sábado, 19 de marzo de 2016

RETRATO DE LA VIDA ESTUDIANTIL SALMANTINA EN LA EPÍSTOLA MACARRÓNICA DEL DR. SÁNCHEZ




Señala Richard L. Kagan que no resultaba caro matricularse en una universidad en los siglos XVI y XVII: "Se exigía el pago de una cuota, pero era tan pequeña -sólo 4 o 5 mrs. al año- que estaba al alcance de la mayoría de los que sabían leer y escribir. Sin embargo, los costes aumentaban rápidamente, cuando se trataba de vivir en una ciudad universitaria [...]"1. Las modalidades de alojamiento en la Salamanca del Quinientos eran diversas: algunos estudiantes -los menos- eran vecinos de la ciudad o tenían familiares o amigos en ella; otros vivían en conventos o colegios como miembros de alguna comunidad religiosa o seglar; otros se encontraban como pupilos bajo el techo y tutela de un graduado universitario, generalmente bachiller; otros moraban en casa alquilada en forma de "república de estudiantes" o "compañía", pagando "pro rata" y atendidos por sus criados o algún ama de gobierno contratada; otros se alojaban en posadas y mesones como camaristas estrictos, o en gobernaciones como camaristas por aposento y servicio (guiso de comida, lavado de ropa, arreglo y limpieza de aposentos, etc.); otros finalmente, alquilaban una casa individual para vivir con sus criados, ayo o ama de gobierno2.

El hecho de que Sánchez emplee dos veces la palabra pupilus (vv. 29, 39) en el sentido arriba expresado para referirse a sus compañeros (cf. glosario s. u. 'pupilus'), y que se presente como huésped de una casa regentada por un bachiller nos da a entender que el joven Sánchez se alojó en un pupilaje, cuyo carácter ha definido certeramente Rodríguez-San Pedro: "Desde 1538 la Universidad de Salamanca se preocupó de regular minuciosamente un tipo de hospedaje de estudiantes con carácter educativo-paternal, en el que a un bachiller se le confía la tutela de un cierto número de estudiantes que viven en su casa, con los cuales realiza funciones de padre y maestro, responsabilizándose de sus estudios, crianza, alimentación, religiosidad, moralidad y costumbres. A través del examen previo del solicitante de pupilaje, ciertos minuciosos estatutos y visitas anuales de supervisión, la Universidad realiza un estricto control de este tipo de hospedaje, y por ello de todas las esferas de la vida de sus ocupantes. Administrar, regir, corregir y gobernar serán las funciones asignadas al pupilero según un modelo del que el propio pupilero debe ser el ejemplo a los ojos de los estudiantes [...]"3. Señala Rodríguez-San Pedro que el número de los pupilajes existentes en Salamanca se movió siempre en torno a la quincena, y que los pupilos residentes en cada casa, con edades comprendidas entre los 15 y 23 años, no alcanzaba nunca la decena4. Era, pues, un tipo de hospedaje minoritario, que, a pesar de las diferentes categorías y precios de los pupilajes, estaba destinado a un grupo social de calidad y asentado económicamente5. La familia de Diego Sánchez pertenecía, así, a la minoría que podía permitirse tal gasto, y que comprendía a la nobleza, sobre todo a la gran clase de los hidalgos, a los funcionarios del gobierno, a los militares, a los profesionales liberales, a la pequeña pero rica clase mercantil, y a los miembros más ricos de la clase obrera6. El libertinaje y la violencia característicos de la vida estudiantil de antes de mediados del siglo XVII, así como la tutela ceñida del pupilaje y sus privilegiadas condiciones para dedicar tiempo al estudio desentendiéndose de las preocupaciones materiales hacían que muchos padres lo vieran como una inversión óptima7. Rodríguez-San Pedro concluye su estudio sobre los pupilajes salmantinos entre 1590 y 1630 indicando que el ambiente general, dentro de un amplio abanico de posibilidades, era sobrio, y que la alimentación, que representaba un alto porcentaje de los costes era la propia de un grupo asentado y privilegiado8.

No obstante, dentro del amplio espectro de posibilidades señalado había también lugar para la picaresca y el abuso. En los libros de Visitas de Pupilajes del Archivo Universitario de Salamanca se recogen quejas de pupilos sobre la escasez y mala calidad de la comida, la suciedad de las casas, el agua poca y turbia, la ropa mal lavada y la cicatería de los pupileros con las velas9. Por otra parte, los testimonios literarios concuerdan en ofrecer una visión negativa y caricaturesca de la vivencia pupilar: "Don Quijote hablará de la "estrecheza" de los pupilajes. El Guzmán de Alfarache de "la limitada y sutil ración" y de que "todo era tan limitado, tan poco y mal guisado como para estudiantes y en pupilaje". No mencionaremos los ayunos expresionistas del licenciado Cabra, pero sí aquella declaración del dr. Andrés Laguna sobre las numerosas lavativas de caldo de acelgas y mercuriales, aderezado de sal y orines para "los infelices vientres de aquellos pupilos infortunados, que jamás se vieron llenos sino de viandas pestilenciales"10.

"¡Ojalá loco y mudo me vuelva!" (v. 25: perturber grauiter stupens!) exclama el dr. Sánchez ante la tesitura de tener que recordar los lances de su vida de estudiante en Salamanca. Habla de sufrimientos, hambre y frío como característicos del pupilo (v. 29), así como de los engaños y sisas que debe soportar (v. 30). En medio de constantes disputas, la "sarnosa cuadrilla" y "furtivo linaje" debe apañárselas ratoneando en la despensa (vv. 31-32). Para huir del frío los pupilos deben refugiarse en la cocina en medio de un humo malsano (vv. 33-34), y a la hora de la comida, han de apresurarse para quedar lo más cerca posible del bachiller pupilero, el primero en ser servido, pues a los que quedan más lejos sólo les toca piltrafa y huesos (vv. 42-43). Hambre y suciedad es su compañía hasta la noche (vv. 54-60), en la que son comidos por pulgas, chinches y piojos bajo sábanas sucias y viejas que se rompen a las primeras de cambio (vv. 61-72). Pero el colmo de la desgracia acaece cuando se acaba el escaso dinero; entonces, uno, desengañado, entra en un convento; otro se marcha a Italia para culminar su infortunio; y otro, finalmente, desesperando ante la negativa paterna a socorrerle, se suicida (vv. 73-91). Sánchez considera, por tanto, como un mérito evidente haber podido sobrevivir, incluso físicamente, a tales y tantas penalidades en su camino al doctorado (vv. 92-94). La parte autobiográfica de epist. tiene como objeto el mostrar a su influyente destinatario la historia de un hombre que, partiendo de circunstancias desventajosas y hasta dramáticas, ha conseguido ascender en la escala académica y social, sin que le haya importado servirse para ello de artimañas picarescas -implícitas pero bien conocidas por el corresponsal-; y es ese mismo esfuerzo de medro social no siempre lícito el que basta para justificar, ante sí mismo y su corresponsal, su actuación contra el concejo local, que pretende menoscabar su nueva posición en la sociedad tan penosamente conseguida haciéndole pagar impuestos y privándole así de la característica básica de la nobleza (vv. 93-95). En consonancia con ello, el dr. Sánchez le pide a su antiguo condiscípulo que actúe en su favor ante instancias jurídicas superiores, recurriendo, si es preciso, a la mentira (vv. 118-120).

Su autobiografismo sitúa a epist. dentro de la moda testifical que, como afirma Lázaro Carreter11, se desarrolla en esta época en la literatura española, y de la que serán exponentes posteriores, en el formato autobiográfico, el "Cingar" del Baldo castellano12 (1542), y el Lazarillo (1554), aunque es con éste con el que epist. muestra mayores concomitancias -lo que no quiere decir que haya que suponer la menor influencia directa. El hispanista Bernhard König indicaba que el autor del Lazarillo había tomado su idea de contar la vida del protagonista en primera persona a un personaje más elevado en la escala social (al que se dirige genéricamente como Vuestra merced), del "Cingar" castellano, el único modelo con que podía contar en la literatura conocida del tiempo para confeccionar una biografía desde el nacimiento del personaje. Ésta era, en su opinión, una prueba decisiva para señalar la dependencia del Lazarillo del "Cingar", aunque advertía que en el Lazarillo la autobiografía tiene carácter epistolar, y en el "Cingar" carácter oral, como reminiscencia del contexto de narración oral que era propio de la primitiva épica (el Cíngar del Baldo hispano cuenta su vida a un grupo de caballeros oyentes)13. La macarronea de Sánchez tiene también forma epistolar, aunque el destinatario está bien identificado, claro está, por ser un personaje real, pero comparte con el del Lazarillo la preeminencia social sobre el escritor. El recuento de la vida de Sánchez no comienza, ciertamente, por el nacimiento ni por la infancia, aunque presenta un importante rasgo en común: las peripecias vitales del protagonista, contra lo que ocurre con "Cingar" y Guzmán de Alfarache, son consecuencia de las circunstancias externas, que llevan, tanto al dr. Sánchez como al pregonero de Toledo, a espabilar y asegurarse su sustento y una posición social honorable mediantes prácticas contrarias a la moral, que se plasman en el caso del Lazarillo en la forma de deshonra consentida. Lejos de avergonzarse de ellas, el real dr. Sánchez -pronto convertido en ejemplo literario mediante la transmisión manuscrita y la propia forma poética de su epístola-, y el imaginario Lazarillo se muestran orgullosos del rumbo que han dado a sus vidas venciendo incontables penalidades. Así se expresa claramente Lazarillo en su prólogo a petición de su corresponsal: "Y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomarle por el medio, sino del principio, por que se tenga entera noticia de mi persona. Y también por que consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando salieron a buen puerto". Los corresponsales de ambos comparten, en fin, esta visión del mundo falta de escrúpulos morales, pues no tendría sentido, en tal caso, la sinceridad con que se les escribe; esto se hace más evidente en el caso de Francisco de Vargas, que no debería sentirse ofendido porque su amigo le pidiera una ayuda que fuera contra la verdad si era preciso.

Podemos concluir afirmando que la macarronea del dr. Sánchez se presenta como un curioso precedente -salvando las evidentes distancias-, de la técnica narrativa autobiográfica consagrada en la primera narración novelesca europea.



Ilustración: aula Fray Luis de León en la Universidad de Salamanca (vía Internet)


1 Cf. R. L. KAGAN, o.c., p. 234.
2 Cf. A. M. CARABIAS, o.c., p. 308 y L. E. RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, "Pupilajes, gobernaciones y casas de estudiantes en Salamanca (1590-1630)", Studia Historica, I, nº3, 1983, p. 201.
3 Cf. L. E. RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, o.c., pp. 187-188. La necesidad de tal reglamentación minuciosa y severa fue, tal vez, propiciada por abusos como los que narra Sánchez en su epístola.
4 Cf. ib., pp. 188-190.
5 Cf. ib., p. 190.
6 Cf. R. L. KAGAN, o.c., pp. 236-237. Señala T. Santander que a partir de 1571 aumentó considerablemente el número de escolares procedentes de la diócesis de Jaén, que antes solían acudir a la Universidad de Baeza (cf. o.c., p. 58). Tal afluencia debía, por tanto, existir con anterioridad aunque en menor medida, de lo que es ejemplo el joven Diego Sánchez.
7 Cf. L. E. RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, o.c., p. 190. El mismo autor cita un fragmento del Guzmán de Alfarache en que éste expone las razones por las que eligió un pupilaje para residir en Alcalá ("Con esto quedaba libre de todo género de cuidado. No me lo daba la comida ni el buscarla o proveerla, quedaba libre para sólo mi negocio y todo en todo"), a pesar del aparente incoveniente de tener que convivir con muchachos ("Híceme pupilo, teniendo por mejor tropellar con el qué dirán de ver a un jayán como yo, con tantas barbas como la mujer de Peñaranda, metido entre muchachos. Consolábame que también había entre nosotros algunos casi como yo y estábamos mezclados como garbanzos y chochos").
8 Cf. ib., p. 207.
9 Cf. ib., pp. 193-194. Kagan refiere abusos similares en pupilajes de Alcalá de Henares (cf. o.c., pp. 235-236).
10 Testimonios citados por Rodríguez-San Pedro, o.c., p. 193.
11 Cf. F. LÁZARO CARRETER, "¿Nueva luz...", p. 3.
12 Tal como fue versionado en Sevilla de forma anónima en 1542.

13 Cf. B. KÖNIG, "Margutte-Cingar...", pp. 303-304.

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