Libro
segundo
Lucifer,
soberbio por la caída de aquéllos, tras devolver a la putería a
Cupido y las putas, regresó forzosamente a la cárcel. Pero Miguel,
indignado por su atrevimiento, lo ató con más recias ligaduras y lo
flageló con harta saña, y lo conminó con tremendos conjuros para
que tales hazañas no intentara de nuevo. Terminadas, pues, estas
andanzas, nuestro poeta muy compasivamente a aquellos jóvenes,
obedientes a la ley natural disculpa, totalmente forzados por la
treta del diablo y la fuerza del Amor. De continuo y siguiendo con el
motivo, se recrea en la alabanza del mismo amor, y en la grandeza de
su poder.
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