CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 28 de marzo de 2020

CONTENIDO Y DATACIÓN DEL EMBLEMA MACARRÓNICO "OTIOSITAS VITANDA"





Museum of Imaginary Musical Instruments






3. Estudio de la obra.

3. 1. Contenido y datación.

Tras un “preambulum” así señalado que explica la naturaleza de la macarronea empleada (otios. 1-14), comienza la “historïa”, que sitúa el poema en un marco geográfico y cronológico muy preciso, Cádiz a jueves 25 de mayo de 1606 en una jornada festiva que ha de ser identificada con la del Corpus Christi1 (otios. 15-60). Durante ésta se vio una caterva de gatos trabajando en una fragua –lo que una glosa marginal considera como el emblema, al que corresponde el mote otiositas vitanda-. Los herreros reciben un soplo de esto y envían un legado al palacio de Vulcano para presentarle una queja (otios. 61-65). El portavoz llega al palacio y Vulcano le interroga sobre el motivo de su visita (otios. 92-95). Éste le responde que los gatos toman su oficio, que es también el de Vulcano, sin tener autorización para ello (otios. 96-125). Vulcano le pide al legado que le lleve al lugar donde se producen los hechos (otios. 126-129). Allí la gente se arremolina y se regocija ante el espectáculo de los gatos trabajadores (otios. 130-135). Alguien pregunta por el sentido de lo que se ve (otios. 136), y otro da lo que se denomina en nota marginal significatio Emblematis, “el significado del emblema” (otios. 137-142). Vulcano se dirige a los gatos en su lengua y les amenaza con terribles castigos (otios. 162-181). El principal de los gatos toma la palabra, y señala quejumbrosamente cómo han sido obligados a estar allí contra su voluntad tras ser engañados con un previo ofrecimiento de comida (otios. 182-265). Vulcano pregunta a sus vasallos presentes quién podría actuar como juez en tal causa (otios. 266-268). Uno de los artesanos propone a la ninfa Eco, por su honestidad y discrección (otios. 269-284). Vulcano decide marchar a la vivienda próxima de la ninfa, y en su camino encuentra a dos pedigüeños, hombre y mujer, modelos del perezoso que, estando sano, opta por mendigar antes que trabajar. El dios no se deja engañar y les busca una ocupación (otios. 270-378). Vulcano llega finalmente a la cueva de Eco, donde se considera como sentencia las sílabas finales resonantes de las preguntas del dios: “rata”, “rana”, “liza” (otios. 379-392). El celícola interpreta este fallo como una indicación de que los gatos deben participar en la Batracomiomaquia, es decir, la guerra entre ratones y ranas atribuida tradicionalmente a Homero (otios. 393-397). Los gatos se ponen, pues, en marcha, y llegan de noche a las lagunas donde habitan las ranas, aniquilando en un santiamén a los ratones (otios. 398-440). En señal de agradecimiento, las ranas envían un legado a Júpiter para que permita que los gatos tomen el oficio canoro propio de las ranas (otios. 441-452). Entonces, Orfeo “insigne musico y poeta” escribe a Apolo “autor de la musica” diciéndole que no corresponde ese oficio a los gatos (otios. 453-473). Apolo encarga a Orfeo que pregunte a los gatos si desean dedicarse a la música, pero estos prefieren ocuparse de las sobras de las mesas, cumpliéndose así sus deseos (otios. 474-489).

Sánchez Cantón fecha el poema en 1606 siguiendo la indicación “Aº 1606” que figura en el margen superior derecho del f. 7, y la fecha que se da en otios. 54 para situar la acción (cf. otios. 53-54: “Quinta erat feria, nostrae devotioni dicata / et solemne festum anni seiscientos y sexti”). Las palabras que damos en cursiva aparecen en el original subrayadas en rojo, el mismo color de tinta que presenta la fecha inscrita en el f. 7. Estas indicaciones deben atribuirse al propio autor del poema, que emplea la tinta roja para ciertas marcas diacríticas, o al recopilador de los materiales del volumen. La fecha tan precisa en que se plantea el comienzo de la acción, complementada con la fijación del día del mes (cf. otios. 26: “Sol cum occuparet quinos de Gemini gradus” y glosa: “que era .25. de Mayo, porque a .21. entra el sol en Gemini”), con la que se quiere señalar la celebración del Corpus Christi, de tradicional –y ya preterida- relevancia en Cádiz, puede entenderse como una referencia de actualidad para el autor de la composición. El poeta abre su poema haciendo una breve descripción de la ciudad al modo tradicional2, y parece que sea conveniente para ello el situarla en la fecha en que se mostraba probablemente más hermosa. No es preciso, pues, imaginar cualquier suceso anecdótico que ocurriera en aquella fecha histórica y que sirviera de motivo inspirador al autor, que escribe verosímilmente en ese mismo año 16063. Por otro lado, la causa de la elección de los gatos como protagonistas de la trama y figurantes en el emblema puede estar en el deseo premeditado de hacerlos constar como antagonistas naturales de los ratones en la recreación que se hace de la Batracomiomaquia, y en ciertos motivos iconográficos tradicionales que hace de los gatos símbolo de la gula4, de la cual dan pruebas éstos a lo largo de toda la composición.





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1 El Corpus Christi es una de las fiestas móviles del calendario eclesiástico, que es lunisolar, y está regido por la fecha de la Pascua de Resurrección dentro del año. Sabiendo que la Pascua de Resurrección del año 1606 cayó a 26 de marzo (cf. Enc. E-A. t. X s.u. 'calendario' -donde también se ilustra sobre el modo de calcular tales efemérides- p. 724), es fácil confirmar esta fecha, pues el Corpus se celebraba el jueves después de la fiesta de la Trinidad, que recaía en el domingo (21 de mayo de 1606) posterior a aquel en que se celebra la Pascua de Pentecostés (domingo 14 de mayo), que corresponde al séptimo domingo que sigue al de la Pascua de Resurrección (26 de marzo).
2 Sobre el topos clásico de la laudatio urbis y su aplicación en el Renacimiento cf. TORELLO SARAINA, Origen y engrandecimiento de la ciudad de Verona, intr., ed. crítica, trad. anotada e índices a cargo de J. M. DOMÍNGUEZ LEAL, Instituto de Estudios Humanísticos – CSIC, Madrid, 2006, pp. XXXVII-XLVI.
3 La obra de publicación más reciente que cita el autor data de 1597 o 1598 (cf. glosa autógrafa a otios. 206b), a menos que conociera también La Pícara Justina (1605) (cf. nota siguiente). Es ciertamente notable que un hombre tan al tanto de la vida cultural e historia de su ciudad no haga ninguna mención de Las Grandezas y Antigüedades de la isla y ciudad de Cádiz del canónigo gaditano Suárez de Sálazar, obra publicada en Cádiz en 1610, y con la que mantiene puntos de discrepancia en la apreciación de datos arqueológicos (cf. glosas a otios. 18, 19, 21, 22, 23, 24, 25), por lo que esta fecha podria entenderse como un amplio término ante quem para datar nuestra macarronea.
4 Cf. J. F. ESTEBAN LORENTE, Tratado de Iconografía, Istmo, Madrid 1990, p. 409. Agradezco desde aquí al Dr. D. Bartolomé Pozuelo Calero las sugerencias bibliográficas que amablemente me hizo en el campo de la Emblemática. Para otra posible fuente de elección del motivo gatuno cf. glosario s.u. ‘lauare’. El motivo de la fragua, el soplo dado a los herreros y la subsiguente intervención de la justicia de Vulcano tiene otro más que curioso paralelismo en la Pícara Justina (1605): “Tuvo soplo de esto la justicia (que quizá fue la fragua símbolo de la justicia, porque la una y otra cosa se gobiernan a soplos)” (cf. La Pícara Justina, ed. de Antonio Rey Hazas, Ed. Nacional, Madrid 1977, vol. I p. 163). No debe olvidarse por otro lado el constante uso de adivinanzas oscuras y jeroglíficos en esta obra picaresca, que debió ser del gusto del autor de otios. en el posible caso de que conociera la obra de López de Úbeda.

sábado, 21 de marzo de 2020

EL EMBLEMA MACARRÓNICO "OTIOSITAS VITANDA" (ca. 1606)




Incipit del único manuscrito del poema




1. Peculiaridad de la composición.

La probablemente primera macarronea que se conserva manuscrita del siglo XVII se nos presenta bajo la forma de un emblema anónimo ambientado en Cádiz en una fecha muy concreta, el jueves 25 de mayo de 1606. Nunca (que hayamos podido saber), en la historia de la literatura emblemática el texto poético explicativo que acompaña normalmente a la imagen en el emblema había sido -ni sería- redactado como macarronea. La presente composición constituye, pues, un curioso hapax literario que aúna dos fenómenos culturales tan históricamente inconexos –por más que sincrónicos- como la emblemática y la poesía macarrónica. Aparte de esto, el mismo poema, que con sus 502 versos constituye el segundo más extenso de los poemas macarrónicos españoles, presenta peculiaridades propias que lo apartan, como veremos, de las normas usuales en la creación de macarroneas, y que lo automarginan de la evolución del género en nuestro país.

2. Determinación de la autoría.

El poema se conserva como manuscrito autógrafo anónimo en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, sign. 9 / 3761 Anónimos, “Macharronea y Floreto”. Tal manuscrito consta de 23 ff. a doble cara numerados por el autor del 7 al 53 (están en blanco las caras 17 y 52). En el encabezamiento del primer folio figura subrayada la palabra EMBLEMA, y en la página 8 como glosa marginal al v. 61 se expresa el mote del emblema, otiositas vitanda. Inmediatamente debajo del título aparece la palabra “Preambulum”, y entre los versos 14 y 15 figura centrada la palabra “HISTORÏA”. El poema ocupa las páginas 7-10 y 13-22 y se compone de 489 vv. numerados por el propio autor más 13vv. que figuran en los márgenes junto con otras anotaciones también isógrafas. El resto de folios contiene glosas del mismo poeta a los versos de la composición1. El manuscrito está encuadernado con otros papeles heterógrafos que recogen noticias históricas de fines del s. XV a mediados del XVI en un volumen misceláneo, en el que se le añade una numeración que corresponde a las páginas. 211-232.

La primera y casi única noticia sobre este poema es la dada por F. J. Sánchez Cantón en el prólogo de su edición de 1948 del citado volumen misceláneo2. En ella no incluye la macarronea, a la que le dedica un breve comentario sobre su autoría, contenido y datación bajo el epígrafe “el título” (pp. XII-XIII):

Según se ha dicho, consta en el lomo: FLORETO & MACHARRONEA.
Refiérese el segundo término no al conjunto del texto, sino a los fos 211-232 (paginados con numeración original: 7 a 54 [sic] y de papel más atacable por los insectos), en que, de letra diferente de la general del manuscrito, se introduce un poema en latín macarrónico, de 479 [sic] hexámetros, exuberantemente anotado en los márgenes y en veinte páginas llenas. Lo escribió y comentó en Cádiz un jesuita; lleva la fecha de 1606 en la cabeza y en un verso y, pese a su curiosidad, queda fuera de la presente publicación.

El asunto es burlesco y no muy ingenioso: querella de los herreros gaditanos presentada a su dios Vulcano porque los gatos, sin carta de examen ni patente, forjan llaves. Abundan los recuerdos de la Batracomiomaquia homérica. Todo ello mero motivo para un derroche de erudición mitológica y para morigerados desenfados. Tiene el aspecto de obrita de circunstancias, con alusiones a la fiesta de San Juan en un colegio de la Compañía.

La autoría jesuítica que establece sin empachos Sánchez Cantón carece de bases sólidas que se puedan sentar en la lectura del texto del poema y de sus glosas. El autor proporciona al acaso algunas noticias de su vida en el glosario, aunque sin dejar traslucir nunca su nombre, ni clarificar plenamente su adscripción social.

Por tales informaciones sabemos que el autor no es sólo buen conocedor de la ciudad de Cádiz y de su historia, sino que también es vecino (cf. glosas a otios. 15, 18, 19, 21, 22, 23, 24, 25, 35, 38, 310) y natural de ella (cf. glosa a otios. 38: “Estando yo en Salamanca, sabiendo que yo era de Cadiz...”). El emblemista gaditano da noticias de una juventud enfermiza (cf. glosa a otios. 38), y de su estancia en Salamanca, quizás como estudiante (cf. glosa a otios. 38 y 313: “otro Sileno vi yo en mi tiempo en Salamanca, a quien llamauan el doctor sutil, vn hombre squalido, roto de calças y sayo y capa que se le parecian las carnes, y era tan perseuerante en este baxo trage, que el obispo de Salamanca haziendole sotana y manteo, no pudo con el que lo truxesse, y procurando estudiantes por fuerça quitarle aquellos handrajos y ponerle buena ropa, se abraço con ellos y no pudieron sacarselos”). Nuestro emblemista es un hombre formado intelectualmente en la segunda mitad del siglo XVI, como dan a entender la mayoría de autores modernos que cita en sus glosas3, que publican en dicho periodo. Hombre curioso y conversador, afirma en su glosa a otios. 457 haber conocido a Martín Cortés, cosmógrafo y docente instalado en Cádiz desde 1530 hasta su muerte en 1582, y no habla de él precisamente en calidad de discípulo, tal como puede deducirse de sus palabras, sino más bien como un casi coetáneo. El autor gaditano, que se halla, pues, al final de su vida al comienzo del nuevo siglo, encuentra en la emblemática el vehículo ideal para la expresión de sus ideas religiosas y morales.

Pensamos que la filiación jesuita que plantea Sánchez Cantón no está ni medianamente argumentada y resulta basada, posiblemente, en su afirmación de que “es casi seguro” (p. XI) que fue un jesuita el que encuadernó el volumen en los primeros años del s. XVII. Su aserto de existencia de “alusiones a la fiesta de San Juan en un colegio de la Compañía” es sencillamente absurdo. Ciertamente, los gatos protagonistas del poema, tras derrotar a las ratas como aliados de las ranas en una recreación de la Batracomiomaquía, forman un coro a instigación de las ranas para celebrar la fiesta de San Juan (cf. otios. 441-452), como señala el autor en glosa a otios. 452: “tenia ordenado el inuentor de hazer en la fiesta de .S. Juan que se seguia [24 de junio] vna capilla de musica de gatos...”. Pero esta escena no se desarrolla en un “colegio de la Compañía”, sino en la casa del legado que las ranas envían a Júpiter para que autorice que los gatos formen capilla. En dicha casa, que se halla en Sevilla, en la calle de Cantarranas (cf. otios. 448), esperan los gatos la llegada de la licencia de Júpiter.

La constantes citas de la Biblia y de Padres y escritores eclesiásticos en las glosas no son suficiente motivo para atribuir infaliblemente en esta época la obra a un clérigo, y mucho menos precisar que se trata de un jesuita. Por otra parte, la finalidad didáctica y moralizante de la composición es la propia de la literatura emblemática, siendo común este designio tanto a los emblemistas seglares como eclesiásticos –los más numerosos-, particularmente en España, donde se acentúa el contenido religioso. Es cierto, como veremos en 3. 2. 1. 2, que los emblemas fueron profusamente usados con fines pedagógicos por los jesuitas durante el siglo XVII, pero es asimismo dudoso que este argumento a favor de su tesis se la haya pasado siquiera por la cabeza a Sánchez Cantón, dado su sorprendente mutismo –y subyacente incuria- respecto al carácter emblemático que el autor atribuye reiteradamente a su composición.

El emblemista da muestras de poseer una vasta cultura enciclopédica (autores clásicos y eclesiásticos, historia natural y antigua, arquitectura, artes liberales). Se muestra también como un seguro conocedor de la jurisprudencia, que aplica particularmente a ilustrar su interés por la labor de gobernantes y jueces (cf. glosas a otios. 107, 142, 237, 268, 386) en relación particularmente con la represión de un vicio de perniciosas consecuencias civiles como la pereza, nacida de la ociosidad, que es el objeto de moralización del emblema otiositas vitanda (“que debe huirse de la ociosidad” [cf. glosas a otios. 61, 137, 310, 311, 313]). Esta misma formación jurídica -que puede ser muy bien propia de un eclesiástico- trasluce en la configuración de la estructura temática de la obra, que gira en gran parte en torno a una demanda que plantean los herreros ante Vulcano contra unos gatos usurpadores de su oficio. Éste interroga a los gatos, cuyos representantes se visten como letrados, y decide buscar a un juez para tal causa.

Como conclusión de lo dicho, puede afirmarse que la gratuita atribución de autoría de Sánchez Cantón no es asumible, pero tampoco rechazable, con argumentos de peso, dada la escasez de indicios existentes sobre la personalidad del autor.




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1 Hemos dispuesto estas glosas junto con las marginales a continuación de la edición crítica del poema, al que citaremos a partir de ahora como otios., abreviatura del mote o lema del emblema, otiositas vitanda.
2 Cf. “Floreto de anécdotas y noticias diversas que recopiló un fraile dominico residente en Sevilla a mediados del siglo XVI. Publícalo con prólogo, notas e índices F. J. Sánchez Cantón”, Memorial Histórico Español, tomo XLVIII, Real Academia de la Historia, Madrid 1948. Las noticias que da posteriormente F. Márquez Villanueva, o.c., p. 278 sobre la obra están basadas exclusivamente en el comentario de Sánchez Cantón. Torres-Alcalá desconoce la existencia del poema.

3 Cf. glosas autógrafas a otios. 15, 21, 40, 61, 101, 102, 103, 104, 105, 106, 108, 110, 112, 113, 206b, 208b, 271, 283, 304, 313, 341, 365, 386, 453, 455, 457.

sábado, 14 de marzo de 2020

GLOSARIO DE LAS MACARRONEAS DEL MAESTRO MARTÍNEZ Y DE JUAN ESCRIBANO: G-Z



Galera, sust.: “galera”.
Ac.pl.: gălēras mach. 51
Gata, sust.: “gata”.
Nom.sing.: gāta scrib. 34
Golpe, sust.: “golpe”.
Ac.pl.: golpes scrib. 2
Grita, sust.: “Confusion de voces, altas y desentonadas (Aut. s.u. ‘grita’)”.
Ac.sing.: grītam mach. 36 nom.sing.: grĭta mach. 45

Hazaña, sust.: “hazaña”.
Ac.pl.: hăzāñas scrib. 14

Luminaria, sust.pl.: “La luz que se pone en las ventanas, en las torres y calles, en señal de fiesta ò regocijo público (Aut. s.u. ‘luminaria’)”.
Ac.pl.: lŭmĭnāria mach. 97
Macarronismo semántico (cf. lat. pl.: lūmĭnāria ‘luz, lámpara’ o ‘ventana’, y en sing. luminare ‘astro’). Aut. dice que viene del lat. luminare, aunque da como traducciones latinas flagrantia lumina flammis y publica lumina. El vulgar luminarias ha sido declinado según su modelo latino neutro, y no por la primera declinación, que sería el modo más simple de macarronización.

Llamarada, sust.: “llamarada”.
Nom.sing.: llāmārāda mach. 67

Macharronaeus, adj.: “macarroneo”.
Voc.sing.: māchărrŏnǣa mach. 6
Folengo emplea las formas măcărōnaea / maccărŏnaea como sustantivo (cf. glosario ed. Zaggia s.u.) y como adjetivo (cf. Cf. Epigr. C VI 1-2: “Nada me importan de unos y otros las opiniones / soy macarrónico yo, tal macarrón quedaré”. Folengo emplea además los adjetivos macaronicus (con declinación heteróclita) y macronicus como “relativo a la poesía macarrónica” (en el Baldus aparecen además los adj. macaronaeam y macaronescam, cf. E. PARATORE, “Il maccheroneo folenghiano”, Atti Convegno 1977, p.44). Encontramos también el adv. macaronice: “según las reglas de la poesía macarrónica”, y el sustantivo macaronaea / maccaronaea como “macarronea” (v. glosario de la ed. Zaggia p. 756), junto a la variante macaronices en el Baldus T. No encontraremos tal variedad de términos en la poesía macarrónica española. A. Torres-Alcalá propone el vocablo macarronia en vez de macarronea: “Entiendo perfectamente, ut sic, que el diccionario de la Real Academia haya abrigado, junto con el adjetivo macarrónico, quoddam sustantivo que llaman macarronea, ad libitum et quia sí ad secas. Veruntamen en español existe el término macarrón [...] que todos conocemos, sobre todo los económicamente débiles, quid dat unum terminum adjetivale “macarrónico” y, en su acepción metafórico-burlesca, tendría que dar una macarroníada o una macarronia, pero no una macarronea, avis rara et extranea ad nostrum fabulare. Ergo, mientras acato y respeto macarronea para Francia e Italia, porque ellos la acuñaron, prefiero macarronia para España (o. c., p. VII)”, aunque ni él mismo lo usa en el desarrollo de su libro.) .
Matraca, sust.: “significa también burla y chasco, que se dá à uno, zahiriendole y reprehendiendole alguna cosa que ha hecho (Aut. s.u. ‘matraca’)”.
Ac.sing.: mătrācam mach. 37
El giro dando matracam forma parte de un macarronismo de locución, “dar matraca” (cf. ej. de ESPIN. Escud. Relac. I. Desc. 10. ‘Rieronse dél, dieronle matráca, llamandole de borracho y otras cosas’ [Aut. s.u. ‘matraca’]).
Mesare, v.: “mesar”.
Inf.pte.act.: mēsāre mach. 91
Montante, sust.: “espada ancha, y con gavilanes muy largos que manejan los Maestros de armas con ambas manos, para separar las batallas en el juego de esgrima. Tomose su forma, y nombre de las espadas antiguas, que se jugaban con dos manos [...] Por semejanza llaman los polvoristas à un artificio de fuego que le maneja uno de ellos, y encendido representa esta figura, por lo que tomó el nombre (Aut. s.u. ‘montante’)”.
Nom.pl.: montantes scrib. 36
El contexto señala que debe aplicarse la primera acepción.

Nalga, sust.: “nalga”.
Ac.pl.: nalgas mach. 80
Nariz, sust.: “nariz”.
Ac.pl.: nărīces mach. 38
Nevadus, adj.: “nevado”.
Abl.sing.n.: nēvādo mach. 55

Paganus, sust.: “pagano”.
Ac.pl.: păgānos scrib. 15
Voz aparentemente latina (cf. lat. pāgānus ‘pagano’).
Partesana, sust.: “arma ofensiva, especie de alabarda, de la qual se diferencia en tener el hierro en forma de cuchillo de dos cortes, y en el extremo una como media luna (Aut. s.u. ‘partesana’)”.
Nom.sing.: partēsāna scrib. 37
Passare, v.: “pasar”.
Impf.ind.: passābat mach. 15
Pelare, v.: “pelar”.
Pto.perf.ind.: pĕlāvit mach. 92
Pelota, sust.: “llaman tambien la bala de plomo ò hierro con que se cargan los arcabuces, mosquétes, cañónes y otras armas de fuego (Aut. s.u. ‘pelota’)”.
Ac.pl.: pĕlōtas mach. 70 scrib. 39
Folengo usa en este sentido la voz ‘balotta’ (cf. glosar. ed. Zaggia y ap. de fuentes a mach. 64).
Perdere, v.: “perder (destruir)”.
Pto.perf.: perdīdit mach. 52
Voz aparentemente latina (cf. lat. perdĭdit de perdĕre ‘destruir’).
Porrazus, sust.: “porrazo”.
Ac.pl.: pŏrrāzos scrib. 5

Raton, sust.: “ratón”.
Ac.sing.: rătōnem scrib. 34
Regañare, v.: “regañar”.
p.pte.abl.pl.masc.: rēgāñāntibus scrib. 31
Regocijari, v. dep.: “regocijarse”.
Pte.ind.: rēgōcījātur mach. 94
Reloj, sust.: “reloj”.
Ac.sing.: rĕlōjem mach. 96
El sintagma soltaverat relojem constituye un macarronismo de locución calcado del vulgar “soltar el reloj” (“phrase, que vale levantarle el muelle, para que esté dando hasta que se acabe la cuerda, lo que regularmente se hace en demonstracion pública por algun particular feliz efecto, que ha sucedido en bien de algun Reino, República, ó Comunidad [Aut. s.u. ‘soltar (el relox)’]”.
Resgare, v.: “rasgar”.
p.p.ac.pl.fem.: resgādas mach. 40
La voz ‘rasgar’ es “probablemente alteración del antiguo resgar íd., que viene regularmente del lat. RESECARE ‘cortar’, ‘recortar’; esta alteración parece debida a una confusión parcial con RASCAR. 1ªdoc.: resgar, J. Ruiz [...] Rasgar es más tardío pues aparece en el glos. de Toledo (h. 1400) [...] Los clásicos emplean rasgar” (cf. Corom. s.u. ‘rasgar’). Cf. también glosario s.u. ‘carillera’.
Ropa, sust.: “ropa”.
Ac.sing.: rŏpam mach. 76
Rostrus, sust.: “rostro”.
Ac.sing.: rostrum mach. 38
Macarronismo semántico (cf. lat. rostrum, i ‘pico de ave’, ‘jeta de puerco’, ‘morro, hocico’, ‘espolón de una nave’).

Sangre, sust.: “sangre”.

Ac.sing.: sangrem scrib. 32

El sust. vulgar femenino sangre es empleado como masculino (sangrem ...profanum), por asimilación al sut masculino latino sanguis ‘sangre’.
Soltare, v.: “soltar”.
Pto.pluscm.ind.: soltāvĕrăt mach. 96
Cf. glosario s.u. ‘reloj’.
Spantosus, adj.: “espantoso”.
Ac.pl.n.: spantōsa mach. 1
Es notable la macarronización latinizante que suprime la vocal inicial, y que afecta también a stragos (cf. glos. s.u. ‘stragus’) y tal vez a statum (cf. glos. s.u. ‘status’).
Status, sust.: “estado”.
Ac.sing.: stātum mach. 14
Voz aparentemente latina (cf. lat. stătus ‘estado, situación’). Probablemente el vulgar ‘estado’ ha sido sometido al mismo proceso de macarronización latinizante que spantosa y stragos.
Stragus, sust.: “estrago”.
Ac.pl.: strāgos mach. 6
Macarronización latinizante del vulgar ‘estrago’ construída verosímilmente sobre el modelo lat. strāges, is ‘ruina, estrago’, que es empleado asimismo en ac. pl. en mach. 61 (strages).

Testuz, sust.: “parte de la cabeza, que regularmente se llama cogote, ò colodrillo (Aut. s.u. ‘testuz’)”.
Ac.sing.: testūcum mach. 41
Apunte de declinación heteróclita al optar por el ac. de la 2ª decl. contra el esperable de la 3ª decl. *testucem según la forma de plural vulgar ‘testuces’.
Trabajus, sust.: “trabajo”.
Ac.sing.: trăbājum mach. 15
Folengo emplea con sentido similar el macarronismo trăvāius (cf. glosar. ed. Zaggia s.u. y ap. de fuentes a mach. 15).
Trapala, sust.: “ruido de voces, ò movimiento descompuesto de los pies (Aut. s.u. ‘trápala’)”.
Nom.sing.: trāpăla mach. 33
Tripicallus, sust.: “tripicallo (el contenido del vientre –intestinos y estómago-)”.
Nom.sing.: trīpīcallus mach. 43
Aut. no recoge esta voz. Corom. s.u. ‘tripa’ registra el plural tripicallos como compuesto de tripa. El diccionario de la RAE presenta sólo la forma plural, como compuesto de tripa y callo, y la considera como sinónimo de callos: “guiso que se hace con pedazos del estómago de algunos animales”; recoge asimismo la entrada tripicallero: “persona que vende tripicallos”. Aut. define tripicallero, ra como “el hombre, ò la muger, que vende tripas, y callos”. Al coincidir Aut. y el dicc. RAE en entender tripa como “intestino” y “vientre”, puede decirse que la definición que ofrece el dicc. RAE de tripicallos es reduccionista respecto al sentido que puede deducirse del tripicallero de Aut.
Turbare, v.: “turbar”.
Pto.plusc.ind.: turbăvĕrat mach. 68
Voz aparentemente latina (cf. lat. turbāuerat de turbāre ‘turbar’).

Vergonzosus, adj.: “el que tiene vergüenza, o se avergüenza facilmente (Aut. s.u. ‘vergonzoso’)”.
Nom.sing.fem.: vergonzōsa mach. 72
El adjetivo presenta aquí un sentido pasivo, y no activo (“que produce vergüenza”).
Vigote, sust.: “bigote”.
Ac.pl.: vĭgōtes mach. 41
No encontramos atestiguada en los léxicos la variante ‘v’ por ‘b’.

Zangarronicola, sust.: “adorador del Zangarrón”.
Ac.pl.: Zangarrōnĭcŏlas mach. 56
Neoformación macarrónica que constituye una palabra compuesta calcada jocosamente sobre el tipo latino deicola “adorador de Dios” (cf. HIER., Joh. 38) o Christicola “adorador de Cristo” (cf. PRUD. Psych. 13). La voz zancarrón designa el hueso de la pierna, descarnado, o cualquier hueso grande y descarnado. En Aut. viene aplicada a los huesos de Mahoma, y a su famoso sepulcro suspendido (“Llaman por irrisión los huesos de este falso Propheta, que van à visitar los Moros à la Mezquita de Meca [Aut. s.u. ‘zancarrón (de Mahoma)’]”). Corom., tratando de este término s.u. ‘zanca’, registra la variante zangarrón, con influjo de zángano, en Torres Villarroel, escritor y poeta español del siglo XVIII. El testimonio de mach. adelanta la primera documentación de esta variante casi en dos siglos. Cf. glosar. s.u. ‘zangarrus’.
Zangarrus, sust.: “zangarro –sinónimo de zancarrón (hueso de la pierna, descarnado)-“
Ac.pl.: zangarros mach. 44
Voz no recogida en los léxicos. Por el contexto (altera zangarros amisserat, altera brazos) puede entenderse como sinónimo de ‘zancarrón’ en el sentido apuntado.