CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

viernes, 29 de diciembre de 2017

LA MACARRONEA DE JUAN MÉNDEZ NIETO: Obra.





La única obra que ha llegado hasta nosotros de Méndez Nieto, manuscrita e inédita, es la que nos ocupa, dotada de un largo e ilustrativo título: Discursos mediçinales compuestos por / el Ldo Juan Méndez Nieto que trata de las maravillosas / curas y suçesos que Dios nro. Sor. a querido obrar por sus / manos en çinquenta años que cura ansí en Espa- / ña como enla ysla Española y rreino de tierra fir- / me adonde a residido lo más del tiempo. De / las quales resulta mucha gloria y alabanças / al mismo Dios que las obró, y no poco prouecho / a los próximos, mayormente a los que profesan / y exerçitan el arte médica si con atención y ánimo benéuolo fueren leídos. Escritos / en Cartagena indiana. Año de 1607 / y de la hedad del auctor 76. A gloria / y honrra de Dios nuestro Señor / y por aprouechar a sus próximos. / Van repartidos en tres libros. En el primero se escriue / lo sucedido en España. El segundo trata de los su- / çesos de la isla Española. El tercero del reino / de Tierra Firme. / Dirigido al Liscdo Alonso Maldonado Oydor del Consejo de Yndias del rey nuestro / Señor. El primer y segundo libro constan de 20 capítulos o ‘discursos’, y el tercero de 40 discursos. En todos ellos se mezclan descripciones de praxis médica con peripecias reales o fingidas. La obra concluye con un copioso índice de materias.

El manuscrito perteneció primero al salmantino Colegio Mayor de Cuenca, de donde pasó a la Biblioteca de Palacio de Madrid. En 1954 fue devuelto a la Universidad de Salamanca, en cuya Biblioteca Universitaria se conserva como manuscrito 22081.

Luis S. Granjel resume con admirable precisión el proceso de composición de la obra y su fortuna2:

La redacción de los Discursos medicinales la inició Méndez Nieto en Cartagena de Indias no en 1607, como proclama la portada de la obra, sino en fecha algo anterior, el 23 de noviembre de 1606, siendo, puntualiza, “las tres horas después de media noche con mi propia mano y sin antojos”; tenía entonces setenta y cinco años; otras fechas, que también constan en el manuscrito, permiten seguir el curso de su redacción; el penúltimo ‘discurso’ del Libro primero lo redacta el 13 de febrero de 1607 y el primero del siguiente año inicia la redacción del ‘discurso’ 21 del tercer Libro; el discurso 32 lo escribe en junio de 1608 y en septiembre de dicho año se ocupa de redactar el ‘discurso’ treinta y seis con el que se aproxima a la conclusión del trabajo comenzado dos años antes. La dedicatoria fue firmada el primero de julio de 1611; en 1616, contando ya ochenta y cinco años, toma Méndez Nieto disposiciones para que sus obras se impriman en España; en el proyecto de edición de los Discursos medicinales, que no llegaría a ser realidad, intervino el impresor madrileño Luis Sánchez, entonces residente en Sevilla, y el procurador de la Casa de Contratación sevillana Antonio Ruiz Navarrete; Méndez Nieto, “impedido de la vista corporal”, no pudo ya firmar el poder que otorgó en Cartagena de Indias el 26 de junio de 1616 ante el escribano Francisco López Nieto y a favor del solicitador madrileño Francisco de Torres; el paso del manuscrito al salmantino Colegio Mayor de Cuenca pudo ser, en opinión de Bataillon, por herencia del licenciado Alonso Maldonado de Torres, a quien su autor dedicó los Discursos.

La obra fue parcialmente editada por Jesús Domínguez Bordona en 1935. Existe una reproducción facsímil del manuscrito original de 19883, publicada por la Universidad de Salamanca y la Junta de Castilla y León; y del año siguiente es la edición introducida por Luis S. Granjel.

El poema macarrónico de Méndez Nieto4.

Lugar y fecha de composición.

Entre los folios 9v y 10r del manuscrito original, correspondiente al libro primero, discurso 4 se lee una macarronea en 11 dísticos elegíacos. Se sitúa al comienzo de dicho discurso, donde narra lo acaecido en el tiempo que estudió Leyes, obligado por su padre, ya que la intención inicial del vástago era hacerse clérigo. Estos estudios le resultaron particularmente fastidiosos (y, al cabo, los abandonó por los de Medicina):

[…] tan harto y cansado del laberinto de las Leyes que me tenía ya muy enfadado; porque, como yo estava enseñado a Artes y Teología, que son çiençias recogidas y que en tres o quatro libros a lo más se sabía y aprendía lo neçessario, porque allí todo lo más y mejor se funda y prueva con silogismos y razones concluyentes […] hazíanseme tan de mal aquellas prolixidades y tan largos discursos, sin dar razón de la mayor parte de todo ello, que no lo podía llevar a paçiençia y ansí andava mui disgustoso y mohíno.

A pesar de esto, su condición de bachiller en Artes le hacía mostrarse más hábil que otros a la hora de argumentar, y le daba oportunidad de demostrar su ingenio, como en la ocasión que comenta, y que estuvo en el origen de su macarronea5:

Con todo esto hazía de legista y argumentava a los que sustentavan conclusiones con más eficacia que los demás, que, como era artista, hazíales del çielo çebolla, como dizen. Y era más temido que los demás, y aun en las carnestollendas eché una duda al dotor Ruiz en versos macarrónicos, que no fue poco reída, que para el mismo efeto y por dar gusto al letor los quiero escrevir aquí. Y dezían desta manera:

Sigue a continuación el poema, escrito evidentemente, en Salamanca. Éste debe fecharse, como término ante quem, en 1552, año previo al comienzo de sus estudios de Medicina6. Dicho circa 1552 permite situar a esta macarronea como la tercera de las conocidas en España, tras el poema inaugural de Juan de Vergara (ca. 1522), y la epístola macarrónica del Dr. Diego Sánchez (1533), todas tres transidas del espíritu goliárdico universitario. Por ende, la composición de Méndez Nieto resulta la primera conocida en dísticos elegíacos. No ha de sorprender, por otra parte, que este poemita de circunstancias aparezca en la futura obra del anciano Méndez, pues cuenta él mismo que en su viaje a las Indias le acompañaron “seis caxones de libros”7, entre los que muy bien pudo figurar el pliego suelto que contuviera este poema, a los que era aficionado Méndez, y de los que ofrece otras muestras en su obra.

Estructura y contenido de la macarronea de Méndez Nieto.

Del estudio del poema considero posible apuntar la siguiente estructura:

I. Invocación y saludo al doctor Ruiz (vv. 1-4).
II. ‘Duda’ que el autor pide al doctor Ruiz que aclare (vv. 5-22).
II. 1. Petición de resolución de la duda (vv. 5-6)
II. 2. Descripción del caso (vv. 7-20)
II. 3. Realización de la pregunta concreta que constituye la esencia de la ‘duda’ (vv. 21-22).

Ya se ha comentado arriba, la habilidad que poseía Méndez para argumentar, a pesar del fastidio creciente que le producían los estudios de leyes, y la fama que había conseguido –no sin cierto toque exhibicionista- por ello entre condiscípulos y profesores. Tras la presentación de su poema macarrónico cuenta otra situación similar ocurrida con otro profesor, y que le determinó para dejar estos estudios, aunque nuestro interés en citar aquí esta historia es ilustrar el verdadero carácter de la macarronea de Méndez8:

Leyendo el título “De obligationibus quae ex delictis nascuntur” don Sebastián de Villalpando en la Instituta, llegó a un párrafo o glosa, que no me acuerdo bien, que exemía y eçeptava de las penas de los delictos a los furiosos, a los muchachos y a los que durmiendo cometen algún delito. Y, salido que fue de la leçión y parado a la puerta para satisfazer a los oyentes de lo que dudasen, llegué yo y començéle de argumentar en latín; y buelto en romançe, porque todos lo entiendan, fue éste el argumento:
-Si los furiosos no están obligados a las penas de los delitos, síguese que la mayor parte de los que cometen delito están exentos y libres de la misma obligaçión.
-Niégolo -dixo con todo lo demás en buen romance.
Repliqué yo en tan buen latín como el romançe, y dixe:
-Pruévolo desta manera: la mayor parte de los que cometen delito lo cometen con yra y enojo, y la yra es furor, y siendo como es la yra furor, porque ansí la definen Aristóteles con los demás filósofos, el airado no puede dexar de ser furioso, porque “a conjugatis bene valet consequentia”, y, por el consequente o consiguiente, todos los ayrados serán exentos y libres de las penas de los delitos.
Dicho, pues, el argumento con ínpetu y eficaçia, como se suelen poner, quedó atónito mi maestro y no supo qué responder y díxome:
-Vuesa Merçed artista es.
Dixe:
-Sí señor.
Y luego bolbió desa manera:
-Respóndale el Diablo.
Y éste fue el fin y respuesta del argumento.

El argumento de Méndez era, ciertamente, un juego de palabras con el doble sentido de ‘furioso’ como ‘loco’ y ‘colérico’. Algo similar ofrece Méndez en su macarronea. Tras el saludo al doctor Ruiz, y la petición de resolución de la ‘duda’, plantea el díscolo estudiante el caso concreto: un señor recibe de su tierra un asno cargado de dinero y vituallas. Tras comerse éstas y gastarse el dinero en el juego, decide, para desquitarse, jugarse también el asno, al que pierde por ende. Pregunta, pues, Méndez en el dístico final si el que perdió aquel asno, debe perder su albarda junto con la tafarra (vv. 21-22: Quaeritur an et asinum qui perdidit illum, / albardam perdat cum taffara suam). La comicidad de la composición radica, aparte de la identificación del jugador con un asno, en el equívoco verbal y el doble sentido. En el Diccionario de Autoridades en el vocablo ‘albarda’, a más de su sentido literal (“El aparéjo que ponen à las béstias de carga, para que puedan comodamente llevarla, y sin lastimarse el lomo […]”), aparecen varias frases hechas como ‘bestia de albarda’ (“Phrase freqüente en las sentencias de causas criminales, quando se condenan los reos à algun castigo afrentoso, diciendo sea llevado, ò sacado en béstia de albarda”), ‘merece que le pongan una albarda’ (“Phrase vulgar que se dice de aquellas personas que execútan, ò han executado algunas cosas neciamente sin reflexión ni discurso”), o ‘es lástima no echarle una albarda’ (“Phrase vulgar de que se usa cuando se oye que alguno ha executado una necedad notable, ò ha dicho alguna bobería”). Por otra parte, he localizado la voz ‘tafarra’ en el dialecto leonés9 como “banda de cuero o cáñamo que, sujeta por unos cabos a la albarda, rodea las ancas de la caballería e impide que el aparejo se corra hacia delante”, y en catalán10, además, con el sentido de “vanitat, presumpció”. Méndez compara, así, al jugador con el asno que ha perdido, al preguntarse si aquél debería perder asimismo su albarda y tafarra, ya que por su necedad merece más bien conservar la albarda (como indican las frases hechas de arriba) junto con su tafarra, figura de vanidad y presunción.

Homenaje a la primera macarronea española.

Sorprende constatar que el verso 5 de la macarronea de Méndez Nieto (Altissimam dudam quam nunc mea Musa tocauit) resulta un calco textual con coincidencia de sedes metrica del primer verso de la primera macarronea española conocida, obra del clérigo y humanista español Juan de Vergara (1492-1557) escrita entre 1522 y 1524. Este calco se ajusta curiosamente más a la lección del manuscrito deterior (Altissimas dudas dudum mea musa tocauit), frente al del otro más fiable (Altissimas dubdas dudum tua Musa tocauit) de los dos en que nos ha llegado el poema de Vergara. Éste constituía una epístola escrita en 93 hexámetros en respuesta, como se deduce del título de ésta (Ad dominum Baldum Caxconinacium Macarronicae artis peritissimum in insulis Caliphornis cognominatum, Zingar suus capellanus et picapedrerus in responsione cuiusdam epigrammatis nuper ad se missi a praedicto circunspecto domino), a un presunto epigrama perdido firmado, también presuntamente, bajo la personalidad de Baldo, el célebre héroe folenguiano, y dirigido al propio Vergara, quien escribe, a su vez, bajo el pseudónimo de Cíngar, el inseparable y pícaro compañero del Baldo macarrónico. En su macarronea, Vergara responde a ciertas cuestiones planteadas por su corresponsal sobre la, en su opinión, confusa situación de la Corte tras el episodio revolucionario de las Comunidades de Castilla11.

Este evidente guiño a la primera de las macarroneas españolas confirma la amplia repercusión y difusión manuscrita que tuvo el poema de Vergara. No deja de ser, ciertamente, un afortunado golpe de efecto tal recurso a la autoridad del naciente género macarrónico en España, plasmado en la imitación del primer verso de su poema inaugural. Méndez Nieto se sitúa así en la tradición de los llamados médicos “chocarreros” deseosos de entretener y divertir con sus chanzas y alusiones satíricas y veladas a personas y hechos concretos12. Tradición en la que hay que colocar, dentro de la creación macarrónica española, a su inmediato antecesor, el Dr. Diego Sánchez de Alcaudete con su epístola macarrónica (1533), y a un más lejano sucesor, como es el médico Francisco López de Úbeda con sus “versos heroicos macarrónicos”13 incluidos en su Libro de entretenimiento de la pícara Justina (1605).

Al igual que en la epístola del Dr. Sánchez14, hay en el poema de Méndez una ausencia total de calcos folenguianos, lo que hace patente la plena independencia del modelo italiano, y demuestra que el nuevo código lingüístico, el macarroneo, es manejado con gran seguridad y conciencia de sus posibilidades expresivas. La producción macarrónica española posterior se caracterizará, en líneas generales, por la búsqueda de la perfección formal y métrica.














1 Cf. la descripción bibliográfica de Teresa Santander en Juan Méndez Nieto, Discursos medicinales, Introducción, Luis S. Granjel; Descripción bibliográfica, Teresa Santander; Transcripción, Gregorio del Ser Quijano, Luis E. Rodríguez-San Pedro (Salamanca: Universidad, 1989), pp. XXXIX-XLI.
2 Cf. Méndez, Discursos, p. XXVIII.
3 Cf. Juan Méndez Nieto, Discursos medicinales, (facs.), Universidad de Salamanca, 1988.
4 Debo la noticia de la existencia de esta macarronea a la amabilidad del profesor D. Juan Gil, quien me puso sobre su pista.
5 Cf. Méndez, Discursos, p. 17.
6 Sobre los estudios de medicina véase aquí.
7 Cf. Méndez, Discursos, p. XXXIV.
8 Cf. Méndez, Discursos, pp. 18-19
9 cf. la página web “Palabreru llïones”, recopilado por Amadeo Núñez.
10 cf. Institut d’Estudis Catalans, Diccionari de la llengua catalana, s. u. ‘tafarra’.
11 Cf. José Miguel Domínguez Leal, ‘La influencia folenguiana en la primera macarronea española’, Quaderni Folenghiani, 4 (2002-2003), pp. 49-65.
12 Cf. La pícara Justina, ed. de Antonio Rey Hazas, Ed. Nacional, Madrid, 1977, pp. 12, 29.
13 Estudiados y editados en el capítulo VI de mi tesis doctoral.

14 Sobre ésta, cf. José Miguel Domínguez Leal, ‘La poesía macarrónica en España: definiciones y ejemplos’, Per Abbat, 2 (2007), pp. 109-110, y las entradas correspondientes a la epístola macarrónica del Dr. Diego Sánchez en este blog.




Imagen: Edición de 1989 de los Discursos medicinales de Méndez Nieto.

sábado, 23 de diciembre de 2017

LA MACARRONEA DE JUAN MÉNDEZ NIETO: notas biográficas






Los datos que se conocen sobre la vida del médico Méndez Nieto provienen de su obra autobiográfica Discursos medicinales, como señala Luis S. Granjel1. En el inicio de esta obra, dedicada fundamentalmente a describir su experiencia facultativa, el anciano Méndez cuenta también su vida de escolar en Salamanca. Este comienzo in medias res oculta su lugar de nacimiento y noticias sobre sus orígenes (actitud que sería muy propia de un ‘cristiano nuevo’). No obstante, –indica Granjel- “por los datos que de Juan Méndez Nieto figuran en los libros de matrículas de la Universidad de Salamanca sabemos era portugués y nacido en la villa fronteriza de Miranda do Douro. Si en 1607, cuando puso rótulo a su obra, tenía, según confesión que en ella hace, setenta y seis años, puede deducirse nació en 1531”2.

Cuenta Méndez Nieto que tras graduarse como bachiller en Artes, quiso primero ser clérigo, y que, luego, comenzó estudios de leyes a instigación paterna; estudios que abandonó definitivamente en favor de los de Medicina. En los libros de matrícula del Estudio salmantino consta, efectivamente, en los cursos 1553-54 y 1554-55 un Juan Méndez3, bachiller artista (El Estatuto de la Universidad de Salamanca de 1538 exigía tal titulación para cursar medicina), como estudiante médico, así como en los de los cursos 1556-57 y 1558-59; finalmente, la matrícula del curso 1559-60 lo menciona con los títulos de bachiller artista y bachiller médico.

Considera Granjel que, aunque Méndez Nieto se autotitulara licenciado sólo debió poseer el grado académico de bachiller, que le capacitaba ya legalmente para ejercer la medicina, y hace referencia a Marcel Bataillon, quien “supone que la necesidad de cumplimentar la prueba de ‘limpieza de sangre’ y la muerte en 1557 de su principal valedor en la Universidad, el doctor Alderete, debieron truncar su carrera universitaria. En 1559 se halla Juan Méndez en Salamanca, según declaración suya, buscando “se hazer licenciado”, lo que no consta llegara a conseguir”4. Todos estos hechos son narrados en el Libro primero de sus Discursos medicinales, junto con las curaciones realizadas y las peripecias vividas en Arévalo, Toledo y Sevilla, no siempre verídicas5. De Sevilla, donde un matrimonio no acordado desata las iras de los familiares de la desposada y precipita los acontecimientos, pasa a las Indias de modo fraudulento a través de La Palma en un barco de vascongados franceses, pues éste era el recurso al que recurrían los portugueses y ‘cristianos nuevos’, a quienes estaba prohibido el acceso al Nuevo Mundo en los navíos de la flota de Indias.

El Libro segundo narra su estancia y actividad profesional en Santo Domingo, a donde llega el 26 de enero de 1562 junto a su esposa. Allí permanecerá hasta 1569, año en el que marcha con su mujer, hijos y criados a Cartagena de Indias ante las amenazas de una orden de expulsión del Nuevo Mundo y posibles enemistades profesionales.

Su vida en Cartagena de Indias, donde encontró definitivo acomodo, es narrada en el Libro tercero y último de Discursos medicinales. Es allí donde culmina su quehacer profesional, que le otorga una posición económica desahogada, escribe su obra, y termina su vida en fecha no determinada. Señala Granjel que, incluso en su ancianidad, “Juan Méndez conservó la afición juvenil a la música y la poesía; gustaba de los placeres de la comida […] Fue amigo de burlas y siempre mostró un talante que hace pensar en la vida alegre y despreocupada de los pícaros”6.










1 Cf. Juan Méndez Nieto, Discursos medicinales, Introducción, Luis S. Granjel; Descripción bibliográfica, Teresa Santander; Transcripción, Gregorio del Ser Quijano, Luis E. Rodríguez-San Pedro (Salamanca: Universidad, 1989), p. IX. Los datos biográficos que aportamos provienen de la Introducción del reputado especialista en la medicina española renacentista.
2 Cf. Méndez, Discursos, p. X.
3 En cursos posteriores al del 1546-1547 aparecía el nombre de Juan Méndez simultáneamente en las matrículas de estudiantes legistas y gramáticos (cf. ibidem, p. X).
4 cf. Méndez, Discursos, p. XII.
5 Granjel no tiene, en este aspecto una opinión tan negativa como M. Bataillon (cf. ‘Riesgo y ventura del ‘licenciado’ Juan Méndez Nieto’, Hispanic Review, XXXVII, 1 (1969), 23-60): “En su narración Méndez Nieto no puede negarse mezcló, con intención de ennoblecer el relato de su vida, hechos reales con sucesos que resulta difícil aceptar como ciertos, si bien en su conjunto no creo merezcan juicio tan absolutamente negativo como el formulado por Bataillon […] Si la superchería es admitida, cabe preguntarse sobre las razones que pudieron inducir a Juan Méndez Nieto, ya anciano, cuando no podía obtener de ello beneficios, forjar tales episodios y ofrecerlos como parte real de su existencia. Única respuesta plausible la depara suponer […] que al hacerlo buscaba, como en realidad es meta a la que se orienta la totalidad de lo expuesto en los Discursos medicinales, ofrecer una imagen magnificada de su personalidad médica, incorporando al relato de su actividad profesional, lo que cree hubo en ella de sobrehumano” (cf. Méndez, Discursos, p. XV, XIX).

6 Cf. Méndez, Discursos, p. XXIII.


Imagen: Vista de Miranda do Douro, villa natal de Méndez Nieto.

viernes, 15 de diciembre de 2017

TRADICIÓN TEXTUAL EN LA EPÍSTOLA MACARRÓNICA DEL DR. DIEGO SÁNCHEZ





La epístola macarrónica del Dr. Sánchez se conserva en un único manuscrito que ocupa los ff. 123v.-126r. de un cartapacio misceláneo de mediados del siglo XVI localizado, a su vez, en la Biblioteca Real, sign. II / 1577 olim 2-B-10.

El volumen fue descrito en 1914 por Ramón Menéndez Pidal, junto con otros misceláneos de la Biblioteca Real1. Le asigna el número II, llamándolo “cartapacio de Pedro de Lemos, vecino de Toro”, según se advierte en el incipit, y hace de él la siguiente descripción: “292 hojas. Papel de varias clases y muy diversas letras. El tomo está compaginado en 1906 con fragmentos de la antigua colección de cuatro volúmenes, éstos fueron deshechos, por hallarse antes sus pliegos cosidos en gran desorden.-205 x 154 milímetros; corte muy desigual -PASTA. SIGNATURA 2-B-10, Poesías Varias, tomo I”. Menéndez Pidal lo sitúa a mediados del siglo XVI: “pertenece al tiempo de Carlos V, si bien ya llama “rey nuestro” a Felipe II (fol. 100 v.), refiriendo sus amores con doña Isabel Osorio”, y afirma que fue formado por personas afectas a la Universidad de Salamanca, y que se conservó en la biblioteca de los Colegios Mayores de dicha Universidad, hasta que de allí pasó a la Biblioteca Real en 1806-1807.

José Antonio Ahijado Martínez piensa, por el contrario, que el cartapacio perteneció a la extensa biblioteca formada por Don Diego Sarmiento de Acuña, primer conde de Gondomar (1526-1626) a partir de 1598 en su casa de Valladolid, la llamada “Casa del Sol”2. Esta biblioteca, la más grande reunida en la Castilla de la época, fue tomada en posesión por Carlos IV en 1806, y “no cabe duda que el grueso de su contenido ahora se encuentra en la Biblioteca de Palacio, donde fue a parar también la mayor parte de la correspondencia de Gondomar”3. Ahijado Martínez basa su asertación en una información contenida en el Inventario de la biblioteca de la Casa del Sol caligrafiado por Enrique Teller, segundo bibliotecario del conde de Gondomar, en 1623, y que se basaba, a su vez, en el inventario realizado por el anterior bibliotecario, Étienne o Esteban Eussem, en 16194. Dicho inventario se conserva en la Biblioteca Nacional, y fue reproducido por Manuel Serrano y Sanz en 1903. Bajo el epígrafe de “libros de poesía, comedias, y historias fabulosas”, el inventario de 1623 recogía la siguiente referencia: “Libro de Poesías; llámase Arca de Noë. 4.º”5. Ahijado Martínez piensa que este volumen es el cartapacio de Lemos que contiene nuestro poema, y para ello remite al incipit del volumen descrito por Menéndez Pidal, que nos indica quién es su propietario, y cúal es el carácter de la obra (la cursiva es nuestra):

“Este libro es de Pedro de Lemos vezino de la ciudad de Toro en el qual ay recopiladas todo genero de obras en diuersos stilos porque en el hallaran cartas en prosa y versos y Sonetos y sparsas y comparationes y lamentationes y Glosas y villancicos y Sermones y dialogos y chistes y muchos quentos graciosos y en fin tantas cosas que sunt plura negotia quam vocabula porque este cartapacio es el arca de Noe donde se hallaron todo genero de cosas y ansi ay en el de o[mni] genere piscium y porque la gente y gustos son muy d[ife]rentes ay de todo genero para contentar a hijos de t[an]tas madres porque dize Horatio en el arte poetica: “Om[mi]sit puctum qui miscuit vtile dulci” y ansí aunque non est licitum m[is]cere sacra profanis por no despedir a ninguno de la tienda con dezir no lo ay butirum & mel ponam vt sciant reprobare malum (lectores) et eligere bonum y porque vean que por complacer a mí y a otros tomo este trabaxo de recoger estas cosas ninguno por amigo y pariente que sea me lo pida porque sera verba in aerem effundere y cobrara verguença en cara y manzilla en coraçon porque se ira el pero por no hazer yo regla sin fallencia o exception protesto so pena de graues juramentos que si no fuere a Antonio de Cisneros que sobre campo de parentesco tenemos asentada la maior amistad que pudo auer en ningun Romano y ansí el con las damas, pues mi coraçon es suio mejor lo seran mis cosas y si alguno pretendiere hurtarlo por no lo poder sacar de mí desde agora le auiso que si me faltare seis dias que lo descomulgare hasta carta de anatema y repicar
campanas y no se lo perdonare en
los dias que
biuiere
y si qui
siere sa
car algo del yo doy mi fe de
aiudarle con todo mi poder
y tername aherrojado y en u
na muy
obscura
mazmo
rra a su serui
cio echado testi
gos diego alderete y juan
de anduxar y pedro de Lemos”.

Si se tiene en cuenta que el bibliotecario Eussem, autor del primer inventario de 1619, leía los manuscritos que carecían de título para ponérselo y referir de qué trataban6, es totalmente verosímil establecer, de acuerdo con Ahijado Martínez, que la metáfora que identifica el cartapacio de Lemos con el arca de Noé le sirvió como título en el Inventario Eussem-Teller de 1623.

El poema de Diego Sánchez ocupa, como se ha dicho, los folios 123v. a 126r. Presenta el siguiente título: “MAGNIFICO DOCTORI / Vtriusq iuris Franco. de Var / gas. D. Didac’ Sanci’. de Al / caudete .S. Macharroni / cam .D.”. Su incipit reza “Quam legis ex nostra Marchena littera uenit”, y al final: “Explicit Macharronica / Scripsit me Ioannes Vazquez” (entre ambas líneas y de otra mano se lee: “compañero de Augustin de guedeja en salamanca .1551.”).

El texto, en el aspecto gráfico, mantiene el uso de ‘v’ en posición inicial absoluta, y de ‘u’ en posición interior de palabra. El diptongo ‘ae’ es representado sistemáticamente con ‘e’ caudada, y la doble ‘s’ mediante el signo ‘β’. Hay algunos ejemplos de ‘oe’ por ‘ae’ (cf. vv. 23, 67, 71, 106).










1 cf. R. MENÉNDEZ PIDAL, "Cartapacios literarios salmantinos", BRAE, I [1914], pp. 43-44, 166-167, 170; estudio y macarronea citados posteriormente por A. BLECUA, "Libros de caballerías...", p. 149 n. 5, y más imprecisamente por F. MÁRQUEZ, "Teófilo Folengo...", p. 274 n. 20: "R. Menéndez Pidal da otras noticias sobre una correspondencia macarrónica entre escolares salmantinos de hacia mediados del XVI".
2 Tuve el honor de conocer al Sr. Ahijado Martínez en su lugar de trabajo, la Biblioteca Real, a donde me desplacé en busca del manuscrito. Comentando yo al acaso la localización salmantina ofrecida por Menéndez Pidal, el Sr. Ahijado compartió conmigo su hipótesis, inédita, y me proporcionó una copia del artículo escrito en colaboración con Ian Michel sobre la biblioteca del conde de Gondomar (cf. IAN MICHEL-JOSÉ ANTONIO AHIJADO MARTÍNEZ, "La Casa del Sol: La biblioteca del conde de Gondomar en 1619-23 y su dispersión en 1806", en Mª. L. LÓPEZ-VIDRIERO-P. M. CÁTEDRA (edd.), El libro antiguo español III. El Libro en Palacio y otros estudios bibliográficos, Ediciones Universidad de Salamanca. Patrimonio Nacional. Sociedad española de historia del libro, 1996, pp. 185-200), y del de Serrano y Sanz sobre la misma biblioteca (cf. M. SERRANO Y SANZ, "Libros manuscritos o de mano (de la biblioteca del conde de Gondomar)", RABM, 3ª ép., año VII, t. VIII [1903], pp.. 65, 296-297). Le reitero desde aquí mi agradecimiento, aunque él declinó modestamente el ser citado.
3 Cf. I. MICHEL-J. A. AHIJADO, o.c., p. 197.
4 Cf. ib., p. 191.
5 Cf. M. SERRANO Y SANZ, o.c., p. 297.

6 Cf. I. MICHEL-J. A. AHIJADO, o.c., p. 198.


Imagen: Biblioteca del Palacio Real de Madrid

sábado, 2 de diciembre de 2017

CRÓNICA DE LAS GIORNATE DI STUDIO SU TEOFILO FOLENGO CELEBRADAS EN LA SCUOLA NORMALE SUPERIORE DE PISA





El pasado 23 y 24 de noviembre tuve el honor de asistir y participar en las Giornate di studio su Teofilo Folengo a cinquecento anni dalle prime Macaronee celebradas en la Sala Stemmi de la Scuola Normale Superiore de Pisa, y organizadas por el prof. Luca D'Onghia.




Representó para mí la excepcional ocasión de conocer en persona a la plana mayor de los folenguistas que desde los años setenta han encarnado ese tipo tan especial de filólogo que para estudiar la caleidoscópica figura de Folengo necesita una sólida base, como señaló el añorado Giorgio Bernardi Perini en 1977, de filología clásica, románica, italiana y de dialectología, y el conocimiento de cuya obra me ayudó a poner los cimientos de mi tesis sobre la poesía macarrónica en España. Así, pudo oírse las ponencias sucesivas de veteranos folenguistas o folengólogos como Massimo Zaggia, Luca Curti, Lucia Lazzerini, Antonio Daniele y del decano de todos ellos, Mario Chiesa.








Se contó, además, con la presencia de jóvenes especialistas en lexicología, tradición cómica y cosmología renacentista como Federico Baricci, Vincenzo Allegrini, Giuseppe Crimi y Giordano Rodda. De la Universidad de Rennes 2 asistió la doctora Carole Primot, autora de una tesis de próxima publicación sobre la traducción francesa del Baldus de la Vigaso Cocaio en 1605.








Por otra parte, los asistentes fuimos deslumbrados por los conocimientos de Roberto Stringa, bibliófilo y miembro de la Associazione Internazionale per gli Studi Folenghiani "Merlin Cocai" sobre las editiones principes del Orlandino y del Liber Macaronices o redacción Paganini de las macarroneas folenguianas (1517), cuyo quinto centenario se celebraba en este congreso.



A mí me tocó intervenir el viernes 24 a las 15:45 con una ponencia titulada L'influenza folenghiana nella poesia maccheronica spagnola, que fue calurosamente acogida. Acto seguido, se organizaron dos turnos de mesas redondas. En mi turno defendí la necesidad del estudio y edición de las macarroneas europeas postfolenguianas como medio imprescindible para valorar la recepción europea de Teófilo Folengo, y la propia historia de la lengua vernácula, dada los numerosos casos de retrodataciones y de hápax que yo podía habido atestiguar en el estudio lexical de la macarronea española. Señalé, así, mi pertenencia al grupo de investigadores que, bajo la dirección del prof. José María Maestre Maestre, catedrático de la Universidad de Cádiz, se integra en el grupo de investigación europeo Europa Renascens, cuyo tema de estudio es el latín renacentista y postrenacentista, en el seno del cual se podía encontrar el lugar natural para estas investigaciones. En su intervención Otello Fabris, presidente de la Associazione Internazionale per gli Studi Folenghiani "Amici di Merlin Cocai" promovió la idea de la celebración de un congreso en el Vaticano sobre el Teófilo monje, y autor de obras religiosas, y me presentó como coordinador de dicha Asociación con el mundo académico. Finalmente, Mario Chiesa animó al prof. Zaggia a culminar su meritorio y adelantado trabajo de edición crítica de las redd. Paganini y Toscolanense con una edición comentada. El prof. Zaggia señaló la dificultad del objetivo, y la necesidad, en su opinión, de que el comentario de cada libro fuera encargado a un especialista.







El congreso se cerró, pues, con la esperanza de que continúe la expansión de la filología folenguiana, que tendría como uno de sus hitos, tal como señaló el prof. Zaggia, la edición -necesariamente monumental- interlineal de las cuatro redacciones de las macarroneas folenguianas, y de que haya jóvenes investigadores que tomen el relevo de las viejas generaciones. En cuanto a mí, este encuentro marca un verdadero post quem en mi humilde trabajo de especialista en poesía macarrónica, que espero que siga dando más frutos en el futuro, como la publicación de mi tesis revisada y aumentada, y de mi traducción en proceso del Baldus de la Vigaso Cocaio.






domingo, 19 de noviembre de 2017

GIORNATE DI STUDIO SU TEOFILO FOLENGO a cinquecento anni dalle prime Macaronee (Scuola Normale Superiore di Pisa, 23-24 novembre 2017)




Los próximos 23 y 24 de noviembre se celebrarán en la Scuola Normale Superiore de Pisa las Giornate di studio su Teofilo Folengo a cinquecento  anni dalle prime Macaronee, organizadas por el prof. Luca D'Onghia. Participaré como miembro de un grupo de investigación de la Universidad de Cádiz dirigido por el catedrático D. José María Maestre con una conferencia en italiano titulada L'influenza folenghiana nella poesia maccheronica spagnola, y posteriormente en una tabla redonda en la que presentaré, junto a Otello Fabris, presidente de la Associazione Internazionale di Studi Folenghiani "Merlin Cocai", de la que me honro formar parte, una asociación de investigación internacional sobre la macarronea europea y extraeuropea en colaboración con la Universidad de Cádiz. 
Me siento también emocionado por la posibilidad de conocer en persona a otros insignes folenguistas conferenciantes, cuya obra leí con avidez a mediados de los años 90 para intentar entender mejor el abigarrado mundo que se encontraba tras Folengo y sus macarroneas; especialistas, pues, como Mario Chiesa, estudioso y editor de Folengo, Massimo Zaggia, excepcional editor de las Macaronee minori que tanto influyeron en mi manera de editar los poemas macarrónicos españoles, Lucia Lazzerini e Ivano Paccagnella, estudiosos, respectivamente, de los sermones híbridos tardomedievales y de los poetas macarrónicos prefolenguianos, así como de su influencia en Merlín Cocayo, y al pisano Luca Curti, genial discernidor de que la verdadera diferencia entre Folengo y sus predecesores se encuentra en el deliberado juego de personas literarias macarrónicas creado por el autor mantuano.

domingo, 12 de noviembre de 2017

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DE "BALDO": Pelea de Berta y Lena (VI, 255-349)





Pero entretanto la esposa de Baldo, que Berta se llama,
sin su marido, sin bienes, y pobremente vestida,
es echada a la fuerza -¡qué pena!- de casa de Berto,
pues, según de los senadores el veredicto,
"teniendo Zambello la propiedad, propietario se llama".                 260
Mas Cíngar no abandona a aquella desventurada,
quien mala penuría tendría, o incluso el peligro sería
de que en un taburete, por ganarse la vida,
Berta sentada, tuviera la tienda siempre abierta1,
si Cíngar no la ayudara con sus consejos y obras.                         265
Aquella viudita amamanta dos hijitos gemelos,
e hila en la casa paterna, y así se gana la vida.
Montando en cólera, empero, por su pena excesiva,
tira al suelo el huso, y aparta a un lado la rueca,
agarra una barra gordota, y corre al lar de Zambello,                   270
al que jura dar bastonazos tan numerosos,
cuantos emplean para trillar la paja los rústicos.
¡Ay de ti, Zambello, si te encuentra en tu casa!
¡ay de tus hombros y espalda!: la cólera de la diabla
tráete, furibunda, la calamidad más terrible.                                275
¡Oh, qué buena suerte, que lejos estabas entonces!
Pero tu Lena, no obstante, tu esposa, digo, donosa,
que de tener se alegraba un mastuerzo como marido,
cuando ve a Berta viniendo hecha una fiera,
y villanías sin dejar de echar de su boca,                                     280
que quiere, tiene el propósito de zurrarle a la silla,
después que ocasión no dase de apalear el caballo,
ella también a un lado aparta prudente la rueca.
Lena, digo, viendo a la otra echándose encima,
presta se quita de su costado izquierdo la rueca,                          285
que había justo cargado de un grande rollo de estopa,
y mientras piensa en ponerlo rápidamente debajo,
y en agarrar al tiempo el rodillo de los hojaldres,
Berta, en llegando, comienza a darle gusto a la tranca;
Lena, carente de armas, corre veloz hacia el fuego,                      290
do pone la rueca y el lino; el fuego al punto la seca
materia prendiendo, estalla en una feroz llamarada,
cual presto hace fuego la culebrina que ataca murallas.
Berta, viendo crecer contra sí una hoguera tamaña,
vuelve la espalda, se va, se escapa, vuela cual pájaro,                 295
pues combatir contra el fuego es una enorme locura.
La otra, mil antiguas ofensas rememorando,
no menos la acosa, tal que el gavilán hace con la becada,
que huye de aquél, igual que la alondra de azor que la sigue.
Lena se afana en poner la lana ardiente en sus trenzas,               300
Berta grita: "¡Mi hermana querida, y dulce cuñada,
perdóname, desdichada de mí, perdona a tu hermana!"
Lena gritar la deja, quien, sorda a toda plegaria,
siempre más muestra tener orejas de comerciante.
Su diestra la rueca chisporroteante de hebras ardiendo                305
alta sostiene, y la zurda, corriendo, se afana en a aquélla
cogerla, bien por sus sueltos cabellos, caída la cofia,
o por las enaguas alzadas por obra del viento agitado.
Berta aún más se apresura, y ya algunas pavesas
siéntese crepitar por sobre su nuca desnuda,                              310
por eso se gira y sopla por apagar esa estopa,
pero estornudó su nariz rozada del fuego en su punta.
Corre entonces el doble en zigzag y en línea recta,
no de otro modo corriendo que gata poco doméstica,
a cuya cola le atan una tripa de cerdo,                                       315
en la que hay o tres o cinco semillas de haba.
Aquélla huye y oye las habas sonando a su espalda,
por lo que corre más, siempre la persigue aquella
tripa, y piensa que un hombre la viene detrás persiguiendo.
Finalmente, llegando Berta a cierta vivienda,                             320
grita auxilio, y quiere saltar un alto cercado
tejido con vencejos de sauce, y lleno de zarzas.
Y como un salto dio por saltar de la cerca la altura,
enganchose con su falda en aquellos espinos;
atrapada quedó con los pies mirando hacia el cielo,                     325
oscurecer logró el sol descubriendo su libro2,
y contra lo natural superó la luna al marido.
No parose Lena, quien la rueca caliente
en el eclipse hundió, que ya el mundo oscureciera.
Cuando la buena mujer sintió sus bajos ardiendo,                       330
por el dolor vencida, sobre la sopa humeante
sopla, y con su otra boca a la vez un pedo se tira,
que fue capaz de la rueca apagar con su fuerza ventosa.
Hecho lo cual, facilmente se libra de aquella maraña,
se asienta sobre sus pies, y, animosa ya el fuego apagado,          335
inclínase, y agarra Berta medio ladrillo,
y con enorme empeño a su cuñada lo lanza.
Lena, no obstante, con su agilidad esquiva la piedra,
coge la misma, y la tira al sitio de donde viniera.
Entre las dos, así pues, se alzaba la cerca de espinos,                 340
que Berta, saltando a pies juntillas, pasó por encima;
entonces, cogiéndose por las trenzas, con uñas entrambas
se zurran, se muerden, se arañan, y sin tijeras se pelan.
He visto a veces gallinas, o bien incubando sus huevos,
o por doquier llevando sus batallones de pollos,                          345
dar comienzo a una liza de garras y picos cruenta.
Como aparece con sus pechos doquier desplumados,
mientras se picotean y hieren con uñas filosas,
del mismo modo Lena y Berta casi se matan.







1Referencia a la prostitución.

2En glosa a T IV 337 se señalaba: Metaphora sumpta incantatoribus, qui magicum retegendo libellum solis radios obtenebrant. Alusión, indica Chiesa, a la creencia de que los brujos podían provocar con los encantos de sus libros de magia eclipses, causados a menudo por la luna. De ahí la doble metáfora que tiene como término real la vagina femenina.