sábado, 29 de noviembre de 2014

LA REDACCIÓN VIGASO COCAIO DE LAS MACARRONEAS FOLENGUIANAS




Ocho años después de la muerte de Folengo aparece en Venecia de mano de los herederos de Pietro Ravani (así en el colofón: Apud haeredes Petri Ravani et socios) la cuarta redacción de sus macarroneas. El frontispicio de la príncipe ofrece un nuevo título:

MERLINI || COCALII || POETA MANTVA || NI MACARONI || CORVM POE || MATA || [motivo ornamental] || M. D. LII. || Cum Priuilegio Illustriss[imi] Senatus | Venetorum1.

Abre la edición un prefacio en prosa vulgar (Vigaso Cocaio alli lettori), firmada por un pseudónimo2 que ha dado nombre a la redacción (abreviadamente red. V). Curti divide este texto en tres partes: la primera consiste en un de vita et moribus de Folengo y una reseña de sus obras vulgares, macarrónicas, y latina; la segunda toca los poemas caballerescos, y especialmente el Orlando innamorato, y la tercera es, en sustancia, la carta de Nicolò Costanti que cerraba la red. C3.

La revisión del autor fue interrumpida por la muerte tras el libro octavo del Baldus, lo que permite que la Zanitonella (que en esta red. vuelve a preceder al Baldus y recupera aproximadamente la extensión de la red. T [1158 vv.]) y los ocho primeros libros del Baldus se presenten minuciosamente modificados desde el punto de vista formal respecto a la red. precedente. El resto de libros hasta el veinticinco no presenta muchas variantes, que consisten sobre todo en supresiones; la Moschaea pasa a llamarse Moscheis, pero, aparte del título, sufre muy pocos retoques; finalmente, se eliminan todos los epigramas latinos, que pasaron al Varium poema4.

La operación de revisión formal de la red. V va encaminada a la eliminación drástica de muchos fragmentos de latín humanista, y a un parcial incremento de los elementos dialectales y rústicos, recuperándolos no raramente de la red. T; pero no se trata -como indica Zaggia-, de un retorno a esta redacción, cuyos extremismos quedan definitivamente lejos, sino de una labor de síntesis entre la fase experimental y extremista de la Toscolanense y la fase selectiva y clasicista de la Cipadense5.

A la edición príncipe, aparecida en Venecia en 1552 (V1), siguieron otras dos también venecianas de 1554 (V2) y 1561 (V3) respectivamente. V2 sólo es parcialmente descripta de V1, mientras que V3 sí lo es de V26. No volvió a ser editada hasta este siglo por Alessandro Luzio (T. FOLENGO, Le maccheronee, Bari 19111, 1927-19282, 2 volúmenes), quien utilizó las tres ediciones quiñentistas y C1. La edición, que carece de notas ilustrativas, ofrece al final un glosario, y un apéndice que recoge, de modo no completo, las variantes de la red. C y una selección de variantes de la red. T. Esta edición, que dista mucho de ser crítica según afirman Bernardi Perini y Zaggia7, es la única edición completa de esta última redacción. Diversas secciones de la red. V han conocido posteriores ediciones: la Zanitonella V sola (T. FOLENGO, Zanitonella, a cura di G. BERNARDI PERINI, Torino 19611-2), junto con los Epigr. V en una antología de la Vigaso Cocaio (T. FOLENGO, Opere, a cura di C. CORDIÉ, Milano-Napoli, 1977), y junto con la Mosch. V y los Epigr. V (T. FOLENGO, Macaronee minori. Zanitonella - Moscheide - Epigrammi, a cura di M. ZAGGIA, Torino 1987); el Baldus V en dos ocasiones (MERLIN COCAI, Il Baldo, traduzione di G. TONNA, testo originale a fronte a cura di G. DOSSENA, Milano 1958; T. FOLENGO, Baldus, a cura di E. FACCIOLI, Torino 1989); y la Mosch. V (T. FOLENGO, Moscheide, a cura di E. FACCIOLI, Mantova 1983). Un hito fundamental en la hermenéutica folenguiana supuso la aparición en 1997 de T. FOLENGO, Baldus, a cura di M. Chiesa, Torino, edición en dos volúmenes del Baldus V, que supone una revalorización de la labor crítica de U. E. Paoli.

La crítica ha convenido en señalar una fractura fundamental en la concepción del macarroneo de las redd. C y V frente a la de las dos primeras. Mario Chiesa afirma que el Folengo de la red. T distingue entre la gran literatura, la de la grauitas -representada por Virgilio-, y una literatura de la leuitas como la macarrónica, para la que el poeta reivindica una colocación equipolente. Hay un segundo Folengo, el de las redd. C y V, pero ya del Orlandino y del Chaos, que relega toda la literatura al ámbito de la leuitas, cuando envía a la zucca del libro final del Baldus a Homero y Virgilio junto con Merlín. Esta banalización de la literatura, en una época en que el triunfo del clasicismo vulgar bembiano hace imposible reivindicar un espacio a la leuitas junto a la grauitas como hacía Folengo en 1521, permite a éste permanecer fiel a sí mismo a medida que crece la fractura entre la literatura 'áulica' (da camera) y la 'popular' (da piazza), en detrimento irreversible de la segunda: "Sostener que toda obra literaria es vanitas permite a Folengo trabajar en el macarrónico al tiempo que en sus poemas sacros: no hay contradicción entre conversión religiosa y fidelidad al macarrónico si la literatura, toda la literatura, se justifica "ut salubriter ociemur", como le dirá su hermano Giambattista en sus Pomiliones"8. Folengo, pues, une en su macarroneo aquello que en los últimos veinte años de su vida se tiende a separar definitivamente. Sus epígonos acusan la relegación de la materia da piazza, ofreciendo una lectura de Merlín Cocayo reducido a escarnecedor del latín9.

La supresión de la reseña de autores modernos menoscabados en las laudes Vergilij del Baldus T XXV es señal para Luca Curti de que Folengo, en la época de la red. C, ha tomado conciencia de que la literatura vulgar ha tocado una altura casi tan difícil de alcanzar como la latina, y de que carece de compañeros de viaje. Solitario ("su tradición es él mismo", dice Curti) y consciente de que la lengua macarrónica es la única en la que no tiene rival, Folengo reduce la distancia entre las dos personas macarrónicas, cuya comunión se reconoce en la voz que resuena, irónica, al final del Baldus V10:

Ergo sorellarum, o Grugna, suprema mearum,
Si nescis, opus est hic me remanere poëtam:
Non mihi conveniens minus est habitatio zucchae,
Quam qui greghettum quendam praeponit Achillem
Forzibus hectoreis; quam qui alti pectora Turni
Spezzat per dominum Aeneam, quem carmine laudat
Moeonia mentum mitra, crinemque madentem.
Zucca mihi patria est: opus est hic perdere dentes
Tot, quot in immenso posui mendacia libro.
Balde, vale, studio alterius te denique lasso,
Cui mea forte dabit tantum Padrala favorem,
Vt te, Luciferi ruinantem regna tyranni,
Dicat, et ad mundum san salvum denique tornet.
Tange peroptatum, navis stracchissima, portum,
Tange, quod amisi longinqua per aequora remos:
He heu, quid volui, misero mihi, perditus Austrum
Floribus et liquidis immisi fontibus apros.
(Baldus V XXV 642-658)

"Conque, ¡oh Grugna! la soberana de mis hermanas,
si no lo sabes, debo quedarme aquí por poeta:
no me conviene menos vivir en tal calabaza
que el que da pujanza a Aquiles, un grieguecillo,
sobre Héctor estrenuo, que el que el pecho de Turno cimero
rompe a manos de don Eneas, que alaba en un verso
' con la mitra meonia en su barba y cabellos mojados'.
La calabaza es mi patria: aquí me es preciso perder de mis dientes
tantos, cuantas mentiras puse en mi libro copioso.
Baldo, adiós, te dejo, en fin, al cuidado de otro,
al que dará quizás mi Pedrala favor tan crecido
que a ti, destructor del reino del príncipe luciferino,
te cante, y sano y salvo al mundo al fin te devuelva.
Toca el puerto añorado, barca mía harto ajada,
toca, porque perdí los remos en mares lejanos:
Ay, ¿qué quise, el triste de mí?: el solano entre flores,
loco, metí, y en fuentes de puro cristal jabalíes"11

Reflexionando sobre este final, Giorgio Bàrberi Squarotti12 observa que "todo el poema folenguiano está recorrido por la irónica, antifrástica proclamación del valor de la poesía macarrónica, que en la conclusión de la obra encuentra el sello de la polémica implicación de los más altos y consagrados ejemplos de poesía épica en la condición semejante de inventores de fábulas, de mentiras, de libros locos y vanos" (p. 154). Tras equiparar, en cuanto ficciones, al Baldus con la Ilíada y la Eneida, Folengo renuncia a contar el triunfo de Baldo sobre el infierno y Lucifer, para huir de una mentira aún mayor, que haría de Baldo una reencarnación de Cristo, y de Merlín un "poeta sacro", obligado a contar la imposible "verdad" de la liberación de la Iglesia y del mundo de corrupción, errores, ambiciones y rivalidad. En consecuencia, "la locura y la extravagancia son los últimos guías del extraordinario grupo de enemigos del infierno y del demonio: la seriedad fundamental de la empresa viene así a naufragar en la contemplación entre risas de los gestos del bufón y de las danzas con Baldo, con el héroe más serio y tradicional, y en el seguirlo al interior de la calabaza de la que no es posible salir, porque Baldo y sus compañeros aparecen allí en este caso tal como son, es decir, como frutos de la invención poética, fábulas vanas ellos también, no menos (y no más) que Eneas y Turno, y Aquiles y Héctor, y destinados a desaparecer en el momento en que aparece en primera persona el poeta y él mismo asume, en la calabaza, la posición que le compete, y que engloba asimismo a Baldo y sus compañeros, de los que, de hecho, no se habla más" (p. 158).

No sabemos que ningún folenguista haya relacionado la zucca del Baldus con la que, como nos informa Menegazzo13, era la empresa de la Academia de los Intronati de Siena, en la que ingresó Folengo con el nombre de l'Estremo14. Dicha academia fue fundada en 1525 por Antonio Vignali (Arsiccio Intronato), según él mismo afirma (Menegazzo rechaza como falso, por anacrónico, el elenco de Intronati anteriores a 1525 existente en la biblioteca pública de Siena). Puede plantearse la hipótesis de que los académicos fundadores, llamados en ocasiones zucchini, tomaran como modelo para su empresa la zucca de la red. T -aunque ésta es también un motivo folclórico como se verá inmediatamente-, y que esto animara posteriormente a Folengo a pedir el ingreso en la Academia presentando como obra que acompañaba a su demanda de admisión, según supone Menegazzo, la red. C. Sea como fuere, tal empresa suscitó severas críticas entre algunos tratadistas. Así, Ercole Tasso, Della realtà e perfezione delle impresse (1612): "Aquellos primeros fundadores de una tan ilustre y famosa Academia eran representados, si podía dar crédito a mis ojos, por una de esas calabazas que, una vez secas y vacías, sirven para guardar la sal. Y para que fuera reconocida como tal colocaron sobre ella dos manos de mortero de las que se suelen utilizar para picar el bloque de sal. Y nos inclinamos a pensar que ellos fueron los autores de esta invención, desde el momento en que habían ya encontrado y elegido el nombre de Intronati (i.e. pasmados), para así emplear una imagen de acuerdo con su nombre; porque estas calabazas cuando son golpeadas, no importa cuán levemente, por dentro o por fuera, hacen un grande y pasmoso ruido". Y sobre su lema, meliora latent, objetaba Tasso: "El Meliora presupone que la calabaza es buena, lo cual está lejos de la verdad. De hecho la calabaza ha dado lugar a refranes para significar que un hombre o una mujer es un zopenco: zucca mi da sale; donna zucca al vento; y come colei che poco sale aveva in zucca"15 . Pero tras la incompresión del tratadista puede ocultarse un juego de ironías de ida y vuelta entre los Intronati y Folengo, quien, de una somera descripción de la zucca en la red. T (cf. Baldus T XXV 486-487: "Post curtum spatium retrouarunt denique zuccam, / grandilitate parem montagnae Valcamoneghae"), pasa a una más completa en las dos últimas redd., señalándola como seca y hueca, ligera y semejante a un sonajero por las semillas secas dispersas en su interior, lo que lo hace la casa adecuada a los astrólogos, cantores y poetas (cf. Baldus V XXV 602-605, 621-624: "Et quid erat moles tanta haec? erat una coccochia, / sive vocas zuccam, seccam busamque dedentrum, / quae, quando tenerina fuit, mangiabilis atque, / certe omni mundo potuisset fare menestram. / [...] / Zucca levis, sbusata intus, similisque sonaio, / in qua sicca sonant huc illuc semina dentrum, / astrologis merito, cantoribus atque poëtis, / est domus..."). Acertado o no, esto no desdice, en fin, de la leuitas folenguiana que, salvándose a sí misma en el momento en que se pone al nivel de la de Virgilio y Homero, afirma zucca mihi patria est, como calco del ovidiano Sulmo mihi patria est16.






Ilustración: La empresa de la Academia de los Intronati.





1 Cf. ed. Zaggia, p. 593.
2 La antigua identificación de Vigaso Cocayo con el propio Folengo (Billanovich, Goffis) fue puesta en duda por Folena y Zaggia, primero, y luego resueltamente negada por Curti ("Vigaso Cocaio") en una muy documentada argumentación. La abreviatura V fue propuesta por Bernardi Perini frente a la confusión que podría originar la tradicional V. C. con la de la redacción Cipadense (cf. ID., "Adversaria...", p. 534).
3 Curti ofrece una edición de dicho prefacio cf. o.c., pp. 120-124.
4 Cf. ed. Zaggia, p. 215, y supra n. 18. Zaggia, centrándose en las macarroneas menores, afirma que se puede hablar de Cipadensis altera, es decir, de una ejemplar anotado de la red. C como antígrafo para la Mosch. y los Epigr., pero no para la Zan. V, que fue reescrita por el autor ex novo (ib. p. 596).
5 cf. ed. Zaggia p. 216.
6 Cf. ed. Zaggia, pp. 595-601.
7 Cf. G. BERNARDI PERINI, "Folengo...", p. 77 y ed. Zaggia p. 595.
8 Cf. M. CHIESA, "Il Parnaso e la Zucca: la letteratura secondo il Folengo", Atti Convegno 1991, p. 50. Sobre el fundamental cambio de ambiente cultural fraguado en Italia entre 1525 y 1530 cf. también M. POZZI, "Le quattro redazioni..", pp. 40-47.
9 Cf. M. CHIESA, o.c., p. 58.
10 Cf. L. CURTI, "Sul macaronico", pp. 179-182.
11 Los dos versos finales los toma Folengo de Virgilio, Ecl., 2, 58-59, cuya traducción procede de la ya citada de A. García Calvo.
12 cf. ID. "L'inferno del Baldus", Atti Convegno 1977, pp. 153-185
13 cf. ID. "Teofilo...", p. 368 n. 7
14 Rodolfo Signorini (cf. ID., "Poeti e bugie", QF 5, 2004-2005, pp. 105-107, ha vuelto a tratar de la zucca como enseña de los Intronati, aunque sin poner en relación dicha calabaza con la folenguiana.
15 cit. por M. PRAZ, Imágenes del Barroco (estudios de emblemática), ed. Siruela, Madrid 1989, pp. 95-96 n. 9

16 calco ya señalado por Paoli, Il latino..., p. 134.

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