La
macarronea de Francisco Pacheco es la más extensa de las conocidas
en España hasta la fecha1.
Cronológicamente –si se da por válida la fecha de 1565 presente
en el manucrito de la Bancroft Library-, ocupa el cuarto lugar, a
unos 13 años del poema en dísticos elegíacos de Juan Méndez Nieto
(circa
1552) y a escasos años (1571) de las macarroneas compuestas en honor
de la batalla de Lepanto. A nivel estilístico se aleja de la primera
fase de la producción macarrónica española representada por las
epístolas de Juan de Vergara, de Diego Sánchez y el poemita de
Méndez Nieto, y se acerca a la fase clasicista y normativa que
inician las macarroneas lepantinas –sólo interrumpida por la
anomalía múltiple que representa el emblema macarrónico “otiositas
vitanda” (1605)- . Estas tres primeras macarroneas tienen en común
cierto grado de descuido en el aspecto métrico y prosódico –aunque
en mucha menor medida en el poema de Pacheco-, que se aleja del
modelo de perfección folenguiano, y se acerca, en cierta manera
paralela, al estilo deliberadamente descuidado de los poetas
macarrónicos prefolenguianos. Lo más peculiar y característico,
empero, de la macarronea de Pacheco se sitúa en el terreno
argumental y lingüístico; la temática amorosa que le es propia no
volverá nunca a ser protagonista en la macarronea española, y sólo
aparecerá tangencialmente en su vertiente erótica de forma muy
tardía en la Pepinada
(1812) de Sánchez Barbero –junto, curiosamente, a la existencia de
un cuerpo de glosas marginales-, la última de las composiciones
conocidas compuesta en España. En cuanto al aspecto lingüístico es
necesario observar, junto a Montero y Solís “como aportación
original […] la inserción, entre la paródica verborrea del
macarronismo, de un buen número de palabras del argot germanesco
pertenecientes al ámbito de la prostitución y la picaresca”2.
Las influencias folenguianas son muy evidentes, a nivel incluso de
calcos textuales y referencias directas a Merlín Cocayo, en la
primera de las macarroneas españolas conocidas, la de Juan de
Vergara. Estas influencias se hacen intrínsecas, y no se manifiestan
abiertamente en la epístola del Dr. Sánchez ni en el poemita de
Méndez Nieto (quienes, como Pacheco, no necesitan justificar a esas
alturas su elección de género), y reaparecen con fuerza a nivel
textual y estructural en la macarronea de Pacheco.
1
Sobre
la macarronea española puede verse J. M. Domínguez Leal,
‘Compendio de la poesía macarrónica en España y de su
influencia en la literatura española’, Calamus
renascens,
2 (2001), 199-221; ‘Una experiencia literaria insólita: El
emblema macarrónico “otiositas vitanda”’, Minerva,
15 (2001), 89-114; ‘La poesía macarrónica de Tomás de Iriarte’,
Fortunatae,
13 (2002), 89-106; ‘La influencia de la poesía macarrónica en la
poesía latina humanista en España: La “Callioperria” de Juan
de Vergara’, Myrtia,
17 (2002), 297-312; ‘La influencia folenguiana en la primera
macarronea española’, Quaderni
Folenghiani,
4 (2002-2003), 49-65; ‘La poesía macarrónica en España:
definiciones y ejemplos’, Per
Abbat,
2 (2007), 103-110; 'Influencias folenguianas en las Macarroneas del
Maestro Martínez y Juan Escribano sobre las victoria de Lepanto
(1571)', Quaderni
Folenghiani,
6-7 (2006-2009), 91-112; y puede consultarse también últimamente
mi blog “La poesía macarrónica en España”
(http://poesiamacarronica.blogspot.com.es/).
2
Juan
Montero y José Solís de los Santos, ‘La macarronea sevillana del
licenciado Francisco Pacheco’, en Pedro M. Piñero Ramírez (ed.),
DEJAR
HABLAR A LOS TEXTOS. Homenaje a Francisco Márquez Villanueva,
Sevilla: Universidad de Sevilla, 2005)Tomo I, p. 657.
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