CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 23 de julio de 2022

MACARRONEAS DEL SIGLO XVIII: EL POEMA MACARRONICVM DE MERLINVS SOBRE LA ENTRADA DEL ALMIRANTE DE CASTILLA EN LA CIUDAD DE CÁDIZ, EL POEMA MACARRÓNICO INCLUIDO EN UNA MÁSCARA JOCO-SERIA SEVILLANA DE 1742, Y EL EPIGRAMA CANARIO DE QUIJADA.


 

1. La poesía macarrónica en el siglo XVIII.


1. 1. Características formales frente a las macarroneas precedentes.


Incluimos en este capítulo el estudio y edición de las macarroneas que hemos podido recopilar de esta centuria, con excepción de la metrificatio invectivalis de Tomás de Iriarte, a la que dedicamos el capítulo siguiente en gracia a sus particularidades.


Frente a la relativamente irregular producción del siglo anterior (cf. otios., Marq, Ignat., carm., PM1 y PM2), destaca en las producciones dieciochescas, coincidiendo con su carácter de poesía de circunstancias, la premeditada corrección formal, y, sobre todo, la alta conciencia que manifiestan los autores de las posibilidades expresivas y estéticas del lenguaje que manejan, que se hace principalmente patente en la composición de Merlinus y en la de Tomás de Iriarte. En estos dos poemas hay, asimismo, referencias intencionales y evidentes a la tradición folenguiana, ya convertida en clásico de obligada referencia. Estas dos tendencias de perfeccionamiento del instrumento lingüístico macarrónico y de afán anticuarista van de la mano en la muerte del género, que tendrá un esplendoroso cierre en la Pepinada de Sánchez Barbero (1812), el más folenguiano, sin duda, de los poemas macarrónicos españoles.


1. 2. Mojiganga y macarronea.


Es un hecho absolutamente novedoso el que las dos primeras macarroneas reseñadas en el título se presenten como mojiganga o como integrante de una de ellas (cf. v. 4 y 8 respectivamente). Esto representa un inesperado -y tardío- giro en la producción macarrónica hispana conocida, que entra así en relación con manifestaciones teatrales o parateatrales de origen plenamente barroco.


A la variada polisemia de la voz 'mojiganga' recogida por Corominas ('personaje típico de las mojigangas'; 'compañía teatral formada por nueve o diez actores'; 'mascarada grotesca y cabalgata de Carnaval'; 'farsa' (cf. Aut.s.u. 'mogiganga': "Fiesta pública que se hace con varios disfraces ridículos, enmascarados los hombres, especialmente en figuras de animales [...] Por alusión se llama qualquier cosa ridícula con que parece que alguno se burla de otro") hay que añadir el sentido de 'pieza teatral breve' como señala Javier Huerta Calvo. Añade este estudioso que "ya en el siglo XVII quedarán fijadas las dos acepciones más usuales de la palabra: como festejo carnavalesco y como pieza teatral breve"1.


No obstante, los límites entre mojiganga dramática y no dramática no estarán siempre claros, ya que el mismo Huerta Calvo cita un ejemplo de máscara hablada, "con lo cual se daban los dos tipos conocidos de mojiganga"2. A este tipo mixto pertenece sin duda la máscara joco-seria celebrada en Sevilla en 1742, en la que se incluye un poema macarrónico recitado por uno de los participantes, disfrazado del dios Príapo. Es esta presencia de personajes mitológicos adoptados en clave burlesca una de las características de las mojigangas3, que, junto al tono teatral implícito, lleva al autor de la composición sobre la entrada del Almirante en Cádiz a tildarla de mojiganga. Efectivamente, el poema contiene una escena mitológico-burlesca que consiste en un diálogo de corte lucianesco entre Hércules y Venus, divinidades íntimamente relacionadas con la capital gaditana. Cabe incluso la posibilidad de pensar que esta escena fuera la adaptación de otra real representada en una mojiganga callejera en la jornada de la visita del Almirante a Cádiz (cf. v. 86: "Vndique farsa pluit, repetitaque musica rodat"). Da que pensar, ciertamente, el hecho de que el autor de la composición gaditana presenta a su Musa macarrónica como "zumbática" (v. 4), y que el Príapo sevillano diga que viene zumbando a alborotar a Sevilla (v. 6), es decir, atribuyéndoseles a ambos el manejo de la zumba o cencerro grande característico de la pandorga o música muy ruidosa propia de las mojigangas.


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1 Cf. JAVIER HUERTA CALVO, Teatro breve de los siglos XVI y XVII, Taurus, Madrid 1985, pp. 59-60. La mojiganga teatral "tendrá la obligación de rememorar al espectador los aspectos plástico-visuales que acostumbraba a ver por las calles" (p. 64); PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA, Una fiesta sacramental barroca. Loa para el auto "Entremés de los instrumentos". Auto sacramental "La segunda esposa y triunfar muriendo". Mojiganga "De las visiones de la muerte", Edición de José María Díez Borque, Taurus, Madrid 1983, pp. 250-251.

2 Cf. JAVIER HUERTA CALVO, o.c., pp. 62-63.

3 Cf. ib. p. 62. En nuestro estudio sobre la macarronea de la máscara joco-seria de 1742 revisaremos más aspectos de la mojiganga callejera. (cf. infra 3. 2).


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