sábado, 12 de octubre de 2019

LAS MACARRONEAS DE LEPANTO: La macarronea de M. Martínez.




F. Gherardi y G. Coli, "Historia de la batalla de Lepanto"





2. 1. La macarronea de M. Martínez.

El primero de los poemas macarrónicos recogido por Pinelo presenta el título de “In Excellentiss. Princip. D. D. Joan. / Austriaci victoria Macharon. / M. Martinez lusit.”, ocupa los ff. 187v.-189v. del citado ms. E-65 y consta de 97 hexámetros κατά στίχον.

2. 1. 1. Autoría.

Sobre el nombre “M. Martínez” que figura en el título se han vertido algunas opiniones. López de Toro dice que los autores de las macarroneas lepantinas no están identificados, y sugiere la posibilidad de que sean nombres supuestos1, de acuerdo con su desafortunada lectura del ms. 3662 de la B.N2. Por otra parte, y con mayor fundamento, apuntan autorías diferentes Francisco Márquez Villanueva y J. F. Alcina. Márquez Villanueva adelanta, con reservas, la hipótesis de que se trate del catedrático Martín Martínez de Cantalapiedra:

Ignoramos si se trataría, tal vez, de Martín Martínez de Cantalapiedra, el gran biblista procesado al mismo tiempo que fray Luis de León. No parece actividad muy propia para tan austero catedrático, pero él era ciertamente el Maestro3 Martínez conocido de todos en Salamanca aquellos días4.

Podría contribuir a sustentar esta teoría la posibilidad de que la ‘M’. que precede a ‘Martínez’ no sea abreviatura de ‘maestro’ en el ms. E-65. De hecho, en el f. 187r., inmediatamente antes de la macarronea de Martínez que empieza en el f. 188v., Pinelo emplea la abreviatura ‘Mº’ para ‘maestro’, como puede verse en los títulos de los dos sonetos ahí recopilados: “Soneto 5º. del Mº. D. Joan de Almeyda” y “Soneto 6º. de mi Mº. Juan Escrivano5”.

Nicolás Antonio nos informa de que Martín Martinez, nacido en la localidad de Cantalapiedra, perteneciente a la diócesis de Salamanca, y maestro en Teología Sagrada, fue el primer intérprete trilingüe de la Biblia en la Universidad de Salamanca después de trescientos años de su fundación6. Bataillon destaca en él “rasgos de espíritu crítico y antiescolástico”7, y lo sitúa en el grupo de hebraístas afectados por el proceso de la Inquisición iniciado en 1572 a raíz de la revisión de la llamada “Biblia del Vatablo”8. Martínez y sus colegas Gaspar de Grajal y Fr. Luis de León “fueron cruelmente afligidos en su libertad y en su honra”9.

Martínez escribió tres obras de carácter técnico10:

-Institutiones in linguam sanctam, Parisiis, apud Iacobum Bogandum, sub insigni D. Christophesi e regione gymnasij Camaracensium, 1548, 8º., 114 p. y 1h. blanca.
-Idem, Salmanticae, Matias Gastius, 1571, 8º.
-Hypotyposeon Theologicarum sive regularum ad intelligendas Scripturas divinas libri decem, Salmanticae, apud Gast., 1565, fol.11
-Institutiones linguarum Hebraicae et Chaldaicae, Salmanticae, apud Gast., 1571, 8º.

No obstante, J. F. Alcina no comparte la atribución de autoría de Márquez Villanueva, y señala esta macarronea lacónicamente como obra "del portugués Martínez" (p. 133), sin remitir a ninguna otra entrada de su Repertorio. Parece, no obstante, verosímil identificar este personaje con "Francisco Martins, el conocido "Maestro Martínez" de los libros de visitas de cátedras en la Universidad de Salamanca a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, un personaje cuya relevancia no ha sido estudiada dentro del contexto de los humanistas salmantinos, oscurecida su figura por la de su compañero de docencia, Francisco Sánchez de las Brozas "El Brocense" y los demás "gramáticos" que les acompañaban"12. La popularidad indicada por Ruiz Fidalgo del catedrático portugués como "Maestro Martínez" contradice abiertamente la afirmación hecha en este sentido sobre Martínez de Cantalapiedra por Márquez Villanueva.

Sus datos biográficos son escasos. Los más seguros provienen del análisis de los "Libros de Cursos y Bachilleramientos", los "Libros de Visitas de Cátedras" y los "Libros de Claustros" del Archivo de la Universidad de Salamanca13:

Por ellos sabemos que Martins era originario "loci Sancti Petri de Rioseco in Lusitania diocesis Lamecensis". En cuanto a la su fecha de nacimiento nos es ignorada y solamente por deducción podemos aproximarnos a ella: nos consta que fue colegial del Colegio Trilingüe en los cursos de 1552 a 1555 y como tal colegial obtuvo su Bachilleramiento en Artes el día 4 de julio 1555. Si suponemos que este título lo adquirió con unos 20 años de edad, podemos deducir que tuvo que nacer alrededor de 1535 y a su fallecimiento en 1596 tendría más de 60 años. Esta fecha de su muerte está certificada en los libros universitarios, puesto que en los libros de claustros aparece asistiendo al claustro de 15 de julio de 1596 y el 19 de octubre el Rector Enrique Pimentel mandó publicar el decreto de convocatoria de oposición a la cátedra de Prima de Gramática14 que había ostentado nuestro personaje, por haber fallecido. En el libro de "Provisiones de Cátedras" figura con fecha 5 de diciembre el siguiente asiento: "probeyose la Cátedra de prima de gramática por muerte del maestro Martínez al maestro Balthasar de Cespedes".

Su vida profesional está marcada por dos rasgos fundamentales: la buena fama con que contaba entre el alumnado y el carácter polémico de sus relaciones con el Claustro, debido en gran medida a la lucha sostenida junto a su colega el Brocense por eliminar de sus clases el anticuado Arte de Antonio de Nebrija, que era el libro de texto obligatorio en los reinos de Castilla, y por poder emplear los propios textos de gramática15. Martínez publicó en 1575 una Grammaticae artis integra institutio, que conoció dos versiones y diversas ediciones16.

Aparte de la identificación del "Maestro Martínez" con el gramático portugués, existe un argumento de índole textual que puede inclinar la balanza claramente del lado de la autoría señalada por J. F. Alcina. Y es que en el v. 69 aparece un lusitanismo, cagafogo, meridianamente presentado como tal (lusitanorum), cuyo empleo puede haberle sido sugerido al autor por un semihomónimo folenguiano, cagafocus ("luciérnaga"), que debe haber impresionado al portugués Martínez por su semejanza con un vocablo de su lengua materna, y que ha aprovechado para hacer, al mismo tiempo, un guiño al lector de las macarroneas de Folengo e introducir un rasgo de patriotismo lingüístico (cf. glosario s.u. 'cagafogo').

2. 1. 2. Contenido y estructura temática.

La macarronea adopta la estructura formal de un poema épico17. La propositio que abre convencionalmente la composición (vv. 1-4) nos informa de que el tema de la pieza es la turbación producida en el Infierno por la llegada de un enorme e inesperado contingente de almas despedazadas. El poeta invoca a una Musa inusual, la Musa macharronaea, como la única capaz de ampararle en el canto de tales estragos y “disparates” (vv. 5-9).

La narratio empieza por presentarnos un retrato del infierno, presidido por Bercebú y Mahoma (vv. 10-15). La rutina infernal se ve súbitamente alterada por la irrupción de una barahúnda de almas que atesta el reino subterráneo (vv. 16-24). Mahoma reconoce en éstas a los suyos y las interroga sobre la causa de su desgracia (vv. 24-28). Las ánimas, mutiladas y temerosas, no aciertan a responder y son objeto de la burla de los diablos (29-44). Finalmente, una de ellas toma la palabra, e indica a Mahoma que tal desastre lo ha causado la escuadra española (vv. 45-52). Se inicia entonces un turno de preguntas y respuestas entre Mahoma y el alma, en el que ésta narra el desarrollo de la batalla y el estado en que comparecen los caídos. El descubrimiento entre éstos del Bajá, muerto a manos de Juan de Austria, provoca un inmenso pesar en el infierno (vv. 53-92). Entretanto la noticia de la victoria llega a Salamanca, cuyo regocijo se pinta (vv. 93-97).



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1 cf. J. LÓPEZ DE TORO, o.c., p. 195
2 véase lo dicho aquí.
3 Recuérdese que en Salamanca el título de maestro (en teología o artes) equivalía al de doctor (en derecho o medicina). (cf. ANA Mª. CARABIAS TORRES, Colegios Mayores: centros de poder, Salamanca 1986, vol. I, p. 298).
4 Cf. F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, o.c., p. 275 n. 21. El estudioso español se hace eco del prejuicio que considera labor impropia de eruditos el cultivo de la macarrónea (tal como hace Torres-Alcalá respecto a Juan de Vergara), cuando es precisamente en ambiente universitario, el Studium de Padua, donde cobró carta de naturaleza. Fueron, por ende, personas de formación universitaria humanística sus genuinos cultivadores. Como ya se ha señalado, la poesía macarrónica no nace de una carencia lingüística latina, sino del deseo de parodiar la insuficiencia lingüística del latinus grossus, eso sí, desde las cotas de una suficiencia humanística. Vuelve a la mente reiteradamente la figura del austero monje benedictino Folengo, empeñado en crear una osada autobiografía macarrónica que oculte la realidad de su morigerada vida.
5 Es el mismo Juan Escribano autor de la segunda macarrónea lepantina: “De ead. re carmina confecta / a doctissimo magistro meo Joan./ Scribonio”.
6 Cf. N. ANTONIO, Bibliotheca Hispana Nova, Visor, Madrid 1996, T. II, s.u. ‘Martinus Martinez’.
7 Cf. M. BATAILLON, o.c., p. 734.
8 Esta Biblia (cf. M. BATAILLON, o.c., p. 741) fue sometida a revisión por una comisión de teólogos de Salamanca en 1569 tras haber sido prohibida en 1559. Este examen estuvo en el origen de un sonado proceso inquisitorial: “[...]en el seno de la comisión encargada de la revisión, el espíritu científico de los hebraístas había chocado contra la hostilidad conservadora de León de Castro, discípulo y sucesor de Comendador Griego. Castro, que sabía griego pero no hebreo, defendía intrépidamente la versión de los Setenta y la Vulgata contra Gaspar de Grajal, catedrático de Biblia, Martín Martínez de Cantalapiedra, catedrático de hebreo, y Luis de León, catedrático de teología y humanista trilingüe. Éstos, en varias ocasiones, habían sostenido que se podían aducir nuevas interpretaciones de la Escritura, las cuales no iban contra las interpretaciones antiguas de los santos, sino que se añadían a ellas. Recurrían al texto hebreo como a la fuente más pura. Pero varios de ellos eran de origen judío. Nada más tentador que acusarlos de parcialidad judaica. Era fácil, sobre todo, oponerles el espíritu del Concilio Tridentino, la obligación de dejar intacta la autoridad de la Vulgata y de la tradición católica. Tal fue la base principal del proceso entablado por la Inquisición contra estos tres hombres, honra y prez de la Universidad de Salamanca” (cf. M. BATAILLON, o.c., pp. 741-742).
9 Cf. M. BATAILLON, o.c., p. 742. Parece ironía del destino el encontrar a Fr. Luis de León y Martín Martínez, juez y posible parte respectivamente en la Justa poética de diciembre de 1571, envueltos como procesados casi de seguido en una causa inquisitorial. Sobre el proceso de Martínez, que pasó cinco años en los calabozos de la Inquisición cf. MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE, Proceso criminal contra el hebraísta salmantino Martín Martínez de Cantalapiedra, Madrid (C.S.I.C.), 1946.
10 Cf. A. PALAU Y DULCET, Manual del Librero Hispanoamericano, T. VIII pp. 270-271. Palau toma la tercera y cuarta referencia de Nicolás Antonio.
11 Nicolás Antonio refiere que esta obra fue incluida en el Índice trentino. De ella cita Bataillon (o.c., p. 761) una invectiva contra los ignorantes y analfabetos en materia de lenguas: “Juzgan reprobable y estiman completamente inútil su estudio y el trabajo de consultar los originales, alegando, como pretexto, que los libros de los hebreos se hallan corrompidos y mútilos, cuando en realidad dicen esto para cubrir su propia holgazanería e ignorancia: en lo cual imitan a aquella vulpeja de que habla Esopo, que, teniendo la cola cortada, exhortaba a las demás raposas a que se cortaran la cola como cosa inútil y que para nada servía”
12 cf. LORENZO RUIZ FIDALGO, "El Maestro Francisco Martins, y las ediciones de su Arte de la Grammatica", en SONSOLES CELESTINO ANGULO (coord.), De libros y bibliotecas. Homenaje a Rocío Caracuel, Univ. de Sevilla, 1995, p. 321.
13 cf. L. RUIZ FIDALGO, o.c., p. 322
14 Martinez consiguió esta Cátedra el 16 de junio de 1589. Anteriormente, había adquirido el grado de Maestro en Artes en la Universidad de Burgo de Osma (cf. L. RUIZ FIDALGO, o.c., p. 322).
15 Cf. ib., pp. 322-323.
16 Una completa descripción de estas versiones y ediciones puede verse en L. RUIZ FIDALGO, o.c., pp. 324-331.
17 Tal estructura es la prototípica de los poemas épicos, con propositio seguida de narratio.


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