Bald.
está escrito al calor de la derrota de las Comunidades castellanas.
Joseph Pérez ha ilustrado muy claramente el origen y características
de la revuelta comunera: “La revolución de las Comunidades no fue
fruto de una exaltación nacionalista ni de una oleada de xenofobia,
producto del advenimiento de una dinastía extranjera. [...] El
advenimiento de un soberano extranjero, la elección imperial y el
anuncio de una política exterior, que parecía apartarse
completamente de las orientaciones tradicionales, hicieron temer a
los letrados y a las capas sociales medias que los intereses de
Castilla iban a ser sacrificados [...] Maravall ha mostrado
perfectamente el sentido de esta revolución política. Ante todo
trataba de organizar un gobierno representativo, el gobierno de las
clases medias, el gobierno de la burguesía, y esto en un país en el
que la burguesía carecía de fuerza y estaba profundamente dividida.
Esto explica las contradicciones y el fracaso del movimiento"1.
Respecto
a la actitud del autor del poema hacia las Comunidades, Juan Gil y
Antonio Torres-Alcalá creen percibir ciertas simpatías en Vergara.
Contamos, empero, con un testimonio del propio humanista toledano,
recogido por Bataillon, en su defensa contra las acusaciones de
luteranismo: “Al principio, cuando Lutero solamente tocaba en la
necesidad de la reformación de la Iglesia y en artículos
concernentes
corruptionem morum,
todo el mundo lo aprobaba, y los que escriben contra él confiesan en
sus libros que al principio se le aficionaron. Y casi lo mesmo
acaeció en España en lo de la Comunidad: que al principio, cuando
parecía que solamente se pretendía reformación de algunas cosas,
todos la favorecían; mas después que la gente se comenzó a
desvergonzar y desacatar, apartáronse los cuerdos y
persiguiéronla”2.
Parece
aludir aquí Vergara a las primeras pretensiones de la Junta comunera
de reformas fiscales, y su posterior reivindicación de poderes
legislativos que recortaran los reales. Vergara vive ese conflicto en
el extranjero y sumido en la vida de la corte imperial. En general,
la actitud de la Iglesia fue diversa en la revuelta comunera: el
clero secular adoptó una actitud reservada, pero los frailes la
favorecieron desde el primer momento. Posteriormente, muchos de estos
frailes fueron el núcleo de los adversarios de Erasmo3.
El poema de Vergara nos confirma la muy temprana difusión
y éxito en nuestro país de la obra de Folengo. A pesar de la
dificultad de sus macarronismos dialectales, ese “diálogo
subterráneo con los clásicos” presente en su obra, debió
resultar sumamente atractivo para humanistas como Vergara, que
devoraron en sus horas de ocio esta literatura “un poco desvaída”4,
pero construida con rigor obsesivo.
Ya he incidido en la influencia en la obra de Vergara, de la
red. Toscolanense (1521), que representa un momento clave dentro de la
evolución de la macarronea folenguiana. Las modificaciones respecto
a la red. anterior sólo son comparables a las presentes en la red.
Cipadense respecto a la propia red. T. En palabras de Massimo Zaggia
puede decirse que “a la fase juvenil de la Paganini, acerba y
experimental, por más que ambiciosa, sucede con la Toscolanense una
fase extremista, de macarrónico por así decir flameante; la
sucesiva redacción Cipadense documentará [...] un repensamiento
clasicista, y por fin la Vigaso Cocaio presentará una (incompleta)
labor de sincretismo”5.
Este
macaronico
fiammeggiante de la
red. T se caracteriza por un contraste deliberado y violento entre un
componente marcadamente dialectal y el latino, así como por la
presencia de ciertas extravagancias métricas exclusivas de esta red.
No obstante, la red. T no traiciona la línea de evolución de las
macarroneas folenguianas trazada por Paoli: en la red. T se reducen
errores prosódico-métricos presentes en la red. P y se elimina
léxico latino a favor del macarrónico. Prueba sintomática de esto
es la reducción del número de versos enteramente latinos. Estos dos
aspectos de limae
labor continuarán
en las sucesivas redd. C y V.
Partiendo de esta caracterización,
pasaremos en próximas entradas a estudiar la tipología del macarroneo del primer poema del
género en España en relación con su modelo lingüístico, la
susodicha red. T. Analizaremos el léxico macarrónico, y las
peculiaridades sintácticas y prosódico-métricas de tipo
macarrónico.
1
Cf. J. PÉREZ, o.c., pp. 177-179
2
Cf. M. BATAILLON, o.c., p. 454
3
Cf. J. PÉREZ, o.c., p. 134
4
Cf. J. LÓPEZ DE TORO, o.c., p. 404
5
Cf. M. ZAGGIA, “Breve percorso attraverso le quattro
redazioni delle Macaronee folenghiane”, Atti Convegno 1991,
p. 91.
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