sábado, 25 de abril de 2020

"ARS MACARONICA" EN EL EMBLEMA ANÓNIMO GADITANO "OTIOSITAS VITANDA"







3. 2. 1. 4. Ars macaronica en el emblema anónimo gaditano.

La macarronea que se emplea en otios. resulta distinta de la configurada por Folengo, que sirve de modelo a los macarrónicos españoles. El autor tiene conciencia de ello y lo advierte en su “preambulum” (otios. 1-14). Como se señaló arriba, se sirve de comparaciones y metáforas para señalar estas diferencias, que tienen origen en su idiosincrasia de escritor emblemático, que le lleva a no someterse a los preceptos técnicos de los géneros literarios, sino a buscar la mixtificación en aras de la expresión más efectiva de sus fines pedagógicos. La que llama “común macarronea” la compara a un extranjero que pronuncia mal las palabras de nuestro idioma, guardando las reglas del suyo propio (otios. 5-7), y en glosa explica que “la común macharronea se forma a semejança del estrangero que, queriendo pronunciar nuestro idioma, guarda los acentos y tono del suyo, como el lenguaje de Ganassa, que mezcla nuestra lengua con la italiana o bergamasca”. Lo que está describiendo el emblemista es algo totalmente opuesto al macarroneo, pues plantea un caso de hibridismo lingüístico producto del fenómeno de interferencia descrito por Uriel Weinreich en zonas de bilingüísmo1. Es lo que llama Torres-Alcalá hibridismo dinámico e involuntario, caso del creôle, el jiddish y el papamientu2. Prescinde, pues, básicamente en su definición, del carácter de voluntaria parodia de la insuficiencia lingüística que denota todo hibridismo voluntario, y que se sitúa en el origen del macarroneo, y del carácter de progresiva perfección formal que va configurando desde el principio Folengo en la elaboración del macarroneo como medio personal de expresión. En la negación de este segundo aspecto hace hincapié el emblemista cuando atribuye erróneamente a Merlín Cocayo sus propias libertades e imperfecciones prosódicas (“[...] imitando a la macarronea de Merlin, que no repara en guardar la medida precisamente, contentandosse con el verso Modelo (cf. glosa a otios. 4)”). El autor de otios. malinterpreta radicalmente el ars macaronica, para poder adaptar con total libertad el instrumento lingüístico empleado a un fin práctico de expresión.

Esta libre interpretación de la macarronea se evidencia con la comparación que hace de su propio poema macarrónico con un enfermo (otios. 8-11); comparación que en glosa da el salto a metáfora “de un enfermo que tiene a vezes lucidos interuallos, y en ellos habla cuerdamente, y al mejor tiempo comiença a desuariar, diziendo algunos dichos graciosos (otios. 9)”. El ‘hablar cuerdamente’ del enfermo nos coloca ante un predominio de lo conceptual transmisible sobre el puro juego lingüístico, inútil y hasta extraño a los intereses del emblemista, y la referencia a intervalos ante una preferida separación de los lenguajes presentes en la macarronea, en vez de la preceptiva fusión de éstos en un lenguaje aparentemente homogéneo, como ocurre en el macarroneo. La macarronea de otios. pretende basar su efectividad cómica no en la alta calidad formal de presentación, según las reglas del discurso poético latino, de un disparate lingüístico concebido como un continuum inextricable, sino en la imperfección prosódico-métrica y en la separación evidente y periódica de los constituyentes lingüísticos de la macarronea, plasmada en una deleitosa –según el autor- variedad de versos (latinos, propiamente macarrónicos, mixtos y españoles) (otios. 12-14).

La inspiración inmediata de esta inusitada concepción de la macarronea puede estar en la misma fuente clásica que proporciona la imagen del enfermo. El proferenti verba corrupte de otios. 6 es calco de la expresión uerba corrupte pronuntiabat, recogida en el cap. 31 (30), 9 del libro XIII de las Noctes Atticae de Aulo Gelio. En este capítulo se indagaba el sentido de la expresión ‘caninum prandium’ en la sátira de Varrón. El autor nos sitúa para ello en una librería ante un pedante comentador de las sátiras de Varrón, al que pide que lea los versos en que aparece esta expresión, y dé una explicación de ella3:

Laudabat venditabatque se nuper quispiam in libraria sedens homo inepte gloriosus, tamquam unus esset in omni caelo saturarum M. Varronis enarrator, quas partim Cynicas, alii Menippeas appellant. Et iaciebat inde quaedam non admodum difficilia, ad quae conicienda adspirare posse neminem dicebat. Tum forte ego eum librum ex isdem saturis ferebam, qui ʿΥδροκύων inscriptus est. Propius igitur accessi et; ‘nosti’, inquam ‘magister, verbum illud scilicet e Graecia vetus musicam, quae sit abscondita, eam esse nulli rei? Oro ergo te, legas hos versus pauculos et proverbii istius, quod in his versibus est, sententiam dicas mihi’ (1-4).

El pretendido erudito le pide a su vez que le lea el texto, pero éste le responde que no puede leer bien lo que no entiende bien, y ante la expectación creciente de los circunstantes, el pedante toma con evidente desagrado el libro, y comienza una lectura francamente defectuosa, cortando las frases y demostrando una pronunciación viciada:

lege’ inquit ‘tu mihi potius, quae non intellegis, ut ea tibi ego enarrem’. ‘Quonam’ inquam ‘pacto legere ego possum, quae non adsequor? Indistincta namque et confusa fient, quae legero, et tuam quoque impedient intentionem’. Tunc aliis etiam, qui ibi aderant, compluribus idem comprobantibus desiderantibusque accipit a me librum fidei veterem spectatae luculente scriptum. Accipit autem inconstantissimo vultu et maestissimo. Sed quid deinde dicam? Non audeo hercle postulare, ut id credatur mihi. Pueri in ludo rudes, si eum librum accepissent, non hi magis in legendo deridiculi fuissent; ita et sententias intercidebat et verba corrupte pronuntiabat (4-10).

Ante las primeras risas, devuelve, abochornado, el libro, y se excusa hablando de sus ojos enfermos. Le pide al protagonista que vuelva cuando se haya curado, y ante su reiterada pregunta, se escabulle afirmando que no da gratis esa clase de enseñanzas:

Reddit igitur mihi librum multis iam ridentibus et: ‘vides’ inquit ‘oculos meos aegros adsiduisque lucubrationibus prope iam perditos; vix ipsos litterarum apices potui comprehendere; cum valebo ad oculos, revise ad me et librum istum tibi totum legam’. ‘Recte’ inquam ‘sit oculis, magister, tuis; sed, in illis nihil opus est, id, rogo te, dicas mihi; caninum prandium in hoc loco, quem legisti, quid significat?’ Atque ille egregius nebulo quasi difficili quaestione proterritus exurgit statim et abiens: ‘non’ inquit ‘parvam rem quaeris; talia ego gratis non doceo’ (10-13).

El enfermo de otios. también provoca la risa con su intermitente desvarío lingüístico entre los que le oyen (cf. otios. 10-11: “Qui tum bene loquitur, tum autem desvariando / dicit sententias cuilibet audienti facetas”). El concepto de ‘error’ lingüístico subsiste, pues, de alguna manera, pero no asociado a lo voluntario macarrónico que busca efectos cómicos en el hibridismo consciente, sino a la involuntariedad identificada con la enfermedad y los intervalos de recuperación física y mental. La macarronea de otios. no se presenta –aunque lo sea- como un logro artístico consciente basado en la manipulación lingüística, sino como el producto de una enfermedad transitoria, que hace disculpables y comprensibles los ataques del “virus” macarrónico, pero que aspira siempre a la restauración de la normalidad. Estamos, por tanto, ante la definición perfecta de una “antimacarronea” folenguiana, condicionada por los preceptos didácticos del ars emblematica (cf. glosa a otios. 35: “La macharronea demanda que aya tambien algunos versos ridiculos, y estos dos passen por tales, pero no sin prouecho”).

La reflexión lingüística de otios. carece, empero, de precedentes y consecuentes –hasta la Pepinada del gramático y poeta Sánchez Barbero (1812)- en la historia de la poesía macarrónica española, que se limita a poner en práctica, a su manera, la fórmula artística aprendida de Folengo.





____________
1 cf. aquí y aquí.
2 cf. aquí.
3 citamos por el texto fijado por C. Hosius para la Bibliotheca Teubneriana de GELLIVS, Noctes Atticae, B. G. Teubner, Stuttgart 1981, vol. II pp. 99-100. Las cursivas son nuestras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario