo que de noche cagaste sobre su puerta,
hete, ves, que siempre guardaba en esta vasija,
y ahora espero sacar de aquello mucho dinero."
Zambello, estupefacto, afirma: "¡carajo!, ¿qué dices?
¿podrías tú vender mi mierda en los negocios?                      505
Prométote que me comería mi proprio sombrero,
si yo creyese que lo que cago podrías venderlo.
Anda, me estás vendiendo, o mejor intentando venderme
gato por liebre, cosa que a Cíngar no compro de grado."
Cíngar dice: "¿Por qué?, ¡ay!, ¡no hables contra tu amigo      510
fiel, y menos aún en contra de quien es pariente!
¿o acaso no sabes que Berto Panada era un hermano
de Mignotti Zanchi, de quien la tía Catina
me hizo, y al mismo tiempo pariote una hermana,
de donde me eres sobrino, y primo siendo yo tío?                515
¿Pero a qué tanto hablar? Ya bastará con la prueba."
Diciendo tal, la canilla agarra, y saca de dentro,
la cual estaba en el fondo del barril maloliente.
Hete que empieza a salir del boquete una sustancia
blanda que las narices regala con buenos olores.                 520
"¿Huele -dice Cíngar- a agua de rosas y a ámbar
gris, o te parece que vendo gato por liebre?".
Zambello, tapándose la nariz a dar gritos empieza:
"¡Oh, cojones!, ¿qué es esto?, ¡tapa ya el boquete!
¡cierra la tapa, Cíngar!; es mierda, ¡ay, cómo huele!            525
¿Pero quién tan mastuerzo, quién de sesera tan poca
que quiera soltar por tal mercancía ni tan solamente
un real, ni falso que sea y todo limado?"
Y Cíngar: "ven conmigo, y tendrás de la cosa certeza,
mas acuérdate de no revelar tal secreto a ninguno."            530
Alzando entonces la cuba, la pone a espaldas del otro,
y dándose prisa, se parte el pecho de risa por dentro.
Llegan ya a la plaza; el mercado se hace doquiera.
Cíngar a Zambello, el portador de la mierda,
cambiando por gestos su cara, lo lleva a un especiero;        535
en cuya tienda se mete, Zambello quedándose fuera,
y, circunspecto, le dice no más de cinco palabras:
"¿Queréis, maestro, comprar aquestas mierdas de abejas?"
Zambello no oye decir "de abejas", "mierdas" solo oye,
por eso se queda de piedra al ver de la caca la venta.         540
Aquel especiero riose al punto del sucio vocablo,
y piensa sin más que Cíngar es un graciosillo
que dice por chanza que mierdas de abejas la miel constituye.
Primero en la miel, entonces, metió de sus dedos la punta,
que cubre bajo su dulce capa gruesos mojones,                 545
pone en su boca, como es costumbre, el líquido flavo;
gusta su sola dulzura, y de lo inmundo no toca,
por eso presta fe al engaño, y cree la trola.
Así al instante hacen negocio, y aquél tres pesados
y bien sonantes escudos de un montón de monedas           550
saca; los coge Cíngar, y cogiéndolos poco
dinero por tanta miel le parece al truhán quejumbroso.
Ya el especiero se apresta a vaciar la tinaja de Cíngar,
por devolvérsela, y la miel guardar en la propia,
de lo que el engaño podría al punto quedar descubierto.     555
"¡Eh, tú! -dice Cíngar-, por el momento deja el cacharro.
En un ratito vuelvo; voy a comprarme cositas
que encuentre baratas, y luego vendré a coger la tinaja."
Dijo, y llamando a Zambello ligero en marcha se pone,
Y así aquel especiero objeto fue de un engaño,                  560
y así los viejos zorros a veces son engañados3.
Esto acaece en justicia en las cosas de la fortuna,
que los dineros que honrada o no honradamente,
por algo de casia4, jarabes, y pildoritas pocas,
se ganan en gran cantidad hasta el tope llenando el cofre, 565
porque la gente cague sus mierdas al par que la vida,
gástense a la postre en esta misma materia.
Tal como la caca da escudos, así los escudos dan caca.
Mas, entretanto, a Zambello una grande manía lo embarga:
Ya solamente quiere hacer negocios en mierdas.               570
Y dase a llenar anchurosa tinaja de tal mercancía.
Por dondequiera que lleve sus pasos, apesta el cateto.
Así, un día se puso en la chepa una abundosa
de porquería cubeta; y a la ciudad se encamina;
llega a la plaza, y, cargado, se planta delante de toda        575
tienda gritando: "llevo para vender esta mierda,
¿queréis comprarla? Pido un precio que justo parece.
Género es de primera, y recién la hemos cagado".
Las risas que el tonto provoca puedes, lector, figurártelas.
Pero una mala ventura guiaba al pobre Zambello,              580
pues andando, a la postre dio con aquel especiero
al que el pícaro Cíngar había ha poco burlado.
Éste, al ver a Zambello bajo su carga asquerosa,
tiró de pimienta el pistadero, y cogió una tranca;
luego marchando quedito a la espalda de ese buen hombre, 585
y escupiéndose en las manos, y alto el garrote,
golpea, ¡ay! la cubeta con grandísimo estruendo.
La cuba desáhecese al punto; rotos doquiera sus flejes,
se abren las duelas, y se licúa toda la mierda,
y de Zambello fluye por su careto; delante                         590
y por detrás cae el caldo del líquido estomagante.
Todo mierda parece; huye doquiera gritando:
"¡ay de mí!¡mis hombros, espalda y mis costillas!
Mas el especiero no lo deja tranquilo un momento,
persíguelo, y no deja de manejar el garrote;                     595
ora en esta, ora en aquella tienda se mete,
y pide socorro, pero echado de todas ninguna
ayuda recibe, porque exhala un olor muy extraño.
Acude un tropel de muchachos, "¡dale, dale!" gritando,
tíranle piedras, nabos podridos, y cien porquerías.             600
Acuden los boneteros, siempre dispuestos a burlas;
las damas asoman sus cabezas por las ventanas.
Llega entonces el alguacil con sus esbirros,
y, amenazando, quiere saber qué es ese barullo.
El especiero acusa a Zambello ante la gente                     605
de que le había vendido mierda de miel recubierta.
Zambello llorando lo niega; muestra que es un embuste,
baladra, y berreando grita: "yo no he sido,
su Señoría; fue Cíngar, el escapahorca llamado,
a quien el juez ha querido descuartizar5 muchas veces."   610
Teniendo el justicia entonces la prueba cabal de la peste,
arresta a Zambello, mandándole atar a la espalda los brazos,
y hácelo encerrar en una prisión ordinaria.













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1Lombardas semper sua supra limina quaias. Las lombardas quaias, literalmente, "codornices de Lombardía" adquieren aquí un sentido preciso expresado en la glosa a T, 5, 429: Lombardis quais, ut apertius intelligas, stroncis, como recuerdan Faccioli y Chiesa. Para traducir esta metáfora por "mojones" he optado por una española que aporta, al tiempo, cierta homofonía.
2Cingar, habens caudam vulpazzae more pelatam. Nos hallamos ante un caso similar de modismo difícilmente trasladable, y me he decidido por traducir ese tener la cola pelada como una vieja zorra por nuestro castizo culo pelado.
3At ita vulpones vecchii quandoque trufantur. Eco paródico del gnómico Quandoque bonus dormitat Homerus de la Epístola a los Pisones, 359 de Horacio.
4Se refiere al laxante extraído de la cassia angustifolia y de la cassia acutifolia (Chiesa).
5Recuérdese que el descuartizamiento como escarmiento era el castigo habitual de los salteadores de caminos.

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