sábado, 24 de enero de 2015

CONTENIDO Y ESTRUCTURA DE LA MACARRONEA DE JUAN DE VERGARA




Como se deduce del título del ms. 3662 de la Biblioteca Nacional de Madrid, el poema constituye una epístola escrita en 93 hexámetros como respuesta a un presunto epigrama perdido firmado, también presuntamente, bajo la personalidad de Baldo, el célebre héroe folenguiano, y dirigido al propio autor (cf. Bald. e-f: “in responsione cuiusdam epigrammatis / nuper ad se missi a praedicto circunspecto domino”), quien escribe a su vez bajo el pseudónimo de Cíngar, el inseparable y pícaro compañero del Baldo macarrónico.

El autor responde a ciertas cuestiones planteadas por su corresponsal (cf. Bald. 1: “Altissimas dubdas dudum tua Musa tocauit”; ib. 8-9: “In demandis enim non te praestantior alter! / Attamen in cosis istis, quas, Balde, preguntas”) sobre la, en su opinión, confusa situación de la Corte (cf. Bald. 18-19: “Quod confusa tibi parescit curia Regis, / Diuersaeque artis diuersaque cuncta uidentur:”) tras el episodio revolucionario de las Comunidades de Castilla (julio de 1520-febrero de 1522).

El corresponsal debía expresar en su epigrama una sorpresa maliciosa e irónica ante el afán de recompensas que origina este suceso en el bando vencedor, especialmente entre los próceres del reino (cf. Bald. 20: “Pensiones unus, miraris forte, procurat; id. 24-25: “Miraris contentum nullum nullumque pagatum, / Maxime magnates regni grandesque señores”); todo lo cual parecía, aparentemente, escandalizarle (cf. Bald. 26: “Haec diuersa tuam disturbant ualde cabeçam”).

El autor, por su parte, no se engaña, al menos desde su punto de vista, sobre la personalidad y verdadera catadura de su corresponsal. Expresa por éste un evidente desprecio, que se manifiesta en diversas partes del poema. Ya en la misma dedicatoria hace referencia a la pericia macarrónica de su corresponsal, que se ve reconocida en las imaginarias islas Californias (Bald. a-c: “Ad Dominum Baldum Caxconinacium / Macarronicae artis peritissimum / in insulis Caliphornis cognominatum”); este tono se detecta también en la aplicación irónica del tópico del sobrepujamiento con que abre su epístola (cf. Bald. 2-3: “Totque tibi, Balde, dictarunt carmina Musae, / Quo cedent uates, cedet Cocaius et ipse”), y en los epítetos que le dedica, asimilándolo a un bebé balbuciente tras el resumen que hace del contenido de su epigrama (cf. Bald. 27-29: “O mamarron, mamarron! lac tibi becibus inest, / Non Musam sed tetam sapis, et paruulus infans / Parlas ut hermanus qui uix mamare reliquit”). De estos últimos versos puede deducirse el retrato de una persona joven, que el autor pinta como osada, y torpemente intrigante. Dicho personaje no debía estar exento de cierto poder e influencia, si puede disponer de agentes que satisfagan su malsana curiosidad sobre los medros ilícitos en la Corte (cf. Bald. 8-9: “Attamen in cosis istis, quas, Balde, preguntas, / Soluere uix poterunt tibi modo negotiantes”). El hecho de que adopte soberbiamente el sobrenombre del héroe Baldo -el apodo 'Caxconinacio' nos resulta ininteligible- también es una orientación en este sentido. Bald. d: “Zingar suus capellanus et picapedrerus”, recoge una expresión, “capellán y picapedrero”, que, según López de Toro, constituía “una jocosa fórmula de despedida, antiguamente usada entre gente eclesiástica –y de un modo especial entre seminaristas-”1, y que podría presentarnos al corresponsal como miembro del clero inferior en categoría al autor, lo que daría razón de la familiaridad irreverente con que lo trata. Todo queda, sin embargo, en el terreno de la mera hipótesis.

El corresponsal interroga al autor por ser buen conocedor del ambiente cortesano, y sin duda sabe de su ingenio agudo y su lengua suelta y acerada, como el propio autor reconoce (cf. Bald. 33: “Quanuis in nostris [labellis] Diablazus saepe parescit”). La “curiosidad” del correspondiente puede tener la intención oculta de comprometerle ante los “magnates regni grandesque señores”, lo que parece provocar la impaciencia del autor (cf. Bald. 13-14: “Enodabo nodos, quanuis cortare fuisset / Satius...”), que es consciente de este hecho (cf. Bald. 35-37: “Quod dicam hunc mamolum, nil dicas, deprecor, ipse, / Nanque mea multis creparent brachia pallis, / Et fortasse nostras faceret saltare budellas”). Rebate, empero, cualquier posible insinuación de aprovechamiento por su parte de la victoria imperial sobre las Comunidades, y considera justificado denunciar y poner freno a ciertas inmoralidades (cf. Bald. 39-41: “Omnia quae cernis merito iureque passamus, / Hispanis quoniam fas est dare frena superbis; / Nanque sumus lochi, phanpharrones atque maligni.”). Acto seguido, describe alusivamente la ambición inmerecida y ambigüedad de ciertos próceres de modo sin duda reconocible para su corresponsal.

Podemos establecer, pues, la siguente estructura de referencia para el poema:

I.Apelación al destinatario y motivo de la epístola (vv. 1-16).
I.1. Alabanza irónica del mérito literario del destinatario y de su habilidad en hacer preguntas mediante el empleo del tópico del sobrepujamiento (vv. 1-8)
I.2. Dificultades del corresponsal para obtener respuestas (vv. 9-10).
I. 3. Propósito del autor de responder a las preguntas del destinatario (vv. 11-14)
I.4. Digresión histórica sobre el nudo gordiano y el emblema de Isabel la Católica (vv. 14-16).

II. Planteamiento de las cuestiones del destinatario sobre la situación en la Corte tras la guerra de las Comunidades (vv. 17-37).
II. 1. Propósito de volver al tema de la epístola (v. 17).
II. 2. El estado de la corte según el destinatario (vv. 17-26).
II. 3. Invectivas del autor contra la bisoñez de su corresponsal (vv.27-32).
II. 4. Advertencias del autor al destinatario sobre lo comprometido de la situación en que lo coloca (vv. 33-37).

III. Respuesta del autor (vv. 38-93).
III. 1. Propósito de responder con verdad (v.38)
III. 2. Autoexcusa y apreciación negativa del carácter hispano (vv.39-41)
III. 3. Descripción de tipos humanos (vv. 42-93).
III. 3. 1. Delatores y calumniadores (vv. 42-47)
III. 3. 2. Mentirosos e intrigantes (vv. 48-93).
III. 3. 2. 1. Militares que alegan falsos méritos de guerra (vv.48-70).
III. 3. 2. 2. Prócer de dudosa filiación realista que pide dinero (vv. 71-77).
III. 3. 2. 3. Prócer que aduce sus gastos y méritos de guerra (vv. 78-79)
III. 3. 2. 4. Prócer intrigante dispuesto a servir a cualquier bando (vv. 80-93).





Ilustración: Calcograbado de la ejecución de los comuneros de Castilla Padilla, Bravo y Maldonado







1 Cf. J. LÓPEZ DE TORO, "El primer poema macarrónico en España", Studia Philologica. Homenaje ofrecido a Dámaso Alonso, II, Madrid 1961, p. 407 n.12

sábado, 10 de enero de 2015

BIOGRAFÍA DE JUAN DE VERGARA, AUTOR DE LA PRIMERA MACARRONEA ESPAÑOLA CONOCIDA



Juan de Vergara (1492-1557) fue uno de los humanistas más destacados de la primera mitad del siglo XVI y una de las cabezas descollantes del erasmismo español1.

Nació en Toledo el 4 de octubre de 1492. Pertenecía a una familia de ascendencia judía2, y desde niño estuvo enfrascado en el estudio del latín y del griego. Permaneció en el Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá en dos periodos comprendidos entre el 12 de abril de 1509 y el 3 de enero de 1512, en calidad de familiar o sirviente, y del 10 de marzo de 1514 hasta los primeros meses de 1517, ingresando en concepto de colegial por orden del cardenal Cisneros3.

En dicho Colegio se ocupó primeramente de traducir parte de la Biblia, y, luego, varios libros de Aristóteles. Fue seleccionado por Cisneros para el equipo de colaboradores de la monumental Políglota de Alcalá. Parece que Vergara, maestro en Artes (10 de enero de 1514), trabajó en la corrección del texto de Nuevo Testamento. Como filólogo veterotestamentario, realizó la traducción interlineal del texto griego de los Proverbios, de la Sabiduría, del Eclesiástico, del Eclesiastés, de Job y de otros Libros4. Tradujo también por encargo de Cisneros la mayor parte de la Filosofía de Aristóteles, concretamente la Física, el tratado De anima y la Metafísica.

En 1516-1517 entra al servicio de Cisneros como secretario apenas doctorado en teología. Éste le concede una canonjía en Alcalá, y luego llega a ser canónigo de Toledo, arcipreste de Santa Olalla, párroco de Torrelaguna, beneficiado de los lugares de Novés, Tortuero y su anejo La Puebla, y cura de Camarma de Esteruelas y de su anejo Villaviciosa, todos en la diócesis toledana5.

El 26 de junio de 1518 ocupa el cargo de secretario del cardenal Guillermo de Croy, arzobispo de Toledo y sucesor de Cisneros. Emprende el camino de Flandes en la primavera de 1520 para poner al joven arzobispo al corriente de las cosas de la diócesis6. A su paso por Valladolid intenta apartar infructuosamente a su hermano uterino Bernardino de Tovar de la influencia obsesiva de la beata Francisca Hernández7.

A fines de julio de 1520 desembarca en Brujas, donde conoce personalmente a Erasmo, y actúa con desigual fortuna como intermediario entre éste y sus contradictores españoles Diego López de Zúñiga y Sancho Carranza de Miranda. Tras una inicial reticencia, Erasmo estrecha lazos de amistad con Vergara en Brujas y Lovaina8.

Asiste con su señor a la dieta de Worms (1521) donde comprueba con disgusto la expectación que levantaba Lutero. Desde la muerte del Cardenal de Croy (6 de enero de 1521) Vergara quedó adscrito como capellán a la corte de Carlos V, con quien volverá a España en julio de 1522. Tras una breve estancia en Alcalá, se restituye a la corte. Desarrolla una fructífera relación epistolar con Erasmo. La influencia del bátavo en España está en pleno auge entre 1522 y 1525, y en torno a su nombre se agrupan todas las fuerzas locales de renovación intelectual y religiosa. Vergara actúa como un vivo lazo de unión entre los medios erasmistas de la corte y los de Alcalá9.

En el otoño de 1523 Vergara se refugia en Alcalá en busca de reposo y allí pasa tranquilamente el invierno. Ante las reiteradas invitaciones del nuevo arzobispo de Toledo, Alonso de Fonseca, para que acepte el puesto de secretario, parte para la Corte, en Burgos, el 10 de marzo de 1524. Sus abrumadoras ocupaciones en este período reducen su actividad literaria a una serie de cartas, fundamentales, empero, para la historia del erasmismo español10.

Durante la conferencia teológica celebrada en Valladolid en 1527 sobre la ortodoxia de Erasmo, Vergara mantiene informado al bátavo y le aconseja lo más conveniente para la defensa de su obra11. Le asegura asimismo el apoyo del Arzobispo de Toledo, Fonseca, entregado en cuerpo y alma a la causa del humanismo cristiano. En 1529 intervino fructuosamente ante la comisión de teólogos de Alcalá que entendía del examen del Diálogo de doctrina cristiana de Juan de Valdés, denunciado a la Inquisición. A pesar de estos éxitos, una serie de circunstancias contribuye a empeorar la situación de los erasmistas españoles, que se defendían hasta entonces sin esfuerzo aparente contra las acusaciones de luteranismo e iluminismo, robustecidos por el apoyo de la Cancillería imperial, del Inquisidor General y del Primado: la partida de la Corte para la coronación de Bolonia en agosto de 1529, la dispersión del grupo erasmista por España12, y, sobre todo, el proceso iniciado contra los alumbrados de Castilla la Nueva en 1524, que con el arresto de Francisca Hernández y de Fr. Francisco Ortiz se vuelve extremadamente peligroso para los erasmistas.

Francisca Hernández, detenida por la Inquisición en marzo de 1529 inicia una serie de denuncias en busca de clemencia ante sus jueces. Denuncia como “luteranos” a Bernardino Tovar y a su hermano Juan de Vergara el 27 de julio de 1530. La Inquisición acumula pruebas secretamente contra él sobre su presuntos luteranismo e iluminismo, y su bien declarado erasmismo sin decidirse a actuar con celeridad contra él dada su influyente posición de secretario del Primado. Tovar es detenido en septiembre de 1530. Su hermano interviene activamente en su defensa, sobornando a un escribano del tribunal de Toledo para que le transmitiera informes del proceso y manteniendo durante dos años una correspondencia secreta con el prisionero. El descubrimiento de estas misivas disimuladas precipita la detención de Vergara el 23 de junio de 1533, acusado de sobornar al Santo Oficio y de ser luterano, alumbrado y excesivamente aficionado a Erasmo13.

En su defensa, Vergara refuta hábilmente las acusaciones hechas contra él de luterano y alumbrado, demostrando su insustancialidad y la indignidad de sus denunciantes. En cuanto a la acusación de erasmismo, Vergara se confiesa encarecido amigo de Erasmo, y decía que si esto era un crimen, también comprometía al Papa y al Emperador. Sus palabras y actitud durante su proceso revelan su orgullo de hombre de estudio formado en el libre juicio14.

Un dilatado proceso le condena finalmente como sospechoso de herejía, perjuro, reo de soborno e impedidor del Santo Oficio. Vergara se ve obligado a subir a un cadalso de Zocodover, Toledo, el 21 de diciembre de 1535 con una vela en la mano, abjurar de vehementi, permanecer encerrado en un monasterio durante un año y pagar 1500 ducados de multa. Recobra finalmente la libertad el 27 de febrero de 1537, tras cerca de cuatro años de cautiverio.

Aún se encuentra a Vergara en 1547 arremetiendo enérgicamente contra el Estatuto de limpieza de sangre que excluía a los cristianos nuevos de las dignidades eclesiásticas del cabildo toledano. De ahí en adelante su vida se eclipsa en el estudio y la erudición. Murió en Toledo el 20 de febrero de 1557.

Vergara contó con la estimación de sus contemporáneos y de la posteridad. El humanista Alonso García Matamoros en su De asserenda Hispanorum eruditione (Alcalá, 1553) lo coloca a la cabeza de los sabios hispanos. Álvar Gómez lo denomina “vir omnibus modis maximus” y Luis Vives “vir eruditione tam rara quam vulgo incognita et iudicio sanissimo, et supra quam dici possit exacto”. El arzobispo Fonseca se gloriaba de tener a su servicio al que consideraba un igual de Sadoleto y Bembo15. Contó asimismo con la más alta estima intelectual de Erasmo, el Maestro por el que arrostró tantas penalidades.











1 J. Goñi lo considera “jefe del erasmismo español” (cf. QUINTÍN ALDEA VAQUERO-TOMÁS MARÍN MARTÍNEZ-JOSÉ VIVES GATTEL (dirr.), Diccionario de Historia eclesiástica de España, CSIC, Madrid 1975, t. IV s.v. ‘Vergara, Juan de’, p. 2737.) M. Bataillon, por su parte, asigna a Alfonso de Valdés, secretario de Carlos V, el papel de “campeón más ardiente” del erasmismo (cf. M. BATAILLON, Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, F.C.E, México 1966, 2ª ed., p. 429). Bataillon sitúa a Vergara junto a Valdés, Virués y algunos otros en “una especie de estado mayor del erasmismo español”, constituido espontánemente, y que durante la conferencia teológica celebrada en Valladolid en 1527 sobre la ortodoxia de Erasmo, destaca porque sus miembros “manejan a los poderosos españoles, que los escuchan siempre, y ellos aconsejan a Erasmo, atentos a reparar sus equivocaciones” (Cf. M. BATAILLON, o.c., p. 266). En cuanto al movimiento erasmista en España dice Domínguez Ortiz: “El llamado erasmismo español no fue la simple aceptación de las doctrinas de Erasmo de Rotterdam (1469-1536), sino su asimilación por parte de una élite intelectual que ya había llegado por su cuenta a conclusiones parecidas. La crítica de las costumbres del clero y la convicción de la necesidad de reformarlo ya se había preconizado y en parte realizado en España. Erasmo recomendaba la vuelta a las fuentes del cristianismo, a la Biblia, a los Santos Padres, y la sustitución del Escolasticismo decadente por el Humanismo cristiano. Tampoco esto era una novedad en Castilla, donde Cisneros planeaba ya una universidad con enseñanzas de este tipo desde 1502, y donde la crítica bíblica de Nebrija, uno de los colaboradores de la complutense, fue tan temprana como la de Erasmo, y quizá anterior. La exigencia de una religión más interior y menos formalista era una aspiración generalizada entre nuestros medios más cultos” (cf. A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, “El Antiguo Régimen. Los Reyes Católicos y los Austrias”, en M. ARTOLA (dir.), Historia de España, Alfaguara, vol. III, p. 232, Madrid 1977).
2 Cf. M. BATAILLON, o.c., p. 180 n. 20.
3 Cf. Diccionario..., p. 2737
4 Así lo declaró el propio Vergara durante su proceso inquisitorial (cf. M. BATAILLON, o.c., p. 39).
5 Cf. Diccionario, p. 2738
6 El Señor de Chièvres, favorito de Carlos V, dio el arzobispado de Toledo a su sobrino Guillermo de Croy, cardenal de veinte años apenas, que hace en Lovaina sus estudios, y que nunca llegará a visitar España (cf. M. BATAILLON, o.c., p. 82).
7 Vergara lograría su propósito en 1522 a su vuelta de Flandes, lo que le aseguró el rencor de la beata, que desempeñaría un papel determinante en los procesos inquisitoriales de los hermanos Vergara. M. Serrano y Sanz ofrece una semblanza de esta mujer y sus actividades: “Ocultando su orgullo bajo capa de humildad, reunía un séquito de clérigos fanáticos y de estudiantes, admiradores y discípulos suyos, quienes creían firmemente en los éxtasis y revelaciones con que Dios la favorecía. Su castidad no fue indiscutible; por espacio de algunos años tuvo amores con Bernardino de Tovar, hermano uterino de los Vergaras, y esto sucedía cuando ya gozaba fama de santa. Después logró seducir á Fray Francisco Ortiz, ascético notable, cuyas epístolas son dignas de alabanza, y hombre de buen entendimiento, pero sencillo y crédulo en demasía” (Cf. “Juan de Vergara y la Inquisición de Toledo”, RABM, 5 (1901), p. 897).
8 Cf. Diccionario.., pp. 2738-2739.
9 Sobre los progresos del erasmismo en esta época cf. M. BATAILLON, o.c., pp. 154-165. "Hay un período de varios años durante los cuales el erasmismo, para la porción más escogida de intelectuales de la Corte, es una atmósfera ideológica que permite conciliar el celo antirromano con el afán de ortodoxia y el fervor evangélico" (cf. ib. p. 232).
10 Cf. Diccionario..., p. 2739
11 La conferencia fue provocada por la agitación antierasmiana promovida por las órdenes monásticas. El bando erasmista contaba con el favor del Emperador, al que consideraba el necesario instrumento para la reforma de la Iglesia dada la corrupción del papado, y con el del propio Inquisidor General Manrique gracias a su secretario, el erasmista Luis Coronel. La Conferencia fue suspendida a consecuencia de una epidemia de peste, y una carta a Erasmo escrita por Alfonso de Valdés, secretario de la correspondencia latina del Emperador, y firmada por éste se convirtió en garante de facto de la ortodoxia de Erasmo. (Cf. M. BATAILLON, o.c., pp. 236-278).
12 Así lo refleja una carta de Alfonso de Valdés a Erasmo desde Barcelona (cf. M. BATAILLON, o.c., p. 363).
13 El proceso de Vergara se conserva en el A.H.N. de Madrid, sign. Inquisición de Toledo, leg. 223, núm. 42. Para todo lo referente a él cf. M. SERRANO Y SANZ, “Juan de Vergara y la Inquisición de Toledo”, RABM, 5 (1901) 896-912; 6 (1902) 29-42, 466-486; J.E. LONGHURST, “Alumbrados, erasmistas y luteranos en el proceso de Juan de Vergara”, Cuadernos de Historia de España, fasc. 27 (1958) 99-163; 28 (1958) 102-165; 29-30 (1959) 266-292; 31-32 (1960) 322-356; 35-36 (1962) 337-353; 37-38 (1963) 356-371; M. DE LA PINTA Y LLORENTE, La Inquisición y los problemas de la cultura, Madrid 1953, pp. 64-90; M. BATAILLON, o.c., pp. 438-470. Afirma Torres-Alcalá (o.c. p. 92) que la condición de converso de Vergara salió a relucir durante su juicio. Por el contrario, Bataillon dice que, en razón de su posición, se le ahorró el interrogatorio de costumbre sobre sus ascendientes, así como la tortura, remate de casi todos estos procesos.
14 Cf. M. BATAILLON, o.c., p. 459. Es evidente que se ha producido un cambio de atmósfera en España a partir de 1530: a finales de 1533, Rodrigo Manrique, hijo del Inquisidor General, se encuentra en París, y comunica a su maestro Luis Vives las tristes reflexiones que le inspira la prisión de Vergara: “Cuando considero la distinción de su espíritu, su erudición superior y (lo que cuenta más) su conducta irreprochable, me cuesta mucho trabajo creer que se pueda hacer algún mal a este hombre excelente. Pero, reconociendo en esto la intervención de calumniadores desvergonzadísimos, tiemblo, sobre todo si ha caído en manos de individuos indignos e incultos que odian a los hombres de valor, que creen llevar a cabo una buena obra, una obra piadosa, haciendo desaparecer a los sabios por una simple palabra, o por un chiste. Dices muy bien: nuestra patria es una tierra de envidia y soberbia; y puedes agregar: de barbarie. En efecto, cada vez resulta más evidente que ya nadie podrá cultivar medianamente las buenas letras en España sin que al punto se descubra en él un cúmulo de herejías, de errores, de taras judaicas. De tal manera es esto, que se ha impuesto silencio a los doctos; y a aquellos que corrían al llamado de la erudición, se les ha inspirado, como tú dices, un terror enorme. Pero ¿para qué te hago toda esta relación? El pariente de quien antes te hablaba me ha contado que en Alcalá –donde él ha pasado varios años- se hacen esfuerzos por extirpar completamente el estudio del griego, cosa que muchos, por otra parte, se han propuesto hacer aquí en París. Quienes sean los que emprenden esta tarea en España, tomando el partido de la ignorancia, es cosa fácil de adivinar..." (carta reproducida por M. BATAILLON, o.c., pp. 489-490).

15 Todos estos testimonios están recogidos por A. BONILLA Y SAN MARTÍN, “Clarorum hispaniensium epistolae”, Revue Hispanique, 8 (1901) pp. 187-188.