CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

domingo, 31 de enero de 2016

EL NACIMIENTO DE BALDO (BALDUS V, 2, 433-474)




Baldovina en casa se queda solita, y la lluvia
de los sus ojos calmar no puede marchado el marido.
Con la mejilla en la mano está pensativa, y de pronto,                    435
de pronto imprevistos dolores se adueñan de sus entrañas;
de hecho, la pobrecita se enfrenta a su parto primero1.
La desdichada a lanzar agudos chillidos forzada
se ve, y por no dejar que la oigan, esconde en su pecho
los dardos que Baldo aún no nacido tira doquiera.                           440
Sólo gime por más que no quiere, y ora de un lado,
ora del otro (visión que piedad provoca) se vuelve.
No la partera asiste, que preste la ayuda debida;
llama a las criadas y siervas a que antes solía
mandar, tal como manda de un monarca la hija,                             445
mas en vano llama, porque sólo la gata podía
"miau" responderle, pero no prestarle socorro.
No sin motivo, empero, tan grande afán la atormenta,
cuando nace de sí de la caballería el espejo.
Todo lo que extraordinario será por las letras o Marte2,                   450
sale del vientre materno no con plácido parto,
y viene de esfuerzo penoso fuera de toda medida.
Nace entonces, por fin, el meollo de toda proeza,
la flor de la gallardía, Baldo, rayo de liza,
poder de la espada, vigor del escudo, por entre los dardos,              455
en las batallas de lanzas ruïna, tea e incendio
como una cruda bombarda contra las filas contrarias.
Ni siquiera lo pétreo del monte, el acero, o un enorme
bastión, ni el fuerte reparo de una gruesa muralla
podrán resistir indemnes de su valor al martillo.                              460
Nace Baldo aquí sin ayuda de comadrona,
y no dio ningún chillido como los rorros.
Y aunque esté Baldovina toda hecha unos zorros,
como una vieja cuba de aros sueltos del todo,
se alza, y en un bastón apoyando sus débiles pasos,                        465
agua calienta, lava al niño, y lo envuelve en harapos.
Luego al lecho retorna, descansa, y al niño amamanta,
mucho lo besa, y saciar no puede el materno deseo
de a besos comerse sus ojos, su frente o su boquita.
Aquél no llora, sino que ríe con cara risueña,                                   470
mientras se esfuerza en hablar, todavía no sirve la débil
lengua a la voluntad, ni "papá" ni "mamá", ni siquiera
balbucea "papa", aunque conocimiento de cosas
mucho tenga, y una nueva estrella le sea propicia.















1G. Bernardi Perini ha descrito con insuperable maestría la evolución de la descripción de este episodio en su artículo "La nascita di Baldo", recopilado en sus Scritti Folenghiani, (2000), pp. 109-126. Los 23 versos que narran el paso al final del libro primero de la redacción Paganini (1517) pasan a 48 en la red. Toscolanense (1521), en la que Baldovina sigue muriendo en el parto a pesar de las parteras, hecho que lleva Guidón a abrazar la vida eremítica; novedades, en cambio, son el hecho de que el anónimo aldeano de la red. P, reciba el nombre de Bertus Pannada, y el honor de ser considerado por Guidón un "aldeano cortés", oxímoron en la mentalidad folenguiana, así como el hecho extraordinario de que el recién nacido no llore (plangere quem nusquam viderunt more putini). En las dos siguientes y últimas redacciones, la Cipadense y la Vigaso Cocaio, en las que el episodio se diluye entre dos libros, es evidente la influencia del Orlandino del mismo Folengo, poema en vernáculo publicado en 1526, que narra el nacimiento e infancia de Orlando (Roldán); de tal obra proceden el retrato corregido y aumentado de Berto Panada que coincide con la ausencia del padre en busca de fama y fortuna cuando el niño nace, y la supervivencia de Baldovina al solitario parto, que verá crecer a su hijo. Bernardi atribuye, en fin, la atmosfera idilliaca del paso a la influencia de la cuarta égloga virgiliana (lo sguardo del Folengo è lo stesso sguardo di Virgilio, chino su una culla a cogliere i primi segni di una vita nuova e di una pena risarcita [o.c., p.126).

2Acostumbrada sinécdoque por la guerra.

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