En cuanto
a la función que desempeña el elemento latino en el híbrido
macarrónico las opiniones han sido de lo más dispares. La idea de
que la tradición latina entra con otras en la elaboración de un
nuevo lenguaje artificial y literario con fines expresivos y
contrapuntísticos unió, por ejemplo, a estudiosos tan notorios y
con planteamientos de base tan diferentes como Bonora y Paoli. Pero
la intención paródica al menos inicial que la mayoría de
folenguistas1
ve en tal lenguaje ha dividido a la crítica en dos grupos
antagónicos y excluyentes: por un lado, los que sostienen que el
macarróneo es parodia del latín clásico y/o humanista (entre otros
Momigliano, Bonora, y Paccagnella más recientemente) marcada por la
deliberada inserción de elementos vulgares y dialectales, y llevada
a término por autores cultos que se colocan, no obstante, en una
línea antihumanista de defensa de lo dialectal; y por otro, los que
sitúan (Paoli y Curti en solitario) en el origen de este lenguaje la
parodia de la insuficiencia lingüística y literaria real que
delatan las interferencias del vulgar y del dialecto, tal como era
sentida en círculos imbuidos de la nueva cultura humanística.
Dentro
del primer grupo la elaboración teórica más importante de los
últimos años ha sido la de Ivano Paccagnella, que se sirve del
concepto bakhtiniano de “abajamiento”, principio artístico
esencial del llamado “realismo grotesco”, entendido como sistema
de imágenes que Bakhtin atribuye a lo que llama “cultura cómica
popular”. El abajamiento es definido como “la transferencia de
todo lo que es elevado, espiritual, ideal y abstracto al plano
material y corporal”, lo que implica una metáfora espacial y jerárquica y una bipolaridad extrema de los elementos a que se
aplica.
Paccagnella señala en la raíz del fenómeno macarrónico un
intencional juego irónico contra ciertas expresiones del Humanismo,
como la esclerosis académica de la cultura. Esta crítica es tanto
más significativa desde el momento en que es dirigida desde el
interior del mismo ambiente que es puesto en caricatura, y tanto más
sutilmente destructiva cuanto más rebaja en el uso paródico el
instrumento lingüístico mayormente perfeccionado por los
humanistas3.
La persecución de una línea de realismo corporal y grotesco con la
apertura a elementos culturales y lingüísticos popularizantes y de
extracción rústica, lleva a los macarrónicos paduanos a buscar un
constante abajamiento por medio de la copresencia de niveles diversos
y contradictorios, conseguida con el contacto estridente de elementos
de patente origen dialectal con otros (lexemas, hemistiquios enteros
o secuencias más amplias) de derivación clásica. Se crea, dice
Paccagnella, una polaridad múltiple que comprende la oposición
entre latín y vulgar (la persistencia de tradiciones medievales de
baja cultura) de una parte, y de la otra, entre lengua y dialecto,
dialecto y latín, latín clásico y latín macarronizado, en cuya
polaridad el término latín “viene desnaturalizado por la
extensión a zonas expresivas que le son extrañas y por la
correlativa contaminación de sus materiales hereditarios”, en
palabras de Segre. El macarrónico nace de esta ilícita expansión,
y la oposición de dos registros distintos (latín y dialecto) pero
intersecantes constituye su técnica peculiar, de la que proviene a
su vez su vis comica. En la superposición que deriva de esta
interferencia el latín viene a sufrir un redimensionamiento
sustancial de su peso lingüístico, estilístico y cultural,
quedando relegado al fondo con la función de elemento secundario de
contrapunto paródico4.
El filón académico-virgiliano es profanado por el contraste
violento e inmediato con la realidad cotidiana, sobre todo en sus
aspectos obscenos y escatológicos, y por la superposición del
hexámetro al fondo lexical véneto5.
Es, pues, el juego de contraste y contrapunto entre latín y vulgar
lo que crea el declive estilístico y caracteriza la poesía
macarrónica misma como hipérbole en negativo o hipóbole6.
Desde el
otro lado, Luca Curti retoma y desarrolla las ideas que Paoli bocetó
en su obra principal, Il latino maccheronico. Frente a la
conocida visión de un macarrónico contestatario de Segre y
Paccagnella, que lo lleva, según Mario Pozzi7,
a ser uno de los máximos representantes de la oposición a la
normalización toscana de Bembo, y que hace de Folengo un poeta
dialectal según Ernesto Giacomo Parodi y Gianfranco Contini8,
Curti llama la atención sobre el hecho de que ningún autor
macarrónico, excepto Alione, ha escrito jamás en dialecto. Muy al
contrario, todos, excepto el citado Alione9,
escriben en latín humanísticamente “correcto”, y algunos en
vulgar ‘toscano’. Este último hecho, junto a la inclinación de
los macarrónicos a presentarse en público como autores de textos en
latín “correcto”, hace a Curti dudar de las conclusiones de la
tradición crítica que hace del macarrónico la otra vertiente del
“desafío” antihumanista y antitoscano que representa la poesía
dialectal de un Ruzzante10.
Su incoherencia fundamental para Curti estriba en presentarnos unos
autores “opuestos a la imposición del latín ‘correcto’ y del
vulgar ‘toscano’, pero dispuestos a desarrollar en estas lenguas
una parte importante (cuando no gran parte) de su obra; animosos
defensores de los derechos de los dialectos, pero incapaces de
escribir en ellos, entre todos, un solo texto autónomo”11.
Es el
juego de personas literarias lo que permite a Curti explicar la
función del latín en la mezcolanza macarrónica. El sustancial
respeto por la prosodia y la métrica latina, y la presencia de
calcos y guiños clásicos destinados a un público culto aseguran la
firmeza de un cuadro formal “alto”, que es la huella distintiva
de la primera persona macarrónica, el autor humanista que se duplica
voluntariamente en una segunda persona, que representa a un latinista
grossus y presuntuoso que su autor (el autor de la
macarronea), expone a la burla de lectores virtualmente tan agudos
como él. Así, el procedimiento de corrección progresivo de las
macarroneas folenguianas no se realiza en el sentido de una
caracterización dialectal más marcada, sino en el sentido
contrario: “cuanto más firme es el cuadro formal ‘alto’
(cuanto más perceptible es la ‘primera persona’) tanto más
sutil puede hacerse la desviación puesta en acto por la ‘segunda’”12.
1
Fuera de tal interpretación paródica quedan personalidades
aisladas como la de Lucia Lazzerini, quien, como hemos visto, sitúa
el origen del macarroneo en la tradición ininterrumpida del sermo
humilis cristiano y relega a un papel secundario el elemento
paródico, y como la de Cesare Federico Goffis. El veterano
folenguista, que dedicó a Folengo su tesis de doctorado en 1935,
defiende la heterodoxia religiosa de Teófilo y de su hermano carnal
y en religión, Giambattista, a través del análisis de la obra de
ambos en estudios como La poesia del Baldus, Genova 1950,
L’eterodossia dei fratelli Folengo, Genova, s. a. pero
1950, respuesta a G. Billanovich en su biografía Tra don Teofilo
Folengo e Merlin Cocaio, Napoli 1948, donde señalaba la
sustancial adscripción de Folengo a la ortodoxia de la orden
benedictina, y en los últimos años: “La contestazione religiosa
e linguistica nei testi folenghiani”, Atti Convegno 1977,
pp. 84-129; “Il macaronico folenghiano fra arte e contestazione”,
Maia, XLIV, 1992, pp. 131-145; “Il dantismo eterodosso del
“Baldus”, AA.VV., Miscellanea di studi danteschi in memoria
di Silvio Pasquazi, 2 voll., Federico & Ardia, Napoli 1993,
vol. I, pp. 407-422. Para Goffis la solución del problema
religioso, aportando plena luz sobre sus motivos y pasiones,
contribuye propiamente a la definición de la poética y de la
poesía folenguiana. La parodia es, por tanto, una justificación
insuficiente, y puede decirse que latín y dialecto son puestos en
conflicto por motivos ideológicos. Folengo, que es un heterodoxo
que pasa del erasmismo al luteranismo precozmente, eleva a dignidad
literaria una lengua hablada en cierto modo, pues se remonta ésta
al filón del hibridismo lingüístico espontáneo, tal como puede
verse recogido en innumerables documentos del tardomedievo
(crónicas, estatutos, los inventarios eclesiásticos que reproducen
el lenguaje de las sacristías y de los monasterios). Goffis quiere
mostrar la realidad de la base macarrónica en el lenguaje del vulgo
ignorante vivida en los lugares de cultura. La obra de Folengo
expresa: “una visión de la cultura como renuncia a lo abstracto,
al platonismo y al aristotelismo, a la teología; reducción al
pragmatismo de la vida evangélica, esto es, del vivir y actuar con
fe sin intelectualismos, que se concretan en la constitución y
acción de la Iglesia condenada” (cf. “Il macaronico...”,
p. 144). El poeta no recurre al latín y al dialecto con fines
paródicos o expresivos, sino para expresar su propia tensión
innovadora y restauradora al tiempo: “[...] Folengo siente en el
latín el rigor de la espiritualidad sublime, en el lenguaje más
rústico la depresión de la inteligencia, la vida reducida a los
instintos y a la picaresca, a lo soez” (cf. “La
contestazione...”, p. 122).
3
Cf. I. PACCAGNELLA, Le Macaronee..., pp. 11-12
4
Cf. I. PACCAGNELLA, o.c., pp. 68-69.
5
Cf. ib., p. 70.
6
Cf. ib., o.c., p. 71.
7
Cf. M. POZZI, “Teofilo Folengo e le resistenze alla
toscanizzazione letteraria”, Atti Convegno 1977, pp.
209-224.
8
Cf. E. G. PARODI, “Merlin Cocai e le ‘Maccheronee’
(1911), Poeti antichi e moderni, Firenze 1923, pp. 193-201 y
G. CONTINI, “Introduzione alla ‘Cognizione del dolore’ (1963),
Varianti e altra linguistica. Una raccolta di saggi (1938-1968),
Torino 1970, pp. 601-619 cit. por L.CURTI, o.c., p.145 nn.
12-13
9
Alione es un macarrónico ‘de circunstancias’, que escribe su
Macarronea “para responder adecuadamente (pudiendo, lo
habría hecho “per le rime”) a la macarronea de Bassano
Mantovano” (cf. L. CURTI, o.c., p. 147). A juicio de Momigliano, Alione
“ignora, casi , el latín, y por eso se encuentra naturalmente
bajo su pluma la expresión vulgar sin saber travestirla en latina,
y fundirla en un lenguaje que no sea un embrollado batiburrillo de
retales” (cf. A. MOMIGLIANO, “Le quattro redazioni della
“Zanitonella””, GSLI, LXXIII, 1919, p. 8 cit. por M.
CHIESA en GIOVAN GIORGIO ALIONE, Macarronea contra Macarroneam
Bassani, Centro Studi Piemontesi, Torino 1982 (“Collana di
testi e studi piemontesi”, n. s., 2) p. 23). A Alione le falta la
experiencia humanista adecuada, y eso hace que su macarroneo sea “el
menos creativo desde el punto de vista lingüístico; es, por el
contrario, el de más difícil comprensión, especialmente porque es
el que toca más directa y continuamente a tradiciones orales y
marginales” (cf. M. CHIESA, o.c., p. 24).
10
Cf. I. PACCAGNELLA, Plurilinguismo..., pp. 80, 82-83
11
Cf. L. CURTI, o.c., p. 148
12
Cf. ib., p. 164
Imagen: Portada de la reproducción facsímil (1974) de Maccheronee di cinque poeti italiani del secolo XV (1864)
Imagen: Portada de la reproducción facsímil (1974) de Maccheronee di cinque poeti italiani del secolo XV (1864)