CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 28 de abril de 2012

LUCIA LAZZERINI Y LOS SERMONES HÍBRIDOS TARDO-MEDIEVALES (II)



Testimonios de mezcolanzas no reducibles a motivos estructurales se encuentran en los sermones escritos en forma deliberadamente híbrida por famosos predicadores como Barletta, Cherubino de Spoleto y Valeriano dae Soncino1, autores en los que “el macarrónico, o, sea como fuere, la mezcolanza acusada parecen esencialmente prerrogativa de la predicación moral y de su fuerte componente cómico-satírico”2. Tomamos de Lazzerini un ejemplo de Soncino, donde se observa su habilidad en el manejo y paso de una lengua a otra por mor de una mayor expresividad3:

O quot peccata tunc dischoperientur que nunc cohoperta sunt. O quot reperientur mali qui nunc reputantur sancti. Et ideo tu hypocritone, grataceli, bala-in-Cristo, sangion dal collo torto, manzasancti, qui nunc ab extra sanctus videris et tamen es unus ribaldus, expecta quia veniet tempus judicii universalis in quo non poteris te abscondere. Tunc videbitur vita tua qualis fuerit, tunc apparebunt peccata tua et ribaldarie tue. (c. 76 r.)

Una vez admitida la intencionalidad del hibridismo en los escritores de sermones, Lazzerini señala la estrecha relación existente entre la poesía macarrónica y los sermones macarrónicos tardo-medievales: “Contemporáneo a los ejemplos más significativos de sermones híbridos es otro caso de desviación de la normalidad: la poesía macarrónica. Según la opinión común, el carácter paródico y satírico, el espíritu goliárdico y el expresionismo violento que la marcan justifican ampliamente la elección de ese lenguaje anormal. Pero un hecho importante emergerá de estas investigaciones: el hecho de que un discurso profundo sobre la poesía macarrónica no puede prescindir del fenómeno, bajo muchos aspectos análogo y germinado en un ámbito cultural afín, de los sermones macarrónicos tardo-medievales, que constituyen un manantial léxico y estilístico bien presente a los prefolenguianos y al mismo Merlín Cocayo”.4 Por ello, subraya las relaciones existentes entre el ambiente universitario, del que surgen los prefolenguianos, y el ambiente eclesiástico, que “eran otra cosa muy distinta que dos mundos distintos e impermeables entre sí: en la compenetración que los caracteriza se percibe, por el contrario, la perpetuación de la antigua tradición de los clerici uagantes5. Similar, por ejemplo, es el sermo cotidianus de las predicaciones y el de las lecciones universitarias, como puede verse en las reportationes de Pietro Pomponazzi, célebre profesor de medicina y filosofía natural en las universidades de Padua y Bologna6; aduce también Lazzerini la tradición universitaria tardo-medieval de las uesperiae, especie de farsas goliárdico-clericales, a la que pertenece un texto macarronizante como la Repetitio Zanini coqui del parmesano Ugolino de Pisanis (representada en Pavía en 1435)7. Predicadores macarrónicos como Valeriano de Soncino, Barletta y Bernardino de Feltre estudian en las universidades del norte de Italia en la segunda mitad del siglo XIV8.

En sus conclusiones sobre el problema de los sermones híbridos y sus relaciones con el macarroneo literario Lazzerini sienta la base de que “el lenguaje macarrónico, insertándose en la plurisecular tradición del sermo humilis de la literatura cristiana, asume en un cierto momento caracteres institucionales y se convierte en una verdadera y propia ‘lengua especial’ de los sermones, que en tal forma son escritos, difundidos y leídos”9.

Los sermones macarrónicos acabaron desapareciendo ante la presión del vulgar y de la Contrareforma, “pero la tradición de lengua, de estilo, de cultura representada por nuestros textos, que conservaba tan tenazmente la herencia de la latinidad cristiano-medieval, no se perdió en la nada: alcanzada la plena madurez (una madurez que ya anunciaba la decadencia) encontró ésta en la obra de Folengo su máxima expresión. Fray Teófilo mira esta tradición con el ojo crítico del humanista, y la hace objeto de parodia y sátira: la mira, empero, desde el interior, porque también él está embebido de ella: conoce perfectamente su vitalidad, su eficacia expresiva y la utiliza a fondo”10.

No es la base común de latinus grossus lo que induce a Lazzerini a ver en estos sermones un antecedente seguro de la poesía macarrónica, pues el Küchenlatein aparece con frecuencia en textos no literarios11, “pero la copresencia de los estilos, la coexistencia de macaronica verba, y de elaboración retórica son prerrogativa de los sermones”12. Señala la autora italiana parecidas variaciones estilísticas repentinas en los sermones y en Folengo13, así como concordancias temáticas14. Nos recuerda también el hecho de que Folengo mencione en su Baldus a Barletta y a Roberto de Lecce15; sugiere incluso una influencia de la red. T en Valeriano de Soncino16 y posibles contactos personales y afinidades nacidas del ambiente macarrónico de la Universidad de Bolonia17: “En Bolonia, como en Padua o en Pavía, el etymon de la literatura macarrónica está en la simbiosis clérico-goliárdica, que en contacto con la experiencia humanística, mas obviamente en polémica con los valedores de la ‘norma’ sea latina o vulgar, adquiere plena conciencia de sus recursos potenciales”18.

Para Lazzerini resulta ya evidente que “la ecuación estilo macarrónico = espíritu de revuelta (en sentido antimedieval, antidogmático, anticatólico) es solamente una arbitraria simplificación de una realidad bastante más compleja y articulada19. La elección premeditada de este estilo como vehículo de parodia y de sátira violenta había madurado en el seno del sermo humilis de la tradición latino-cristiana a través de los estímulos debidos a la constante tensión dialéctica con la cultura ‘externa’. Indudablemente ha habido, en un cierto momento, lo que con Sklovskij podremos definir como “variación funcional”: ésta se ha verificado en el momento en el que el macarrónico, no elevado todavía al rango de ‘forma literaria’ reconocida, ha recibido su consagración oficial de manos de Merlín Cocayo, que del humus cultural y lingüístico de los sermones derivó una parte notable de su inspiración. El macarrónico humanista perfeccionado por él se reveló como un experimento irrepetible [...]; no obstante, asumió la función de inserir en lo vivo de la cultura renacentista el antipurismo y el expresionismo dialectal de la más genuina tradición medieval”20.




1 Cf. ib., p. 236
2 Cf. ib., p. 237
3 Cf. ib., pp. 239-240. Se cita de la cuaresma contenida en el cod. A III 18 de la Biblioteca Universitaria de Génova, indicado con la sigla Q
4 Cf. L. LAZZERINI, o.c., p. 248
5 Cf. ib., p. 257
6 Cf. ib., p. 254-256, que cita algunos fragmentos (“Nicolettus, qui legebat Padue, emebat perdices, capones et multa bona. Unde ipse erat malus homo, et pro uno quadrante perdidisset hominem, et nullum habebat pro amico. Unde, eundo ad predicam, accepit illud verbum ‘attende tibi’ suo modo, scilicet: attende tibi, idest sguazza et triumpha” [cf. B. NARDI, “Le opere inedite del Pomponazzi”, II, GCFI, a. XXX (1951) p. 117]). Merlín Cocayo llegará a declararse díscolo discípulo de éste (cf. Baldus V XXII 129-132: “Dum Pomponazzus legit ergo Perettus, et omnes / voltat Aristotelis magnos sotosora librazzos,/ carmina Merlinus secum macaronica pensat/ et giurat nihil hac festivius arte trovari”), aunque tal cosa no constituye más que parte de la propia leyenda elaborada por Folengo sobre su sosias macarrónico, puesta en evidencia por las investigaciones biográficas de G. Billanovich (cf. B. MIGLIORINI, o.c., p. 76).
7 Cf. L. LAZZERINI, o.c., pp. 257-258
8 Cf. L. LAZZERINI, o.c., pp. 261-262
9 Cf. ib., p. 327
10 Cf. ib., p. 328
11 Cf. ib., p. 328 n.1 cita aquí el polémico verso del Baldus V II 11: “scribere vadit adhuc macaronica verba nodarus”
12 Cf. ib., p. 328
13 Cf. ib., pp. 328-329
14 Cf. ib., pp. 329-332. Temas comunes a los sermones y a Folengo son la invectiva contra las viejas alcahuetas, las lamentaciones sobre el miserable estado de las iglesias, la polémica contra los altos prelados, el lamento recurrente sobre la injusticia dominante, y la valoración doméstica de la mujer.
15 Cf. L. LAZZERINI, o.c., p. 331, que cita Baldus V XXII 316-319: “Sunt illic oleo caldaria plena boiento, / ut Bariletta docet predichis, fraterque Robertus; / frizere padellis quis ranas posse vetabit, / anguillasque illas ad arostum ponere speto?”
16 Cf. ib., pp. 332-333
17 Cf. ib., pp. 333-334
18 Cf. ib., p. 334
19 Lazzerini había señalado como “gli scherzi “su’ motti del Vangelo”, la “parodia della confessione”, la “satira de’ frati” in cui il De Sanctis vedeva estrinsecarsi lo spirito beffardamente corrosivo d’un Merlino fustigatore dei residui della cultura medievale, non costituirono certo motivo di scandalo, per il semplice fatto che, come abbiamo constatato, erano da tempo nel repertorio dei fratres” (p. 333).
20 Cf. L. LAZZERINI, o.c., pp. 338-339

sábado, 21 de abril de 2012

LUCIA LAZZERINI Y LOS SERMONES HÍBRIDOS TARDO-MEDIEVALES (I)



A principios de los años setenta se inicia en Italia un debate sobre el origen del macarroneo que ha aportado decisivas contribuciones a la definición del lenguaje macarrónico en su conjunto.

Lucia Lazzerini publica en 1971 un fundamental y muy documentado trabajo sobre la tradición de sermones híbridos desarrollada en Francia y en el norte de Italia a fines de la Edad Media y comienzos del Renacimiento1. Señala Lazzerini que “el proceso que ha conducido al hibridismo ha sido más lento en Italia que en Francia, resolviéndose sustancialmente en una penetración de vulgarismos fácilmente asimilables por el latín medieval, lengua viva y en continua evolución, en mutua, fecunda relación con el vulgar que se desarrollaba paralelamente”2, pero la receptividad del latín mostró ser muy reducida en Francia, mientras que casi ilimitada en Italia. El latín, por otra parte, seguía siendo, aún en el siglo XV, instrumento de comunicación de los más famosos predicadores3. Sitúa Lazzerini la razón de tal hibridismo en necesidades expresivas surgidas en los sermones más marcadamente realístico-satíricos4, destinados a un público “al que sólo las sensaciones fuertes pueden conmover”5. En tales sermones llega al extremo la tendencia al realismo y a la mezcolanza de estilos endémica en la literatura cristiana6: los predicadores renuncian conscientemente a las subtilitates escolásticas y a la exquisitez del ornatus, justificando el empleo de un latinus grossus en nombre de la adhesión a los cánones de la sancta rusticitas.7 Una profesión explícita de rusticitas puede encontrarse en el predicador Bernardino da Feltre8:

Dicit ille: -Expectabam aliquid scientificum, aliquid subtile, tu dicis pur cosse da femine etc. –Et ita volo dicere, et volo ire a la grossa: da poi che etiam in peccatis itur a la grossa, non conveniunt peccata grossa et predicationes subtiles (I 250, 26-29); volo dicere quel che bisogna, volo loqui a la grossa per esser ben inteso (I 143, 2)

El hibridismo sigue vías diferentes en Francia e Italia: “en Francia se podrán así encontrar ejemplos de latinus grossus e incluso macarronismos reales y auténticos, pero en los casos más significativos se tendrá ante todo alternancia de las dos lenguas (aunque sea, como veremos, una alternancia estudiada hasta el manierismo): mientras que en Italia el hibridismo, en sus manifestaciones más avanzadas, asume una apariencia decididamente macarrónica”9.

Lazzerini establece dos modalidades básicas de mezcolanza: habla en primer lugar de una mezcolanza orgánica donde “el uso de dos o más lenguas diferentes es reconducible dentro de confines estructurales bien precisos”10, como en el caso de muchos carmina Burana, en que se verifica una regular alternancia de versos latinos y vulgares; y en segundo lugar, de una mezcolanza inorgánica, en la que “la mezcla se realiza de un modo totalmente irracional: latín y vulgar trasvasan continuamente el uno al otro, llegando con frecuencia a la fusión completa, es decir, a la producción de palabras realmente macarrónicas”11. Ambos tipos se hallan presentes en los sermones. Dentro del primero, contamos con sermones donde fragmentos en latín van seguidos de un comentario en vulgar y viceversa, y también con sermones latinos repletos de proverbios o versos en vulgar que deben ser considerados como citas12. Lazzerini aporta un ejemplo de mezcolanza orgánica tomado del predicador español Sancho Porta, que reproducimos parcialmente, en el que “latín y español se alternan regularmente en las diversas partes ocupando las propias ‘zonas de competencia’’’13:

[...] tripliciter venit Christus ad templum anime.
Primo quando d’ella quiere expedir toda creatura terrenal [...];
Secundo quando la faze recollegir en devoción mental [...];
Tertio quando ally faze consumir peccado, vicio y todo mal. (c. III v.)

Testimonios de mezcolanzas no reducibles a motivos estructurales se encuentran en los sermones escritos en forma deliberadamente híbrida por famosos predicadores como Barletta, Cherubino da Spoleto y Valeriano da Soncino14, autores en los que “el macarrónico, o, sea como fuere, la mezcolanza acusada parecen esencialmente prerrogativa de la predicación moral y de su fuerte componente cómico-satírico”15. Tomamos de Lazzerini un ejemplo de Soncino, donde se observa su habilidad en el manejo y paso de una lengua a otra por mor de una mayor expresividad16:

O quot peccata tunc dischoperientur que nunc cohoperta sunt. O quot reperientur mali qui nunc reputantur sancti. Et ideo tu hypocritone, grataceli, bala-in-Cristo, sangion dal collo torto, manzasancti, qui nunc ab extra sanctus videris et tamen es unus ribaldus, expecta quia veniet tempus judicii universalis in quo non poteris te abscondere. Tunc videbitur vita tua qualis fuerit, tunc apparebunt peccata tua et ribaldarie tue. (c. 76 r.)





Imagen: san Bernardino de Siena.





1 Cf. L. LAZZERINI, ‘“Per latinos grossos...’. Studio sui sermoni mescidati”, Studi di filologia italiana, 29, 1971, pp. 219-339.
2 Cf. L. LAZZERINI, o.c., p. 227
3 Cf. ib., p. 229
4 Cf. ib., p. 229, 237
5 Cf. ib., p. 250
6 Cf. ib., p. 249
7 Cf. ib., p. 253. Tal ideal sitúa la dignidad en el contenido, no en la forma, ya que “per latinos grossos parlaverunt apostolos”, como reza un solecista verso macarrónico del cremonense Fossa, que Lazzerini utiliza para dar título a su trabajo (cf. p. 254 nn.1-2).
8 Cf. ib., p. 253-254
9 Cf. ib., p. 229
10 Cf. L. LAZZERINI, o.c., p. 230
11 Cf. ib., p. 230
12 Cf. ib., p. 230
13 Cf. ib., p. 231. El ejemplo está tomado de SANCTIVS DE PORTA, Sermones festivitatum annualium beatiss. Virg. Marie, typis Joannis Joffre, Valencia 1512.
14 Cf. ib., p. 236
15 Cf. ib., p. 237
16 Cf. ib., pp. 239-240. Se cita de la cuaresma contenida en el cod. A III 18 de la Biblioteca Universitaria de Génova, indicado con la sigla Q

sábado, 7 de abril de 2012

LA CRÍTICA DE ETTORE PARATORE AL MODELO PAOLIANO (II)



Es, por otra parte, el intento de enunciar leyes generales sobre el macarroneo folenguiano el que lleva a Paoli a creer que latín y macarrónico se alternan casi sistemáticamente en formas constantemente equilibradas y a hablar de fusión de elementos heterogéneos, a pesar de reconocer luego que en el Baldus hay trozos en los que prevalece el latín1.

Considera Paratore “piuttosto ermetica” la distinción paoliana entre macarronismo morfológico-lexical y macarronismo de locución2, y errónea la idea de descubrir la grandeza de Folengo en el desarrollo superlativo del primer tipo, exasperando la tendencia del latín a los neologismos3, mientras que se define el segundo tipo como “folenghiano deteriore”4.

Las humoradas del tipo dattornum, todannum le parecen a Paratore el vértice del desenfreno lingüístico de Cocayo, cosa que acaba siendo reconocida por el propio Paoli5.

Si se acepta, dice Paratore, la tesis de que todos los recursos léxicos macarrónicos tienen el fin único de plasmar un lenguaje siempre más incisivo, viene a caer del todo la distinción de Paoli entre macarronismo morfológico-lexical y macarronismo de locución; y lo que se afirma con prepotencia es la desbordante libertad y variedad del discurso folenguiano, siempre atento a adaptar el resultado expresivo al constante cambio de color de los sucesos y estados de ánimo6.

Para desmontar lo que él considera axioma de Paoli sobre la constitución fija del macarróneo folengiano, Paratore ofrece una serie de variaciones léxicas tomadas del Baldus.7 En ellas el uso constante de un término latino correcto o macarrónico se ve desmentido por la presencia de variantes macarrónicas o latinas respectivamente8. Llega así a una serie de conclusiones9:

Cómo es lógico recabar de este minucioso análisis, la comprobada variabilidad caprichosa del discurso folengiano, que parece traicionar una siempre renovada veleidad de medrosa imitación en mil modos del discurso de molde clásico, acaba por denunciar cuánto persiste en la conciencia lingüística del autor la tendencia del macarroneo anterior a él, es decir, la de crear un lenguaje que, aun concediendo a veces la primacía a la inspiración épica o trágica sin más, miraba a la parodia, a la caricatura de los grandes poetas latinos transmitidos por la cultura y la escuela. El presupuesto de encontrar y magnificar en Folengo la creación de un lenguaje original, sólidamente constituido, a mil millas de distancia de las aventurosas tentativas de sus predecesores, sobre la base de la impresión suscitada por la opulenta persuasividad de su arte, ha acabado por crear un equívoco que ha hecho perder realmente de vista la característca esencial de ese lenguaje, es decir, el poder sin precedentes de llevar a la cima los procedimientos caricaturescos con la más desorientadora riqueza y variedad de medios, desencadenando las coloraciones macarrónicas cada vez que era necesario animar y hacer más impetuoso el desarrollo expresivo. Es necesario partir del principio de que el verso latino, el verso virgiliano constituye para Folengo la norma de base [...] Por eso no debe sorprender que en el intento de subvertir una vez tras otra con los medios más adecuados la solemnidad consagrada del verso heroico él hubiera hecho flèche de tout bois, recurriendo a todas las contrastantes sugestiones que en cada ocasión le venían a los labios.







1 Cf. E. PARATORE, o.c., p. 41, que hace referencia a U. E. PAOLI, o.c., pp. 42, 80. Paratore intenta de nuevo presentar como contradictorios fenómenos que en la exposición de Paoli son perfectamente compatibles. De este modo, el hecho de que se defina el macarroneo como una fusión orgánica de elementos heterogéneos, no obsta a que uno de los elementos predomine, incluso absolutamente, según lo exiga el tono de la narración. Así, este lenguaje “si adatta al argomento e all’ambiente, sempre conservando il suo carattere fondamentale di linguaggio solidamente costituito. Il maccheroneo, che sa, quando occorra, raggiungere la dignità epica, in bocca a bassa gente diventa sguaiato e plebeo; ed è questo che il poeta vuole” (cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 85-86). La concepción puramente subjetiva e individual del macarroneo en críticos como Paratore acaba siendo más rígida que la del ‘rigorista’ Paoli, pues se le conceden al poeta macarrónico, paradójicamente, menos posibilidades creativas de manejo autónomo de su lenguaje. Tal teoría de un lenguaje “cuya esencia está propiamente en su hacerse” (cf. M. CHIESA, “Un’antologia folenghiana”, o.c., p. 129) se torna puramente mecanicista y termina por prescindir del factor autor como dueño consciente de su creación. Chiesa niega que Folengo tuviera un designio definido a la hora de reelaborar su obra macarrónica, en el sentido de tender a una forma ideal perfecta e inmutable, extraña a la poesía macarrónica, como aspira a ser por esa época el toscano. Esta lengua, que no es per grammaticam, “obliga”, pues, a Folengo a cambiar necesariamente su obra, pues en el cambio, y sólo en éste, está su esencia (p. 130). Folengo es presentado así como sometido a un furor inspirador de trasnochadas connotaciones, como un grafómano irreflexivo que carece de verdadero control sobre su lenguaje; lenguaje que por ende no es per grammaticam, lo que contradice abierta y absurdamente, como veremos, su carácter de metalenguaje.
2 Cf. E. PARATORE, o.c., p. 41, quien no da ninguna explicación de porqué considera “más bien hermética” tal distinción paoliana.
3 Cf. E. PARATORE, o.c., p. 41 quien hace referencia a U. E. PAOLI, o.c. pp. 60-61. Éste último lo que dice en realidad es que “ciò che individua il latino del Folengo, di fronte allo scialbo maccheroneo dei Prefolenghiani è lo sviluppo che egli è riuscito a dare al maccheronismo morfologico-lessicale” (p. 60), pues los macarronismos de locución “[...] non meno dei maccheronismi morfologici [...] servono a dare al linguaggio maccheronico varietà e potenza di espressione [...]” (p. 63).
4 Cf. E. PARATORE, o.c., p. 41 quien hace referencia a U. E. PAOLI, o.c., pp. 76-78. Lo que llama realmente Paoli “folenghiano deteriore” son palabras invariables que son latinizadas mediante desinencia, así como el empleo del artículo determinado.
5 Cf. E. PARATORE, o.c., p. 41 que hace referencia a U. E. PAOLI, o.c., pp. 84-86
6 Con estos planteamientos Paratore (p. 44) comienza a acercarse peligrosamente a las posiciones idealistas de Croce, quien consideraba a la lengua en un aspecto puramente subjetivo, negándole toda objetividad como sistema. El error fundamental de Paratore y otros radica en pensar que la extrema ductilidad y variedad del macarroneo como instrumento artístico es incompatible con una caracterización gramatical como sistema lingüístico. Pero el macarroneo dista de ser una creación puramente individual, sino que se nos presenta como un metalenguaje, formado por varios sistemas interrelacionados (latín y lenguas derivadas) e interferentes, en el que la libertad del artista no se manifiesta sólo en la explotación de los recursos potenciales que le ofrece el sistema, como en una lengua natural, sino en la dosificación de la interferencia entre los sistemas que emplea, que será tanto más lograda cuanto más afines sean éstos. Será, en este punto, oportuno recordar lo que dice a este respecto Eugenio Coseriu: “En su actividad lingüística, el individuo conoce o no conoce la norma y tiene mayor o menor conciencia del sistema. Al no conocer la norma, se guía por el sistema, pudiendo estar o no estar de acuerdo con la norma (creación analógica); conociéndola, puede repetirla dentro de límites más o menos modestos de expresividad o rechazarla deliberadamente e ir más allá de ella, aprovechando las posibilidades que le pone a disposición el sistema. Los grandes creadores de la lengua –como Dante, Quevedo, Cervantes, Góngora, Shakespeare, Puskin- rompen conscientemente la norma (que es algo como el “gusto de la época” en el arte) y, sobre todo, utilizan y realizan en el grado más alto las posibilidades del sistema: no es una paradoja, ni una frase hecha, decir que un gran poeta “ha utilizado todas las posibilidades que le ofrecía la lengua”. En este sentido podemos repetir con Humboldt y Croce que, en realidad, no aprendemos una lengua, sino que aprendemos a crear en una lengua, es decir que aprendemos las normas que guían la creación en una lengua, aprendemos a conocer las directivas, las flechas indicadoras del sistema y los elementos que el sistema nos proporciona como moldes para nuestra expresión inédita” (cf. E. COSERIU, “Sistema, norma y habla”, o.c., pp. 99-100). No hay, pues, creación poética fuera de un sistema lingüístico, sólo silencio. La idea de Migliorini de que existen tantas lenguas macarrónicas como autores macarrónicos es un argumento que se vuelve contra los que defienden que el macarroneo no es un lenguaje “fijado en formas inmutables”, o lo que es lo mismo para ellos, no sometible a los esquemas formales de aquel hablar sobre el hablar que es la gramática. La diferencia fundamental entre estas lenguas macarrónicas está, aparte de en los sistemas de elección, en el grado de competencia que tiene cada autor en el manejo de esos sistemas, y de las tradiciones culturales y literarias que implican, como bien vio Bonora. Es el sumo grado de competencia en el manejo de sistemas ya dados lo que hace del genio lingüístico y filológico que es ante todo Folengo un hecho irrepetible. Vuelve a adquirir sentido aquí la aguda observación de artista de Charles Nodier sobre la impresión que produce el macarroneo: lengua de creación individual, pero que sin embargo se entiende sin esfuerzo porque está compuesta de los materiales de la lengua materna. El macarroneo adquiere sentido sólo por referencia a éstos y sin ellos sería una materia informe.
7 Cf. E. PARATORE, o.c., pp. 44-47
8 Es nuevamente errónea, y no puede hallarse en su obra, la idea de que Paoli afirme que exista un uso constante de los elementos lexicales, ni siquiera e silentio (cf. U. E. PAOLI, o.c., p. 152). Paratore, que reprocha a Paoli no conocer la historia del texto (p. 38) utiliza como él la red. V, pero sin llevar a cabo la labor diacrónica de análisis de las cuatro redacciones que permite dar a Paoli razones de la alteración sistemática del material léxico macarrónico, adaptada a la situación narrativa. Hecho éste del que no da cuenta Paratore, quien se limita a registrar variantes descontextualizadas.
9 Cf. E. PARATORE, o.c., pp. 48-49. Es de notar en este punto la opinión de C. F. GOFFIS, “Il macaronico folenghiano fra arte e contestazione”, Maia, XLV, 1992, p. 137, quien dice respecto a Paratore que “la sua rivendicazione della libera creatività folenghiana segna un limite alla normatività del Paoli, non ne distrugge la prospettiva”, aunque unas páginas después se sitúa en planteamientos similares a los de Paratore: “È stato osservato che il macaronico, nonostante le normulae del suo autore, non muove verso un’ipotesi finale di grammatica e sintassi, precostituita con forme ideali. Il macaronico non ammette platonismi; è una continua invenzione personale, priva di parametri [...]” (p. 142).