sábado, 5 de abril de 2014

LA REDACCIÓN PAGANINI DE LAS MACARRONEAS FOLENGUIANAS (III)




Por otra parte, el Baldus de la red. P constituye la primera aplicación al género épico del arte macarrónica. El Baldus se presenta como un poema épico-caballeresco de mediana extensión (6230 versos) en diecisiete libros.

Respecto a su estructura temática, Ettore Bonora observaba el predominio del elemento caballeresco sobre el clásico de la Eneida: caballeresco es en buena parte el argumento del libro primero; en un largo paréntesis, de la segunda a la séptima macarronea, se describe las vicisitudes ocurridas entre el ambiente campesino de Cipada y el ciudadano de Mantua; del libro octavo al decimoséptimo se vuelve al tema caballeresco y aventurero1.

Tras la preceptiva propositio e inuocatio (en este caso a las musas macarrónicas, obesas habitantes de un país de Jauja donde se entregan a faenas culinarias), el poeta sitúa la acción en el reino de Francia, donde el caballero Guido, descendiente de Rinaldo de Montalbán, se enamora en un torneo de la hija del rey, Baldovina. Ésta le corresponde, y ambos deciden huir del reino. Entre grandes penalidades atraviesan los Alpes y llegan a Lombardía; en la villa de Cipada son acogidos amablemente por un campesino, en cuya casa Baldovina, embarazada, da a luz a Baldo. La madre muere a consecuencia del parto, y el padre, ciego de tanto llorar, entrega el recién nacido a su huésped, y parte hacia los montes de Armenia para llevar vida de penitencia. En el libro II, de acuerdo con la tradición caballeresca del héroe predestinado2, se cuentan las hazañas del Baldo niño y adolescente: éste, no siente la menor inclinación por las labores campesinas de sus creídos padres, y se escapa a la cercana ciudad de Mantua a medirse a pedradas con los muchachos. Su padrastro lo envía a la escuela, donde hace increíbles progresos, pero tras leer las hazañas de Orlando, pierde todo interés por los estudios. Fuera de lugar -y de tiempo- e indomable al orden campesino y burgués, Baldo busca sus amigos entre delicuentes y marginales; entre ellos destacan el gigante Fracasso, el ladronzuelo Cíngar, descendientes, respectivamente, de Morgante (Primus erat quidam Fracassus prole gigantis, / Cuius progenies Morganto uenit ab illo / Qui de campana bagioccum ferre solebat) y de Margutte3 (Alter erat Baldi compagnus nomine Cingar / [...] / Ipse suam stirpem Margutti a sanguine traxit), y Falquetto (Falchettus), descendiente de Pulicano4, e híbrido de hombre y perro como él (de quodam legitur Pulicano nomine, cuius / semine Falchettus longo post tempore uenit. / Sicut mezus homo fuerat Pulicanus et altra / pars canis extiterat, sic sic Falchettus habebat / anteriora uiri, sed posteriora canina). En la apertura del libro III, Zambello, hermanastro de Baldo, se queja a Tognazzo, cónsul de Cipada y enemigo de Baldo, de que éste lo explota y lo maltrata. Tognazzo se presenta ante el pretor de Mantua, y tras demostrar que Baldo no es hijo legítimo del padre de Zambello, y que, por tanto, disfruta dolosamente de las propiedades de su difunto padrastro, se ordena su detención. Haciéndole creer que Mantua está a punto de ser atacada por el rey de Nápoles y que se necesita su ayuda, Baldo es atraído con añagazas a la ciudad, donde tras una descomunal y desigual batalla es reducido. Al tener noticias de la traición, Cíngar hace marchar a Turquía en busca de ayuda a Fracasso, Falquetto y Mosquino, a costa, si es preciso, de hacerse mahometanos, mientras maquina sacar de la prisión a Baldo con sus tretas (et si forte fidem Christi lassare bisognat / nos macometani cito deuentabimus omnes / et sic de nostro Baldo uindicta fietur. / Interim ego meis cum fraudibus atque magagnis / supra meum pectum Baldum presone cauabo). Entretanto, Tognazzo lleva a Zambello a declarar ante el pretor, quien condena a Baldo a morir en prisión (IV). Dueños de la herencia, Zambello y su esposa, Lena, deciden humillar a Berta, la mujer de Baldo, cagando todas las noches ante su puerta. Cíngar, prototipo del pícaro5, trama entonces una estratagema: Zambello ve un día cómo Cíngar le agradece efusivamente que le haya proporcionado generosamente tan gran cantidad de mierda para vender en la ciudad; el lerdo hermanastro de Baldo, incrédulo, carga con la tinaja de la que Cíngar le ha extraído previamente una olorosa muestra y marchan ambos a Mantua donde observa, efectivamente, que el pícaro vende la tinaja a un comerciante, aunque haciéndole creer que es miel por haber cubierto con esta sustancia las heces de Zambello, detalle éste que escapa al obtuso campesino. Éste decide hacer lo mismo, y vuelve a la ciudad con nueva mercancía, pero es reconocido por el comerciante anteriormente estafado, quien le parte sobre la espalda el recipiente que trae, y, todo pringado, lo lleva ante la justicia. El propio Cíngar se encargará de sacarlo, mediante su astucia, de la prisión, no sin antes haber vaciado la bolsa de Lena, esposa de Zambello (V). Contra éste prepara Cíngar una burla definitiva: el pícaro, tras ponerse de acuerdo con Berta, finge degollar a ésta en público, celoso de la honra de su amigo; cuando está a punto de ser linchado por la turba, afirma que el mismo cuchillo con el que ha matado a Berta puede resucitarla, pues se trata del cuchillo de San Bartolomé, dotado de milagrosas propiedades curativas. Tras rezarle, Berta "milagrosamente" resucita. Zambello, codicioso, vende todo lo que tiene para comprarle el cuchillo a Cíngar, e intenta repetir la operación con su esposa Lena. Perseguidos, Cíngar consigue poner a salvo a Berta y a los dos hijos de Baldo, y él mismo encuentra en su huida a Tognazzo, al que aplasta sin compasión. Posteriormente, asalta a dos frailes, con cuyas ropas se disfraza. En su camino a Mantua se encuentra con el desesperado Zambello, pobre y viudo, y le propone que se haga fraile y le acompañe; Zambello, que no reconoce a Cíngar, acepta, con la esperanza de poder llenarse la panza (VI). Cíngar consigue acceder como confesor junto a Zambello a la celda de Baldo, quien sale disfrazado con el hábito de Zambello, quien queda atado y amordazado en su lugar. Acto seguido, topan con Leonardo, caballero atraído a Mantua por la fama de Baldo, y todos se alojan en una taberna, cuyo dueño les delata (VII).



Ilustración: Incipit del Baldus del ejemplar de la Red. P de la Biblioteca Universitaria de Barcelona.


1 Cf. E. BONORA, Le Maccheronee..., p. 27.
2 Cf. F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, o.c., p. 338 n. 103: "El caso de un niño de noble estirpe criado, por diversas razones, en un medio no caballeresco (campesino o burgués), pero que permanece fiel a las inclinaciones guerreras de su sangre, es una de las situaciones más típicas de las gestas francesas del tipo Enfances o Mocedades; L. Gautier, Chivalry, Barnes and Noble, Nueva York, 1966, pág. 93. El caso de Baldo, que manifiesta su temple heroico desde el instante mismo de su nacimiento, no responde a ninguna exageración paródica ni festiva, pues resulta enteramente paralelo al caso del propio Roland en sus Enfances, ibid. pág. 92". Sobre la presunta parodia del género caballeresco contenida en el Baldus cf. Introd. Gen. II. 2. 2. Más recientemente, Cesare Segre rechaza el término de 'parodia', y propone hablar de una fagocitación lúdica de elementos heterogéneos: "el movimiento fundacional [del Baldus] ha sido el de confiar a un poema latino de matriz virgiliana el tratamiento de una gama de temas coligados por un diseño caballeresco" (cf. ÍD, "Baldus, la fantasia e l'espressionismo", Atti Convegno 1991, p. 26).
3 Cf. F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, o.c., pp. 303-305: "Si bien el tipo cómico del gigante benévolo no parece haber abundado en la literatura medieval, fue, sin embargo, el preferido al surgir en Italia la épica culta renacentista. El paso decisivo lo da el florentino Luigi Pulci en su Morgante (1483), con la historia del gigante de este nombre [...] Morgante realiza las más estupendas hazañas bélicas y cinegéticas, dando múltiples pruebas de su buen humor y también de su desmedida y nada melindrosa voracidad [...] Morgante se hace muy amigo de Margutte, semigigante bromista cuyo grado de fealdad corre paralelo al de su astucia y falta de escrúpulos [...] Tenemos aquí, pues, el punto de arranque de ese tratamiento a la vez heroico y burlesco que Folengo da a los extraños personajes de su Baldus [...] Pero lo decisivo es que la receta de Merlín Cocaio consiste toda en una aplicación exclusiva y sistemática del tratamiento épico-burlesco ensayado en el estupendo gigante de Pulci, en un morgantismo, cabría decir [...] El arte de Folengo no se entiende sin sus múltiples empalmes con el mundo literario de la épica culta, notablemente afín en cuanto género y espíritu. El Baldus se escribe, a fin de cuentas, para un público muy culto que se supone buen conocedor de estos poemas, especialmente el Orlando furioso, y de la Eneida". Segre recuenta una serie de precedentes caballerescos de episodios del Baldus (cf. o.c., pp. 24-25).
4 BERNHARD KÖNIG, "Margute - Cingar - Lázaro - Guzmán. Zur Genealogie des pícaro und der novela picaresca", Romanistisches Jahrbuch, XXXII, 1981, p. 300 n. 57 señala que este Pulicano no es, ciertamente, una invención de Folengo sino el protagonista del Buovo d'Antona -procedente de la "versión véneta" del francés Boeve de Haumtone-, uno de los más populares poemas en octavas de su época, y que figura entre las lecturas de Baldo en la red. T: "Namque Pulicano Falchettus venit ab illo, Quem scripsere virum medium, mediumque catellum" (ed. Portioli, S. 98); in den alten Ausgaben steht daneben am Rande: "Pulicanus, semicanis" (ed. 1613, S. 100). Natürlich ist auch Pulicanus keine Erfindung Folengos; er entstammt dem Personal eines von Baldus selbst gern gelesenen Cantare ("Legerat Anchrojam, Tribisondam, gesta Danesi, Antonaeque Bovum [...]", ed. Portioli, S. 82), dem Buovo d'Antona, einem der beliebtesten Oktavengedichte seiner Zeit, und findet sich bereits in dessen Quelle, der "versione veneta" des französischen Boeve de Haumtone (oder Hanstone), in der die Funktionen wahrnimmt, für die in den überlieferten französischen Fassungen ein Riese zuständig ist. Vgl. P. Rajna, Ricerhe [sic] intorno ai Reali di Francia, Bd. I, Bologna 1872, S. 118-218; in dem (im gleichen Band) von Rajna edierten "venetischen" Bovo d'Antona heißt es von Pulican: "El'à vixo d'omo e braçe altretal, Largo in lo peti e ben formà; Dala centura in çoxo a modo d'un can" (S. 532, V. 1315-18), und wenig später "D'una femena e d'un mastin inçenerà" (S. 533, V. 1355)".

5 Sobre Cíngar afirma Paoli que es "representante de esa antisociedad formada por los facinerosos de toda laya, que ha encontrado en Baldo un jefe y un defensor. Cíngar es la más feliz creación de Folengo, ejemplo de bribonería y de lealtad. Rabelais lo tomó como modelo de su Panurgo, y se cuenta entre los tipos más originales de nuestra literatura" (cf. o.c., p. 120). Ya por su nombre, señala König o.c., p. 295, derivado de zingaro 'cíngaro', es presentado como maestro en el arte de robar. Su influencia en la literatura española será notable, como se verá en próximas entradas.

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