Ello es que el día vino en que intentan jugar a las cañas1,
Y por la mañana metidos en el toril apropiado
Los toros, ya despejar entonces la plaza procuran. 185
He aquí que unos alguaziles a fuertes varazos a todos
Aquéllos empiezan a echar que la plaza en su arena guardaba.
Vieras, lector, oleadas de hombres y de muchachos,
Habrías visto a unos cayendo al huir de los golpes,
Vieras de la plaza en la fuente a otros metidos. 190
¿Qué empellones, qué patadas las que llevaron?
Qué varazos entonces, qué golpes en todo su cuerpo?
Ya la plaza toda al fin quedó despejada,
Y finalmente de aquélla cerraron todas las puertas.
¡Cómo estaba la plaza doquiera de paños colgados! 195
Llenos de sedas los balcones de arte pulida
Se ven, y de oro también se ven y de plata.
Colgaban paños bonitos y de variados colores,
Que de todos la vista a menudo consigo llevaban.
Habrías visto allí preciosas doquiera las galas 200
¿Qué polleras entonces, qué mantos y vaya gabanes,
Qué sayas largas a las que les colgaban las colas
Visto no habrías en cualquier balcón de la plaza?
En un balcón admirable y bellamente pulido
El Almirante con gran majestad asiento tomaba2, 205
Y el Duque a su vera se sentaba allí con su séquito.
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1 El sábado 6 de febrero. Señala Aldana que el día anterior fueron los Grandes a la Iglesia Mayor, y oyeron misa ante la Virgen de la Antigua.
2 Matute indica que el balcón del almirante, ricamente adornado, estaba en la fachada de la pila, que Toro Buiza identifica con el Banco de España (p. 126), y que el resto de balcones se alquiló a doscientos escudos de plata.
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