CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 24 de abril de 2021

DE MARQUESA MOTARUM: Traducción

 

LA MARQUESA DE LAS MOTAS 





Yo, poeturrio, que en la Cabalina1 fuente he bebido,

Yo, aquél que en otro tiempo pací en el monte Parnaso,

Ya cansado estoy de escalar las tejas de arcilla2;

Ya porrazos cantar y cachetes3 no me propongo,

Ni la porra hercúlea, ni ya la roldánica4 maza 5

Materias son de mi gusto. Cosas menores de marca5

Ahora cantar deseo: el hilo, torno y mazorca,

Con estas casi espadas Justina triunfa picaña,

A quien con reales títulos6 los cardadores adornan;

Ésta de las hilanderas es la princepa7 sublime, 10

Ésta de los cardadores barbados la estafadora,

Ésta de las viejas brujas sutil la garduña;

Entre los aceitados ésta es la Marquesa de Motas,

Y entre los pícaros, ésta es la picaña suprema.



_______________________

1 Cf. glosario s.u. 'cabalinus' y aquí.

2 sobre esta expresión cf. glosario s.u. 'teja'.

3 Cf. glosario s.u. 'cachete'.

4 Cf. glosario s.u. 'roldanicus'.

5 Empleamos esta expresión para traducir el macarronismo de calco de marca minori "de marca de menor", de acuerdo con el estilo del autor, que emplea en La Pícara Justina la variante "mayor de marca" (p. 441) junto a "de marca mayor" (p. 547).

6 Para las referencias argumentales que siguen véase aquí.

7 cf. glosario s.u. 'princepa'.


DE MARQUESA MOTARUM: Edición crítica

 

DE MARQUESA MOTARVM                                              a




Ego, poeturrius, cabalino fonte potatus,

Ille ego qui quondam Parnaso in monte pacivi,

Iam sum cansatus luteas transcendere tejas;

Iam cantare nolo porrazos atque cachetes,

Non porra Herculea, non iam Roldanica maza                             5

Arridet michi. Cosas de marca minori

Nunc cantare volo: fusum, tornum atque mazorcam,

His quasi gladiis Justina picaña triunphat,

Quam cardatores titulis regalibus ornant;

Haec est hilanderarum princepa sublimis,                                 10

Haec cardatorum barbatorum stafatora,

Haec vetularum bruxarum garduña sutilis;

Inter aceitatos, haec est Marquesa Motarum,

Atque inter picaros, haec est picaña suprema.





______________________________________________

1 PERS. pr. 1-3 nec fonte labra prolui caballino / nec in bicipiti somniasse Parnaso / memini ut repente sic poeta prodirem 2 ante Aen. 1, 1 in uita Vergilii Donatiana et in Seruii in Aen. praefatione #ille ego qui quondam#


______________________________________________

INSCRIP. Versos heroicos macarrónicos a inscripsi 7 imum punctum adposuerunt ReyTorres post volo || tornum correxi : turnum ReyTorres 11 cardatorum Rey : cardotorum Torres 12 bruxarum ReyTorres : brunarum ed. princeps || garduña Torres : garduna Rey 13 aceitados ReyTorres : acertados ed. princeps


viernes, 16 de abril de 2021

EL MACARRONEO EN LOS "VERSOS HEROICOS MACARRÓNICOS" DE "LA PÍCARA JUSTINA"


 

2. 5. El macarroneo en el De Marquesa Motarum.


2. 5. 1. El léxico macarrónico.


2. 5. 1. 1. Macarronismos léxicos.


La macarronización latinizante deja su impronta en voces como cardatores, cardatorum, stafatora y aceitatos. El mismo designio cómico trasluce tras el perfecto pacivi. El poeta se esfuerza en incluir en el cuerpo léxico de la macarronea algunas de sus creaciones lingüísticas presentes en la novela de La pícara Justina como poeturrius y princepa.


2. 5. 1. 2. Macarronismos morfológicos.


La única posible transgresión digna de comentario es el potatus del v. 1, aparentemente usado con el valor de un participio de perfecto de un inexistente *potor.


2. 5. 1. 3. Macarronismos de calco.


Son notables las expresiones transcedere tejas y cosas de marca minori, empleadas de forma similar en el desarrollo de la novela.


2. 5. 1. 4. Frecuencia de los macarronismos.


Los hexámetros que contienen un solo macarronismo son tres (2, 8, 9), que suponen el 21, 92% del total.


Los versos que cuentan más de un macarronismo ascienden a 13 (1, 3, 4, 5, 6, 7, 10-14), representado el 78, 57% del total.


Por primera vez en la historia de la macarronea española no aparecen hexámetros íntegramente latinos.


2. 5. 1. 5. Función estilística de los macarronismos.


Los macarronismos son sabiamente empleados hasta el v. 8 con un fin paródico referido a la tradición épica clásica. El poeta se presenta a sí mismo (Marq. 1) como uno de los poetas inspirados ridiculizados por Persio en el prólogo a sus Sátiras (cf. prol. 1: "nec fonte labra prolui caballino"). El poeta macarrónico, a diferencia de Persio, sí ha mojado sus labios en la fuente de Hipocrene, aunque lo expresa de modo más rotundo (potatus), y deja clara su calidad de poeta desde el principio con un expresivo poeturrius, trasunto macarrónico de un derivado castellano empleado en la misma novela. En Marq. 2 hay un cruce de dos calcos clásicos, uno atribuido a Virgilio por Donato y Servio1: "ille ego qui quondam gracili modulatus auena / carmen et egressus siluis uicina coegi"), que le sirve a López de Úbeda como marco de referencia nostálgica al pasado, y otro de Persio (cf. prol. 2-3: "nec in bicipiti somniasse Parnaso / memini, ut repente sic poeta prodirem"), que proporciona el motivo para la parodia del elemento clásico. Persio no recuerda haber soñado, en posible referencia al poeta épico arcaico Ennio2, en el Parnaso, cuyas dos cumbres están consagradas a Apolo y a las Musas o Dionisos respectivamente, para haberse hecho de golpe poeta. El ficticio autor macarrónico se sitúa, por el contrario, entre el linaje de poetas sujetos a sueños de inspiración poética, como Hesíodo, Calímaco o el mismo Ennio, y criticados por Persio, aunque, de acuerdo con una intención paródica, el sueño en el Parnaso se ve sustituído por la acción de pacer (pacivi), propia, sin duda, del mal poeta (poeturrius), casi un asno3, que, como tal, ya ha abrevado (potatus) en la "fuente Cabalina"4. Este "diálogo subterráneo con los clásicos" como lo denominaba Mario Chiesa va sin duda dirigido a un público culto que sepa apreciar tal parodia cultural. El ficticio vate macarrónico se autorrebaja (poeturrius, potatus, pacivi) para buscar el efecto cómico nacido del contraste con las fuentes clásicas utilizadas, que, lejos de ser objeto de sarcasmo, no dejan de brillar luminosamente en su superioridad referencial.


En la enumeración de "títulos reales" de la heroína pícara que se desarrolla hasta el final de la breve composición, los estilemas relevantes son los constituidos por las anáforas latinas de haec (vv. 10-14) e inter (vv. 13-14), y por el valor expresivo de los epítetos macarrónicos escogidos, que reside en el contraste jocoso entre el esfuerzo latinizante de la macarronización de su significante y la bajeza de su significado. Notable es, por otra parte, el caso de princepa (Marq. 10), término que aparece otra sola vez en el cuerpo de la novela, conviviendo con el normativo princesa, y que es índice claro, junto a poeturrius y los macarronismos de calco empleados, del esfuerzo expresionista del autor en la forja de voces macarrónicas.


2. 5. 2. Sintaxis macarrónica.


No hay ningún rasgo especialmente estridente respecto a la normas clásicas. Es de señalar el empleo novedoso de un tipo de complementación generalizado en latín por los poetas de época augústea, el infinitivo complemento de un adjetivo, en este caso macarrónico (cf. Marq. 3).


2. 5. 3. Prosodia macarrónica.


2. 5. 3. 1. Regularidad prosódica general.


El respeto a las normas prosódicas es prácticamente total. Este hecho es particularmente reseñable, al insertarse esta macarronea en una obra literaria que pretende reproducir, de forma modélica, todos los esquemas métricos conocidos (cf. 2. 2.). Este hecho, más que ninguna otra cosa, puede darnos idea de las condiciones de creación artística presupuestas en el tiempo para la composición de macarroneas. Entre ellas, resulta, pues, evidente la de regularidad prosódica. Tal regularidad se extiende también a las terminaciones. La única excepción radica en el ablativo breve del macarronismo de calco de marcă minori (Marq. 6), fenómeno por otra parte frecuente en la poesía macarrónica canónica cuando lo que se trata es de adaptar del modo más fiel posible sintagmas y expresiones vulgares.


2. 5. 3. 2. Prosodia de las palabras latinas.


El elemento latino retrocede en importancia frente al macarrónico en Marq. como ya se ha comentado en 2. 5. 1. 4. Aparte del alargamiento en arsis en el ego del v. 1, no existe otra licencia prosódica citable. Se han localizado tres voces aparentemene latinas (Cabalino, Herculea, sutilis).


2. 5. 3. 3. Prosodia de los macarronismos.


El respeto por las normas prosódicas latinas es escrupuloso. Tal respeto es evidente tanto por lo que toca a la ley de la penúltima (sobre todo en el caso de los esdrújulos -picăros, Roldanĭca- y en el de una voz aparentemente latina como sutīlis [cf. lat. sutĭlis]), como a la ley de la posición, a la que se le puede señalar una única ruptura, y por ende aparente (căchetes). Encontramos sílaba anceps delante de 'z' al modo folenguiano (măzorcam / māza), y la posible consonantización de 'i' prevocálica o tratamiento prosódico largo de diptongo vulgar de origen en poeturrius.


2. 5. 4. Métrica macarrónica.


2. 5. 4. 1. Características.


Marq. consta de 14 hexámetros κατά στίχον.


a) Los cuatro primeros pies: distribución de dáctilos y espondeos.


TIP.

TOTAL

Nº ORDEN Marq.

Nº ORDEN VERG. Aen.

Nº ORDEN OV. met.

SDSS

4 = 28,57 %

1

4

-

DSSS

3 = 21,42 %

2

1

2

SSSS

3 = 21,42 %

3

5

15

SSDS

2 = 14,28 %

4

7

-

DDDS

1 = 7,14 %

5

11

6

SDSD

1 = 7,14 %

6

6

-


14



Virgilio impone la norma métrica, aunque la correspondencia de series no es exacta.


b) Elisiones.

TIP.

TOTAL

1A

-

1T

2 = 40 %

2A

1 = 20 %

2T

-

3A

-

3T

-

4A

-

4T

1 = 20 %

5A

1 = 20 %

5T

-

6A

-

6T

-


5


La elisión tiende a ocupar los lugares tradicionales. La primera tesis, segunda arsis y cuarta tesis tienen más elisiones que las que encontramos en la primera arsis y sexta tesis. Se observa también la tendencia a no hacer elisión en la quinta tesis y sexta arsis. No hay casos de hiato.


c) Cesura y monosílabo ante cesura.


TIPOLOGÍAS

TOTALES

VERG.

PENTEMÍMERES

12 = 85,71 %


12 = 85,71 %


99,62 %


TRIPLE A

-

TRIPLE B

-


2 = 14,28 %


0,38 %

HEPTEMÍMERES

2 = 14,28 %


14




Igual que en Virgilio, la cesura más frecuente es la pentemímeres. No hay monosílabo ante cesura, de acuerdo con la norma clásica, que lo evita.


d) Estructura silábica y finales de hexámetros: el monosílabo final.


TIPOLOGÍA

TOTAL

VERG.

OV.

2 + 3

10 = 71,42 %

32 %

35,5 %

3 + 2

3 = 21,42 %

53,5 %

55 %

1 + 4

1 = 7,14 %

-

-


14



Las series más frecuentes son las mismas utilizadas por Virgilio y Ovidio. No existe monosílabo final, que es también evitado por la norma clásica.


_________________

1 Cf. ap. de fuentes.

2 Cf. PERSIO, Sátiras, ed. bilingüe de Rosario Cortés, Cátedra, Madrid 1988, p. 100.

3 Sobre la especial antipatía hacia las artes atribuida a este animal cf. glosa autógrafa a otios. 457 "quatuor mathematis".

4 El autor empleaba ya este término en su novela como dilogía en referencia a un mero abrevadero de caballos (cf. glosar.s.u. 'cabalinus'). En la literatura de la época puede encontrársele usado en su sentido propio: "Beberan los estudiosos / agua pura, cristalina / de la fuente Cabalina / en estos vasos preciosos" (cf. F. DE LUQUE FAJARDO, Relación de la Fiesta que se hizo en Sevilla a la Beatificación del Glorioso S. Ignacio fundador de la Compañía de IESVS, con licencia en Sevilla por Luis Estupiñan, año 1610, f. 12 (11) r.).


viernes, 9 de abril de 2021

NORMALIDAD MACARRÓNICA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVII: LOS “VERSOS HEROICOS MACARRÓNICOS” DE LÓPEZ DE ÚBEDA EN "LA PÍCARA JUSTINA" (1605)


 

1. Panorama de la poesía macarrónica en la primera mitad del siglo XVII.


Aparte del emblema macarrónico "otiositas vitanda", la producción macarrónica de este período que se conoce en la actualidad se reduce a tres pequeñas composiciones. A esta limitación numérica hay que añadir otra geográfica, pues el poema del bachiller Pero Miguel y el de puño y letra de Rodrigo Caro fueron escritos en Sevilla, importante foco de producción macarrónica. Las dos primeras macarroneas figuran como motivos de orden anecdótico en obras impresas de significación más amplia, y la tercera nos ha llegado en forma de borrador manuscrito. Esta escasez de testimonios, así como su brevedad, es una prueba del carácter efímero y preterible que se daba a estas composiciones, cuyo cultivo fue, no obstante, mucho más abundante de lo que podría deducirse de lo salido a la luz hasta la fecha. En el terreno formal y estilístico, estos poemas reflejan la regularidad prosódico-métrica que se manifestaba ya claramente en las macarroneas lepantinas de 1571, y su incipiente refinamiento en la creación y manipulación estilística de macarronismos, ante todo en la composición de López de Úbeda. Estas dos tendencias no harán sino afinarse en la centuria siguiente. Es, asimismo, notable la ausencia de calcos folenguianos, de cierto peso todavía en el contemporáneo emblema macarrónico de 1606 (otios.). El rasgo más llamativo desde el punto de vista métrico es el empleo, por segunda vez desde la macarronea de Juan Méndez Nieto en la historia de la macarronea española conocida, del dístico elegíaco clásico compuesto de hexámetro y pentámetro, que es el patrón métrico usado por Pero Miguel en su obra. En esta última, aunque no falte en las otras dos, destaca la influencia del conceptismo que triunfa en la literatura vulgar contemporánea.


2. La macarronea inserta en La pícara Justina de Francisco López de Úbeda.


2. 1. Autoría, datación y contenido del conjunto de la obra.


El médico toledano Francisco López de Úbeda1 publica en 1605 el Libro de entretenimiento de la pícara Justina, primera novela picaresca que tiene un protagonista femenino. Señala Rey Hazas que fue escrita en los primeros años del siglo XVII por un médico de los llamados “chocarreros”, con el fin de “entretener” y divertir a los cortesanos de Valladolid con sus chanzas, jeroglíficos, adivinanzas y alusiones satíricas y veladas a personas y hechos concretos2. La novela constituye las memorias ficticias, narradas en primera persona, de la ya vieja Justina, desde su nacimiento hasta su boda. La obra se divide en cuatro libros, con un título bastante explícito sobre su contenido. El libro primero lleva por título “La pícara montañesa”, en alusión a su origen astur-leonés y las connotaciones de hidalguía –burlescas en este caso- que se le suponen a sus naturales. En él se narra la educación y crianza de Justina en el mesón de su padre, modelo de mesonero desalmado. El segundo, “La pícara romera”, cuenta las salidas de Justina de Mansilla, su pueblo natal, tras la muerte de su padre, llevada por su afán de ver mundo y divertirse en fiestas y romerías. Gracias a su ingenio y desenvoltura consigue salir con bien de todos los peligros –sobre todo para su doncellez-, y volver ufana y entera a su pueblo. En el tercero, “de la pícara pleitista”, Justina se ve obligada a salir de su terruño ante las intrigas y violencias de sus hermanos, que pretenden arrebatarle su herencia, pero gracias, de nuevo, a su picardía consigue salir con bien del lance y del pleito, y volver victoriosa a sus lares. El libro cuarto se denomina “de la pícara novia”, pues en él Justina tiene como único propósito el hacer un casamiento adecuado. En medio de algunos desplantes antológicos, Justina pasa revista a sus pretendientes, hasta su elección definitiva y boda, con la que concluye la novela3.


2. 2. Estructura de la obra.


Cada uno de los libros aparece dividido en capítulos con título ilustrativo del contenido. Los capítulos de los dos primeros libros se encuentran subdivididos, en su mayoría, en “números”, con su propio título también. El libro segundo se compone de tres partes, con sus respectivos capítulos y números. Los capítulos o números de cada libro cuentan, bajo el título, con una pequeña composición poética, en un esquema métrico siempre distinto y explicitado4, que resume el contenido del capítulo o número, y de un así llamado “aprovechamiento” en prosa al final del capítulo o número. En estos textos breves se recoge una lección moral, partiendo del ejemplo negativo ofrecido sistemáticamente por las palabras y obras de Justina.


Rey Hazas, tras resaltar la utilización constante de adivinanzas oscuras y jeroglíficos en la obra5, apunta la influencia de la literatura emblemática en este esquema compositivo6:


La técnica de composición de nuestro “Libro de entretenimiento” parece estar relacionada también con la literatura emblemática: un mote, unos versos que explican el mote y un desarrollo en prosa que explica los versos, es una técnica que puede proceder de libros de emblemas como los de Horozco, Soto y Borja.

El efecto paródico que pudiera tener la estructura depende obviamente de la familiaridad de los lectores con los libros de empresas y emblemas, con lo que se demuestra indirectamente la popularidad de esta literatura entre los aristócratas a los que Úbeda dirige su “Pícara Justina”.


Como se comentó aquí, el emblema prototípico es tripartito: lema o mote, imagen, y epigrama o poema. Este esquema se ve ampliado en autores españoles como los Horozco y Soto citados por Rey Hazas con un comentario en prosa. Por otra parte, el epigrama, tal como se forja en la tradición alciatiana, consta de dos partes: una primera en la que se describe el motivo pictórico, y otra en la que se expone la moralidad de tal figura. Horozco modificó este modelo, eliminando la descripción del cuadrito, aunque subsiste la explicación moralizante.


Ciertamente, en algunos capítulos o números de La Pícara Justina pueden distinguirse algunos de estos elementos. De tal suerte, en el número primero “De la castañeta repentina” del capítulo primero “De la romera bailona” de la primera parte del libro segundo “La pícara romera” la composición poética rubricada como ‘canción de a ocho’ recoge la descripción de una figura y un mote de tipo claramente emblemático7:


El gusto y libertad determinaron

Pintar una bandera

Con sus triumphos, motes y corona,

Y, aunque varios, en esto concordaron:

Libertad saque a Justina por romera,

El gusto saque a la misma por bailona.

Sea el mote: En Justina,

De gusto y libertad hay una mina.


Dicho número cuenta las diversiones y bailes que tuvo Justina en una romería, cerrada con la asistencia poco devota a una misa. El “aprovechamiento” del fin del número critica, como de costumbre, la actuación de la pícara8:


Muchos y muchas de las que en nuestros tiempos van a romerías, que van a ellas con solo espíritu de curiosidad y ociosidad, son justamente reprensibles y comparados a aquellos peregrinos israelitas que, caminando por el desierto a donde Dios les guiaba, dieron en ser idólatras. Y nota el modo de oír misa desta mujer libre y olvidada de Dios.


De modo similar, en el número tercero “De los beodos burlados” del capítulo segundo “La Bigornia burlada” de la primera parte del libro segundo, el poema introductorio, notado como ‘octava de consonantes hinchados y difíciles’, habla de una “picaresca estampa” y añade un mote al final9:


La fama, con sonora y clara trompa,

Publique por princesa de la trampa

La gran Justina Díez, que con gran pompa

Vuelve su rebenque en sceptro y le estampa.

La que usa del rebenque como trompa,

La que llueve azotes y no escampa,

La que de su carreta hace palenque,

Y sceptro, lanza y trompa del rebenque.

¡Oh fama, cuyo acento el orbe encampa!

Tu sombrío clarín no se interrompa

Hasta ver la picaresca estampa,

No digo en papel puesta, do se rompa,

O en letra de escribano, que haga trampa,

Sino en peña, en quien no se corrompa

Memoria de un triunfo tan ilustre,

Con el siguiente mote por más lustre:


MOTE


Justina triunfó de ocho beodos,

Echándolos del carro a azotes todos.


En el número Justina cuenta el final de la burla que tramó contra los estudiantes que la raptaron de una romería en un carro para intentar violarla. Justina consiguió emborrachar a éstos, y llevó el carro a su propio pueblo, donde los echa de él casi desnudos y a azotes. El “aprovechamiento” es como de costumbre ajeno al espíritu del poema, y del texto en primera persona de Justina10:


La beodez no sólo impide los buenos intentos y daña a la vida de la razón, pero hace que el que se embriaga peque más y guste menos. En especial, note el lector en qué paran romerías de gente inconsiderada, libre, ociosa e indevota, cuyo fin es sólo su gusto y no otra cosa.


En estos poemas se ofrece verdaderamente un mote y una descripción que puede plasmarse en una imagen, pero falta la lección provechosa que puede extraerse de ésta. La razón de esto está en la intención con que el autor maneja la tradición emblemática según Rey Hazas11:


El vivero del médico toledano es casi siempre su propia invención, pues no usa apenas material que proceda directamente de autoridades como Valeriano o Alciato. El motivo de esta originalidad radica, sobre todo, en el fundamental carácter satírico de nuestra obra, ya que los emblematistas españoles (“relatores de la jiroblera” los llama Justina), que vulgarizaron la erudición de Alciato, eran escritores políticos, religiosos y moralizantes que ofrecían un perfecto modelo de imitación o parodia –en este segundo sentido actuará la imaginación creadora de López de Úbeda-, ya que sus técnicas eran tan tópicas, que parecían ser todas iguales, y, además, pergeñaban extrañas y fantásticas historias basándose en los detalles más triviales.



El mismo crítico señala incluso cómo la finalidad edificante de la que pueden dar cuenta, por ejemplo, los “aprovechamientos”, es irónica y falsa: “No hay moralidad en este Libro de entretenimiento, sino parodia de ciertas obras con propósito moral, como el Guzmán de Alfarache12. Por otra parte, en el resto de cuarenta y ocho composiciones poéticas que aparecen en la obra, no pueden distinguirse los elementos de descripción y moralización propios del emblema, sino que tienen un carácter eminentemente ilustrativo sobre el contenido del capítulo o número que encabezan.


2. 3. Localización y contexto argumental del poema macarrónico.


Entre tales poemas se encuentra uno calificado como ‘versos heroicos macarrónicos’. Aparece abriendo el capítulo segundo, titulado “La Marquesa de las Motas”13 del libro tercero, “De la pícara pleitista”. Rey Hazas reproduce la apostilla marginal de la ed. príncipe: “Suma del número. Usa oficio de hilandera y en él raros enredos por los cuales, le dan nombre de Marquesa de las Motas”. Cuenta el capítulo algunas de las andanzas de Justina en Rioseco -Madrid- mientras espera la resolución de su pleito en la Audiencia. Para hacer algún dinero, decide hacerse aparentemente hilandera siguiendo el ejemplo de tres viejas hilanderas vecinas. En compañía de una de éstas va en un par de ocasiones a pedir lana para hilar a casa de un cardador morisco, barbado y aficionado al aceite. Cuando se hace ya conocida de todos, propone a las viejas, que, dada su mala salud, la autoricen a ir por lana en su nombre a cambio de tres cuartos. Éstas aceptan, y entonces Justina, que hace que otras hilen para ella, trama un enredo, por el que obtiene el apodo de Marquesa de las Motas14:


Al punto que yo llegaba en casa del maeso, los cardadores, desvalidos y a porfía, se levantaban a tomar el peso y pesas para pesarme las libras de lana que se me habían de dar para llevar, como colectora y agente de mis viejas, para que hilasen. Y entonces, ora por descuido del que pesaba –que atendía más a verme que a poner el peso y pesas en razón-, ora por hacerme placer y obligarme, ora por mi ruego, ora porque yo daba al peso un pasagonzalo a lo disimulado, me solían dar dos o tres onzas y a veces un cuarterón de más. Vean, pues, en treinta o cuarenta libras, otros tantos cuarterones de más que me daban y otros tantos de menos que yo tornaba, confiada en que las mismas diligencias me habían de valer, si era una mina, ¡y sin hilar una mota! Demás desto, yo ponía la lana hilada en parte húmeda, y como la lana cogía humedad, pesaba mucho más, que la lana coge cuantos licores se le juntan, y por eso fue jeroglíphico de la niñez y del mal acompañado.

¡Hola amigo avisón!, que por eso te hago avanzo de mis pasadas travesuras, que para sólo decirlas, bien excusado fuera el hacerme yo escriptora.

Vino, pues, a ser que no había día en el cual con faltas y sobras no me quedasen horras tres, cuatro, cinco libras de lana hilada en mi casa, porque la cuenta que yo pedía a las viejas era estrecha, más que pulgarejo de liebre, y la que yo daba más ancha que calle de corte. Vendía cada libra de lana por tres, cuatro o cinco reales, y a veces por siete, según era, y para abonar más mi hecho y mi persona y asegurar mi juego, di en una cosa, y fue que compré a una moza de un tejedor gran cantidad de tamo y motas de jerga, y no me costó muy caro, que por un pedazo de pan me lo dio la triste, que diz que en su casa rodaba tanto el pan, que no lo podía alcanzar, si no era con las alas del corazón. Deste tamo y motas llevaba con cada libra de hilaza un poquito, mostrándome tan fiel que hasta el tamo y motas tornaba, y este punto fue el que me acreditó tanto, que por la fidelidad de las motas15, me llamaban en todos los obradores la Marquesa de las Motas.


El “aprovechamiento” que cierra el capítulo critica de modo extemporáneo e hipócrita la actitud de Justina16:


En las hilanderas hay muchas marañas y embustes para hurtar lo que se les encarga, y deben restituirlo, porque en tanta cantidad de menudos, vienen a defraudar notablemente.


2. 4. Estructura literaria del poema macarrónico.


Como se ha comentado, López de Úbeda siempre explicita el nombre de los esquemas métricos que emplea en los encabezamientos de los capítulos o números. En nuestro caso, usa la calificación de “versos heroicos macarrónicos”17. La expresión “versos heroicos” es una referencia evidente a los hexámetros latinos que sirven de vehículo métrico y lingüístico a la gran tradición de la épica culta que mira a Virgilio como hito fundamental. El poeta elige conscientemente este contexto áureo para cantar las hazañas de Justina, que por sus hazañas de insuperable picardía es presentada como una heroína de corte aristocrático. No obstante, es forzoso reconocer la imposibilidad de homologar al personaje con un héroe épico, y de ahí la intervención desmitificadora del macarroneo.


El poemita aparece, pues, dividido en dos partes. En los vv. 1-6 el poeta se presenta, burlescamente, como un poeta clásico cansado de la elevada materia épica. Se retoman de forma paródica los tres primeros versos del prólogo de Persio a sus sátiras y uno atribuido a Virgilio (cf. ap. de fuentes) para señalar esta filiación clásica. El vate dice que ya no quiere cantar (cf. Marq. 4: “iam cantare nolo”), en clara parodia del arma uirumque cano virgiliano, “porrazos atque cachetes”, es decir, las gestas bélicas de los héroes épicos, ejemplificados aquí con Hércules y Roldán, que encarnan respectivamente la tradición épica clásica y la medieval (cf. Marq. 5-6).


Los citados arma uirumque que el poeta sí quiere cantar (cf. Marq. 7: “nunc cantare volo”) en la segunda parte de la macarronea (vv. 6-14) son ciertamente distintos: el huso, torno y mazorca (cf. Marq. 7: “fusum, tornum atque mazorcam”) son comparadas a espadas –sus ocasionales arma- con las que obtiene el triunfo, en el sentido antiguo del término, la picaña Justina (cf. Marq. 8: “his quasi gladiis18 Justina picaña triumphat”). Sigue hasta el final una enumeración de epítetos ensalzadores de la heroína delincuente, paródicos por su asimilación a los épicos.




_______________________________

1 Sobre una antigua atribución al dominico Andrés Pérez y su refutación posterior cf. La pícara Justina, ed. preparada por Antonio Rey Hazas, Ed. Nacional, Madrid 1977, pp. 9-13 (A partir de ahora ed. Rey). La ed. Rey tiene un verdadero carácter crítico, pues se basa en el texto de la ed. príncipe de Medina del Campo (1605) con la ayuda de la reproducción crítica de Julio Puyol (Madrid, Bibliófilos Madrileños, 1912), a la que hace ocasionales correcciones, recogiendo asimismo las variantes de la edición de Barcelona (1605) (cf. p. 53). En la ed. Rey nos hemos basado, confrontándola con la reproducción que hace Torres-Alcalá (o.c., pp. 174-175) de la ed. de Bruno Damiani (La picara Justina, Studia Humanitatis, Maryland 1983, p. 395).

2 Cf. ed. Rey pp. 12, 29.

3 Cf. ed. Rey pp. 20-21

4 La ed. Rey reproduce en pp. 57-59 la “tabla desta arte poetica en que se ponen todas las especies y diferencias de versos que hasta hoy hay inventados, los cuales están en este libro repartidos en los principios de los números” de la ed. principe, que enumera los cincuenta esquemas métricos o “maneras de poesía” empleados. En su “Arte poética” el autor emplea formas métricas no registradas con anterioridad (cf. EMILIANO DÍEZ ECHARRI: “Teorías métricas del Siglo de Oro”, RFE (Anejo XLVII), 2ª. ed., pp. 79-80, 307-311).

5 Ed. Rey p. 32. Este hecho llevó a Bataillon a decir que éste es uno de los libros más complejos del Siglo de Oro español.

6 Ed. Rey vol. I p. 33.

7 Ed. Rey vol. I p. 243

8 ed. Rey vol. I p. 256

9 ed. Rey vol. I pp. 325-326

10 ed. Rey vol. I p. 336

11 ed. Rey pp. 32-33

12 cf. ed. Rey vol. I p. 77 n. 25

13 cf. ed. Rey vol. II pp. 637-638

14 cf. ed. Rey vol. II pp. 647-648

15 La mota es, en este caso, el nudillo o granillo que se forma en la tela gruesa y tosca (jerga). No es admisible, pues, la hipótesis de Torres-Alcalá de que estas “motas” que dan apodo a Justina son manchas de tinta (cf. A. TORRES-ALCALÁ, o.c., p. 100); hipótesis sugerida, sin duda, por la lectura del número segundo “Del melindre a la mancha” de la “Introducción general para todos los tomos y libros escrita de mano de Justina intitulada ‘La melindrosa escribana’”, en el cual Justina, por quitarle un pelo a su pluma, se mancha la lengua y la ropa (cf. ed. Rey vol. I pp. 105-117).

16 Cf. ed. Rey vol. II p. 650

17 Como bien observa Torres-Alcalá, este titulo “sólo indica el procedimiento”, y prefiere llamar al poema por las dos palabras macarrónicas (sic) con que empieza: ego poeturrius (p. 100). Pero al aparecer en la propia macarronea el apelativo de Marquesa Motarum (v. 13), optamos por ofrecer como título la macarronización del del capítulo, De Marquesa Motarum “La Marquesa de las Motas” (Marq. en abreviatura).

18 Puede ocultarse una dilogía burlesca tras el término latino si se recuerda que las "espadadoras" eran mujeres que "espadaban", es decir, que maceraban y quebrantaban el lino y cáñamo con un instrumento llamado espadilla.