viernes, 4 de enero de 2019

LA MACARRONEA DE FRANCISCO PACHECO: Traducción (XIII)



Una guarda feroz, harto atenta, de día y de noche
monta guardia, y blande sañuda rebenques a pares.               155
Guarda es el Solecismo (con tal nombre lo llaman),
monstruo enorme, deforme como ningún otro sea,
mocoso, e inmundas babas, ora de boca fluyendo,
ora sorbiendo, lo contamina su vil toque todo,
con su sáncheo hedor todo lo que se ve inficiona.                    160
Clavado el Diablo y mísero a causa de tales guardianes,
rudo ruge en brava boca, y con harto bramante
baladro los recovecos conmueve, honda sima resuena
con grave tumulto, y tiembla el lugar cuando tienta quitarse
grillones, y con fiero trueno retumba la honda zahúrda.           165
No de otro modo quizás a sus negros obreros castiga
Vulcano, bien que armas a Júpiter, bien que a Gradivo
de bronce mande forjarles, suena el Etna de agudo
martillo, y golpes rotundos dan en el yunque los Cíclopes,
pero jamás regañara el Diablo con tanto bramido,                   170
como en la noche santa, y viendo cuán dulces se abrieran
los templos, con cuánta piedad oficiaran los sacerdotes,
y dice para sí: “¿Qué hago?¿no es mi vergüenza execrable?



156 Solecismo, guardián del Diablo
160 Otra figura.
163 baladro,1 voz que significa terror, pero cuyo uso ignoro en qué fuentes se encuentra, salvo Feliciano de Silva en Daraida y Garaida.2
164 sima. Lugar profundo y que mira al Tártaro.




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1 "En Florisel III, como en los anteriores libros del ciclo escritos por Silva y la generalidad de todos los caballerescos, las profecías se remiten al modelo merliniano, tal y como aparecen en el Baladro del sabio Merlín, el cual se remite a la Historia Regum Britanniae de Geoffrey de Monmouth" señala Javier Martín Lalanda, en "Temas y motivos de origen maravilloso en Feliciano de Silva: l a "Parte tercera de la crónica de Florisel de Niquea" (Sevilla, 1546)", Thesaurus, LIV, 1999, pp. 217-238: 220. El Baladro fue publicado por Juan de Burgos en 1498, y el título alude al grito (baladro) proferido por Merlin antes de ser recluido por la Doncella del Lago, de la que estaba enamorado.
2 cf. Sydney CRAVENS, "Feliciano de Silva and His Romances of chivalry in Don Quijote,"Revista de literatura hispánica: 7, 1978: "Feliciano de Silva, who wrote continuations of Amadis de Gaula, as well as the Segunda Celestina, has the dubious distinction of being the first author of romances of chivalry satirized by Cervantes in Don Quijote [...] . The distraught Cardenio is explaining his beloved Luscinda's fondness for Amadis de Gaula when Don Quijote interrupts to praise her excellent taste and to suggest: "Y quisiera yo, señor, que vuestra merced le hubiera enviado junto con Amadís de Gaula al bueno de Don Rogel de Grecia; que yo sé que gustara la señora Luscinda mucho de Daraida y Garaya, y de las discreciones del pastor Darinel, y de aquellos admirables versos de sus bucólicas, cantadas y representadas por él con todo donaire, discreción y desenvoltura" (II, 237)". Daraida y Garaya son, efectivamente, dos falsas doncellas (en realidad los caballeros Argesilao y Arlanges que se travisten para poder aproximarse a la princesa Diana), que aparecen en Florisel III. La forma Garaida citada por Pachecho es, en realidad, una variante errónea de Daraida, que aparece como tal en el cap. XVI de la citada obra de Silva (Florisel de Niquea (tercera parte)) en la edición del Centro de Estudios Cervantinos a cargo de Javier Martín Lalanda (1999), basada en un ejemplar de la edición sevillana de 1546 (B.N. Madrid, R-2541). Este error inducido en Pacheco aparece, por su efectividad homofónica, recientemente en Emilio José SALES DASÍ, "Primeras «desterradas» y caballeros disfrazados. Un acercamiento a la estética literaria de Feliciano de Silva", Revista de Literatura Medieval, xv.2 (2003), pp.85-106: 95: "La hermosura de las fingidas doncellas es tal que sólo puede causar numerosos equívocos. Así las cosas, Agesilao y Arlanges, tomando los ahas de Daraida y Garaida, se presentan en Sidonia donde "pusiéronse sendas ropas al trage de Sarmata" (XVlll, 50)". Cf. también Pacheco, Sátira, 278: En tratar las nereidas y daraidas.

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