En
el siglo XX ha sido escaso el interés en nuestro país por el género
macarrónico y la figura de Folengo, a pesar de la creciente
evidencia de su presencia en la literatura vernácula. Parece, en
este caso, que se han combinado prejuicios estéticos y el
desconocimiento o desinterés por las relaciones de la literatura
española con el Renacimiento italiano. En 1901 Adolfo Bonilla y San
Martín ofrece la primera mención bibliográfica del poema de
Vergara, y en 1904 realiza una descripción del manuscrito.
Entretanto, Antonio Paz y Melia en la segunda serie de sus Sales
españolas (1902)
edita Bald.,
Merl.
y Pep.
Las posteriores llamadas de atención sobre la presencia de Folengo
en España provienen del extranjero. De tal suerte, en 1912 J. P.
Wickersham Crawford señala y estudia la Moschaea
folenguiana como fuente de la Mosquea
de José de Villaviciosa1.
En 1938 Eugenio Mele indicaba el error de Antonio Gasparetti y
Rodríguez Marín al identificar al "Merlín" mencionado en
la Gatomaquia
lopesca con el mago Merlín de la tradición artúrica, y revisaba
los otros pasajes de Lope en que menciona a Merlín Cocayo2.
En 1948 Luigi Messedaglia reconsideraba los argumentos que expuso
Bonaventura Zumbini en 1866 para establecer el episodio de las
lecturas caballerescas del Baldo niño como idea precursora de la
locura de don Quijote3.
De acuerdo con Rodríguez Marín y Croce, señalaba que Cervantes
había tomado la locura de don Quijote de casos reales ocurridos en
su época por la lectura de libros de caballerías, y marcaba,
además, una diferencia fundamental entre don Quijote y Baldo: el
primero es un auténtico loco después de sus obsesivas lecturas,
mientras que el segundo es un héroe de la más genuina tradición
caballeresca antes, durante y después de sus lecturas infantiles,
que constituyen un episodio anecdótico en su vida, y no una conditio
sine qua non como
en el caso del hidalgo manchego. Pasaba acto seguido Messedaglia a
analizar posibles reminiscencias de Folengo en el Quijote: rechazaba
como tradicionales los motivos de crítica a los venteros, el símil
del tesoro de Venecia y la invectiva contra las armas de fuego
presentes tanto en el Baldus
como en la novela de Cervantes; al tratar de las evidentes semejanzas
existentes entre el procedimiento de la muerte fingida a cuchillo y
con dispositivo lleno de sangre en las bodas de Camacho y la de Berta
en el Baldus
a manos del falso cuchillo de San Bartolomé4,
Messedaglia prefiere afirmar que en la narración cervantina no hay
nada de origen folenguiano, y señala como posible fuente de
Cervantes un episodio similar contenido en Le
piacevoli notti de
Straparola, que fue traducida por Juan Francisco Truchado en 1583.
Como conclusión, el crítico cisalpino afirma que no hay ecos
seguros y probados que puedan situar las macarroneas folenguianas
como "fuentes" del Quijote. En 1950 Carlo Cordié lamentaba
la no inclusión de artículos sobre los hermanos Folengo (recordaba
la misión encomendada por Pablo IV a Giambattista de "visitar"
los conventos benedictinos en España) y la poesía macarrónica en
el Diccionario de
literatura española
publicado por la revista de Occidente el año anterior, y animaba a
los investigadores españoles a buscar nuevas trazas de la fortuna de
Folengo5.
En
1961 José López de Toro inaugura propiamente los estudios sobre el
género macarrónico en el siglo con un artículo sobre la
composición de Vergara, que contiene una pequeña introducción y
estudio previo a la edición del poema según el manuscrito descrito
por Bonilla en 19046.
En 1963 Vittorio Camera de Asarta arruina las hipótesis de
Messedaglia al descubrir un calco textual folenguiano en el Quijote.
Para la manera en que Cervantes presenta a Rocinante (Quijote
I, 1: "tenía [...] más tachas que el caballo de Gonela, que
"tantum pellis et ossa fuit") la crítica anterior había
señalado como fuente el verso 565 de la Aulularia
u otro de los Captiui
de Plauto que dice pellis et ossa totust. Camera de Aserta señala
las diferencias existentes entre las dos frases y cómo la presunta
fuente plautina deja sin resolver el problema de la mención de
Gonela. Recuerda, asimismo, que Cervantes era un apasionado lector de
los autores italianos del Renacimiento, cuyo conocimiento pudo
adquirir tanto en España como durante su estancia en Italia
(1569-1571). Así, entre los Epigrammata
de Folengo Camera
de Asarta destaca uno titulado Ad
Falchettum, que
contiene la fuente exacta de la cita cervantina (Stare
parangono Gonellae nempe cavalli, / posset, qui tantum pellis et ossa
fuit)7.
Los
estudios sobre la presencia folenguiana en Cervantes tienen su
culminación en 1973 con la publicación del libro Fuentes
literarias cervantinas,
de Francisco Márquez Villanueva, quien dedica un extenso capítulo a
"Teófilo Folengo y Cervantes". Investigador concienzudo,
Márquez Villanueva conoce las principales aportaciones de la crítica
folenguiana anteriores a los años setenta (De Sanctis, Paoli, Luzio,
Cordié, Billanovich, Tonna, Bernardi Perini, Parodi, Bonora, Croce,
Goffis, etc.). El crítico español abre su estudio ofreciendo una
definición de latín macarrónico acorde con la paoliana, alude
brevemente a la creación del género en el norte de Italia, y a
Teófilo Folengo, de cuyo Baldus
V expone con detalle el argumento. Márquez pasa revista también a
la poesía macarrónica española que le era conocida (Bald.,
mach., Scrib., otios., Merl., metr., Pep.),
y a los testimonios literarios de la fortuna de Folengo en nuestro
país (la adaptación sevillana de 1542, Arias Montano, Barahona de
Soto, Fernández de Velasco, Lope de Vega, fray José de Sigüenza,
Villaviciosa, Suárez de Figueroa). Tras este a modo de preámbulo,
Márquez viene a tratar específicamente de la presencia folenguiana
en el Quijote.
El artículo de Camera de Asarta le anima a buscar otros ecos
merlinianos en la novela inmortal8.
Considera, pues, como tales el suicidio fingido de Basilio en las
bodas de Camacho, para cuyos generosos banquetes encuentra Márquez
también un "esquema sugeridor" en la prolija descripción
del banquete que aparece en el lib. I del Baldus;
el falso encantamiento de Dulcinea que Sancho presenta a don Quijote
tiene un precedente en el engaño con que los frailes de la Motella
le roban a Zambello su vaca Quiarina9.
Se analiza el tema de los gigantes en la tradición caballeresca
medieval, en la épica renacentista italiana (Pulci, Folengo), en
Rabelais y su presencia en Cervantes. Márquez remite ciertas
afinidades estructurales de Quijote
I con el Gargantúa
(comenzar y acabar
con poemas burlescos de resonancia enigmática y de espíritu
parecido, como los versos preliminares de Urganda la desconocida, y
los ridículos papeles de los Académicos de Argamasilla, cuyo
hallazgo se relata en la última página) a las prosas introductorias
de la red. T, donde se narraba el hallazgo fabuloso de la obra de
Merlín Cocayo10.
Considera Márquez que la presencia de Folengo en el Quijote
se define como parte del problema mucho más amplio de sus relaciones
con la épica culta italiana. Analiza, a continuación, la posible
influencia de Ariosto en Cervantes, para acentuar, con más fuerza,
su radical diferencia de planteamientos artísticos. Comenta Márquez
que la idea de considerar el Baldus
como una decidida parodia cómica del tema caballeresco llevó a los
críticos italianos a apresurarse a reclamar para la literatura
italiana una primacía básica en la génesis del Quijote;
estudia, de tal suerte, las hipótesis de Zumbini, y las refuta con
argumentos similares a los de Messedaglia, aunque independientemente
de él11,
y niega, por otra parte, con Croce, Salsano y Ramat frente a De
Sanctis, Fòffano, Cian, Cordié y Bonora, que haya ningún propósito
paródico ni satírico en el Baldus,
sino, más bien, un respeto escrupuloso hacia los paradigmas de la
literatura caballeresca. Finalmente, tras señalar que Folengo y
Cervantes difieren, en lo personal, como lo cóncavo y lo convexo,
Márquez estrecha las relaciones entre sus obras:
"Con todo, la deuda material de Cervantes
para con Folengo es, probablemente, mayor de lo que hacen suponer los
paralelismos aislados que ya se anotaron12.
El Baldus
es también una obra maestra que causaba honda impresión en los
ingenios más despiertos y conocedores, como basta a probar su
reconocida huella en la obra de Rabelais [...] Incluso las dos partes
del Quijote tienen
cierto parecido de conjunto con las dos mitades del Baldo,
con una primera sección en que se juega el tema del conflicto
material entre caballería y sociedad, y una segunda en que el héroe
parece como perdido en un mundo misterioso y abundante en sorpresas,
donde halla caballeros andantes y palacios encantados "reales".
Muy en primer término, hay en Folengo un amplio tema de base que
continúa siendo también crucial en el Quijote.
Se trata de la pugna de Baldo con la plebe campesina o burguesa de
Cipada y Mantua que narran los once primeros libros del poema. Baldo
y sus amigotes mantienen un forcejeo enconado con la vileza y
estupidez de los destripaterrones, simbolizada, sobre todo, en
Zambello, y la tiranía odiosa de los esbirros y magistrados que
encarna el praetor Gaioffo [...] En el Quijote
se trata del conflicto, matizado a maravilla, entre el temple heroico
del ingenioso hidalgo y la estrechez humana de curas, barberos,
bachilleres, amas y sobrinas de su aldea manchega [...] El paladín
carolingio y su tropa no pueden subsistir como tales en una comunidad
humana dominada por el igualitarismo estatal, con sus leyes, sus
jueces, y sus gendarmes. Son en medio de ella un elemento antisocial,
anárquico, un cuerpo extraño que es preciso eliminar [...] Folengo
tiene que llevárselos a un mundo imaginario, hecho a medida, pero
que se define también como un absurdo todavía más negativo y
estéril, sin final ni escapatoria posible [...] La nítida
formulación de esta idea del anacronismo de la caballería aclara
bien cómo y por qué debió de ser Folengo uno de los autores que
más interesaran a Cervantes. El gran libro macarrónico se nos
acredita como fuente conceptual y temática de importancia superior a
cuanto quepa ver en Ariosto, cuyo supuesto influjo se ha tendido a
considerar, bastante a la ligera, como clave de las relaciones de
Cervantes con la literatura del Renacimiento italiano"13.
Un
año antes, en 1972, aparecía un trabajo de Alberto Blecua, que
representa, junto con el de Márquez Villanueva, la cumbre de los
estudios sobre la fortuna de Folengo en España14.
Blecua estudia con detenimiento la traducción sevillana del Baldus
de 1542, de la que se conoce un único ejemplar, realizada sobre la
red. T. Se trata, como se ha dicho arriba, de una adaptación
libérrima de la obra folenguiana, que es presentada como parte de
una novela de caballerías. El crítico estudia las moralidades y
fábulas intercaladas por el traductor-adaptador, y llama
particularmente su atención el desarrollo novelesco de la etopeya de
Cíngar de Baldus
T II en una autobiografía desenvuelta en forma de narración oral
ante un corro formado por Baldo y sus compañeros. Cíngar se
presenta como un "pícaro -un astuto
en la obra- arrepentido" que cuenta su propia vida desde la
niñez. El paralelismo con los relatos autobiográficos de los
protagonistas de la novelística picaresca posterior resulta evidente
para Blecua, así como sus peculiaridades: el Cingar representa la
vida de un ladrón arrepentido, como será Guzmán de Alfarache, no
la de un niño que, como Lázaro, hurta para comer, y sólo cuando es
niño, cuya existencia está, además, condicionada por su medio
ambiente, mientras que Cíngar gozó de libre albedrío para elegir
su género de vida como en la picaresca del siglo XVII; por otra
parte, tanto en Cingar15
como en el Lazarillo
se consigue plenamente que unos episodios tradicionales se incorporen
como experiencias en la vida de un protagonista. Blecua estudia los
episodios16
y la estructura de Cingar,
su evidente designio de realismo y verosimilitud, y los más que
notables paralelismos con el Lazarillo
(forma autobiográfica, división estructural tripartita con una
distribución del tiempo similar, motivo del hambre, deseo de
ascensión social, arranque folklórico, prolongado servicio y robo a
un ciego), que le llevan a concluir que el autor del Cingar
utilizó un manuscrito del Lazarillo
o un "Ur-Lazarillo" estilísticamente parejo al que hoy
conocemos. Con todo, "el Cingar,
por el tema y por su tratamiento ejemplar, se aleja del Lazarillo
y se aproxima a la novela picaresca del siglo XVII, de la que es un
rudimentario y esquemático antecesor"17.
Blecua analiza, finalmente, los libros 2º y 3º del Baldo,
que siguen las aventuras de los héroes folenguianos donde acaba el
Baldus,
y que constituyen unas novelas de caballerías con finalidad
didáctica y ejemplar.
En
el mismo año 1972 Fernando Lázaro Carreter reseñaba el artículo
de Blecua, cuyas reticencias a considerar el Cingar
como modelo del Lazarillo
le parecían injustificadas: en su opinión, el autor del Lazarillo,
leyendo el Cingar,
pudo concebir las posibilidades de una autobiografía picaresca, sin
que haya, por otra parte, en el Cingar
nada que presuponga el Lazarillo18.
El
revelador hallazgo de Blecua no parece haber despertado mayor interés
por Folengo como fuente literaria o por la poesía macarrónica en
general. El silencio de la crítica se mantiene hasta 1984 en que
Antonio Torres-Alcalá, quien, paradójicamente, desconoce los
trabajos de Márquez Villanueva y Blecua, publica una monografía
sobre el fenómeno macarrónico en España. En su primer capítulo,
presenta el latín macarrónico como lenguaje intencionalmente
híbrido, concebido como parodia del Humanismo, del que es producto,
y expone una concisa "Grammatica Macarroniae". En el
segundo, distingue el macarrónico de otros hibridismos
lingüísticos19.
En el tercero, trata brevemente del ambiente, el periodo histórico y
los escritores (Renacimiento italiano, Tifi Odasi, Folengo), y del
estilo paródico macarrónico y su prosodia. En el cuarto, hace un
recorrido por la macarronea en Italia (antes y después de Folengo),
Francia, Inglaterra y Alemania, y, finalmente, en España.
Torres-Alcalá conoce los textos de la ed. de Paz y Melia reeditados
en la BAE (Bald.,
Merl., Pep.), y los
de Marq.,
y metr.
A todos ellos dedica una pequeña introducción, así como a dos
composiciones poéticas híbridas20,
a "la macarronea en el teatro y la prosa" (Gil Vicente,
Lope de Vega, Torres Naharro, Sánchez Barbero, Isla, Ignacio Calvo),
y a la macarronea portuguesa. En un último capítulo, señala la
necesidad e interés de futuros estudios lingüísticos sobre el
lenguaje macarrónico. En apéndice reproduce los textos de Bald.,
las dos composiciones híbridas citadas, Marq.,
metr., Merl., Pep.,
los dos primeros capítulos de la traducción en prosa macarrónica
del Quijote
por parte de Ignacio Calvo, y cuatro macarroneas portuguesas del
siglo XVIII.
En
el mismo año 1984 Juan Gil propone algunas brillantes correcciones
textuales al texto del Bald.
editado por López de Toro en 196121.
Ni
la aparición de la obra divulgativa de Torres-Alcalá ni la
posibilidad que afirma de nuevos descubrimientos en este campo sirve
para animar a nuevos investigadores. En 1990, dentro de un apartado
titulado "Paulo minora" pp. 67-70 del Boletín informativo
de la delegación de Madrid de la S. E. E. C., Vicente Cristóbal
incluía "como pasatiempo y curiosidad" algunos fragmentos
del lib. I del Baldus,
tomados de un ejemplar sin identificar de la B. N. de Madrid, aunque
no hay duda de que se trata de uno de la red. V.
En su excelente obra sobre el
poliglotismo en el teatro lopesco publicada en 1991, Elvezio Canonica
de Rochemonteix nos recordaba, remontándose al brillante momento
investigador de comienzos de los setenta, las frecuentes alusiones a
Merlín Cocayo y su obra en la de Lope, y observaba, no obstante, que
éste no imitó a Folengo en su teatro, en el que los fragmentos en
latín que aparecen remiten a la tradición del 'latín de sacristía'
o grossus de Juan del Encina, Torres Naharro y Gil Vicente22.
En 1995, Juan F. Alcina, dentro de su famoso Repertorio23,
le dedica un artículo a la "Macarronea", en la que ofrece
una descripción bibliográfica de los mss. y ediciones de Bald.,
mach., y Scrib.,
noticias sobre la actividad macarrónica del Renacimiento (Ambrosio
de Morales, Francisco Pacheco, Leyva, Guevara, Lope de Vega), y
bibliografía (Mele, Blecua, Márquez Villanueva, Torres-Alcalá);
posteriormente, el mismo Alcina señalará al macarrónico como uno
de los géneros poéticos más originales del pleno Renacimiento24.
Al año siguiente, aparece un artículo de Xaverio Ballester sobre
dos poemas macarrónicos polacos del alcañizano Ruiz de Moros25.
Acerca de ellos realiza un minucioso estudio léxico, y
prosódico-métrico, que constituye un notable ejemplo de endocrítica
en su absoluta falta de referencias a la tradición macarrónica. Del
mismo 1996, finalmente, hemos de citar el sugerente y ponderado
estudio y edición crítica de la macarronea de Iriarte realizada por
Francisco Salas Salgado26.
1 Cf. J. P. WICKERSHAM CRAWFORD,
"Teofilo Folengo's Moschaea and José de Villaviciosa's
La Mosquea", Publications of the Modern Language
Association of America, XXVII, 1912, p. 78: "La Mosquea
has been looked upon by the historians of Spanish literature as an
original work. I propose to show that Villaviciosa simply translated
and developed a macaronic Latin poem entitled Moschaea,
composed by the Italian Teofilo Folengo, better known by his
pseudonym Merlin Coccaio". Wickersham revisa el contenido de
cada uno de los nueve cantos de la Mosquea señalando su fuente
folenguiana. El crítico parece desconocer Mosch. C y V ("Two
youthful works of Folengo, La [sic] Moschaea and La
Zanitonella were published with the final version of the
Macaronea in 1521 [...] The edition which I have used was
published at Venice in 1572, and contains, besides the Moschaea,
the Macaronea, Zanitonella, and Libellus
Epistolarum" [p. 81]), y utiliza un ejemplar de T4,
según la clasificación de Zaggia, p. 562. Acierta, no obstante, en
presentar la Mosquea de Villaviciosa como derivada de Mosch.
T: en Mosquea, canto VII estrofa 39 se habla de un Fifogel,
jefe de los piojos, que se corresponde con Fitfolgel, rey de
los piojos (cf. Mosch. T III 103), cuyo nombre se cambia en
Furfa en las siguientes redd. (cf. Mosch. C-V. II 50);
el canto VIII de la Mosquea, que narra los preparativos que
se realizaron en el Infierno para recibir las almas de los
combatientes, es un desarrollo de Mosch. III 119-156,
episodio que falta en las redd. C-V (cf. cap. IV. 3. 1).
2
cf. EUGENIO MELE, "Lope de Vega, Merlin Cocai
e Luciano", GSLI, CXII, 1938, p. 323.
3
Cf. L. MESSEDAGLIA, "Reminiscenze di Merlin Cocai nel Don
Quijote?", Atti dell'Istituto veneto di scienze, lettere
ed arti, 1947-48, t. CVI, Parte II, Cl. Di Scienze morali e
lett. Citamos por la reedición de este artículo en L. MESSEDAGLIA,
Vita e costume della Rinascenza in Merlin Cocai, Padova 1974,
2 volumi con numerazione continua (Medioevo e Umanesimo, 13-14), pp.
98-108.
4
Cf. entrada enlazada n. 15.
5
Cf. .CARLO CORDIÉ "I fratelli
Folengo e la Spagna", Letterature moderne, I, 1950, p.
67: "Ho potuto almeno specificare che lo studioso spagnolo [ i.
e. Rodríguez Marín] aveva indicato per una cattiva lettura, in
quanto all'editore del libro maccheronico, "Borgõzole"
in luogo di "Gorgõzole"
(si tratta di una rarissima ristampa della redazione cosiddetta
Toscolana, apprestata da Niccolò Gorgonzola -tutt'altro che nome
grottesco fittizio come diceva il Luzio!- nel 1522): egli aveva però
aggiunto che un altro esemplare delle Maccheronee doveva avere
appartenuto al famoso letterato, e suppose -citando evidentemente a
caso- che si trattasse di un'edizione De Gobbis 1581 ovvero di una De
Imbertis 1585". Las tres ediciones citadas por Cordié son
respectivamente, T2, T6 y T7 en la
clasificación de Zaggia, p. 562.
6
Cf. .J. LÓPEZ DE TORO, "El primer poema
macarrónico en España", Studia Philologica. Homenaje
ofrecido a Dámaso Alonso, II, Madrid 1961, pp. 401-411.
7
Cf. V. CAMERA DE ASARTA, "Consideraciones sobre un punto dudoso
del Quijote", Revista de filología española, XLVI,
1963, pp. 179-180.
8
Márquez ofrece valiosas precisiones complementarias al artículo de
Camera de Aserta: "La cita no puede proceder de la Paganini,
que carece de los epigramas finales, ni de la Toscolana, donde la
cabalgadura no pertenece a Gonela, sino a un tal Bertuzzo (Stare
parangono Bertuzzi nempe caualli...) [...] Gonela es mencionado
en dicho pasaje sólo en las versiones tardías (Cipadense y Vigaso
Cocaio). De entre ambas no es fácil que Cervantes conociera la
Cipadense, muy poco difundida en dos única ediciones de 1539-40? y
1555; lo más probable, por tanto, es que recordara allí la versión
definitiva Vigaso Cocaio, Venecia 1552, 1554 y 1561" (pp.
283-284 n. 36). Entre las dos redacciones del epigrama sólo existe
una variante irrelevante que no afecta al dístico citado (cf. ed.
Zaggia p. 516).
9 En Baldus T VII 35-89
(correspondiente a Baldus V VIII 368-445) se narra una burla
sufrida por el obtuso Zambelo de parte de un fraile desaprensivo que
le arrebata su vaca Chiarina apostando que se trata en realidad de
una cabra, y recurriendo al testimonio de un segundo fraile
compinchado con él. El pícaro Cingar se encuentra entonces con el
lloroso Zambelo, y al enterarse del motivo de su pena, se sorprende
de que éste haya prestado crédito a un fraile, y pronuncia una
diatriba contra el número excesivo de éstos, originado por la
cantidad ingente de falsas e interesadas vocaciones que desprestigian
a los verdaderos religiosos (cf. Baldus T VII 109-168; ib.
V VIII 474-521).Sin embargo, esta forma de engaño consistente en convencer a alguien de una evidente
mentira mediante el testimonio de testigos confabulados nos parece
que deja una huella más evidente en Quijote I 44-45, donde
parte de los huéspedes de la venta se ponen de acuerdo para dar la
razón a don Quijote en su disputa con el barbero sobre si la bacía
es tal bacía o el yelmo de Mambrino.
10 Véase entrada enlazada.
11
Márquez tiene incluso noticias (p. 335 n. 99) de la próxima
publicación de un libro póstumo de Messedaglia (cf. supra
n. 44) "que incluye un estudio acerca de Folengo en España y
especialmente en Cervantes", pero ignora que éste se trata de
una recopilación de artículos anteriores.
12
Blecua, o.c., p. 178 hacía referencia a estos y otros
paralelismos: "Que Cervantes conocía la obra de Folengo es un
hecho evidente, puesto que incluso menciona un verso del italiano,
como ha señalado Vittorio Camera de Asarta, y es probable que
fueran suscitados por el Baldus el uso de los epitafios
iniciales del Quijote, la cueva de Merlín y Montesinos o el
episodio de Sancho despojando a los frailes (Y el ya mencionado
falso milagro del cuchillo, muy parecido al falso suicidio de
Basilio. Y como nota curiosa, que no creo que tenga relación con
Cervantes, diré que en algunas ediciones del Baldus que
llevan grabados se puede ver a Cingar cabalgando en un asno). En el
Persiles también Periandro se quiere mostrar "astrólogo
excelente" como Cingar, pero el sentido autocrítico cervantino
corta la digresión didáctica". Quizás podría aducirse en
este punto el conato de descripción de los cielos por Sancho en
Quijote II 41.
13
Cf. F. MÁRQUEZ, pp. 349-354.
14
Cf. A. BLECUA, "Libros de
caballerías, latín macarrónico y novela picaresca: la adaptación
castellana del Baldus (Sevilla, 1542)", Boletín de la
Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, XXXIV, 1971-72, pp. 147-239.
15
Blecua denomina Baldo a la adaptación de 1542 para
diferenciarla del Baldus folenguiano, y Cingar al
episodio autobiográfico referido. Blecua presenta tal nombre como
agudo: "En el texto latino el nombre presenta acentuación
llana en el nominativo y esdrújula en los restantes casos. He
preferido transcribir la palabra como aguda, porque ésta es la
tendencia general del castellano y, sin duda, así la pronunciaban
los lectores de la época" (cf. o.c., p. 179 n. 1).
Lamentablemente, no vemos manera de comprobar tal afirmación de
Blecua. Acad. presenta el español cíngaro como
derivado del ital. zingaro, y preferimos atenernos a esta
línea de evolución, concorde con la intención originaria del
nombre, que nos permite además
conservar la acentuación del antropónimo en las macarroneas
folenguianas.
16
Sobre uno de estas anécdotas picarescas (Guarico Guarnidor
-ocasional maestro de delitos de Cíngar- roba al prestamista)
Blecua indica escuetamente: "La misma estafa se relata por
extenso en el Guzmán de Alfarache (2ª., II, 5-6)" (p.
201). Años más tarde e independientemente de Blecua (así lo
afirma el autor en un Korrekturzusatz final, donde dice haber
tenido conocimiento del estudio de Blecua cuando su artículo estaba
ya compuesto y compaginado), B. KÖNIG, "Der Schelm als
Meisterdieb", Romanische Forschungen, XCII, 1980, pp.
88-109 presenta este episodio del Baldo castellano como
fuente del Guzmán II, II, 5-6. Un año después, (cf. ID.,
"Margutte-Cingar-Lázaro-Guzmán...") König describe las
características del Baldo castellano -parece ofrecer una
signatura más completa que Blecua [257. 9 Hi 2º (2)] del único
ejemplar existente, localizado en la Herzog August Bibliothek de
Wolfenbüttel, e informa de que en la signatura precedente [257. 9
Hi 2º (1)] aparece el tercer libro de la serie caballeresca: La
Trapesonda que es tercero libro de don Renaldos [...]- e intenta
demostrar cómo el nacimiento de la figura del "pícaro"
español y del género de la "novela picaresca" es deudor
de la epopeya cómico-burlesca italiana y sus versiones en prosa
españolas. Analiza, así, las figura de Margutte, sus huellas en el
Cíngar folenguiano, y su plasmación en el Cingar
castellano. König considera como originalidad de este relato el
haber superado el modelo narrativo del Asno de Oro, para constituir
la fuente de la técnica narrativa autobiográfica del Lazarillo, y
señala a Guzmán como el verdadero sucesor de Margute y Cíngar
como carácter y tipo.
17
Cf. A. BLECUA, o.c., p. 224.
18
Cf. F. LÁZARO CARRETER, "¿Nueva luz sobre la génesis del
"Lazarillo"? Un hallazgo de Alberto Blecua", Ínsula.
Revista bibliográfica de ciencias y letras, XXVIII, nr. 312,
noviembre 1972, pp. 3, 12-13.
19 Véase entrada enlazada.
20 Bajo el título de "macarronea
grossa" A. TORRES-ALCALÁ, "Verbi gratia": los
escritores macarrónicos de España, Porrúa Turanzas, Madrid
1984 reproduce dos composiciones integradas en ediciones de Academias
de la segunda mitad del siglo. Pero, a pesar de la presencia de
macarronismos, son poemas escritos en un lenguaje híbrido no
macarrónico y en esquema métrico vulgar;
por otra parte, versos como "Et et lastima necarle",
"numquam salieron de valde", del primer poema, o "Tole,
tole de delante / tuam figuram, y piensa, / que estoy atemorizatus /
tantum de mirarte cerca" del segundo, están muy lejos del
Humanismo que se encuentra en la base de la auténtica macarronea,
nombre que sí merece el poema citado de López de Úbeda, que
Torres-Alcalá (p. 101) incluye, absurdamente, bajo el mismo epígrafe
que los dos mencionados: "Si he agrupado este poema [i. e.
Marq.] con los dos anteriores es porque falla en la métrica
cuantitativa, que sólo imita de oído [!] y que está lejos de
ajustarse a los cánones del macarrónico folenguiano".
21
Cf. J. GIL, "Interpretaciones latinas", Habis, 15,
1984, pp. 194-197.
22
Cf. ELVEZIO CANONICA DE ROCHEMONTEIX,
El poliglotismo en el teatro de Lope de Vega, ed.
Reichenberger, Kassel 1991.
23
Cf. J. F. ALCINA, Repertorio de la poesía latina del
Renacimiento en España, Salamanca 1995, pp. 133-134.
24
Cf. J. F. ALCINA, "Entre latín
y romance: modelos en la creación poética castellana de los Siglos
de Oro", en J. Mª. MAESTRE MAESTRE-J. PASCUAL BAREA (coordd.),
Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico I. 1. Actas del I
Simposio sobre humanismo y pervivencia del mundo clásico (Alcañiz,
8 al 11 de mayo de 1990), Cádiz 1993, p. 20.
25
Cf. X. BALLESTER, "A propósito de dos poemas macarrónicos de
Ruiz de Moros", Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico
II. 3. Homenaje al Profesor Luis Gil, Cádiz 1996, pp.
1107-1125.
26
Cf. F. SALAS SALGADO, "La
metrificatio
invectivalis de
Tomás de Iriarte o un episodio de la Querelle
des Anciens et des Modernes",
Humanistica
Lovaniensia, vol.
XLVI, 1997, pp. 326-362.