sábado, 4 de abril de 2020

EL EMBLEMA MACARRÓNICO "OTIOSITAS VITANDA" Y LAS REGLAS DE LA EMBLEMÁTICA





Emblemas morales de don Juan de Horozco y Covarrubias, Arcediano de Cuellar en la santa Iglesia de Segovia (Biblioteca Digital de Emblemática Hispánica)




3. 2. Estudio literario y lingüístico.

3. 2. 1. Estudio literario.

3. 2. 1. 1. Diferencias de construcción entre otios. y el emblema prototípico.

J. F. Esteban Lorente en su Tratado de iconografía (p. 313) da la siguiente definición de emblema:

Emblema es una composición simultáneamente pictórica y poética, compuesta de un cuadrito con su mote (similar pues a la empresa1) acompañada de un epigrama de unos pocos versos; de ellos se extrae un aviso o lección humana de aplicación universal. El mote o lema va situado generalmente sobre el cuadrito y no dentro de él, en pocas palabras da a conocer el asunto que trata el emblema. La pintura o cuadrito puede representar cualquier objeto, ser o composición. Al epigrama le conviene alguna forma poética sencilla; y ha de constar de dos partes, en la primera se describe la pintura y en la segunda se declara la moraleja. Lema y epigrama deben de ir, preferentemente, en latín.

Tal fue la estructura que emana de la edición de 1531 del considerado creador del género, Andrea Alciato. El enorme éxito de su Emblematum liber originó el nacimiento de la literatura emblemática, que produjo gran cantidad de obras en los siglos XVI y XVII2. La abundancia de emblemistas, como señala Esteban Lorente3, trajo consigo la variación del modelo de Alciato. Así, sin salir de la propia España, Juan de Horozco y Covarrubias (1589) añade un comentario en prosa española a la estructura tripartita original lema-cuadrito-epigrama. En español está también escrito el epigrama, que deja, por otra parte, en este autor de ofrecer una explicación del dibujo, para centrarse en la expresión de una idea concreta4. Juan de Borja (1581) y Diego de Saavedra Fajardo (1640) sustituyen el epigrama por un comentario en prosa castellana. Existen, asimismo, emblemas sin mote, e incluso emblemas sin cuadrito (a los que Robert J. Clements llama “emblemas desnudos”5 [naked emblems]), el cual resulta sustituido por una descripción iniciada por expresiones del tipo: “píntase...”6.

Frente al modelo original de lema-cuadrito-epigrama y sus variaciones posteriores, otios. presenta una estructura del todo peculiar, sobre todo teniendo en cuenta que los únicos libros de emblemas que da muestras de conocer su autor son el de Alciato (cf. glosas a otios. 106, 107, 110, 117, 181) y el del citado Horozco y Covarrubias (cf. glosas a otios. 61, 205b). Se señalarán más claramente estas diferencias de construcción analizando las distintas partes del emblema triplex.

Juan de Horozco, en el prólogo a sus Emblemas Morales llama al mote “alma del cuerpo”7, en clara referencia al tratadista Paolo Giovio que lo denomina “anima del corpo”8. Al mote dedica Horozco su regla V:

La quinta regla es, que la Empresa tenga mote, el mote tiene sus condiciones para que sea bueno. Y la primera es, que sea breve, que aún por eso se suele llamar así, suele ser algún medio verso, y si es conocido es mejor y puede ser en la lengua que quisieren. La segunda condición es, que por sí diga algo y no sea lo mismo que la figura.

Giovio aconsejaba que el lema o mote se escribiera en una lengua diferente de la del que hace la empresa para que “il sentimento sia aliquanto più coperto”. Ésta fue una regla más generalizada entre los emblemistas, ya que muchos presentan un lema en latín aunque escriban en vulgar (como el propio Horozco)9. La fuente de estos motes suele localizarse en proverbios, en frases de autores clásicos, sentencias de los Padres de la Iglesia, de la Biblia o de teólogos famosos.

El motto-anima se presenta, pues, como un enunciado completo, lo más denso posible, siendo lo recomendado que no se mencione en él lo representado en el dibujo. Sánchez Pérez observa en el mote cierto carácter redundante respecto al epigrama y señala el valor que le atribuían los tratadistas de la época (p. 22):

En realidad, el mote no contiene nada nuevo respecto a lo que va a seguir en el epigrama. El interés que ofrece se cifra en lo enigmático o misterioso que pueda aparecer para el lector. Según los tratadistas contemporáneos, tiene la función de avivar la curiosidad presentándose como algo que oculta un cierto interés escondido.

No obstante, la densidad expresiva y la función determinada por los tratadistas posteriores no se cumple la mayor parte de ocasiones en Alciato, pues, según señala Claudie Balavoine10, éste ofrece como mote o bien un palabra única, incluso tautológica de la imagen, o bien a veces se extiende en un verdadero discurso explicativo: Ei qui semel sua prodegerit aliena credi non oportere (embl. LIV, advertencia a la golondrina que confía su nido a una estatua de Medea). Por otra parte, se acentúa el carácter práctico de los motes en los autores que insisten en el aspecto didáctico de sus emblemas. Una frase sencilla permite al lector entender fácilmente la lección pretendida11.

Tal es el carácter del lema del emblema macarrónico, otiositas vitanda (“que debe huirse de la ociosidad”), que está inspirado en un emblema de Horozco, como se deduce de la glosa a otios. 61: “Pone don Juan de Horozco Couarrubias, arcediano de Cuellar en Segouia, entre sus emblemas vna <donde> está debuxada vna cabeça de buey con dos alas, y sobre ella vna rueda, y vna corona sobre la rueda, y vn mote que dize “Par est fortuna labori”, para dar a entender que la buenauentura y el trabajo son yguales; y el ocioso pierde esta buenauentura”. Esta dependencia se evidencia en el epigrama de este emblema:

Quien quisiera medrar y pretendiere
Ser dichoso, no busque otros rodeos,
Siga el trabajo que se le siguiere,
Le cumplira (yo fio) sus desseos.
Huya la ociosidad quanto pudiere,
Que es madre de los vicios torpes, feos,
Y si al trabajo la fortuna yguala,
En su mano estará la buena o mala12.

Nota Sánchez Pérez cómo los títulos de muchos emblemas de Horozco se asemejan a enunciados homiléticos: “Que el verdadero reynar es el desprecio de quanto ay en el mundo”, “Que Dios està presente à todo y nos està mirando”, etc., concordes con los fines religiosos y catequéticos que persigue el autor como eclesiástico13.

La estructura consagrada en las ediciones de Alciato dispone el mote encima del grabado. Muchos autores lo colocan dentro del mismo, al modo de las empresas, pero también puede encontrarse debajo del cuadrito, o no aparecer en absoluto14. En el caso de un emblema desnudo o sin imagen como el que es objeto de nuestro estudio, el motto se expresa en una glosa marginal (otios. 61), aunque la inexistencia de dibujo no es motivo para la relegación del lema, ya que en las ediciones de Alciato que carecen de grabados el mote sigue figurando sobre el epigrama15.

Horozco consideraba que la imagen era el cuerpo del emblema, trazando así una correspondencia entre el mote y la figura, que debe ser significante: “la primera conveniencia es que los Emblemas se hacen de figuras que significan y siendo como personas mudas hablan por señas, a lo menos habla en ellas la persona que las inventa”16. Todo tipo de figuras pueden entrar en los emblemas, siendo sus fuentes muy diversas, aunque de tipo tradicional17. Horozco reclama moderación en el carácter enigmático de la imagen: “La segunda regla que no sea tan clara [la imagen] que cualquiera la entienda, ni tan oscura que sea menester quien la declare”18, pues la demasiada facilidad provoca menos contento, y la excesiva oscuridad pesadumbre.

Las posibles razones de elección del tema figurativo de otios. han sido señaladas en el punto 3.1. Este tema es apuntado en el interior del poema (cf. otios. 61-62: “Tunc in tablado visa est caterva gatorum / forjando llaves, accensa fragua ferri”), y es descrito en la glosa marginal a otios. 61: “caterua gatorum es la emblema. Ponensè .4. gatos, el vno follando19, el otro limando, y dos que baten el hierro en la iunque, y vn mote que dize OTIOSITAS VITANDA”. Parecería que el autor entiende únicamente como emblema la unión de mote e imagen, elementos constitutivos de la empresa o divisa, si no encabezara su composición con el título de “emblema”, si no se diera asimismo una explicación de la imagen en el interior de la macarronea (cf. otios. 137-142), y no se mencionaran en las glosas emblemas de Alciato y Horozco, que tienen la estructura ya conocida.

Horozco señala en su prólogo la conveniencia de que el epigrama estuviera escrito en verso:

Y en lo que toca a este libro en particular serà razon que se advierta quanto convenia que se escriviessen en verso los emblemas por ser tan essencial dellas, que de otra manera no lo fueran, pues desde su origen y principio se ordenaron en versos para que se lea con mas gusto lo que se dixere en ellos

y señala la razón de ello:

No puede negarse que [los versos] dan espíritu a lo que se trata, y le ponen a vezes, pues no solo deleytan y enseñan, mas en estremo suelen mover haziendo los efectos de la musica verdadera20.

La definición de Esteban Lorente indica la función, partes y extensión del epigrama. Son en estos elementos donde surgen las diferencias más estridentes entre otios. y el esquema original del emblema triplex.

Lo primero que llama la atención es la opción insólita por el lenguaje macarrónico, (que trataremos en 3. 2. 1. 4) en vez de la usual por latín o vulgar, y la desmesurada extensión del poema (502vv.), si se tiene en cuenta que en Alciato, que escribe epigrama latinos en la estructura tradicional de dísticos elegíacos, el más extenso de ellos tiene 32 vv. (embl. CXIII, In statuam Amoris)21. Las dos partes señaladas en el esquema alciatiano quedan definitivamente abolidas, o por mejor decirlo, “diluidas” en el desarrollo de la macarronea.

La macarronea de otios. se presenta como un poema en el que la acción básica (el descubrimiento de los gatos herreros, la denuncia a Vulcano, la “sentencia” de Eco, la consiguiente participación de los mininos en la Batracomiomaquía, y la vuelta a su vida normal) se ve interrumpida por continuas digresiones ampliadas mediante expolitio22, que se ven por ende desarrolladas en las glosas marginales y añadidas. Estas digresiones son de variado tipo, y quedan advertidas en notas marginales, que reproducimos a continuación. Hay digresiones que se presentan como exempla mitológicos (comparationes ad ius attributum Vulcano, otios. 100-119) descripciones o euidentiae (binomia isulae [sic] gaditanae, otios. 15-25; descriptio Aurorae, otios. 26-53; descriptio ornatus viarum, otios. 53-60; descriptio domus Vulcani principis, otios. 66-91; pictura et descriptio hominis otiosi et squalidi, otios. 289-306; descriptio mulieris fingentis paupertatem et infirmitatem, cum sana esset et sine indigentia, otios. 347-362; descriptio mediae noctis, otios. 411-429) acumulación argumentante o enthymema (significatio emblematis, otios. 137-142; ennarrantur aliqua officia communia humilia, otios. 143-157; quid gubernatores civitatis facere debent otiosis, otios. 158-161; quid faciendum est ei qui habet consuetudinem petendi eleemosinam, cum sanus et iuvenis sit, otios. 307-315; digressio exponens sententiae rationem, quae licet prima facie videatur condemnatoria, tamen re vera plus quam absolutoria est, otios. 385-392) o como ornato en forma de similitudo (proprium edulium cuilibet animali, otios. 198-209b; vox naturalis cuiuslibet animalis, otios. 233-252; comparatio, otios. 317-324).

Dijimos que las dos partes del epigrama emblemático (descripción de la figura y explicación) no eran eliminadas de otios., sino que quedaban diluidas en el desarrollo del poema. Ciertamente, podría construirse un “epigrama” que tuviera estas dos partes canónicas con otios. 61-62, que haría las veces de descripción, y con otios. 137-142, que daría la explicación de la imagen (no en vano figura en nota marginal como significatio emblematis):

[tunc] in tablado visa est caterva gatorum,
Forjando llaves, accensa fragua ferri.
Vnus dicebat: “Quid innuunt ista dicatis”.
Alius respondet: “homines vt ocia vitent
Omnesque laborent, popularibus datur exemplum
(Ponitur emblema) ne civitas vitia quaerat
Neve sit ociosa, nec sit bausanibus apta
Neque haraganis plenissima, nec vagabundis;
Interest rei publicae ne sit holgazanus in urbe”.

Pero tanto descripción como explicación de la imagen quedan subordinados al desarrollo de la acción. Así, el v. 61 viene notado como historia seu narratio, es decir, como el comienzo estricto de la parte narrativa, y la elucidación del motivo figurado (significatio emblematis) aparece como una digresión más. Es de notar el recurso que emplea el autor para dar esta explicación de la figura sin apartarse de la progresión de la historia. Éste nos coloca ante un “cuadro viviente”, los cuatro gatos herreros, que suscitan la curiosidad e hilaridad de los concurrentes a la festividad del Corpus (otios. 130-135). Alguien pregunta por el sentido de lo que se ve, y otro da una moraleja al suceso, atribuyéndolo finalmente a la iniciativa de los gobernantes de la ciudad (otios. 158-161). El ponitur Emblema (entendido aquí sólo en su parte figurativa y más estrictamente etimológica23, a menos que el autor imaginara también el mote escrito en el tablado que contemplan sus gaditanos) que aparece entre paréntesis en el v. 139, debe entenderse como una explicación parenténtica del datur exemplum del v. anterior: el gobierno de la villa ha puesto a trabajar a los gatos, modelo de ociosidad, a la vista de todos, para darles ejemplo.

De todo lo expuesto, podría quizás concluirse que el carácter emblemático de la macarronea en cuestión no es más que un motivo digresivo y anecdótico. De hecho, la supresión de otios. 136-161 no estorbaría en absoluto el desarrollo del poema. Debemos, entonces, preguntarnos por las razones que llevan al autor a titular todo su poema como “emblema”, antes de rechazar o no como extravagancia o deseo de parodia tal calificación. Para ello será necesario hacer alguna precisión sobre el género emblemático en su aspectos literario e ideológico.



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1 Según Esteban Lorente “la empresa es una figura, o composición, ingeniosa de uso personal que tiene difícil explicación, pero no excesivamente enigmática que no pueda descifrarse; la figura lleva un mote corto que explica veladamente el contenido” (p. 312). A. Sánchez Pérez (cf. n. 6) señala la confusión que existió entre “emblema” y “divisa o empresa”: “Juan de Borja titula su libro Empresas morales; Saavedra Fajardo, Empresas políticas. Y en ambos casos se trata, sin embargo, de verdaderos emblemas” (p. 53). La razón de la confusión está en su semejanza: “las interferencias mutuas son posibles porque apenas si se diferencian. La empresa ya contiene en sí al emblema en potencia; y el emblema es como una empresa a la que se le ha añadido un epigrama o un comentario” (p. 53). La diferencia va a radicar en la finalidad: “la divisa era un distintivo personal; el emblema se convirtió en instrumento didáctico” (p. 53). Sobre la empresa y las elaboraciones teóricas de la época cf. MARIO PRAZ, Imágenes del Barroco (estudios de emblemática), ed. Siruela, Madrid 1989, pp. 67-97.
2 Según H. Green las ediciones de libros de emblemas superaron el número de 4000, siendo superior a 1000 los libros de emblemas o considerados como tales que se publicaron (cf. A. SÁNCHEZ PÉREZ, La literatura emblemática española (siglos XVI y XVII), SEGL, Madrid 1977, p. 54).
3 Cf. o.c., p. 314
4 cf. A. SÁNCHEZ PÉREZ, o.c., p. 85. No obstante, otros autores respetarán la estructura del epigrama en Alciato, y la correspondencia entre éste y dibujo, como Hernando de Soto (1599), que emplea la estructura lema-cuadrito-epigrama (castellano)-comentario en prosa, y Juan de Solórzano (1651), que usa la misma disposición pero con epigrama latino.
5 cf. ROBERT J. CLEMENTS, Picta poesis. Literary and humanistic theory in Renaissance emblem books, Edizioni di Storia e Letteratura, Roma 1960, p. 24. Sánchez Pérez habla de un “emblema sin imagen” en referencia a un soneto de Quevedo (cf. o.c., p. 57). Mario Praz se refiere, por su parte, a “un libro de emblemas “mudo” (es decir, falto sólo de ilustraciones)” (o.c., p. 252).
6 cf. J. F. ESTEBAN LORENTE, o.c., p. 314.
7 cit. por J. M. GONZÁLEZ DE ZÁRATE, Emblemas regio-políticos de Juan de Solórzano, ed. Tuero, Madrid 1987, p. 5.
8 Dialogo dell’Impresse Militari et Amorose, Lyon, 1559, p. 9. El texto de Giovio, en el que expone las condiciones de composición del emblema, puede leerse en A. Sánchez Pérez, o.c., pp. 19-20.
9 Cf. A. SÁNCHEZ PÉREZ, o.c., p. 22
10 cf. C. BALAVOINE, “Les emblemes d’Alciat: sens et contresens” en YVES GIRAUD (ed.), L’Emblème à la Renaissance. Actes de la journée d’études du 10 mai 1980, Société française des seiziémistes, C.D.U. et SEDES reúnis, Paris 1982, p. 55.
11 Cf. A. SÁNCHEZ PÉREZ, o.c., p. 22
12 cf. Emblemas morales de don Juan de Horozco y Covarrubias, Arcediano de Cuellar en la santa Iglesia de Segovia, Segovia 1591, B. N. de Madrid sign. R 7335, embl. III del libro II, f. 114r. La cursiva es nuestra. Sánchez reproduce también el epigrama (o.c., p. 101). Lee si por se en el v. 3. Véaselo también como ilustración de esta entrada.
13 Cf. A. SÁNCHEZ PÉREZ, o.c., p. 101
14 cf. A. SÁNCHEZ PÉREZ, o.c., p. 22
15 cf. C. BALAVOINE, o.c., p. 51, y en el mismo volumen ANDRÉ STEGMANN, “Les theories de l’emblème et de la devise en France et en Italie (1520-1620)”, pp. 61, 64.
16 Cit. por J. M. GONZÁLEZ DE ZÁRATE, o.c., p. 6
17 cf. A. SÁNCHEZ PÉREZ, o.c., p. 23
18 cit. por J. M. GONZÁLEZ DE ZÁRATE, o.c., p. 23
19 cf. glosario s.u. ‘follare’.
20 Cit. por A. SÁNCHEZ PÉREZ, o.c., p. 100
21 cf. C. BALAVOINE, o.c., p. 55
22 cf. H. LAUSBERG, Elementos de retórica literaria, Gredos, Madrid 1983, p. 178
23 La palabra tiene su origen en el gr. ʾέμβλημα que designa propiamente todo lo que se introduce o fija, o lo que es aplicado sobre alguna cosa, de donde deriva su sentido de ornamento en relieve, y trabajo de mosaico. En estas dos últimas acepciones pasó al latín. Señala Praz que “mientras que los escritores de empresas italianos se superaban unos a otros en pedantería definiendo los requisitos y los límites de la empresa, en otros países la palabra “emblema” asumía un significado tan vago que, lejos de buscar un emblema que se ajustase a determinados preceptos, prácticamente llamaban “emblema” a cualquier ilustración” (o.c., pp. 195-196).

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