CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298
Mostrando entradas con la etiqueta macarronismos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta macarronismos. Mostrar todas las entradas

viernes, 7 de septiembre de 2018

LA MACARRONEA DE PACHECHO: Léxico macarrónico.






1. Macarronismos léxicos.

La riqueza y variedad de este tipo de macarronismos en la macarronea de Pacheco se manifiesta en diversos fenómenos; uno de ellos es la abundante macarronización de palabras derivadas que no tienen correspondiente formal en latín, que destacan por su efecto cómico (callegis, camaretis, carneceria, casillis, coplillas, grillones, hondissima, mongiles, mugerile, pingosas, rapazus, ropamine, silleta, sirguerillus, spessissima, tetuda); otro es la presencia de palabras inhabituales, y/o no recogidas en el Diccionario de Autoridades, aunque sí en diccionarios posteriores (baheauit, baladro, bofetes, cachondo, carreare, costumbrant, digiis, friolega, fucilant, grimosa, guimaros, harria, jetas, labria, lagosta, modorros, perneta, satirione, sirguerillus, teatinus, tongas, turques, voçezans, vocezat, xaquima, xauegueris), o de probables hápax legómena, palabras o formas de éstas que sólo he localizado en la macarronea objeto de este estudio (arripardus, cumbleza, cosquillosae, foliosa, gramufa, pegossas, perezans, pingosas, presurante, regueldat, ristrabant, toruna, verdiscos). Con todo, el elemento lexical más característico del poema es la abundancia de léxico erótico y de germanía que resulta inusitado en la historia de la macarronea española (arrechat, bagassa, botica, cachondo, cairum, calloncas, casillis, cosquillosae, cricas, çurrapa, daifa, farautes, gajes, gallofa, guadañat, guimara, impreñare, manflota, manflotescae, picañis, putanae, puterias, roçat, spichat, tabancus, tacaños, virote).

Junto a la presencia de este tipo de léxico, que singulariza notablemente la composición de Pacheco, su otro rasgo destacado es la gran creatividad léxica de la que hace gala, que se hace evidente en el número de neoformaciones que pergeña el autor. Así, crea neoformaciones latino-macarrónicas y humanísticas regulares; son, ciertamente, las primeras las que tienen un mayor efecto estilístico por su carácter cómico, expresionista y paródico, sobre todo en las palabras compuestas (abestruziuolas, ampolletichupi, azahareriferos, cosquillosae, çapatetisonos, diablisonas, impreñare, incalaboçat, incoroçabile, inroscando, manflotiuolo, ojamina, relampagare); las segundas, menos numerosas, responden a cierto manierismo verbal (amorisonos, bastardulus, cabalisteos, peruersulus, praedulciter), y al prurito de poeta neolatino del autor.

Secundariamente, hay ciertos macarronismos que sufren una alteración gráfica que pretende darles una pátina clásica (smaltas, spantable, spantati, [pero espantet], spantoso, spanto, spolone, struendus), algunas palabras invariables, adverbios y adjetivos numerales, no sometidas a una latinización sufijal superficial (ay, cadaño, luego, quarenta, veinte), de las que la segunda presenta una aglutinación, rasgo llamativo del macarroneo folenguiano. Es de señalar, asimismo, la solución adoptada para la latinización de una palabra aguda como 'carcaj' (carcaje [ac.sing.]), asimilándola al modelo de los neutros de tema en -i de la tercera declinación, tipo mare.

En cuanto a la presencia de macarronismos procedentes de otras lenguas, sólo se puede señalar el caso, aunque notable, de un posible préstamo de la lengua náhuatl (toquitiae).

2. Macarronismos morfológicos.

Es posible únicamente verificar dos ejemplos (didisti y acepere [este último por razones métricas]), a menos que se incluya también en esta categoría el vocativo viridante del macarronismo heteróclito *viridantus. Tal escasez de macarronismos de este tipo tan característica de la macarronea española, puede explicarse, como ya he dicho, porque la parodia de la insuficiencia lingüística del latinus grossus que puede estar en el origen de la creación macarrónica italiana, resulta evidentemente extraña como motivación a los émulos folenguianos extranjeros, humanistas seducidos por los aciertos de la primera persona macarrónica. Ciertamente, puede afirmarse que tales macarronismos serían menos escasos si tras las macarroneas se ocultara un propósito de parodiar el latín humanista, como se ha sostenido frecuentemente.

3. Macarronismos heteróclitos.

Frente a las macarroneas precedentes, sí se registran ejemplos de este tipo de macarronismos (albergum (ac.), bronzo (abl.), cacarentes (ac.), cipresos (ac.), ratonis (abl.pl.), studiantus (nom.), verdonus (nom.). Algunos vienen ilustrados, incluso, por escolios de irrisión erudita, como carnere (abl.): carne. inis declinabant antiqui melius quam caro carnis. M. Varro de re rustica.; goza (ac.pl.): dixit supra gozos hic goza vrbana; licentia poetica quae genus permutare licet, y como viridante (voc.): viridantus .i. prisci declinabant.


4.Macarronismos semánticos.

Pueden señalarse cierto número de ellos (alpestres, beatas, cartas, casa, causare, contare, corneta, cortesanas, costalibus, importans, laguna, mitra, pensare, picantes, rīmae, roncat, rostra, saltare, serenum, sima), menos connotados estilísticamente que otros, como señaló Paoli.
Dentro de este grupo podrían indicarse algunos casos de macarronismos métricos como melodia y pauor, donde se conserva el lexema latino, pero se altera su escansión métrica (macarronización), y otros semántico-métricos (rĭmas, rōsae, tĕtrĭcos), donde se produce un doble proceso de macarronización.

5.Macarronismos de locución.

Se dan cierto número de casos (ad partem, cada una, de longe, de noche, facit sequi), algunos con aglutinación (cadaño, depresto) y otros que reproducen expresiones y frases populares (ciegam jugare gallinam, in blancum echare ojos, menos echauit, tendere pernas).

6.Macarronismos folenguianos.

Hay tres ejemplos, muy notables pues remiten uno de ellos a la redacción Toscolanense y los otros dos a la redacción Vigaso Cocaio de las macarroneas folenguianas, lo que da a entender que Pacheco manejó ambas redacciones. El primero de ellos es guadañat, posible calco folenguiano con coincidencia de sedes metrica (cf. Zant. T 814: Quisquis amat, multum spendit nihilumque guadagnat), a pesar de estar documentada la existencia en español del italianismo guadañare. El primero de los otros es furfantis; en sus macarroneas menores editadas por M. Zaggia encontramos esta palabra en Zan. V 1026: guarda quod hic furfans, furfantum gloria, parlat!, paso en el que el benemérito editor anota que “si tenga inoltre presente que queste folenghiane sono tra le prime attestazioni della parola furfante (l'attestazione più antica nota al Dizionario etimologico della lingua italiana data al 1534)”, datando la redacción V(igaso Cocaio) de 1552. Resulta, pues, doblemente llamativo este italianismo de Pacheco, cuyo origen folenguiano queda confirmado por su utilización de otro italianismo, porcile, procedente del mismo fragmento, Zan. V 1024: Me porcile tuum -scelus est chiamare fenilum-.


7.Frecuencia de los macarronismos.

Los versos que contienen un solo macarronismo ascienden a 209, que representan un 38,99% del total; mientras que los que contienen más de uno son 195, un 36,38%, y los versos íntegramente latinos suponen 132 versos, es decir, un 24,62% de la totalidad del poema macarrónico.

8.Función estilística de los macarronismos.

El fino estilista Pacheco es, sin duda, consciente del juego de equilibrios inconstantes que constituye la macarronea, y lo aprovecha para pergeñar una macarronea de muy estudiada elaboración, en la que el latín tiene la función englobante y directiva señalada por Segre.
Ya desde el prólogo puede verse cómo Pacheco dispone, con harta frecuencia, los macarronismos en posiciones relevantes, como el final de verso, en un entorno latino en el que aparecen también desde el principio series anafóricas tan del gusto folenguiano (vv. 18, 30-31), junto a figuras propias de la literatura vernácula como el retruécano (non facit ad largas puta Camena tocas, v. 12), o el apunte del contenido erótico del poema (vv. 14, 29-30); el principio de oxímoro lingüístico y cultural se muestra también prontamente en diversos giros como puta Camena (v. 12), more putesco (v. 17), o más tarde en otros como bagassa cohors (v. 345). Así, las alusiones a la gente de germanía (furfantis numina uulgi, v. 25) y al fanal merliniano (fantastica facta, v. 26) son casi consecutivas en esta inuocatio a las Musas, que son presentadas programáticamente como patronas de este submundo marginal, cuya jerga es usada profusamente. En este sentido, los versos íntegramente latinos surgen, como en el poeta mantuano, cuando se desea elevar irónicamente el tono del discurso (fauete mihi factum cantare paranti, v. 35); y, de tal suerte, poderosas aliteraciones se sirven de los macarronismos con un valor paródico, aunque en el fondo reverente hacia el referente latino (ferrea porta putarum, v. 32), en un contexto marcadamente macarrónico (v. 33)1, así como disyunciones realizadas en sintagmas plenamente macarrónicos (quique solent guimaros semper punire tacaños, v. 45)2.
En este sentido, la oposición que establece el poeta entre la (musa) Macarrona y la linda Camena (Sed paulum, Macarrona, tace dum linda Camena / incipit hanc obram, tu deinde sequere canendo, vv. 46-47), le sirve para introducir una parte de tono más elevado con predominio casi absoluto de los versos íntegramente latinos (vv. 48-89); se insertan ahí con naturalidad macarronismos que significan nombres de instrumentos musicales, y algún verso con más de un macarronismo con aliteración (et quos strambotes repetunt baxone sonante!, v. 72), que es alabado en didascalia (cedite Romani scriptores, cedite Graij, hic versus n<oster> est incomparabilis). En cambio, a partir del v. 90 hasta el 149, en el que describe de modo expresionista el colegio de san Miguel, hay predominio de los versos polimacarrónicos, en los que no faltan las anáforas (vv. 91-94), la confluencia de estilemas (disyunción y aliteración) en torno a una neoformación macarrónica resaltada ante cesura (et çapatetisonos gaudent connectare corros, v. 102), las enumeraciones expresionisas y paródicas en la lista de gramáticos y de los males existentes en la casa, y los encabalgamientos con macarronismos en fin de verso (v. 135).
Por otra parte, las iuncturae clásicas aparecen ya desde el principio con la función de ennoblecer y elevar el tono (nocte silenti, v. 37; mortalibus aegris, v. 57). En los versos íntegramente latinos, donde la presencia de tales calcos es lógicamente evidente, a veces se produce una confluencia de iuncturae que imprime a los versos un carácter casi centoniano; puede verse el caso de v. 470 omne genus hominum volucrum genus atque ferarum, formado a partir de LUCR. 1, 160, 1026, y VERG. Aen. 9, 510: #omne genus#, VERG. Aen. 8, 35: gensque uirum truncis et duro robore nata, y MANIL. 2, 777: pellitur omne loco #uolucrum genus atque ferarum#; en algún otro paso, como el v. 597, nauiget extremos cupidus mercator ad Indos, los calcos proceden de un solo autor: HOR. epist. 1, 16, 71 #nauiget# ac mediis hiemet #mercator# in undis, HOR. epist. 1, 1, 45 inpiger #extremos# curris #mercator ad Indos#. Por otro lado, la inserción de tales calcos textuales en los versos dotados de uno o más macarronismos los dota de cierta polivalencia, a la que no es extraña el tono paródico, que parece acentuarse en los polimacarrónicos. De tal suerte, en versos unimacarrónicos, como el 200, Tunc nemora alta sonant, remolinus surgit ad auras, el macarronismo lexical se encuentra en posición casi quiásmica respecto a los calcos textuales con coincidencia de sedes metrica (VERG. georg. 3, 393 #nemora alta#, y LUCR. 6, 819 #surgit in auras#); en el v. 274, et gordo Veneris puero) pia templa petebant, el macarronismo queda estilísticamente resaltado por la rima interna y su posición ante cesura, marcando un claro contraste con el calco semicentoniano (STAT. Theb. 11, 751 #pia templa#, y LUCR. 3, 86 #templa petentes#); el calco que forma el primer hemistiquio del v. 306 (Quos vbi conspexit iam bambaneare Cupido, SIL. 5, 586 #quos ubi conspexit#), confluye, incluso con la prolexis del relativo, a resaltar el expresivo macarronismo que se demora con fuerza onomatopéyica entre el cuarto y el quinto pie dactílicos; en el v. 335, sic ait: “o miseri, quae vos miseranda locura, no falta la reminiscencia virgiliana (VERG. ecl. 2, 69 a, Corydon, Corydon, #quae# te dementia cepit), que fue más patentemente parodiada por Merlín Cocayo (Baldus V 4, 285 O macaron, macaron, quae te matezza piavit!); en el v. 408, et quot sermones vna hiluanat in hora, el a la sazón obispo de Zamora es equiparado al Lucilio harto fecundo aunque irregular criticado por Horacio ( HOR. sat. 1, 4, 9-10 ...in hora saepe ducentos, / ut magnum, uersus dictabat stans pede in uno); finalmente, los versos unimacarrónicos introducen la exaltación bucólica del amor actualizando los referentes materiales, en un intento de cercanía al lector que no carece de virtus lírica (Non ego dedignor flautas contingere agrestes, çampoñasque rudes et vincere Pana canendo, v. 616-617 -OV. epist. 4, 149 #non ego dedignor#, y VERG. ecl. 2, 31 mecum una in siluis imitabere #Pana canendo#-), incluso cuando se hace un explícito homenaje a la fuente virgiliana sin la menor intención paródica (Quando ego te fresca fugitiua Amarili sub vmbra, v. 620 -VERG. ecl. 1, 36; 8, 77 #Amarylli#-).
En cuanto a la acentuación del contenido paródico en los versos polimacarrónicos, he aquí algunos ejemplos: en el v. 263, non poterant ganare, feae -miserabile vulgus-, se compara mediante un calco textual en aposición con coincidencia de sedes metrica (VERG. Aen. 2, 798 #miserabile uulgus#) a las vulgares rameras del poema con el atribulado pueblo troyano tras la caída de Ilión; en el v. 324 (Itur in obscuram grutam, stabula alta putarum), se materializa una cómica parodia virgiliana (VERG. Aen. 6, 179 #itur in# antiquam siluam, #stabula alta# ferarum), que no supone, repito, una derisión del venerable modelo, sino un guiño a sus cultivados lectores, que apreciarían con regocijo el juego estilístico que realza, sobre todo, al segundo macarronismo, que se coloca al final de verso y es objeto de un juego de semihomofonía (putarum / ferarum) basado en la macarronización superficial desinencial; siguen siendo las meretrices las que motivan el juego paródico del v. 419, et pretium meruisse refert, puto veinte reales, donde se trae a colación las raras rosas invernales (MART. 4, 29, 4 Hibernae pretium sic meruere rosae) evocadas por Marcial para justificar un precio elevado; la comicidad para el leído lector está en los términos de la comparación que trae a colación el calco marcialesco, y en la explicitación macarrónica de la cantidad en final de verso.
Pacheco, incluso, se permite construir macarronismos sobre iuncturae clásicas como en el caso del v. 164, sima graui, tiemblatque locus cum soluere tientat, cf. LUCAN. 3, 491-92 #soluere# / temptat...; combina, asimismo, macarronismos y latinismos en forma de endíadis (cf. v. 367: peñascos durasque petras...).
Pacheco, como Folengo, se mueve, tal como se ha dicho arriba, del latín al romance, que tiene así una función englobante y directiva, y esto se sigue verificando, verbigracia, en la presencia de figuras de construcción como la disyunción afectando a macarronismos de locución (vv. 257, y 426), y a sintagmas integrados por neoformaciones macarrónicas (vv. 278, 407, 449), en la existencia de series anafóricas (vv. 401-408; 427-434), y algunas otras figuras como el políptoton (vv. 513-514) y la prolepsis del relativo (v. 574). Asimismo, el poeta jerezano sigue adaptando su macarroneo al fluctuante tono de su poema en su segundo libro; de tal suerte, en el elogio del amor que ocupa los vv. 467 a 478 se mezclan los versos latinos y unimacarrónicos en un discurso más elevado; en cambio, en los vv. 484 a 556, en los que describen de manera expresionista los efectos del amor carnal en hombres y animales predominan los versos polimacarrónicos, que ceden, en la alabanza final al amor en un entorno bucólico (vv. 557-631), a un juego de equilibrio entre los tres tipos de versos, que alternan en un contexto perfectamente armónico, hecho que puede percibirse, por ejemplo, en el v. 576, que se abre y cierra con un macarronismo, y, que, sin el menor menoscabo, tiene una pátina perfectamente clásica, realzada por la neoformación latina humanística debida a la creatividad lingüística del poeta neolatino (Soplat amorisonos laurorum in vertice siluos). En este sentido, el verso final virgiliano (Omnia vincit amor et nos cedamus amori, cf. VERG. Ecl. 10, 69) debe entenderse como una cita de homenaje y reconocimiento reverente a una tradición a la que no se intenta, en modo alguno, combatir o someter a irrisión.



Imagen: Diccionario de Autoridades.

_____________________________________________________
1 Otros ejemplos de aliteraciones mixtas en los vv. 423, 549, y 551.
2 Estas disyunciones afectan también a macarronismos de locución (vv. 257, 278, 426), y a neoformaciones macarrónicas (vv. 407, 450).

viernes, 5 de enero de 2018

EL MACARRONEO DE JUAN MÉNDEZ NIETO: léxico, sintáxis, prosodia y métrica.





1.El léxico macarrónico.

En el poemita de circunstancias de Nieto los macarronismos existentes son todos léxicos, sin presencia de morfológicos, heteróclitos, de locución, semánticos, o folenguianos.

1.1.Frecuencia de los macarronismos.

Hay 9 versos íntegramente latinos, 7 son polimacarrónicos, y 6 monomacarrónicos.

1.2.Función estilística de los macarronismos.

El predominio de los versos puramente latinos es indicio del escaso interés del autor por un aprovechamiento artístico que el macarroneo habría puesto a su alcance, justificado en parte por el propio carácter de la composición, y su brevedad. Así, los macarronismos son empleados como actualizadores lingüísticos de los referentes materiales de la realidad castiza retratada (rosquibus, morcillarum, alforgis, pernile, arropis, bandujum, aguela, albardam, taffarra), y la mayoría de los pocos restantes serían puramente intercambiables con su equivalente latino, y neutros desde un punto de vista estilístico (desates, noche, rellenus, juegus). Solamente, en el v. 15 puede verse un leve juego estilítico en el que confluyen la construcción paralelística, la rima interna, y la paronomasia (tragauit statim quaecumque traganda hallauit).

2.Sintáxis macarrónica.

No puede señalarse en la macarronea de Méndez desviaciones respecto a las normas clásicas.

3.Prosodia macarrónica.

3.1.Rasgos generales.

La prosodia del poema es irregular, y descuidada, favorecida por el hecho de haber sido en gran medida improvisada -lo que puede explicar, por su valor mnemotécnico, la repetición de vocablos como nummos y perdidit-, y luego transcrita al descuido. Las irregularidades prosódicas, latinas y macarrónicas, afectan a 11 vv. (1, 3, 5, 7, 8, 11, 12, 13, 15, 21, 22), es decir, el 50% del total.

3.1.1.Prosodia de las palabras latinas.

La regularidad prosódica está, en este caso, marcada por la necesidad del improvisador de ajustarse al molde métrico regular, y, aparte de dos alargamientos en arsis (almē, v. 1; et, v. 3, 9, 10, 12, 16, 21), existen alargamientos de sílabas breves para ajustarse al espondeo (erit, v. 3; stātim, v. 15; querītur, v. 21; an, v. 21), y abreviaciones de silabas largas por exigencias del pie troqueo (altĭssimam, v. 5; terră, abl. v. 7; mĭttebat, v. 13), con ruptura de la ley de la posición en un par de casos.

3.1.2.Prosodia de las palabras macarrónicas.

La prosodia de los macarronismos léxicos sufre de las necesidades de ajuste al molde del pie métrico preestablecido, con dos casos de abreviación de terminaciones de ablativo (blanquis, v. 11; taffarra, v. 22), otro que implica la retrotracción del acento natural, en contra de las disposiciones prosódicas folenguianas que piden respetar la ley de la penúltima (rellĕnus, v. 12), junto a un caso de ruptura de la ley de la posición, ortográfica en todo caso (ărropis, v. 12).

4.Métrica macarrónica.

4.1.Características.

La composición de Méndez consta de 11 dísticos elegíacos.

I. Hexámetros.




a) Los cuatro primeros pies: distribución de dáctilos y espondeos.

TIP.
TOTAL
Nº ORDEN Mend.
Nº ORDEN VERG. Aen.
Nº ORDEN OV. met.
DSSS
3=27,27%
1
1
2
SSSS
2=18,18%
2
5
15
DSSD
2=18,18%
3
9
3
SDDS
1=9.09%
4
8
-
SDSD
1=9,09%
5
11
-
SSSD
1=9,09%
6
13
-
SSDD
1=9,09%
7
14
16

11





Hay correspondencia con las series clásicas.

b) Elisiones.

No hay elisiones en los hexámetros de Mend., aunque sí tres hiatos. Entre ellos se encuentra una ecthlipsis, es decir, hiato despúes de –m final (v. 7).

c) Cesura y monosílabo ante cesura.

Todos los hexámetros presentan cesura pentemímeres. El único monosílabo ante cesura se da en el verso 21, que aparece precedido de otro monosílabo, el caso mayoritario según la norma clásica.

d)Estructura silábica y finales de hexámetros: el monosílabo final.

TIPOLOGÍA
TOTAL
VERG.
OV.
2 + 3
8=72,72%
32 %
35,5 %
3 + 2
3=27,27%
53,50%
55 %

11





Las series más y menos frecuentes corresponden con las empleadas por Virgilio y Ovidio. No hay monosílabo final, evitado de preferencia por la norma clásica.

II. Pentámetros.

a) Los dos primeros pies: distribución de dáctilos y espondeos.

TIP.
TOTAL
OV.
SS
4=36,36%
8,4 %
DS
3=27,27%
52,4 %
DD
2=18,18%
30,9 %
SD
2=18,18%
8,3 %

11





La distribución de las series se asimila a la ovidiana.

b) Elisiones.

Hay una única elisión en la segunda arsis (v. 4), así como ausencia de hiato.

c) Monosílabo ante cesura.

No hay monosílabo ante cesura en los pentámetros de Ignat.

d) Estructuras morfológica y silábica y finales de pentámetro: el monosílabo final.

TIPOLOGÍAS
TOTALES
OV.
VERBOS
5

6=54,54%

80 %
SUSTANTIVOS
1
ADJ. PRON.
4
4=36,36%
17 %
ADVERBIOS
1
1=9,09%
3 %


Es notable el respeto por los finales clásicos en su estructura morfológica. En cuanto a la estructura silábica la única forma presente es el bisílabo final, tan frecuente en Ovidio.





Imagen: Incipit del poema en el facsímil del manuscrito original (1988)

sábado, 28 de mayo de 2016

EL MACARRONEO DE LA EPÍSTOLA MACARRÓNICA DEL DR. SÁNCHEZ




1. El léxico macarrónico.

1. 1. Macarronismos léxicos.

Constituyen el cuerpo básico del léxico macarrónico de epist. (124 de 135 macarronismos registrados). Un pequeño número pertenece a un acervo lexical arcaico (curtus, harone, mochachos) o anómalo (lota). Doctoramentum es el único posible ejemplo de manipulación de la voz vulgar de origen (i.e. ‘doctoramiento’) en el proceso de macarronización, más allá del simple añadido de sufijos y desinencias al lexema de la palabra española.

1. 2. Macarronismos morfológicos.

Pueden aducirse un ejemplo: se lee un horologius, que altera el género neutro del original lat. horologium. Tiene la importancia de ser el primero documentado en el desarrollo de la macarronea española. Parece deberse a razones métricas.

1. 3. Macarronismos heteróclitos.

Un apunte de este tipo se encuentra en el abl. pl. colchonis, en cuyo lugar se podría haber esperado una forma *colchonibus por la 3ª declinación, a la que sería más fácil de adscribir un sustantivo como colchón dado su plural colchones, ya documentado en Spur. 10.

1. 4. Macarronismos semánticos.

Pueden incluirse dentro de esta categoría audientia, calles, pupili, saltare, simam, tabernas.

1. 5. Macarronismos de locución o de calco.

Los dos ejemplos registrados (cabo de vela, per poco dinero) resultan casi citas directas del vulgar, por lo que su regularidad prosódica se relaja. Estamos, como advierte M. Zaggia, en los límites extremos de la gramática macarrónica1.

1. 6. Frecuencia de los macarronismos.

Los 37 versos que contienen un solo macarronismo (vv. 2, 4, 20, 25, 29, 32, 33, 42, 44, 48, 51, 53, 54, 62, 68, 73, 76, 77, 79, 80, 81, 82, 84, 86, 90, 91, 93, 94, 95, 96, 100, 108, 112, 113, 115, 119, 120) representan un 30,83% del total.

Los 42 versos que contienen más de un macarronismo (vv. 10, 11, 12, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 30, 34, 35, 36, 38, 39, 40, 41, 43, 47, 49, 50, 56, 58, 64, 65, 66, 67, 69, 70, 74, 75, 78, 88, 98, 99, 101, 102, 103, 109, 111, 116, 118) suponen un 35% del total.

Los 38 versos íntegramente latinos (vv. 1, 3, 5, 7, 8, 9, 13, 21, 22, 23, 24, 26, 27, 31, 37, 45, 46, 52, 55, 57, 59, 60, 61, 63, 71, 72, 83, 85, 87, 89, 92, 97, 104, 105, 106, 107, 114, 117) representan un 31,66% del conjunto total.

La distribución casi proporcional de las tres categorías llama la atención, fundamentalmente, sobre el elevado número de versos íntegramente latinos.

1. 7. Función estilística de los macarronismos.

La disposición predominante de los hexámetros latinos coincide con los momentos de tono más grave, como son los de queja ante la situación de injusticia que el doctor afirma sufrir (cf. vv. 1-9; vv. 21-28) o cuando refiere lo sacrificado de su oficio (cf. vv. 104-107); en otras ocasiones eclosionan en torno a un calco clásico (cf. vv. 37, 55, 61, 63, 71, 105, 114, 117 y ap. de fuentes correspondiente). Fuera del primer y segundo grupo enunciados, son básicamente neutros desde el punto de vista estilístico, excepto cuando resultan connotados por contraste irónico con el contexto macarrónico. Tal es el caso del v. 63 (haec est prima quies miseris scholaribus aeui), que con su armonía clásica parece anunciar un respiro a las desdichas de la vida escolar. Esta impresión se desvanece inmediatamente en el v. 64 (in colchonis factis non fina sed lana pelote), que devuelve brutalmente a la realidad de su miseria material (vv. 64-72).

La función de los macarronismos en epist. está en relación proporcional con la impresión que se pretende conseguir en el influyente destinatario de la carta. Recuérdese que el autor advierte que a pesar de ser una macarronea lo que escribe, no tiene un carácter jocoso y amable (cf. vv. 1-4), como aquellas con las que, quizás, Sánchez deleitó a Vargas en su época salmantina, situándose así en la tradición del médico "chocarrero", de la que será un ilustre exponente López de Úbeda con su Pícara Justina2. No hay, ciertamente, en esta obra un regusto filológico y preciosista en la creación y experimentación lingüística con los macarronismos, como se deduce del análisis del léxico macarrónico. El autor, por el contrario, emplea mayoritariamente una masa de voces que en su enmacarronamiento desinencial apenas se apartan de su forma originaria vulgar (arroyos, atolladero, barrancos, braços, bubosas, cabecera, cabo de vela, callejuelas, calles, camas, camisa, capa, cartas, caydas, cerrajas, ciciones, columna, costas, cozina, curta, chinches, choças, despensas, per poco dinero, etc), que resaltan así dramáticamente la materialidad de la realidad que se pretende evocar (quartos, tripas, sepulturas, horcas, sisas, pulgas, chinches, piojos, pobreza, horca, callejuelas, puterias, putas, bubosas, ciciones, mentiras), como puede observarse también en la adjetivación (sucias, caydas, sarnosa, frio, curta, raida).

A pesar del carácter práctico del texto, éste no está exento del cuidado formal, lo que, por otra parte, no debe considerarse paradójico. El autor emplea, así, aliteraciones efectistas combinadas con anáforas donde aprovecha las posibilidades que le ofrecen ambas lenguas (v. 14: “heu! Quot arroyos, quot rupes atque barrancos”). De esto son prueba las alternancias de formas latinas y sus correspondientes vulgares3 (cf. vv. 25-26: ...expeluzatus / horresco...; vv. 81-82: ...pagate / ...persoluere...). Hay que destacar la hábil disposición de los macarronismos, que son insertados en los contextos donde alcanzan mayor fuerza evocadora, connotados casi siempre negativamente. Véase el v. 73 (quoque magis doleas, iam imminente pobreza), construido hasta la cesura principal sobre un calco clásico, y que se cierra con un ablativo absoluto cuyo sujeto, que ocupa frontera versal, es un expresivo macarronismo, “pobreza”, que resume y anuncia el grueso de las desgracias de los condiscípulos del joven Diego Sánchez. Estas desventuras alcanzan su culminación y cierre lapidario en el verso 91 (sola horca manet, et desperatio sola), en el que convergen figuras como el quiasmo, cuya férrea arquitectura evoca el rigor de una sentencia, la epadaniplosis (sola...sola), que incide psicológicamente en el desamparo del infortunado estudiante, y el hysteron-proteron, que, trastocando el orden cronológico de las ideas, resalta el macarronismo “horca”, más efectivo aquí sin duda que su correspondiente latino “furca”.

Existen en epist. rasgos del conceptismo que eclosionará en la literatura vernácula hacia finales de siglo4. Véase un ejemplo de retruécano en los vv. 69-70 ([syndone] constructa ex stupa et lota sine jabone / quam magis induerant costurae et mille remiendi), donde se nos habla de una sábana que no ha recibido las marcas del jabón de sastre, sino la de las costuras y mil remiendos; de calambur (cf. v. 90: “extat praecipue ‘si necius’ aut sine litteris”); de derivación (cf. v. 101: “...calles et callejuelas”); y ejemplos de dilogía como en los vv. 111-112, en los que se juega con un doble sentido de adsunt, ‘acompañar’ y ‘asistir (como defensa)’: frente a la incomprensión del concejo al doctor sólo le ‘asisten’ una serie de enfermedades, que son el objeto de su labor; dilogía existe también en el v. 118 donde se juega con una doble acepción de pecho, ‘parte del cuerpo humano’ y ‘tributo’.

Es, finalmente, notable la ausencia total de macarronismos e, incluso, de calcos folenguianos. En poco menos de diez años, si Bald. fue escrito entre 1522 y 1524, la macarronea ha alcanzado plena independencia de su modelo italiano, y su código lingüístico, el macarroneo, es manejado con gran seguridad y conciencia de sus posibilidades expresivas.






1 Cf. ed. Zaggia, p. 649. Se citan ejemplos como fac bonă guardă (Mosch. T III 102).
2 Cf. cap. VI. 2. 1.
3 Cf. ed. Zaggia, pp. 671-672.

4 Cf. FERNANDO LÁZARO, "Sobre la dificultad conceptista" en ID., Estilo barroco y personalidad creadora, Anaya, Madrid 1966, p. 20.