A Giorgio Bernardi Perini
A instigación de Tognazzo, el tirano de Mantua decide atraer al paladín a la ciudad con una añagaza.
Una vez más
el rey mismo a sabios había llamado,
por un
consejo tener de palacio en tácita parte,
y toman la
decisión, atados por juramento,
de capturar
al guerrero, si pueden, con fuerza o engaño.
No piensan
en enviar la vil chusma de los esbirros, 5
pues saben,
y tienen por cierto, y habían probado a menudo
que con tres
porrazos hacíalos picadillo.
¿Qué
deciden entonces? Se busca el tirano un propio
entre los
asistentes, que a cambio de una moneda
con las
espaldas se oponga a bastones y zurriagazos. 10
Éste a
Baldo debe buscar, del senado una carta
mostrando,
para que, vista la majestad del sigilo,
que espejo
es de la libertad y de la justicia,
confíe, y
la mosca caiga al final en la telaraña.
El
correveidile, que se llamaba Spingarda, vestía 15
todo como
suele adornarse un mensajero:
cúbrese con
un sombrerito, la fusta en la mano,
y el corto
manto de fieltro, orlado aposta de fango;
la
trompetilla a diestra, y una bizaza1
a la izquierda
le cuelga, y
en una escuálida mula raudo cabalga. 20
Pensando
empero a menudo a dónde se arriesga con trolas,
es presa del
pánico, tiembla como azogado, y entonces
arrepentido,
querría no haberse metido en tal lío,
habiendo
bien conocido, y bien probado antaño
cuán hábil
es la mano de Baldo en zurrar la badana. 25
Héte aquí
que lo ve a lo lejos, teniendo entonces
y con sus
camaradas, Falchetto, Cíngar y otros
ya corre una
liebre, ya desaloja una zorra, e incluso
harto
destripa los jabalíes dentados con chuzos. 30
Ya muerto de
miedo, Spingarda calzones del todo llenara,
dáse,
empero, ánimo, espuela picando a la mula.
Baldo lo ve,
y ávido de novedades se para;
Cíngar
entonces prepárase a robar el jamelgo.
Llegando el
propio, desmonta de la mula al abrigo, 35
mete la mano
en la bolsa, y de entre mil otras la carta
saca, y
besando el sigilo de cera, como es costumbre,
dála a
Baldo, y finge querer proseguir su camino.
Baldo le
dice: "¿de qué te viene una prisa tan grande?
Bebe al
menos una vez, y refresca tu jaca". 40
Responde:
"órdenes tengo de estar en Milán en tres horas.
Vuestra
Merced su tenor, empero, lea completo;
esperaré un
momento, si acaso queréis dar respuesta."
"De
acuerdo", dice Baldo; lleva aparte a su gente,
a quienes
lee un escrito así de emperifollado: 45
"Salve,
guerrero, de nuestra ciudad toda y sola esperanza.
Ha poco
sabemos (tras "ha poco", "ahora" y "ya
mismo")
de los
senadores y de la gente sagaz de San Marco4,
cómo
dieciocho mil germanos ya preparados
tiene Can
Mastino5,
furioso y malvado tirano, 50
para hombres
matar, y meter a saco las tierras,
o asolar las
viviendas, y arder la mies en el campo.
Y porque
socorro a San Marco con nuestra gente de armas
asaz hemos
dado, hasta que fue tomada Verona,
donde
Mastino delle Scale se enseñoreaba, 55
quien contra
nosotros su cólera a desfogar se prepara.
Manda
cuarenta banderas (que Dios a todos confunda);
quizás a
saco nos metan antes que pasen tres días.
La decisión
se ha tomado: conviene armar a la gente,
y a ti
capitán elegido te hemos: Sordello a esta 60
empresa te
ensalza, sea que se precise dotar las
murallas con
las bombardas, y con grandes bastiones,
y excavar
trincheras, o ir prontamente a Bolonia,
y de
bolonienses y de toda la gente de la Romaña
traer
soldados, cuyo valor para ti es conocido6. 65
Quieren,
empero, que nada se sepa, pues los espías
mal de
espiar en su arte progresan, si nada conocen.
Ven a
nosotros, pues, apenas leas la carta,
mas solo, y
calla el asunto, y no lo reveles a nadie".
Así de
entrada, Baldo queda maravillado, 70
nada dice, y
ráscase la cabeza pensando.
Cíngar, más
que todos los viejos zorros astuto,
intuye en el
acto un engaño, y que hay, piensa, gato encerrado.
Mira a
Spingarda clavando sus ojos en toda su cara;
luego dice:
"¡eh, tú! ¿en la ciudad que preparan?, 75
¿qué
hacen?". Spingarda, su miedo ocultando con disimulo,
así
responde: "Nuestro Consejo prepara las armas,
y a toda
prisa dase soldada a muchos infantes;
y ya
bombardean a plena potencia el castillo de Goito7;
habéis oído
quizás de mañana los cañonazos. 80
De Riva di
Trento8
ha bajado un hatajo tal de borrachos,
y han del
monte Baldo9
las altas cumbres pasado.
Han
atravesado el lago, a Salò finalmente llegando;
allí parte
a tierra bajó, otra parte quedó en las naves.
La tierra es
alfombra de armas, el lago, ciudades y el monte. 85
De aquí
seis mil infantes queman cuanto encuentran;
cruzan,
pues, el lago de Garda sin resistencia.
Llenaron
barcas, llenaron chalanas, al par de gabarras,
y a éstos
no les plantó batalla el fortín de Manerba10,
que, a
fuerza de cañonazos, en torno de ella los tábanos 90
puede
quitarse, pero ahora la vil ha dudado,
y llena de
miedo, finge tener que hacer otras cosas;
y, aunque
pudiera haber destruido la flota germana,
hízose la
tonta, y se rascó la barriga.
Sirmión11
se hizo un ovillo cual cría de codornices, 95
cuando oye
del gavilán que resuenan los cascabeles;
y aunque
tenga esta isla gruesos escollos,
su vil
cagalera a Sirmión volviola gallofa.
Ni
Desenzano, ni Rivoltella un tiro han pegado,
ni tampoco
Pescheria12,
madre del Mincio de Mantua. 100
Mohosas
siguieron las baterías del fuerte en Monega13,
y no se
enfrentó Padenghe14
con la belicosa mesnada,
y las
murallas temblaron en hondo del viejo Lonato15.
Mas
Solferino16,
que es catapulta sobre alta montaña,
queriendo
oponerse, audaz inconsciente, a los germanos, 105
Se
arrepintió y pagó temeraria la pena debida.
Piedras
abajo empezó la turba de los lugareños
a lanzar,
porque los lansquenetes17
arriba no fueran.
Pasaron al
fin a cuchillo a éstos, tan desdichados,
y como
azufre prendió aquella tal plaza fuerte, 110
que
llamaremos aún rectamente como Solferino,
pues
incendiada ardió igual que si fósforo18
fuera,
y grande
fogata volviose para una magna llanura.
La
renombrada Cavriana no hizo el menor movimiento.
Volta19
dispuso treinta barricas de buena garnacha, 115
que a los
tudescos mandó en la idea de emborracharlos,
y gracias a
ésta calmó la furia del mar de tudescos.
La sola
ciudad de Goito, do mora el noble Sordello,
no quiere en
modo alguno dejar pasar a las tropas;
es más,
dotada de buenos soldados, y de vituallas, 120
de día y de
noche fuego escupe, y bombazos arría".
1Alforja
de cuero
2Cuerda
o correa con que se lleva atado al perro a las cacerías, para
soltarlo a su tiempo.
3Perro
perdiguero, muy apreciado en la caza por su habilidad para seguir
pistas.
4La
República de Venecia.
5M.
Chiesa considera que puede tratarse de Mastino II della Scala
(1308-1351), señor de Verona desde 1329, que guerreó contra
Venecia, aunque fue Mastino I el contemporáneo de Sordello.
6Señala
Chiesa que los mercenarios romañolos eran muy reputados,
especialmente los de Brisighella.
7Feudo
de Sordello.
8Ciudad
en la orilla septentrional del lago de Garda (Faccioli).
9Cordillera
montañosa sobre la orilla oriental del Garda (Faccioli).
10Localidad
al sur de Salò.
11Castillo
y burgo sobre la península homónima, patria del poeta Catulo.
12Todos
tres burgos ribereños del Garda; es, por otra parte, en Peschiera
que el río Mincio toma su nombre.
13Burgo
ribereño al sur de Salò.
14Burgo
ribereño al norte de Desenzano.
15Burgo
al sudoeste de Desenzano.
16Burgo
al norte de Cavriana.
17Soldado
de la infantería alemana.
18Quam
Solpharinum merito chiamabimus ancum, / nam solpharini de more
incensa brusavit.
19cf.
I, 505
Imagen: Ferdinand Hodler, Le guerrier furieux.
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