sábado, 16 de febrero de 2019

LA MACARRONEA DE FRANCISCO PACHECO: Traducción (XIX)



Con solimán abundoso barnizan sus pecas negruzcas,
lustran con albayalde sus jetas sin diente mugrientas,
y salseretas para los labios gastan sus dedos,                          270
y sus manos calloncas (místerios lindos de Príapo
tratan) adoban de jabón con enorme refriego.
Ornadas de tales dijes (junto con el Diablo
y el gordo hijo de Venus) piadosos templos buscaban,
solaz de silencio apacible, sin que truene un estruendo,            275
sino tan sólo sonaba de dulce cantar melodía.
Sin tardanza, el maldito rapaz tapando sus dardos
bajo el aspecto fingido de un chupaampolletas monago,
entró de presto al coro, a todos los examina,
y ve que tratábase de piadosos devotos cantantes.                  280
Solamente Fernando junto con Badilonio
no canta, sino que ronca a lo bestia, turbando los cantos.
A éstos aborda en el acto, y también incitó de esta guisa:
“¡Ea, señores! dormir apetece, dormid, pero aqueste
lugar es hostil al sueño, de la quietud enemiga                       285
tal grita, y las voces profundas son; si estirar vuestras piernas
en sitio más adecuado queréis, quizás unas chicas





273 dix, digi,...
281 Fernán Pérez y Antonio González, canónicos1
282 Empedernidos jugadores de dados, no habían dormido la noche anterior.


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1  Montero y Solís pudieron comprobar en el Archivo de la Catedral de Sevilla la autenticidad de estos dos canónigos, así como la del racionario Armijio, de nombre Cristóbal, quienes en el cuerpo del poema serán aludidos con apodos o sólo el nombre propio (Ib. pp. 652-653).



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