CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 28 de julio de 2012

LA FUNCIÓN DEL COMPONENTE DIALECTAL EN EL MACARRONEO



El tratamiento dado al componente dialectal y su función dentro del conglomerado macarrónico ya ha sido en parte ilustrado en el estudio del componente latino del macarroneo. Los defensores de la interpretación paródica del elemento latino como Bonora y Paccagnella revalorizan el elemento dialectal, y consideran imprescindible trazar las relaciones precisas que tiene el macarroneo con la literatura dialectal dentro de la gran crisis lingüística del siglo XV en el norte de Italia. Bonora1 retrotrae contra Croce el comienzo de la literatura dialectal consciente de comienzos del siglo XVII a la época del “paradialectal” Folengo y de Ruzzante, cuyas conciencias críticas se manifestaban a través de las pautas polémicas marcadas contra la poesía toscana, de acuerdo con sus teorías de la dignidad pareja de todas las lenguas y, desde luego, de las jergas, atribuyendo al dialecto la “snaturalité”2 que en la lengua literaria parecía, no erróneamente, estar comprometida. Paccagnella, por su parte, considera que la poesía macarrónica, incluída la de Folengo, y la poesía dialectal de Padua representan los dos polos de la reacción antihumanista que utiliza como elemento rompedor el ambiente campesino y el dialecto3. Para demostrar esto señala una serie de convergencias que prueban la unidad de desarrollo de estas dos formas poéticas como momentos de una bien definida parodia lingüística4. El desarrollo literario del macarroneo aparece, pues, como “un juego intelectual (reacción anticlásica de los ambientes estudiantiles ya avezados en la sátira académica) insertado, empero, en una tradición popular negadora de toda separación estilística”5.




1 Cf. E. BONORA, “Letteratura dialettale e letteratura nazionale prima dell’Unità”, GSLI, CLXVII, 1990, pp. 481-504, esp. pp. 482, 495, 497,500.
2 El dilema entre norma toscana / dialecto corresponde en Ruzzante a la oposición entre lingua ‘moscheta’ y ‘snaturalité’ pavana cf. L. LAZZERINI, “Per latinos...”, p. 262 n. 1. El propio Bonora hacía referencia años antes al carácter de esta oposición: “[...] Le dispute dei teorici e le scelte stesse degli scrittori portavano sovente a irrigidire polemicamente la difesa dell’una o dell’altra lingua; si transferiva infatti nell’ambito delle questioni linguistiche la più ampia discussione sul primato dell’arte o della natura, e il primato accordato alla lingua letteraria sia latina sia volgare, oppure a una delle parlate vive e dialettali implicava una opzione per l’arte o al contrario per la naturalezza” (cf. E. BONORA, Ritratti letterari del Cinquecento: Baldassare Castiglione, Francesco Berni, Pietro Aretino, Teofilo Folengo, Camillo Scroffa, Lorenzino de Medici, Benvenuto Cellini, La goliardica, Milano 1964, p. 139).
3 Cf. I. PACCAGNELLA, Le Macaronee..., p. 63
4 Paccagnella traza relaciones entre composiciones dialectales como El testamento de Sier Perenzon y la Tosontea (pp. 63-65) y los Tre mariazi da Padova y El contrasto del matrimonio de Tuogno e de la Tamia con la Macaronea de Tifi (pp. 65-67).
5 Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., p. 68

domingo, 22 de julio de 2012

LA PISTA DIALECTAL EN MERLÍN COCAYO



Más compleja resulta la pista dialectal en el mantuano Folengo: señala Silvia Isella Brusamolino que emplea no un solo dialecto, sino una pluralidad de hablas municipales, aunque prevalezcan aquellas de un área claramente identificable como Lombardía oriental, y específicamente la mantuana. Otras voces de un ámbito más amplio, generalmente lombardo o emiliano, están en Folengo porque son “también” mantuanas. En opinión de la estudiosa italiana existe en Folengo una voluntad municipal: si el público privilegiado es el mantuano (y junto a él el bresciano), no queda excluído, empero, uno más vasto que no va, de todos modos, más allá del área padano-véneta1.

Ha sido Giuseppe Billanovich el que ha dado las razones biográficas de esta amplitud de elección dialectal en Folengo2. Éste, nacido en Mantua en 1491 hijo de un notario, entró como novicio en 1508 en el monasterio bresciano de Santa Eufemia, donde profesó un año después. Ciudadano de Mantua por nacimiento y de Brescia por su profesión monástica, su pertenencia a la congregación benedictina del Monte Casino lo convirtió en ciudadano de Italia, pues a través de la enorme red de la congregación Folengo fue transferido periódicamente, como cualquier otro de sus compañeros, de monasterio en monasterio: de Santa Eufemia a San Benedetto Po en Mantua, a Santa María del Monte en Cesena, a Santa María en Pomposa; y también –después que él y Giambattista, su hermano carnal y en religión, hubieran acabado de vagar fuera de la congregación como peregrinos a lo largo de casi toda Italia- a San Martino delle Scale en Palermo, y de allí al límite septentrional del dominio de San Marco, en el priorado, dependiente de San Benedetto Po, de Santa Croce en Campese, donde lo tomó la muerte en 1544. Fue así la compacta congregación, dice Billanovich, la que proporcionó a Folengo los dos componentes capitales para un poeta macarrónico: “una perfecta academia, especialmente en la notable escuela de San Benedetto Po, de cultura latina y griega y la inmersión total, a través de las gestiones agrarias de la congregación que ejercía como subcellerarius, en la vida rústica, en contacto continuo e inmediato con hombres y animales”3.

Esta amplitud de elección dialectal en Folengo es intencionalmente manejada y delimitada por razones estilísticas, como ya señalara Ettore Bonora en su clásico de 1956. Del mismo famoso texto de la Apologetica de la red. T de la que deducía una defensa folenguiana de todas las lenguas “con un tono paradójicamente polémico”4 extraía Bonora “el principio de una poética que buscaba la asimilación en el personalísimo lenguaje de cuantos elementos conservaran la impronta de lo característico y lo expresivo”5. De este modo rechazaba la sobrevaloración que hacía Alessandro Luzio del papel del dialecto bresciano en el macarroneo folenguiano, casi en pie de igualdad con el mantuano. Aun concediendo su presencia en notas marginales de la red. T: “Tracagnum mantuanice, trusum bressanice, trambaium graece, truncum latine” (Baldus T II 499); “Cagasanguis veroniace, beroldus mantuanice, zamborgninus bressanice, sanguanazzus communiter” (id. V 506); “Brodeccus bressanice, brodicus mantuanice, foedus latine, malnettus vulgariter” (id. XIV 119), etc., llamaba Bonora la atención sobre dos hechos: “en la mayor parte de las glosas el término bresciano es registrado con otros de distinta procedencia por la acostumbrada complacencia en las variaciones, y las glosas en sí representan, más que momentos de inspiración poética, divertimentos filológicos en los que hasta el recochineo y la complacencia en las mixtificaciones tienen su parte”6. No es la experiencia que pudiera tener el autor de tal o cual dialecto la que determina su presencia en el macarroneo, sino el colorido que pudieran añadir a un lenguaje marcado por una expresividad, “fundada sobre lo característico y lo pintoresco”,7 que se extremiza en la red. T. Así, el bresciano, en cuanto dialecto lombardo, fue usado como un color que reforzaba y variaba el elemento dialectal mantuano8. Aun así, no pocos brescianismos pertenecen también a otros dialectos lombardos, como el cremonés y el milanés. La búsqueda de un aumento de lo pintoresco en la red. T lleva a Folengo a servirse de formas anticuadas del propio mantuano, y de notas de color procedentes de otros dialectos septentrionales como el cremonés, milanés y bergamasco, de otras regiones italianas, e incluso de lenguas extranjeras, como el francés, el español, el alemán y voces balcánicas. Concluye Bonora que el respeto por el realismo lingüístico que refleja personajes y ambientes “es menos importante que el placer de inventar y colorear extravagantemente las palabras cuando el poeta se ha cerciorado de la originalidad de su lengua”9.







1 Cf. S. ISELLA BRUSAMOLINO, o.c., p. 131
2 Cf. G. BILLANOVICH, “Spiritualità e cultura nei monasteri bresciani e Teofilo Folengo monaco a Brescia”, Atti Convegno 1980, pp. 33-40
3 Cf. G. BILLANOVICH, o.c., p. 39
4 Cf. E. BONORA, Retorica e invenzione..., pp. 81-82. Se reproduce un texto en el que Merlín Cocayo responde a las críticas de un hipotético lector sobre su uso de palabras mantuanas o brescianas incomprensibles para otros. Merlín dice que al igual que todos no entienden el griego o el hebreo no debe extrañar que no se entiendan estos dialectos: “[...] dicet aliquis: Vocabula fingis, o Merline, quibus patria tua solet uti tantummodo; exempli gratia: “doniare puellas”, “cimare”, “tracagnum”, et cetera, quae tantum aut mantuanice aut bressanice possunt intellegi. Respondeo quod veluti non omnes aut graecum aut hebraeum aut arabicum aut chaldaeum aut denique latinum simul intelligunt, ita nil mirum si cuncti mantuanicum aut florentinicum aut bergamascum aut todescum aut sguizzarum aut scarpacinum aut spazzacaminum minime sciunt pariter intelligere. Ut quid ordinantur commentatores ac linguarum interpretes? Ut quid translatores? Proculdubio causa splanandi linguarum incognoventiam”. Bonora relaciona este texto con un juicio del filósofo Pomponazzi, contemporáneo de Folengo y famoso por sus lecciones universitarias híbridas, donde sí se afirma expresamente la identidad de valor de todas las lenguas (cf. ib., p. 82 n.1). Esta afirmación e silentio deducida de tal texto (“con tono paradossalmente polemico” decía en su libro de 1956 [p.80]) le sirve a Bonora para situar en un mismo plano de igualdad a todos los componentes del macarroneo.
 
5 Cf. E. BONORA, Le maccheronee..., p. 80
6 Cf. ib., p. 81
7 Cf. ib., p. 83
8 Con esta tesis vendrá a coincidir G. TONNA, “La cosiddetta “brescianità” del Folengo”, Atti Convegno 1977, pp. 144-152
9 Cf. E. BONORA, o.c., p. 87. Señalará posteriormente Bonora que fue su sensibilidad de artista la que llevó a Folengo a advertir que el mantuano no es un dialecto lombardo sino emiliano (cf. “Folengo e il mondo contadino”, Retorica e invenzione. Studi sulla letteratura italiana del Rinascimento, Rizzoli, Roma 1970[ 1968], pp. 76-77).

sábado, 14 de julio de 2012

DIFICULTADES EN EL ESTUDIO DEL ELEMENTO DIALECTAL DEL MACARRONEO



El elemento vulgar ha sido menos caracterizado que el latino, dada su variedad y dificultad intrínseca: Tras pasar revista al desolador panorama editorial folenguiano, Giorgio Bernardi Perini reconocía en 1977 que si el balance era decididamente negativo, “es también verdad que hacerse editor de Folengo es arriesgado más allá de todo lo expresable; hacerse, pues, editor de todo Folengo es inimaginable. Haya por eso uno o más italianistas que se ocupen de las obras italianas, uno o más latinistas de las obras latinas, uno o más folenguistas de las obras macarrónicas: donde “folenguista” hace referencia a un tipo de filólogo muy especial, que debe reunir competencias diferentes y a veces antitéticas: de filólogo clásico, humanista y moderno, y que pueda cimentar este coacervo de requisitos con una segura dosis de dialectología septentrional, especialmente mantuana. Si a tal identikit corresponde hoy una figura realmente existente, francamente no sabré decirlo”1. Poco después, el estudioso húngaro Miklós Fogarasi señalaba el insuficiente e impreciso estudio del componente vulgar literario toscano y vulgar dialectal en las dos obras capitales sobre la lengua macarrónica de finales de los años cincuenta: Il latino maccheronico de Ugo Enrico Paoli, y Le Maccheronee di Teofilo Folengo de Ettore Bonora. Situación esta que no fue subsanada después, pese a la meritoria labor de Bruno Migliorini, el único que quizás se ha ocupado principalmente de los elementos lexicales vulgares del macarroneo folenguiano2. Fogarasi da una explicación parcial al fenómeno en la carencia de diccionarios y glosarios adecuados de los dialectos septentrionales de la primera mitad del siglo XVI, remontando la mayoría de los existentes al siglo XIX3. Es, pues, evidente que un estudio sistemático del macarroneo necesita de un glosario razonado, sobre todo de los términos dialectales, como señala Massimo Zaggia4. Esta labor fue iniciada a finales de los años setenta por Silvia Isella Brusamolino en un proyecto de Glossario dialettale folenghiano extendido a todo el Baldus en su cuarta redacción5.

El empleo de determinado dialecto depende fundamental aunque no únicamente de la localización geógrafica del autor en el complejo mapa lingüístico de la península hermana. En Padua, como es sabido, surge la poesía macarrónica canónica de manos de Tifi Odasi, paduano de origen bergamasco, cuya Macaronea conoció amplia fortuna editorial entre 1490 y 1520 aproximadamente6. En ambiente paduano se desarrollan también la Tosontea de un tal Corrado (un breve texto macarrónico aparentemente independiente de la obrita odasiana, y quizás incluso anterior, conocido en un solo manuscrito)7, y el más tardío y anónimo Nobile Vigonce opus.8 Sin salir del ámbito véneto se encuentra la Virgiliana, compuesta en 1492 y publicada no mucho después, debida a un Fosa cremonés, probablemente el fraile servita Evangelista Fossa9. De reciente descubrimiento en un manuscrito londinense es una Macharonea medicinalis de ambientación veneciana, que constituye el más extenso de los textos prefolenguianos (1029 vv., dividida en dos partes, una datada en 1498, y la otra el 20 de diciembre de 1509) y es atribuible al médico parmesano Gian Giacomo Bartolotti10. Fuera del Véneto destaca un texto de Bassano Mantovano (mantuano –mantovano- probablemente sólo de origen o de sobrenombre, dado que su obra no se refiere a Mantua, si no, al menos en su parte macarrónica, al Piamonte), la Macharonea contra Savoynos, datable en 149111. A Bassano respondió Giovan Giorgio Alione, natural de Asti, localidad del Piamonte, en Macarronea contra macarroneam Bassani.12






1 Cf. G. BERNARDI PERINI, “Folengo edito e inedito. Situazione e prospettive”, Atti Convegno 1977, p. 82
2 Cf. M. FOGARASI, o.c., pp. 396-397. y  B. MIGLIORINI, “Sul linguaggio maccheronico del Folengo” Lingua d’oggi e di ieri, Sciascia, Caltanissetta-Roma 1973, artículo este aparecido ya en 1968 con el título de “Aspetti rusticani del linguaggio maccheronico del Folengo” en AA.VV. , Atti del Convegno sul tema: La poesia rusticana nel Rinascimento (Roma, 10-13 ottobre 1968), Roma 1969 (Accademia Nazionale dei Lincei, Problemi attuali di scienza e di cultura, 129).
3 Cf. M. FOGARASI, o.c., p. 397
4 Cf. T. FOLENGO, Macaronee minori..., p. 689 (A partir de ahora ed. Zaggia). El editor expone someramente los rasgos más característicos de los dialectos septentrionales en oposición a los del toscano, particularmente en relación con los fenómenos que aparecen con más frecuencia en el macarroneo folenguiano (pp. 694-696)
5 Cf. S. ISELLA BRUSAMOLINO, “Saggio di un Glossario folenghiano”, Atti Convegno 1980, p. 131
6 cf. ed. Zaggia, p. 6 n. 3; I. PACCAGNELLA, Le macaronee..., pp. 35-61. Fija su fecha de composición entre 1484 y 1490 (p. 47)
7 Paccagnella (p. 40) fija su fecha de composición entre 1484 y 1489. Se trata, igual que el Nobile Vigonze opus de una sátira dirigida contra un personaje universitario real caracterizado por su arribismo.
8 Fue impresa en 1502, y Paccagnella sitúa su fecha de composición entre 1490 y 1494 (p. 47), y tiende a atribuirlo al mismo autor de la Tosontea basándose en razones cronológicas, estructurales y prosódicas (pp. 55-60). G. PADOAN, “Alcune considerazioni sulla “scuola” maccheronica padovana”, Atti Convegno 1977, p. 296 consideraba en el Nobile Vigonze opus la existencia de elementos caricaturescos corales ausentes de la Tosontea, así como diferencias de cultura, estructura y predilecciones estilísticas que desautorizaban la tesis de la autoría única.
9 Frente a la identificación de Fossa con el también poeta cremonés Matteo Fossa adelantada por G. ZANNONI, I precursori di Merlin Cocai. Studi e ricerche, Città di Castello 1888 pp. 56-62, cf.: L. LAZZERINI, “Per latinos grossos...”, p. 254 n. 2; G. PADOAN, o.c., pp. 298-299; M. L. LIPPI, “Evangelista Fossa. Note biografiche e problemi attributivi”, Lettere italiane, XXXIV, 1982, pp. 55-73.
10 Cf.: W. SCHUPBACH, “Doctor Parma’s medicinal macaronic: poem by Bartolotti, pictures by Giorgone and Titian”, Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, XLI, 1978, pp. 147-191, 350
11 La obra se conserva en dos manuscritos. Sobre ella cf. L. CURTI, “Il testo completo “Contra Savoynos” di Bassano Mantovano e due macaronee prefolenghiane inedite in un nuovo manuscrito”, Rivista di letteratura italiana, I, 1983, pp. 139-153
12 Fue escrita no mucho después de 1499 y publicada en 1521.Cf.: la repetidamente citada edición, con introducción, notas y glosario de Mario Chiesa.

sábado, 7 de julio de 2012

LA FUNCIÓN DEL LATÍN EN EL HÍBRIDO MACARRÓNICO (II)


Desdiciéndose de sus planteamientos anteriores, Cesare Segre afirma en el mismo año1 la imposibilidad de aplicar las concepciones de Bakhtin a la obra folenguiana, pues, aunque ciertamente latín y dialecto son las voces de ambientes y culturas distintas, por un lado, el desfase cronológico entre ambos quita a su choque parte de su potencial conflictivo social, y por otro, Folengo no aparece nunca como portavoz o defensor del mundo popular y su cultura2.

Folengo, en opinión de Segre, se mueve del terreno del latín al del dialecto, no viceversa. Considera que para ello basta reflexionar en las consecuencias de la función englobante y directiva que tiene el latín en el macarroneo folenguiano. Analizando estos versos elegidos al azar:

Nil fuit ad tantam nostra haec pancera feritam,
Saepe licet steterit schioppetti salda balottae
(Baldus V I, 229-230)

Nada valió la coraza nuestra en tan grande impacto,
Aunque aguantara a menudo de la escopeta las balas.

Segre señala que el ‘shock’ producido por términos como pancera, schioppetti y balottae es en cierto modo atenuado, además de por su entrada en el ritmo del hexámetro, por la participación en hipérbatos (“tantam nostra haec pancera”, “schioppetti salda balottae”), característicos del discurso poético latino. Ve, en suma, dos fases casi sincrónicas: una primera de sorpresa, y otra de homologación3.

Y eso no es todo, según Segre: “En los momentos de emoción o de arrebato polémico, Folengo no busca sus armas en el vulgar, sino en el latín. En estos casos, el dialecto no asume la función de desmistificar por dentro al latín; a lo más, es el contraste entre la elaboración del estilo y la rusticidad o la virulencia de los contenidos lo que sirve para desplegar la labor de ruptura”4. Entre los que considera infinitos ejemplos posibles, cita el mensaje mandado por Tognazzo a Berta con las anáforas ininterrumpidas de quantas, quantos y quot, en número de trece, “mimesi di alta lirica per una comica affettività”5:

“Tognazzus mandat tibi tantas, Berta, salutes,
Quantos in coelo video de sera lusores,
Quantas cuncta foram buttant boscamina foias,
Quantas Millanus bene grassas vendit ofellas,
Quantos per Venetum spendunt cannalia bezzos,
Quot sanctitates peregrinis Roma palesat,
Quot vermocanos mandat Valtropia Bressae,
Quantas tota stryas Piamonti patria brusat,
Quantas consumant fratrum refetoria tortas,
Quantos in Napoli gens buttat ubique naranzos,
Quantos Cipadae piccat provincia ladros,
Quotve solent guastas spetiari vendere cosas,
Quot ve ladri zaffi, navaroli, stirpsque gabellae,
Quotve molinari robbant, ostique rapinant”.
(Baldus V VII, 151-164).

“Tognazzo a ti te manda, Berta, tantos saludos,
cuantas luces contemplo en el cielo durante la noche,
cuantas hojas se ven nacer en todos los bosques,
cuantos grasientos hojaldres pone Milán a la venta,
cuantas monedas gastan los maleantes del Véneto,
cuantas santidades en Roma ve el peregrino,
cuantas las modorras que envía la Val Trompia a Brescia,
cuantas brujas quema cabal piamontesa la patria,
cuantas tortas consumen los refectorios de frailes,
cuantas naranjas en Nápoles tira la gente doquiera,
cuantos ladrones cuelga en su provincia Cipada,
cuantas cosas podridas suelen vender los drogueros,
cuantos ladrones hay entre esbirros, fleteros y fieles,
cuantos molineros y taberneros roban”.

Análogas consideraciones podrían hacerse para los apuntes de polémica religiosa. La estupenda tirada siguente sobre el pulular de frailes y órdenes monásticas:

Tunc quia promptus erat, fratazzos iudicat esse
Illos qui renegant tonsuram mille fiatas.
“Unde diavol”, ait, “tanti venere capuzzi?
Non nisi per mundum video portare capuzzos.
Quisque volat fieri frater, vult quisque capuzzum.
Postquam giocarunt nummos, borsamque vodarunt,
Postquam pane caret cophinus, vinoque barillus,
In fratres properant, datur his extemplo capuzzus.
Undique sunt isti fratres, istique capuzzi:
Qui sint nescimus, discernere nemo valebit
Tantas vestarum foggias, tantos ve colores.
Sunt pas turchini, pars nigri, parsque morelli,
Pars bianchi, ruffi, pars grisi, parsque bretini.
Ipsorum tanta est passim variatio fratrum,
Quod male discerno quid Christi, quis Macometti.
Quantae stant coelo stellae, foiamina sylvis,
Tantae sunt normae fratrum, tantique capuzzi.
Si per iter vado terrarum, cerno capuzzos.
Si per iter pelagi, non mancum cerno capuzzos. 
Guardo per armatos campos, ibi cerno capuzzos.
Sive forum subeo, seu barcam, sive tavernam,
Protinus ante oculos aliquem mihi cerno capuzzum.
Nil nisi per stradas video trottare capuzzos.
Nonne satis bastat sapientis regula Christi?
Horum fratorum [sic] cumulatio tanta fiebit,
Quod sine soldatis christianica terra manebit,
Non erit aequoreis qui remum ducat in undis,
Non qui martellet ferrum, qui tecta covertet,
Non qui per terras cridet: “Oh spazza caminum”,
Non qui scarparum tiret cum dente coramum,
Non qui substigans asinum pronuntiet ari,
Non qui ventrazzos ad flumina portet onustos,
Non qui verghezet lanam, gucchietque berettas,
Non qui bagnificet barbas molletque rasoros,
Non qui formentum masinet, robbetque farinam,
Non qui porcellos castret, conzetque lavezos,
Non qui sit sguatarus, sitque ostus, sitque fachinus.
Hoc genus est hominum, qui quando in claustra serantur,
Quando lavorandi sibi tota fatica levatur,
Buttatisque viam strazzis nova cappa covertat,
Quando parecchiatam possunt invadere mensam,
Ac implere uteri saccum de pane bufetto,
O patria o mores, nihil est poltronius orbi
Talibus unde venit cunctorum fezza malorum;
Unde bonae gentes, personaeque unde galantae,
Sanguine nassutae claro, lettrisque pienae,
Tot tolerant scornos, tot afannos, totque malhoras,
Ut sit earundem reverentia nulla capuzzis,
Ut sit nunc monachi, fratresque, bonique romiti
Facti pro culpa poltronum fabula mundi”.
(Baldus V VIII 472-521).

“Entonces porque era despierto, juzgan que han sido frailuchos
de aquellos que reniegan de la tonsura mil veces.
“De dónde diablos –dice- vinieron tantas capuchas?
Por el mundo llevar no veo más que capuchas.
Todos volando a frailes, todos desean capucha.
Después de jugarse los cuartos, después que vaciaron la bolsa,
Después que falta el pan en el cesto y el vino en la cuba,
Corren donde los frailes, y tienen al punto capucha.
De todas partes son estos frailes y estas capuchas:
Ignoro quiénes son, distinguir no habrá quién alcance
Tantos de vestir los modos, y tantos colores;
Parte azulados son, parte negros, parte violáceos,
Parte blancos, robines, grises, parte gorritos. 
Es tan grande la variedad de estos frailes doquiera,
Que mal distingo quién es de Cristo, quién de Mahoma.
Cuantas estrellas hay en el cielo y hojas en bosques,
Tantas son las reglas de frailes y tantas capuchas.
Si recorro senderos del mundo, veo capuchas;
Si las estelas del mar, continúo viendo capuchas.
Miro por campos de tropas, allí sigo viendo capuchas.
Si voy a la plaza, a una barca, o una taberna,
Antes que otra cosa veo alguna capucha.
Por las calles no veo afanarse más que capuchas
¿no hay bastante con la regla de Cristo maestro?
El cúmulo de estos frailes a ser llegará tan enorme,
Que sin soldados se quedará la tierra cristiana,
No habrá quién el remo gobierne por entre las ondas marinas,
No quien martille el hierro, ni los techos recubra,
No quien “deshollinador” por el barrio vaya gritando,
No quien con diente estire el cuero de los zapatos,
No quien “arre” diga al asno que lleva aguijando,
No quien al río cargue las cestas de la basura,
No quien abatane la lana, ni haga birretes,
No quien remoje las barbas, ni quien afile navajas,
No quien muela el trigo, y harina ajena se guarde,
No quien castre marranos, ni quien componga marmitas,
No quien sea pinche, ventero, o mozo de cuerda.
Este es un tipo de hombres que cuando se encierra en el claustro,
Y se les quita de trabajar cualquiera fatiga,
Cuando tiran harapos, y nueva capa les cubre,
Cuando a una mesa puesta pueden lanzarse,
Y de tierno pan llenarse el saco del vientre,
¡oh patria!¡oh costumbres! No hay nada más vil en el mundo
que éstos de los que proviene la hez de todos los males;
por eso las buenas gentes, por eso personas gentiles,
de noble sangre nacidas, y de ciencia colmadas,
tantos oprobios, tantos afanes y ayes soportan,
que cualquier reverencia han perdido por las capuchas,
que ahora los buenos monjes, frailes y recoletos
son la burla de todos por culpa de unos golfantes”.

basa su efectividad no en unos pocos términos despreciativos (“fratazzos” 472; “cunctorum fezza malorum” 515), sino más bien en el elenco de las actividades menos nobles de los frailes dentro de esquemas de alta retórica. Cita Segre como ejemplo las “apremiantes e irresistibles” series epifóricas de capuzzi, capuzzos, etc. al fin de los vv. 475-476, 479-480, 488, 494, 519, o más ampliamente cerno capuzzos o capuzzum 489-491, 493, y la serie anafórica de nueve non qui en los versos 499-507; el uso eficaz de las figuras de correlación (“tantas vestarum foggias, tantos ve colores” 482; “sunt pars turchini, pars nigri, parsque morelli”, etc. 483; “tantae sunt normae fratrum, tantique capuzzi” 488, etc.), que culmina idealmente en la maliciosa alternativa “quod male discerno quis Christi, quis Macometti” 486. Piensa Segre que lo macarrónico aquí no está más en la interferencia de lenguas, sino en emplear un ardor predicatorio en beneficio de una divertida burla y un vituperio despreocupado6.

Concluye Segre hablando de una fagocitación “lúdica” que no “paródica” del elemento rústico –lingüístico, temático, polémico, tonal- de parte de un discurso que en las formas se mantiene siempre a un alto nivel. En la base de esta operación está la confianza en la vitalidad del latín, considerado capaz de asimilar también temáticas difundidas en la contemporaneidad, y de extender su capacidad tonal a todos los ámbitos socio-culturales a través del robusto sendero de la burla. Observa Segre que mientras autores como Francesco Colonna o Camillo Scroffa buscaban adaptar un léxico o un gusto latinizante a un discurso en lengua o versos vulgares, Folengo utiliza el celebrado discurso latino como vehículo para un tesoro de léxico dialectal o divertidas onomatopeyas y para contenidos, más que realistas, expresionistas. “De este modo, Folengo se distancia tanto de un esfuerzo humanista de reactivación de la lengua y del mundo clásico, como de una aceptación del mundo popular emergente, y sobre todo de su lengua. Esta polaridad excluye una elección ideológica: el equilibrio obtenido es un juego de equilibrio. El cual exige, naturalmente, espectadores que lo aprecien y sepan disfrutar”7.






1 Cf. C. SEGRE, “Baldus, la fantasia e l’espressionismo”, Atti Convegno 1991, pp. 21-31
2 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 21. Hace notar por contra los ecos de la tradicional “sátira contra el villano”.
3 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 22
4 Cf. ib., p. 22
5 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 22
6 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 22
7 Cf. C. SEGRE, o.c., p. 26. Se pregunta a continuación por la identidad de estos espectadores, y opina que Folengo no parece querer definir un lector ideal, siempre dirigiéndose a un genérico lector, y que a la indefinición de los destinarios se contrapone la omnipresencia del poeta (p. 27). Bruno Migliorini (o.c., p. 77) señalaba cómo difícilmente habría persistido durante una treintena de años en la labor de revisión de su obra macarrónica si no hubiera contado con la adhesión de un público relativamente amplio (eclesiásticos, médicos, boticarios, notarios, hombres de leyes) y culto, capaz de apreciar, al menos, parte de sus alusiones clásicas: “[...] Quale sarà stato questo pubblico? Non certo di laici, urbani o rustici, ignari del latino, ma di persone in grado di gustare almeno alcune delle sue innumerevoli allusioni a Virgilio, a Ovidio, ad altri scrittori classici, e d’altra parte pronti a divertirsi a facezie non oscene ma spesso tutt’altro che castigate. Nelle molte peregrinazioni che don Teofilo compì nei due periodi della sua vita monastica, certo molti confratelli l’avranno sollecitato a legger loro dei brani della sua opera, e l’avran letta con gusto ecclesiastici, medici, speziali, notai, uomini di legge. Chi, se non una persona colta, capirebbe che Baldo s’incammina verso Mantova dove il Folengo dice “imo bianoream damatina caminat ad urbem” (III, v. 74)? Chi apprezzerebbe l’emistichio “veteres migrate fasoli” (Caos, ed. Renda, I. p. 261), se non la confrontasse mentalmente col virgiliano veteres migrate coloni?”. Para Miklós Fogarasi (o.c., p. 398) el tipo de público que menciona Migliorini, que no deja de coincidir paradójicamente con el practicante del latinus grossus, es la confirmación de su idea de que “la lingua maccheronica del Folengo è il superamento parodistico dell’umanesimo latino realizzato da un umanista latinamente colto. E come tale è una manifestazione di crisi. Sebbene la combinazione con la morfosintassi latina supponga un pubblico umanisticamente colto, eppure non è segno di un aristocraticismo linguistico ma un’apertura verso un pubblico nuovo”. Pero no es sólo el conocimiento de la morfosintaxis latina la que supone un público culto, sino, ante todo, el conocimiento de la poesía romana y sus normas, y la capacidad de apreciar ese “diálogo subterráneo con los clásicos” presente en la poesía macarrónica, y del que hablaba Mario Chiesa. Es esto lo que que provoca que las macarroneas de Folengo tengan su público más fiel, así como algunos imitadores, entre la élite cultural de distintos países europeos (En España, Juan de Vergara, Lope de Vega, Góngora, Cervantes, Rodrigo Caro, Tomás de Iriarte, Sánchez Barbero, etc.). Es la apreciación de esta relación autor-lectores lo que parece separar fundamentalmente las concepciones de Curti y el último Segre.