Ya se
prepara el tocón para el hacha, en mitad de la plaza
apresta el
verdugo el patíbulo, horrible de ser contemplado, 265
donde debe
Baldo perder venerable cabeza.
"¡Ah!
-al Pretor le dijo Cíngar-, Vuestra Excelencia
a este Baldo
conceda un confesor, porque el alma
al menos el
desdichado no pierda, y la lleve el diablo.
'No me
olvides'1
diciendo el ladrón, fue al punto salvado". 270
No más el
Pretor pensando: "Que Vuestra Reverencia
-dijo- sea
su confesor; a otorgar tal demanda
estoy
obligado; es más, os lo ruego, salvad al gran pícaro.
¡Eh,
alguacil!, acompaña al padre, y vosotros, la guardia,
dadle
escolta, y abrid para él la mazmorra de abajo 275
por confesar
a Baldo; y la puerta no desamparadla,
reforzad,
mientras dura la confesión, vuestra guardia."
Cíngar
lleva consigo agua fuerte, y limas que suenan
en sordina,
cuando el hierro sin ruido lo cortan;
todo lleva
bien escondido so hábitos santos. 280
Se va bajo
tierra a buscar de Baldo la sepultura.
Éste ya los
cerrojos que con fuerza chirrían
oyó
abrirse, y que hacían girar las llaves de bulto;
piensa, sin
equivocarse, que ya de morir el momento
es llegado,
y de fin poner a tan gran sufrimiento. 285
Está,
pobrecillo, por tierra, de llanto amargo postrado,
no porque su
ánimo harto fiero tema la muerte,
mas por
recordar a sus tiernos hijos y caros amigos;
lamenta este
tipo de muerte, él, que en tantas batallas
la vida,
cargada de triunfos, dar no había podido; 290
pero sobre
todo es la conciencia lo que lo atormenta,
pues al
desdichado la confesión le resulta negada.
Ya el
alguacil las cancelas todas abierto había,
y con llaves
cien franqueara un ciento de puertas.
Cíngar, con
gravedad admirable, el umbral atraviesa, 295
a cuyo paso
los guardias de rodillas se hincaron.
Zambello a
seguirlo se niega, y hacia atrás se retira,
y de ninguna
manera quiere entrar allí dentro.
Cíngar a
éste lo llama: "¡Venid, hermano Erino!,
porque dos
hermanos siempre ser nos precisa." 300
Zambello
obedece a lo dicho, y la cabeza bajando,
pasó la
gran puerta, yendo a tientas en la mazmorra.
Tras ellos
hete que cierran la puerta de nuevo a cerrojo.
Larga es la
barba de Baldo por el largo tiempo pasado,
y hasta la
cintura le cae, cubriéndole el pecho. 305
Cíngar
avanza; lo sigue el fraile Erino devoto,
y
Padrenuestros murmura entre dientes y Ave Marías,
pues el
idiota piensa ser en verdad fray Erino,
y de cantar
misa nueva en breve tiene esperanza2.
Pero cuando
Cíngar llega al lado de Baldo, 310
apenas lo ve
a la luz escasa de una ventana;
tal luz no
la emite el sol sino antorcha en el muro de fuera.
Apenas
llegado, sigue fingiendo, y esto le dice:
"¿Qué
haces, truhán, qué haces, ladrón, mala hierba, qué pasa?
¡Ahora por
tantos pecados, y robos, y tantas rapiñas 315
tú, harto
merecedor de horcas cien, pagarás lo que debes!
Ahora un
ejemplo serás para quienes robar tanto ansían.
No te
prestan ayuda Fracasso, Mosquino, ni Cíngar.
Ya a
Fracasso en cuatro cuartos han descuartizado,
y sus tripas
tirádolas han de comer a los perros. 320
Un dorado
dogal3estiró
de Cíngar el cuello,
y a la
postre topó con la trileñífera4horca.
Al cuello
del medio perro Falqueto fue de molino
colgada una
piedra, que de Governolo5
la esclusa tragara.
Tú ahora
también, criminal, el cuello darás para el corte, 325
y
descuartizado serás a los ojos de toda la gente."
Alzando
Baldo apenas sus ojos y frente fruncida,
pasmóse que
de hábito santo y de tonsurada cabeza
salieran
palabras tan mal pensadas y tan insensatas.
Bajando
después su cabeza, deja ya de mirarlo, 330
y dar
respuesta no se digna al fraile gallofo,
pues
considera que es cogulla desvergonzada.
Cíngar
arteramente sigue intentado humillarlo:
"Soy
confesor -dice-, dime tus pecados, canalla".
Baldo,
elevando de nuevo los ojos, suspira y le dice: 335
"Aunque
no merecen respeto estas palabras
que dices, y
qué dices no sabes, pésimo fraile,
vete,
empero, de aquí, hedor del malvado diablo.
Conque no me
tuvieran atado cadenas de hierro,
a ti,
animal, cual un pollo te torcería el cuello. 340
Hablando en
mi desamparo debes darme consuelo,
y confortar
mi alma de tanto crimen llorosa,
actúas de
modo que muera del todo, e invoque al diablo.
Fraile
impío, mil maldades alberga tu pecho;
mírate tú
mismo, amonesta tus torpes costumbres; 345
llevas una
tonsura de la que mil veces reniegas.
Nada sino el
bodrio6
fue siempre tu vida, bellaco.
Tú,
destrucción7
de los blancos panes, vete muy lejos.
Quien mejor
que tú a mastines alimentaría; ¡ay,
qué
porquerías apestan debajo de esta capucha! 350
De la Piedad
Suprema más tendré el perdón yo
que tú, que
misa celebras, y que tener consideras
en el
bolsillo a Dios de tu cordón por la gracia."
Entonces
Cíngar, movido de mucha piedad en su alma,
habla en
susurros bajando la voz y tal cosa dice: 355
"¡No
me escondo ya más de ti, queridísimo Baldo!,
¡ah, mi
dulce amigo, mi corazón, mi fe, y pena!
Soy tu
Cíngar, ¿no reconoces a tu amigo?,
¿no me
conoces de veras, Baldo?, mira mi cara,
mira rasgos
no ajenos: Cíngar de los amados 360
y de los
amigos primero, quien de día y de noche
pensó en
ti, en ti piensa, y pensará para siempre.
No permitiré
que mueras, Baldo, de muerte tan baja;
pena sin ti
la Nobleza, y Virtud de la Cortesía
va
cabizbaja, la Libertad languidece, y sus armas 365
Marte tiene
oxidadas, y su inútil escudo ha tirado.
¿Sin ti qué
acto de magno valor la Proeza daría?,
qué el no
va más de la gracia, qué la gloria de encomio?
No quieren
tu muerte, Baldo, ni mar, ni terra, ni cielos,
no que
desaparezca el nombre y honor de tal hombre." 370
Así
diciendo, unas trescientas veces lo besa,
lo abraza,
lo estrecha en sus brazos, lágrimas tiernas derrama.
"Soy tu
Cíngar -dice-, deja ya los temores,
no lo dudes,
soy Cíngar yo, soy Cíngar, cargado
bajo este
manto de martillos y de tenazas." 375
Como es la
alegría de madre de antaño llorosa,
que muerto
pensara que su hijo de tiempo estuviera,
y luego lo
ve volver a ella vivo, y en todo
su cuerpo
gallardo, y resplandeciente en su faz rubicunda,
tal se
sintió nuestro Baldo al ver a Cíngar su amigo, 380
aquél,
igual que sacado de pronto del sueño, abiertos
ojos, sin
nada decir, en el rostro de Cíngar, y en toda
su fisonomía
clava, y mudo queda de asombro;
pues por
causa de tanta alegría el hablar se le veda,
y lo que ve
con sus propios ojos sueño parece. 385
Zambello a
Baldo reconociera, y acurrucado
en un
rincón, del mucho miedo encima se caga.
Cíngar
dice: "no es ahora de hablar el momento;
a veces por
entretenernos el bocado perdemos."
Entonces, la
franciscana capa a un lado tirando, 390
y saca
presto las herramientas del saco sabido8.
Vierte el
agua fuerte, ablanda del hierro lo duro,
y con el
diente de la lima sorda sierra cadenas;
y en pie se
pone Baldo tras unos breves instantes,
su
debilitado cuerpo apenas puede tenerse, 395
por eso
Cíngar saca ocho trozos de piñonate
y una
botella de malvasía que aposta llevara;
reconforta a
Baldo, y vigor devuelve a sus miembros.
Llama
después a Zambello: "Querido hermano Erino,
acercaos
aquí, pues rezar ahora debemos." 400
¡Oh,
Jesucristo!, ¡hola!, ¿por qué, hermano Erino,
¿por qué
no escucháis?, ¿acaso estáis durmiendo?, ¡eh, hola!,
¿a quién
estoy hablando?, ¡venga Vuestra Reverencia!"
Zambello
nada dice; se queda helado de espanto,
el pobre
hombrecillo querría fuera estar de la celda, 405
porque bien
conoce a Baldo, y lo ve peligroso.
Cíngar lo
llama de nuevo: "Venid, hermano Erino."
Baldo se
admira: "¿a quién llamas? -dice- acaso aquí dentro
alguien
hay?, por favor, dímelo". Cíngar a Baldo
todo contó
sonriendo con brevedad y en detalle. 410
Quedóse
pasmado Baldo del arte tamaño de Cíngar,
que, yendo a
la postre a buscar a aquella alma de cántaro,
"¡ah
-habló-, pobrecito!, mil veces estoyos llamando,
¿y no
queréis a mí responderme, vuestro maestro?
¿así al
padre prior a obedecer se aprende?" 415
"Vos,
me disteis, padre Quintino, tal orden primera,
cuando me
mandasteis nada decir a la gente."
Cíngar a
esto nada como respuesta tenía,
y ve que un
tonto le hace quedar a él como tonto.
A éste,
empero, al punto Cíngar y Baldo agarraron, 425
lo despojan,
desnudan, acallan y lo encadenan,
y bretes y
esposas le ponen en el puesto de Baldo.
El alguacil,
apremiando, abre la puerta, y afuera
quedando
grita:"¡Eh, padre, porqué tamaña tardanza?
¿no está
confesado ya?, que Vuestra Prudencia acelere 430
todo, porque
si quiere decir cada cosa en detalle,
un año no
le bastaría para contar sus rapiñas."
Baldo, tal
escuchando, quiso afuera lanzarse,
y al
alguacil el resto darle a fuerza de puños.
Cíngar,
atemorizado, retúvolo por un brazo: 435
"No
vayas -dice-, por favor, a perder la cabeza.
¿Acaso te
has vuelto loco, y el control has perdido?"
Responde,
presto, al alguacil con voz poderosa:
"Esperad
un momento; ahora mismo termino.
Hemos
llegado al final, mil culpas he encontrado; 440
el saco
estaba lleno; de cuatro días9
hedía,
doy ahora la
absolución; vos, hermano Erino,
devotamente
lanzad a Dios entretanto plegarias."
Mientras
así hablaba el Miserere comienza;
mas como no
sabía acabar el resto del salmo, 445
en baja voz
susurraba, al Gloria Patri10
llegando.
Y mientras
el pícaro cubre su astucia de vario artificio,
y gana
tiempo al alguacil respuesta ofreciendo,
cúbrese
Baldo de grises hábitos completamente,
y un nuevo
fray Erino aparece en lugar de Zambello. 450
Cíngar le
enseña de qué manera debe moverse,
que no
levante la vista, y la cabeza la agache,
y que rumie
los Padrenuestros entre susurros.
Para no ser
descubierto, lo cubre con la capucha,
y en un
momento cortóle la barba con las tijeras. 455
Llegan al
fin a la puerta; no obstante, Cíngar delante
pasa devoto,
y a continuación de él, humillando
salió la
cabeza Baldo, a quien nadie mira siquiera.
Entonces
aprisa entrar la canalla rastrera quería:
corchetes,
esbirros, el alguacil, el verdugo y mil otros. 460
Pero Cíngar
le dijo al alguacil: "¿a qué viene
tal prisa?,
¡diantre, santo Dios!, ¡dejad solamente
al menos el
tiempo para que pueda hacer penitencia!"
Así se
expresa, y huyendo, seguido de Baldo, se marcha.
¿Pero a
dónde irás, Cíngar?, ¿dónde te lleve tu fuga? 465
Habían
cerrado las puertas de la ciudad, solo había
una
pasarela, guardada por cien hombres alerta.
El
pobrecito, pues, de Cíngar se estruja el ingenio.
Baldo, más
que él mismo le importa, porque lo quiere.
Mientras así
discurre, ante una puerta se llega, 470
donde la
gente hace guardia en el orden acostumbrado,
y no deja
pasar el pretor ni siquiera una mosca.
Baldo tiene
ganas de quitarse los hábitos;
encuentra
por dondequiera ingentes mesnadas de hombres
con
alabardas, espadas, ballestas, y escopetas. 475
Ardía del
ansia de una alabarda a la fuerza o de otra
arma
arrancar de las manos de cualesquiera soldados,
y oscurecer
el sol con tripas sus manos usando.
Cíngar lo
calma diciéndole: "¡loco, estáte tranquilo!,
déjame
pensar de escapar el modo y manera." 480
__________________________________________________
1Latro
"memento mei" dicens, fuit illico sanctus. Referencia
al episodio evangélico del buen ladrón (cf. Lc. 23, 42-43).
2Sperat
et in curtum messam cantare novellam. cf. supra v. 96
3Como
correspondiente al rey de los ladrones.
4Inque
triligniferam trabucavit denique furcam. El adjetivo
triligniferam es una creación folenguiana, cuyo carácter
extravagante he intentado traslucir en la traducción, que hace
referencia a los tres travesaños de madera que forman la horca.
5Localidad
situada junto a la confluencia del río Mincio con el Po
(Faccioli-Chiesa).
6Nil
nisi broda fuit semper tua vita, ribalde. cf. VIII 695.
7Hinc
procul absistas, bianchi destructio panis. cf. v. 99 y III 558.
8cf.
IV 93-94
9Saccus
erat plenus, foetebat quatriduanus. Referencia a la resurrección
de Lázaro ("Domine, iam foetet, quatriduanus est enim"
Io, 11, 39), como recuerda Chiesa.
10Porque
el Gloria es la parte final de cada salmo, como recuerda
Chiesa.
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