viernes, 27 de julio de 2018

LA MACARRONEA DE FRANCISCO PACHECO: Apuntes biográficos






La biografía del licenciado Francisco Pacheco (1539/40-1599) ha sido certeramente restablecida por el prof. Pozuelo Calero, a cuyos documentados estudios es preciso remitirse1. Referiré aquí, con todo, los hitos más importantes de su existencia y de su producción literaria, necesarios para contextualizar el poema objeto de estudio.

Es posible apuntar, a partir de las propias declaraciones del autor, que nació entre 1539 y 1540 en Jerez de la Frontera (Cádiz) en el seno de una familia humilde2. Debieron de ser sus dones naturales la razón de que se marchara sin su familia a Sevilla, en cuya Universidad realizó, entre los 12 y los 15 años, los tres cursos que le permitieron graduarse como Bachiller en Artes hacia 1555. Tras cuatro años en blanco (de los cuales señala el prof. Pozuelo3 que es probable que dos fueran empleados en la realización de los cursos necesarios para la obtención del título del licenciado en Artes [o su equivalente en la impartición de docencia durante tres años en “Universidad aprovada” según los Estatutos de la Universidad de Sevilla], ya que es llamado “licenciado” en el acuerdo del Cabildo eclesiástico hispalense que le otorga en 1565 la capellanía de San Pedro en la Catedral), realiza entre 1559 y 1563 los cuatro cursos que, junto a la lectura de las diez lecciones de teología preceptivas (que, al parecer, no pudo impartir antes de 1565), le habilitaron para obtener el grado de Bachiller en Teología en 1570.

La obtención de la capellanía en 1565 otorgaba al joven clérigo, como señala el prof. Pozuelo4, un estatus y una fuente de ingresos estable que le permite dedicarse con desahogo a las dos actividades por las que será reconocido: la erudición y la poesía.

Desarrolló, por entonces, una intensa relación con los grupos poéticos coetáneos de Mal Lara y Herrera, y con Arias Motano y su entorno, combinada con su dedicación a las Letras y a la erudición “que serían a la postre la palanca para su ascenso social”5, aunque prefirió no marchar a estudiar a otras universidades, y quedarse en Sevilla para consolidar su carrera eclesiástica, que sería de desigual fortuna. Así, en 1571 fue elevado por la Corona a la dignidad de capellán de la Capilla Real. Al año siguiente, en cambio, se vio desposeído de la capellanía de San Pedro y de la facultad de decir misa en la Catedral, por un turbio asunto de desaparición de libros durante su gestión como “comisario” en la Biblioteca Capitular. Su rehabilitación por parte del Cabildo eclesiástico se produce en 1578, fecha a partir de la que se le encarga a Pacheco la mayoría de los importantes programas iconográficos de la Iglesia sevillana. Desde la comienzos de la siguiente década se encontró bajo la protección del nuevo arzobispo, Rodrigo de Castro (1581-1600), lo que le permitió alcanzar mayores dignidades eclesiásticas. Culminó su carrera eclesiástica al ser aceptado como canónigo miembro del Cabildo en 1592, y en 1597, al ser nombrado por el rey Capellán mayor de la Capilla Real.

Su producción literaria en este período está, como señala el prof. Pozuelo6, al servicio de su posición en la Iglesia sevillana, y es reconocido públicamente, sobre todo, como una de las mayores autoridades en el terreno de las antigüedades.

Murió en 1599. Sus contemporáneos alabaron su calidad literaria, su erudición, y su integridad moral.





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1Bartolomé Pozuelo Calero, El licenciado Francisco Pacheco. Sermones sobre la instauración de la libertad del espíritu y lírica amorosa. Estudio introductorio, edición crítica, traducción, notas e índice de nombres, Universidad de Sevilla-Universidad de Cádiz, 1993; Id., El licenciado Francisco Pacheco. El túmulo de la reina doña Ana de Austria, Instituto de Estudios Humanisticos-CSIC, Alcañiz-Madrid, 2004.
2Sobre las controversias en torno a la fecha de su nacimiento cf. B. Pozuelo, (1993), pp. 22-23, e Id., (2004), pp. XXV-XXVI.
3cf. Id, (2004), pp. XXVI-XXIX.
4 Cf. Id., (2004), p. XXIX.
5 Cf. Id., (2004), p. XLII.
6 Cf. Id., (2004), p. LXIII.

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